jueves 14 de agosto de 2008
Nafarroa Bai eta Kastroa ere Bai
Ernesto Ladrón de Guevara
N O se pasmen, queridos lectores. No se trata de un error de VISTAZO A LA PRENSA ni de que yo, este abrumado y atribulado articulista de medio pelo que asoma de forma un tanto pelma y reincidente en esta ventana de libertad, me haya vuelto majareta.
El título responde a una noticia aparecida en “El Diario Montañés”. Según ese periódico cántabro se ha creado una Asociación cultural que responde al nombre “Castro bai”. Como saben ustedes –cómo no lo van a conocer si lo sé hasta yo- Castro-Urdiales es un bonito pueblo de Cantabria, uno de los más próximos a la capital del mundo: Bilbao. Pero mientras no se modifique el mapa de las “realidades nacionales” sigue perteneciendo a Cantabria. “Castro bai” es una asociación dotada de página web –pueden ustedes verificar si lo que dice “El Diario Montañes” es cierto- cuyo objetivo parece ser el que los vascos residentes en Castro-Urdiales no pierdan ni un segundo en pensar que pueden ser otras cosas además de vascos. Esa Asociación pretende fomentar la cultura vasca en ese pueblecito cántabro, de la misma manera que las Euskal-etxeas de Buenos Aires, Méjico o Santiago de Chile, es decir, el fomento del arraigo de los vascos y vascas en tierras extrañas para que no pierdan sus raíces. De esta guisa se pretende fomentar la gastronomía vasca, el euskera, el folklore, el amor por el monte –de ahí viene el dicho “irse al monte”- e incluso la posibilidad de poner en funcionamiento una ikastola. Me imagino que al Sr. Revilla, presidente de Cantabria, se le habrán erizado los pelillos del bigote al enterarse de la noticia. Pero ahí no queda la cosa: por lo que se ve pretenden alumbrar la posibilidad de concurrir a las elecciones municipales en ese pueblo cántabro, puesto que según ellos el panorama de los políticos castreños es decepcionante. ¿Cómo se llamaría ese partido? ¿Partido nacionalista vasco-castrista?
Seguramente ustedes conocerán el fenómeno que afecta desde hace algo más de dos decenios a esa población que ha multiplicado por tres su demografía. Ese aumento poblacional no se debe solamente a las bellezas de Castro, que las tiene, sino a que muchos vascos han optado por mantener su trabajo en el País Vasco y residir fuera de él. ¿Los motivos? ¿A que los adivinan? No seré yo quien ofenda sus bien dotadas inteligencias, señores lectores. Ustedes ya saben por qué muchos ertzainas (policía vasca), profesores (irakasleak, maisuak), funcionarios, miembros del resto de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, etc. realizan su trabajo en Vizcaya o en Álava y viven a una discreta distancia de sus lugares de empleo con la tranquilidad –hasta ahora- de no estar bajo la vigilancia de los esbirros del separatismo. Por ello poblaciones como Castro (Cantabria) o Miranda de Ebro (Burgos) han experimentado un rápido crecimiento urbanístico. Pero hete ahí que el ojo del Gran Hermano está en todas partes y el Supremo ha decidido que eso está muy mal, que son malos vascos y vascas los que deciden poner tierra por medio y buscar lugares más tranquilos que el solar de Aitor. Porque claro... ¿cómo se puede ser tan mal patriota –perdón: abertzale- como para buscar una escapatoria al monotema euskaro en las lindes de Euskalherria?
Aunque pensándolo mejor, igual es que han resucitado la teoría de Krudwig, que fue el propulsor de ETA antes de que ésta existiera. Krudwig pensaba allá por los años cincuenta tras empaparse bien de la teoría del nazismo, que la liberación de los vascos vendría no por la reivindicación de la raza cuyo paradigma de los pueblos ya estaba superado tras la caída del régimen de Hitler en la II Guerra Mundial y que había que dar un giro a la teoría de Sabino Arana reivindicando la prevalencia de la lengua –el euskera- y el territorio. Para ello diseñó un mapa de Euskalherria -¿les suena?- que abarcaba por el occidente vascongado hasta prácticamente la bahía de Santander, por el oriente Huesca inclusive, por el norte los territorios de la Gasconia francesa (Aquitania) y por el sur hasta Nájera (La Rioja), recordando al mayor esplendor del Reino de Navarra con Sancho III el Mayor, que, como todos los historiadores dictaminan, fue el rey por antonomasia de la Hispania del siglo X de raíces romanas y visigóticas. Pero los nacionalistas lo reivindican como rey de los vascos en el colmo de los despropósitos y de la manipulación histórica. La influencia de ese rey hispánico en el periodo de su máximo esplendor es reclamada hoy por los nacionalistas como herencia histórica recogiendo la idea de Krudwig de una Euskal-herria que coloniza territorios no vascongados para así vasconizar, en un planteamiento imperial, un amplio espacio geográfico, digno de una nación suficientemente considerada.
¿Será éste un intento de ir creando las bases para la futura Gran Euskalherria, cuando se produzca el proceso que se intenta abrir con la consulta de Ibarretxe?
Los hechos nos irán verificando si esta hipótesis tiene visos de verosimilitud.
http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=4776
miércoles, agosto 13, 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario