miércoles, septiembre 10, 2008

Ignacio Camacho, Zapatero ante el Big Bang

Zapatero ante el Big Bang

Jueves, 11-09-08

IGNACIO CAMACHO

ZAPATERO no entiende de economía -como casi nadie, aunque resulte carencia grave en un presidente del Gobierno-, pero tiene poderosas intuiciones políticas que explota con osada autoconfianza y un potente olfato populista. Sólo un tipo con la autoestima por las nubes se atreve a comparecer en las Cortes con las manos vacías bajo la tormenta de una recesión en la que llueven parados como el granizo nocturno del Madrid preotoñal. No sólo no tiene soluciones ni se le ocurren medidas, sino que además no le importa; envuelve su vacío en una retórica keynesiana de subsidios y se refugia en su dominio de la cháchara política para esconder su liviandad económica. Lo que le preocupa de la crisis, que considera inmanejable y ajena, son sus consecuencias en la opinión pública, y todo su empeño consiste en evitar que la oposición saque partido de unas circunstancias que él no sabe modificar ni parece tener interés en hacerlo. Fiel a los manuales clásicos de estrategia, minimiza sus puntos débiles y saca el máximo partido de sus fortalezas: convierte un problema socioeconómico que le desborda en un banal debate de recetas ideológicas.
En sociedades maduras, este quietismo resignado trituraría al dirigente que se ufanase de sostenerlo. Pero España es una comunidad política peculiar, envenenada de prejuicios sectarios, en la que no resulta improbable que una crisis de productividad y empleo desgaste más a la oposición que al Gobierno. Zapatero lo sabe y en medio de la tempestad se aferra al mástil del Estado a ver si avista pájaros entre las nubes. Tiene dinero para resistir repartiéndolo, aunque haya que apelar al déficit, y la esperanza de que el discurso pesimista del PP acabe provocando la melancolía ciudadana. Por eso ayer se plantó en la Cámara sin nada que ofrecer salvo paciencia y un breve prontuario de ideología barata.
El presidente se presentó en el Congreso como si acabase de leer en los periódicos las predicciones apocalípticas de esos seudocientíficos que alertan de que el acelerador de átomos de Suiza puede provocar el fin del mundo. Si el planeta va a desaparecer subsumido en un agujero negro que brota de sus propias entrañas, a qué viene preocuparse de que unos miles de compatriotas se queden sin trabajo. Ya les procurará el Gobierno unas ayuditas para que tengan un pasar hasta la hecatombe. Y si el pronóstico agorero no se cumple, vivamos felices y en paz con nosotros mismos. Zapatero parecía el jefe de la tribu de Astérix, que creía que el cielo acabará derrumbándose sobre nuestras cabezas pero confiaba en que eso no suceda precisamente mañana. Vista desde la metafísica del Big Bang, la crisis no es más que un insignificante episodio pasajero, relativo y volátil como las partículas de energía primaria, un haz microscópico de protones circulando a gran velocidad por el túnel subterráneo de la Historia. Qué importancia tienen dos millones y medio de parados al lado de la materia oscura del Universo.

http://www.abc.es/20080911/opinion-firmas/zapatero-ante-bang-20080911.html

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