jueves, noviembre 13, 2008

Pablo Sebastian, Bush condiciona la Cumbre de Washington

viernes 14 de noviembre de 2008
Bush condiciona la Cumbre de Washington

Pablo Sebastián

El presidente de Estados Unidos, George W. Bush, pronunció ayer en Nueva York un discurso preámbulo de la cumbre financiera de Washington en el que transmitió tres mensajes importantes en vísperas del gran debate para la reforma del sistema monetario internacional. En primer lugar, Bush dijo que Estados Unidos no es el país culpable de la crisis y que naciones con más vigilancia del Estado y regulación de sus mercados están en crisis y han sufrido efectos similares a los producidos por las famosas hipotecas subprime americanas (como puede ser el caso de España y de su burbuja inmobiliaria, o el anuncio de que Alemania ha entrado en recesión).

En segundo lugar y sobre todo, el primer mandatario americano señaló que la economía de mercado seguirá siendo el modelo imperante que se puede reformar y mejorar pero que no se debe refundar (lo que causó euforia en la Bolsa de Nueva York), frente a cualquier modelo de economía intervencionista o socializante del Estado, saliendo al paso de quienes, desde países emergentes o con gobiernos progresistas, anuncian el principio del fin del modelo capitalista o del capitalismo salvaje sin control, para decir Bush que el mercado, que hay que mejorar, es insustituible.

Asimismo, Bush señaló que Estados Unidos seguirá siendo la primera potencia financiera del mundo, y que su liderazgo es y será indiscutible, lo que se considera un aviso a quienes -por ejemplo desde el Gobierno alemán o desde París- han insinuado en la necesidad de un liderazgo compartido de Estados Unidos y la Unión Europea, tanto en la política económica como en la militar y de seguridad. Para concluir afirmando Bush que Estados Unidos ya ha superado, a lo largo de su Historia y especialmente durante el siglo XX, graves y similares situaciones y que lo volverán a hacer en los próximos meses y años.

Naturalmente, el presidente americano no sólo defendía el liderazgo de su país y negaba su responsabilidad única y directa en la crisis financiera sino que además se estaba defendiendo él mismo, sus presidencia y legado, sin reconocer que bajo su mandato han fallado los dos extremos: el capitalismo salvaje de la economía especulativa y sin control, al socaire de los ínfimos tipos de interés y de la hipotecas subprime, luego convertidas en bonos basura; y los controles de la Reserva Federal del tiempo de Duisemberg, paradigma del laisser fair, lassier passer, hasta que estalló el sistema. Lo que ha quedado demostrado con la quiebra de grandes entidades financieras y especulativas americanas, por una parte; y con la obligada intervención del banco central americano (del Estado) y su plan de rescate del sistema financiero, que se declaró incapaz de salir a flote con sus propios recursos.

En realidad, Bush se ha puesto la venda antes de la herida, o del debate que este fin de semana se abrirá en Washington en dos frentes: uno, sobre cuál debe ser el modelo a seguir, o cuál es el justo medio entre el libre mercado y la obligada vigilancia del propio sistema monetario y del Estado, lo que a su vez incluye una lectura o batalla ideológica, entre las naciones poderosas y las emergentes y en vías de desarrollo; y otro, más urgente, sobre cuáles son las medidas y las reformas inmediatas a adoptar y negociar a partir de la reunión de Washington, y en las que seguirán, intentando de paso que el deterioro económico y social no pase de la recesión a una gran depresión.

Naturalmente, el intento de Bush de marcar el territorio de la cumbre y de pregonar que el liderazgo de Estados Unidos sigue intacto, tiene mucho de voluntarista y puede ser corregido en el plazo de unas semanas por la presidencia de Obama, si el nuevo presidente americano acepta la relación multilateral que le ofrecen sus aliados de la Unión Europea, al tiempo que lidera la reforma a fondo del actual sistema financiero, que derivó hacia modelos de capitalismo salvaje de pura especulación, para favorecer una economía productiva y estrictas normas de control interno del sistema, a las que se añadirá la vigilancia del Estado. Lo que, a fin de cuentas, puede ser el camino que se emprenda en Washington tras la salida de Bush y el final de su pésima presidencia y herencia que ayer, el todavía presidente, intentó justificar con unos aires de grandeza y poderío que no están en consonancia con la cruda realidad.

En cuanto a España, otro país en recesión, con una gigantesca deuda y con un paro atronador, poco podemos decir salvo especular sobre cuál será a fin de cuentas su ubicación en la cumbre -en el sitial de Francia, con Holanda, el último invitado-, y su posicionamiento ideológico que ya adivinamos del lado socialdemócrata y más intervencionista, siguiendo Zapatero el discurso en el que anunció unos Presupuestos "socialdemócratas" para el tiempo de crisis, además de pregonar las bonanzas de nuestro sistema financiero. Algo en lo que debería de ser prudente, a la vista de los últimos movimientos habidos en las cajas de ahorros y bancos españoles -como la ahora famosa y a la baja ampliación de capital del Santander- que levantaron sospechas e inquietudes, al menos en la Bolsa española y en la prensa internacional.

http://www.estrelladigital.es/ED/diario/53868.asp

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