miércoles, noviembre 05, 2008

Jose Luis Zubizarreta, No nos falle

No nos falle
06.11.2008

JOSÉ LUIS ZUBIZARRETA

E stimado señor presidente electo: Permítame el atrevimiento de dirigirme a usted con esta carta. Pero me ha parecido el único modo honrado de completar estas líneas sin caer en la redundancia ni resultar presuntuoso. Lo primero, porque, de usted, ya casi todo se ha dicho; lo segundo, porque no me veo capaz de añadir yo mismo algo que no suene a aprendido de oídas. Además, y aunque se haya creado un consenso en declararle persona distante y fría, a mí siempre me ha parecido usted un hombre cálido y cercano, que no se molestará con tanta familiaridad mía.
Comenzaré con una confesión. No pertenezco al grupo de los que creyeron desde un principio en sus posibilidades. Si le digo la verdad, cuando se presentó por primera vez con aquel rotundo 'Yes we can', temí encontrarme ante alguien que, por decirlo corto y claro, no sabía dónde se metía. Nunca dudé de su sinceridad, pero le confieso que me pareció usted un ingenuo. Quizá fuera lo que se dijo de su falta de experiencia, o quizá -por qué no decirlo ahora que ha dejado de ser incorrecto- el color de su piel, pero algo en usted me hacía pensar que nunca lo lograría. Luego, cuando oí lo que decía en sus discursos y vi, sobre todo, cómo lo decía, comencé a pensar que, lo lograra usted o no, al menos se lo merecía. Y, por fin, cuando se impuso usted a la rival de su partido, creí que de verdad podría.
Bien, lo ha conseguido. Y, en el camino, ha dejado usted algo más importante que el éxito que ha alcanzado en la meta. Pocos habrían podido imaginar que, de la depresión en que nos encontrábamos, podría surgir tanta ilusión. Usted fue uno de ellos. Quizá guiado por las lecturas evangélicas que escucha todos los domingos, creyó «en la esperanza contra toda esperanza». Resultó que su creencia es compartida. Se ha demostrado que les cabe todavía esperar tanto a quienes ya sólo les quedaba esperar como también, cosa harto más difícil, a quienes, escépticos por pose o por convicción, se resistían a hacerlo. A unos y a otros les ha hecho usted creer que la esperanza es posible.
Los problemas que ahora afronta son enormes. Tampoco en esto quiero ser ni presuntuoso ni redundante enumerándoselos. Usted mismo. Ahora bien, si alguno merece citarse, ése es precisamente el que versa sobre cómo no defraudar la esperanza que usted ha despertado. Nadie va a exigirle que acierte en todos. Pero nadie va a perdonarle tampoco, si fracasa en éste. Así me despido de usted.
¡No nos falle!

http://www.elcorreodigital.com/vizcaya/prensa/20081106/mundo/falle-20081106.html

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