viernes 14 de noviembre de 2008
La baratura loca
Félix Arbolí
E L título no es de mi invención. Está sacado del nombre de una sombrerería que tenía el padre de un gran amigo mío, Ángel Bartel, que era como un hermano aunque no nos una la sangre, en aquellos inolvidables años pasados en la isla de San Fernando. Esta amistad, tipo de negocio y la insensatez de la juventud, fue la causa de que por primera y única vez en nuestra vida, aún sin haber llegado a los veinte años, nos diera la vena de encasquetarnos un sombrero y hacer el “patoso” por las calles de la ciudad, saludando a diestro y a siniestro a toda persona conocida y respetable con el alzado de sombrero protocolario o con el simple toque de su ala. Nos costó un dineral para los entonces exhaustos bolsillos nuestros y sólo lo utilizamos una semana escasa. Todo muy a lo Humphrey Bogart, que era el referente cinematográfico de la época.
Como ven esto de las rebajas y baraturas no es invención actual, sino que llega mucho más lejos, aunque entonces, se hiciera más por esnobismo que por necesidad de conseguir una clientela que nunca faltaba si el género era de calidad y los precios adecuados. Las actuales no tienen nada de reclamo comercial, sino de auténtica necesidad de vender y dar salida a tanto género acumulado. Porque no se si ustedes lo saben, aunque pienso que sí, pero estamos en periodo de rebajas a lo bestia.
Hasta la simple y necesaria barra de pan se ha apuntado a esto de las “baraturas” y por el precio de una, el súper te regala otra, para que esa merienda con la vecina mientras cotillean de la Obregón y compañía, te salga gratis. Según informan las empresas, autobuses y Metros circulan hasta con asientos vacíos en las horas puntas, debido posiblemente al millón y medio menos de usuarios que los utilizan a causa del paro, la crisis galopante que padecemos y sabe Dios qué otras causas que es mejor no averiguarlas. Los anuncios de rebajas dominan escaparates y superficies comerciales en una época en la que lo normal era la subida de precios por las festividades que se avecinan, donde “la elegancia social del regalo” era un obligada costumbre. Este año como no sean los de la Zarzuela o los de la baraja, me da la impresión que pocos reyes van a ver nuestros pequeños en sus casas. Y la razón es bien sencilla, de donde no hay, no se puede sacar nada, aunque les pese y angustie a tantos padres y enrabiete a tantos niños. .
Las empresas cierran sus puertas y se largan a otros lugares más allá de nuestras fronteras, en los que la mano de obra está a precio de saldo y los impuestos no figuran en los balances. Antes se hablaba de los chinos como meta de estas gangas, ahora resulta que no son sólo los orientales los causantes de nuestros continuos cierres empresariales, sino esos nuevos países que se han subido al carro de la Comunidad Europea, para hacerse con el trabajo y las empresas de los otros y no contentos con ello mandarnos en oleadas masivas, ya que no necesitan control ni pasaporte, a toda la morralla y zanganería para que seamos nosotros los que nos encarguemos de su manutención, educación y bienestar. Ya hasta los gitanos rumanos nos piden casas, colegios y trabajo y organizan manifestaciones y enfrentamientos con la policía para intentar conseguir lo que en su país no se atreven o les está vedado. Y lo más curioso y chocante es que lo logran, mientras hay miles de jóvenes españoles buscando desesperadamente un hueco donde meterse y emprender una nueva vida a los que nadie les atiende. ¿Qué beneficio nos reportan esos individuos sin oficio u ocupación conocida que nos llegan de tan lejanas procedencias?. No tengo la menor duda de que el trabajador cualificado y profesional competente no cruza nuestras fronteras para buscarse la vida en nuestro país. Es decir, que no sólo nos hacen una abusiva competencia para acaparar nuestros medios de producción, sino que se libran de esa lacra mafiosa y social que les perjudicaba.
Hemos llegado a un punto donde las huelgas, concentraciones de protestas multitudinarias y la desesperación ciudadana generalizada ha llegado a causar un verdadero y peligroso problema político y social de muy difícil situación, si los que están obligados a remediarlo no hacen nada por evitarlo o minimizarlo Y según vemos nuestros gobernantes están más interesados en abrir tumbas y demoler monumentos que en solucionar la agónica situación de dos millones de personas que se ven avocados a una indigencia más o menos tarde, pero segura. ¿Figura este desconcierto y pésima gestión en la famosa “Memoria Histórica” y en la “Educación para la ciudadanía”?. Si esto es el resultado de la democracia y el gobierno del pueblo y para el pueblo, es preferible regresar a los tiempos dictatoriales a pesar de sus penas, abusos y calamidades, pero con su INI, SEAT y Pegaso; la construcción masiva de pantanos que tanto criticaban; los complejos siderúrgicos vascos; el fomento de la industria textil catalana; los premios de natalidad e incentivos a las familias numerosas que evitaron tener que padecer esta incontrolada y foránea llegada nada beneficiosa; la implantación de la Seguridad Social que aún perdura en los modelos y fines propuestos entonces; las cargas familiares, trienios y esa enloquecida construcción de hospitales y ambulatorios que aún funcionan, sin que tuvieran el menor fallo a los escasos días de su inauguración. Y conste que no le debo nada en particular a aquél gobierno, aunque reconozco que a pesar de su excesivo autoritarismo o quizás debido a eso, me permitía pasear a las tantas de la noche con mi mujer por las más solitarias calles madrileñas sin temor a ser molestado en lo más mínimo. Un simple sereno sin armas, con su chuzo, era capaz de mantener el orden y la seguridad en la noche madrileña. ¡Inténtenlo ahora!. Una cosa es ser franquista y otra ser tan obcecado como para cerrarse en banda y no reconocer la verdad, aunque a algunos les escueza bastante. Solo puedo decir que todo cuanto hice, tuve y tengo me lo he ganado a pulso a base de curro y sudor. La política siempre me ha causado náuseas y ahora decepciones.
Ya se ha puesto de moda, nefasta moda, la regulación de empleo en empresas que mueven muchos millones y donde se hallan colocados en puestos de responsabilidad y recepción de suculentos dividendos una serie de nombres que gozan de las bendiciones de gobernantes y políticos porque algunos de ellos son sus contertulios en comidas y recepciones. Examinen los consejos de administración de esas empresas en quiebra o con regulación de empleo y verán como figuran los apellidos de siempre, aquellos que no cambian, ni se perjudican con los distintos gobiernos que puedan producirse y encima reciben premios como empresarios ejemplares y modélicos. Al empleado y al obrero de patitas en la calle y que se busque la vida como pueda, soportando la competencia de los que invaden nuestras costas diariamente buscando un mundo mejor y atiborrándonos de problemas y cargas más difíciles de sostener. Porque ya lo dice el refrán “al perro flaco todo se le hacen pulgas” y parece que contra más estresante y catastrófico es nuestro ambiente, mayor número de inmigrantes hemos de seguir soportando en el día a día, con toda su carga de servicios, medios y demás que ello supone, sin tener en cuenta que los que a diario nos llegan llenarán nuestras calles y plazas buscando un trabajo que también lo quisieran muchos españoles. Hoy es raro entrar en una cafetería, supermercado, comercio, obra o cualquier otro tipo de trabajo, en los que sus puestos no estén ocupados por inmigrantes, mientras nuestros profesionales de la hostelería, el comercio y hasta recepcionistas y comunicadores telefónicos se encuentran en el paro. Es como una plaga que se ha extendido acaparando todo cuanto encuentra a su paso y mandando al paro a multitud de familias españolas. Claro que la culpa no la tienen ellos, sino sus desaprensivos patrones y los inexistentes o ineficaces servicios de control del gobierno o ministerio respectivo al no comprobar el por qué de esta predilección por el foráneo que ha obligado al natural a una forzosa inactividad.
Es más necesario y urgente gastar dos millones de euros en amueblar el despacho de un presidente regional y medio millón de euros más en “acondicionar” uno de sus cuatro coches oficiales, - no tenía suficiente con uno-, que invertir ese dinero público y otras partidas más, igualmente innecesarias y no publicadas, en generar empleos o aliviar los apuros de algunas empresas para evitar su obligado cierre. Y si este despliegue abusivo se refiere a un solo presidente regional, multipliquen esos dispendios por diecisiete “gobiernos”, aparte del central, y se darán cuenta del dinero que se evapora de nuestro presupuesto sin que le sirva o beneficie al ciudadano. Estamos sufriendo una de las situaciones más críticas de nuestra historia en sus últimos cincuenta años, aunque el precio del petróleo continúe bajando y esté ya a la mitad de cuanto estaba antes de empezar este embrollo. ¿Por qué continuamos pagando el combustible a precio de oro, cuando el barril baja en picado?. La única explicación es que el gobierno necesita una enorme cantidad de ingresos en impuestos para sostener tantos despropósitos y calamidades y atender a los obligados regalos a esas comunidades de las que precisa su apoyo. Ya estamos en la cumbre señor Zapatero, porque llevamos mucho tiempo tocando techo.
http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=4911
jueves, noviembre 13, 2008
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