jueves, noviembre 06, 2008

Oscar Molina, El hombre que pasaba por alli

viernes 7 de noviembre de 2008
El hombre que pasaba por allí

Óscar Molina

M IS preferencias no iban por Barack Obama. Supongo que las razones tendrán que ver con posturas ideológicas y subjetivas, pero mi candidato era Mc Cain. No obstante, me resisto a quedarme fuera, a no ser partícipe del viaje a una nueva ilusión global que habrá de pilotar Obama, el hombre que pasaba por ahí y se ha encontrado en el marco adecuado para que su ambición presidencial coincida con los deseos de cambio de una nación dotada de la tradicional, extraña y admirable capacidad de reinventarse a sí misma.

No trato de quitarle ni un ápice de mérito al Senador de Illinois. Ningún mediocre llega a Presidente de los Estados Unidos, mal que pese a algunos. Sólo trato de decir que la valía personal, la capacidad de liderazgo y el explícito mensaje de Obama han tenido la fortuna de hallarse en el sitio y momento adecuados para ser referencia de una sociedad que ha entendido que su progreso pasaba por hacer mudanza en tiempos de zozobra.

Durante los últimos ocho años la prioridad de las democracias occidentales ha sido su protección, defenderse del ataque exterior de un fanatismo que la puso en su punto de mira y pretendió derrumbarla por la vía de la muerte indiscriminada y el asesinato masivo. Se pueden discutir los métodos y las formas; se pueden señalar con el dedo errores y excesos intolerables, se puede mostrar justa ira intransigente contra monstruos como Guantánamo…pero ni siquiera la ceguera ideológica puede nublar el hecho de que el mundo libre ha sabido controlar la amenaza, llevando a campo contrario la guerra que nos querían meter dentro de casa. Hoy, la sociedad occidental tiene otra urgencia mayor: defenderse de sí misma.

Barack Obama debe liderar el cambio que vuelva a colocar a la Ética como referencia en las relaciones económicas y sociales. Hemos vivido unos tiempos en los que la avaricia de algunos, sus ansias de enriquecimiento rápido y conveniencias personales no han mirado ni de reojo a la Justicia Social, al reparto equitativo de plusvalías empresariales ni a la consideración del consumidor como merecedor de bienes y servicios de calidad. Quiero pensar que la sociedad norteamericana ha votado a Obama agarrando al vuelo una ilusión a la que no podía renunciar. Pero quiero también pensar que lo ha hecho como solemne corte de mangas a una generación empresarial criada en el ventajismo, y sacudiéndose de encima a unos ideólogos que la habían logrado convencer de que el beneficio corporativo era un valor supremo, un tótem que debía imponerse a su propio bienestar y hasta a su dignidad. Quiero creer que el pueblo de los Estados Unidos nos ha mostrado el camino que lleva a la proclamación de que los seres humanos somos algo más que consumidores a crédito y productores fungibles.

Obama tiene por delante una tremenda tarea, confiemos en él, y sobre todo en el mensaje que su indiscutible magnetismo ha sabido recoger y catalizar, la encomienda de una sociedad y un sistema económico que se resisten a morir de éxito y buscan en el tablón de la Ética la manera de llegar a una nueva playa de la misma isla que hemos estado a punto de echar a perder.

Él pasaba por allí y yo me conformaría con que sólo fuera un síntoma de algo más grande. Aun así no puedo evitar confiar en el impulso vital de quien ha sabido marcar un hito en la Historia y derrumbar barreras que hace pocos años todos creíamos muros eternos. Apoyo no le va a faltar; cuenta con su pueblo embelesado, con la predisposición de muchos líderes internacionales y con mirada de algunos buenos ojos que sólo son capaces de redescubrir a la sociedad estadounidense cuando la moneda cae del único lado que su intransigencia y sectarismo consideran aceptable.

Enhorabuena Presidente. Que el caminar del hombre que pasaba por allí acabe siendo huella.

http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=4905

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