martes, septiembre 02, 2008

Antonio Golmar, Y Obama subio a los cielos

martes 2 de septiembre de 2008
ESTADOS UNIDOS
Y Obama subió a los cielos
Por Antonio Golmar
No sé cuántos Obamacons quedarán. Cerca estuve de convertirme en uno de ellos cuando en las semanas anteriores a la convención de Denver algunas fuentes apuntaron a un giro libertario del demócrata. Pero todo quedó en agua de borrajas.

Por si el "racista quien no le vote" de los asistentes e invitados a la reunión no bastase para insultar la inteligencia de los telespectadores, Obama nos ofreció un peligroso programa colectivista disfrazado de caridad (de aquellos polvos compasivos de George Bush, estos lodos) y responsabilidad social. Amarga decepción.

Pasar la noche frente al televisor viendo discursos políticos no es precisamente un placer, aunque, tratándose de la convención del partido demócrata, la experiencia fue bastante gratificante. Sin duda lo mejor de la velada fue la magnífica actuación de Sheryl Crow, absolutamente radiante. Las canciones elegidas recordaban algunos de los eslóganes usados por la campaña de Obama, aunque la ambigüedad de las letras dejaba al espectador plena libertad de interpretación. Crow sabe lo que es una audiencia global, y no parece dispuesta a que sus ideas políticas le hagan perder ventas. "Lo que estoy oyendo del senador Obama se parece mucho a lo que oímos de Robert Kennedy" –una figura respetada por muchos republicanos (Bill O'Reilly, la incandescente estrella de Fox News, lo considera uno de los mejores políticos americanos del siglo XX)–, fue casi todo lo que dijo entre canción y canción.

Muy diferente fue lo de Will.I.Am y John Legend, cuyo Yes we can, un sampling de discursos de Obama interpretado con una cursilería y una corrección encorsetada sólo comparables a su falta de entusiasmo, me produjo bastante vergüenza ajena. Stevie Wonder me ha hecho pasar demasiados buenos ratos como para criticarle a estas alturas, aunque el título de una de las canciones que eligió para amenizar la convención: "Firmado, sellado y enviado, soy tuyo", lo dice todo. No hacía falta llegar tan lejos, o caer tan bajo.

Al Gore, el hombre que en diciembre de 2007 asombró a los noruegos al coger un tren para dirigirse al avión privado que le esperaba en el aeropuerto de Oslo, cumplió con su papel de telonero recordando a la audiencia que si él hubiera ganado las elecciones de 2000, ahora "no estaríamos negando la crisis climática, sino resolviéndola". Perdí la cuenta de las veces que dijo "crisis climática". Creo que más de diez.

Con Obama tendremos una Administración pro elección –es decir, dispuesta a pagar el aborto libre con el dinero del contribuyente–, pro educación –esto es, encantada de financiar cualquier experimento pedagógico que suba la autoestima de los miembros del sindicato de profesores– y pro familia (supongo que dará algún cheque bebé para compensar lo del aborto). El petróleo que EEUU compra en el extranjero "destruye la civilización humana" y nos enfrentamos a la extinción de la vida en el planeta: puro género apocalíptico en versión laica. Igual de predecible y de tedioso que el original. Tuve que hacerme un café bien cargado para no quedarme dormido.

Pasé de la actuación del cantautor Michael Michael McDonald y regresé cuando la nieta de Eisenhower hacía su aportación al libro de citas de Abraham Lincoln, que por lo que parece ha sido de lectura obligatoria para todos los asistentes a la convención. Cuatro noches oyendo lo mismo desde el escenario, la platea y el set de CNN. La actriz Morgan Fairchild, que se dedicó a repartir besos y autógrafos toda la noche, fue la única que no evocó al difunto.

Un homenaje a los caídos y los testimonios de varios ciudadanos de a pie (una enfermera republicana en paro, un agricultor perjudicado por la globalización, una profesora preocupada por la economía...) sirvieron para calentar el ambiente antes de que un vídeo nos mostrara las imágenes más significativas de la vida de Obama, ésas que hemos visto varias docenas de veces y que, si Dios no lo remedia, seguiremos sufriendo hasta el cuatro de noviembre. Esta semana tendremos las de McCain y podremos comparar. Supongo que casi todas serán de cuando fue militar. En esto, ambos partidos se parecen. Los demócratas consideran un crimen que la gente no vote a un candidato negro. "¿Qué van a pensar el mundo?", se preguntaba una delegada entrevistada por un canal de televisión. Los republicanos nos dicen que rechazar a McCain es como insultar a las tropas. "¡Qué diferencia hay entre nosotros y Hanoi Jane!", exclamará esta semana algún exaltado en St. Paul.

Finalmente llegó Obama, que ya había protagonizado algunos cameos las jornadas anteriores, vía satélite con su esposa el primer día y en vivo la noche anterior a la de su discurso de aceptación, paseando por el escenario del Pepsi Center con Joe Biden. El escenario, que recordaba la decoración de las salas de banquetes de algún hotel de lujo, era otro recordatorio de la marcha washingtoniana de Martin Luther King (1963). ¿Es que todavía no se han enterado de que ese día se cumplía el 45 aniversario de aquel maravilloso acontecimiento, que tuvo lugar ante las columnas romanas del Lincoln Memorial? Creo que la única frase del pastor que nadie rememoró es ésta: "Sueño que un día mis cuatro hijos vivan en una nación en la que sean juzgados no por el color de su piel, sino por el contenido de su carácter".

Como no podía ser de otro modo, dada la coincidencia de fechas entre el discurso del pastor de Alabama y el del senador por Illinois, la alocución de Obama se basó en el sueño americano; según él, "estudiantes y soldados, agricultores y maestros, enfermeras y limpiadores, encontraron el coraje para mantenerlo vivo". Una oportuna alusión a la bandera de la República Popular China, cuyas cinco estrellas representan a los hacedores de la revolución, casi los mismos a quienes Obama celebra como sustentadores del American Dream.

América está muy mal, nos recordó el candidato. El Gobierno "se cruza de brazos mientras una gran ciudad americana se hunde bajo nuestros ojos", y no parece que McCain vaya a cambiar las cosas, pues su cacareada –y en mi caso admirada– independencia (antes de bajar los impuestos deberíamos atajar la explosión de gasto social y obras públicas innecesarias promovida por el conservadurismo compasivo; hay que enviar más tropas a Irak para evitar una guerra civil; la seguridad de la población debería ser más importante que establecer un récord en la redacción de una Constitución; más soldados y menos politólogos) es puro teatro.

Según Obama, un sistema sanitario obligatorio, uniforme y universal no debería repercutir en el resto de las prestaciones sociales ofrecidas por el Estado. La reforma educativa pasa necesariamente por ayudar a las familias a pagar la universidad de sus hijos. Un sistema de capitalización de las pensiones pondría en peligro nuestras jubilaciones. Ah, y eso de la "sociedad de propietarios" le parece una sandez, pues, como todo el mundo sabe, el mercado no sirve ni para ofrecer servicios sanitarios ni para resolver el paro... Tampoco para sacar a la gente de la pobreza. La fuerza de una economía se mide por el hecho de que "alguien con una buena idea pueda arriesgarse y montar una nueva empresa" (precisamente el tipo de cosas que muchos políticos demócratas denuncian como avaricia e individualismo, y que Al Gore considera una amenaza para la pervivencia del planeta), o por que "una camarera que vive de las propinas pueda tomarse un día libre y cuidar de su niño enfermo". Despedir a un empleado porque tenga que llevar al médico a su hijo me parece una estupidez contraproducente, pero de eso a medir la prosperidad económica por las horas de permiso hay un largo trecho.

De todas formas, viniendo de alguien que cree que la función del Estado debe ser "mantener la seguridad de los juguetes", la altereconomía de Obama no debería extrañar a nadie. Castigar a las empresas que abren fábricas en el extranjero y a los empresarios que reduzcan "sueños americanos" para contratar a un inmigrante ilegal es otra de las recetas de Obama para acabar con la crisis económica. Para que luego digan que los demócratas carecen de patriotismo. A veces incluso se pasan.

Reducciones fiscales para el 95% de las familias trabajadoras, eliminación de las importaciones de petróleo en 10 años, abaratamiento del precio de los automóviles, energía nuclear segura, 16 billones de las antiguas pesetas en energías alternativas, un ejército de profesores nuevos con sueldos más altos, un plan público de salud más barato que los privados y equivalente al que disfrutan los miembros del Congreso, más vacaciones y bajas médicas y sueldos iguales por trabajos iguales (¿quién dijo eso de que a cada uno según su habilidad y sus necesidades?) son algunas de las promesas de Obama. ¿De dónde sacará el dinero? De las empresas y de algunos programas estatales que ya no sirven. Esto último también lo prometió Bush, y al final por cada oficina que cerró abrió varias nuevas, así que no sé dónde está el cambio prometido. Me parece que en algunas cosas el programa demócrata es un calco de los errores del actual presidente, pero sin ninguna de sus virtudes.

¿Qué hay de la trayectoria política de Obama? Ni una palabra sobre sus iniciativas como senador federal o como miembro del Congreso de Illinois, excepto una vaga referencia a su apoyo a los trabajadores despedidos por una fábrica en quiebra. Que nadie que haya tenido relación política con el candidato o que se haya visto beneficiado por sus propuestas apareciera por los escenarios de la convención me parece sospechoso. ¿Por qué no habla un poco menos de su familia y nos cuenta algo más de él?

Por ejemplo, podría habernos dicho cómo piensa mejorar la política exterior de Bush, basada en una combinación letal de "palabras duras y estrategias malas". Su promesa de que defenderá la nación, "pero sólo enviando tropas a situaciones peligrosas con una misión clara y un compromiso sagrado de proporcionarles el equipo que precisan", es lo mismo que McCain dijo durante años. Supongo que quienes entonces llamaron "progre" y "traidor" al senador de Arizona se habrán dado cuenta de su error, igual de grave que el de Obama, quien tras denunciar la vacua bravuconería de Bush promete renovar la "diplomacia directa y dura" para evitar que Irán obtenga armamento nuclear y frenar la agresión rusa. ¿No habíamos quedado en que la chulería no conduce a nada?

En fin, que la única razón que encuentro para que un liberal apoye a Obama es pensar que George W. Bush es el peor presidente de la historia, y que el continuismo representado por el demócrata, sobre todo en lo que respecta a intervencionismo económico y prodigalidad presupuestaria, es preferible a tener a otro republicano en la Casa Blanca. Hace bien McCain en distanciarse del legado del texano, sobre todo en política doméstica, que dicen allá. Si obviamos las barbaridades que durante años han estado contando algunos desde los medios de Rupert Murdoch (ellos sabrán por qué, aunque las conversiones de última hora al macainismo resultan igual de chistosas que los recordados anatemas contra el senador de Arizona), el candidato republicano sí representa un cambio en el que algunos podemos creer, al menos hasta su discurso del jueves por la noche. Cruzo los dedos.

http://exteriores.libertaddigital.com/y-obama-subio-a-los-cielos-1276235286.html

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