¿Políticos banqueros? no, gracias
JOSÉ MARÍA CARRASCAL
Lunes, 17-11-08
SI les digo que el New York Times no dedica ni un editorial ni un sólo artículo de opinión a la «cumbre» de Washington se lo he dicho todo. «Pura vainilla -dice el ex economista en jefe del FMI, Simon Johnson-. Para lo acordado, no necesitaban haber venido». En efecto, todos estaban ya de acuerdo en reactivar la economía, en reforzar los controles de las instituciones financieras, en hacer más transparentes sus transacciones, en recortar los sueldos de sus altos ejecutivos, en ensanchar el FMI y el Banco Mundial. Ese es un catálogo de buenas intenciones, pero como los ratones de acuerdo en que había que poner un cascabel al gato, ¿cómo y quién las lleva a la práctica? De eso, ni palabra. Cada cual tendrá que habérselas con sus parados, con sus hipotecas, con sus bancarrotas de aquí al 30 de abril, fecha de la próxima cita. Desde luego, esto se ha parecido a Bretton Wood lo que un huevo a una castaña. Allí se diseñó un nuevo orden financiero internacional. Aquí se han dado unas directrices generales para sanear el orden existente, y allá se las arregle cada uno como pueda.
El primer problema será fijar el papel de los gobiernos en la crisis. ¿Deben hacerse cargo de las instituciones financieras en quiebra? ¿O sólo de las que puedan sobrevivir? ¿Qué hacemos con las industrias y empresas también en apuros? ¿Se las echa una mano o se deja que la ley del mercado haga una criba entre ellas? Como digo, en Washington no se ha concretado nada al respecto. Habrá quien prefiera echar más dinero al horno y habrá quien prefiera apretarse el cinturón. Habrá quien apueste por controles más rigurosos y habrá quien siga teniendo confianza en el mercado.
Una cosa, sin embargo, deberán tener todos en cuenta: que convertir a los gobiernos en rectores de la economía puede ser como saltar de la sartén al fuego. Déjenmelo explicárselo con un ejemplo: supongamos que en España el único encargado de repartir los miles de millones de euros necesarios para reflotar empresas y entidades financieras sea el Gobierno. ¿Qué ocurrirá? Pues que inmediatamente llegarán los políticos locales a reclamar: Oye, que si no nos ayudáis nos cierran la Nissan, o la Opel, o los astilleros, o las cementeras, o cualquiera de las industrias en números rojos. Llevándose todos su tajada, pues serán decisiones políticas, no económicas. Con lo que habríamos puesto un parche a la situación, no resuelto la crisis. La crisis seguiría, posiblemente agravada, al haber agotado la capacidad financiera del estado.
Mucho cuidado, pues, con lo que se hace. Esta crisis no se supera con paños calientes ni, menos, con medidas políticas. Las medidas tendrán que tomarlas expertos y organismos lo más independientes posible. Y con la máxima transparencia. Recortando justo lo que haya que recortar, regulando lo que haya que regular, vigilando lo que haya que vigilar. Pero hacer banqueros a los políticos sería como poner la cabra a cuidar las lechugas. Sólo nos faltaría eso para hundir definitivamente el sistema. ¿O es de lo que se trata?
http://www.abc.es/20081117/opinion-firmas/politicos-banqueros-gracias-20081117.html
domingo, noviembre 16, 2008
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