miércoles, agosto 20, 2008

Felix Arbolí, In memoriam

jueves 21 de agosto de 2008
In memoriam

Félix Arbolí

E STABAN ilusionados esperando esa semana de vacaciones. Contaban los días, las horas y casi los minutos que les quedaban para iniciar esa escapada a las islas afortunadas y gozar de la maravilla de sus playas, su cielo, su sol y sus encantos, aunque solo fuera un tiempo corto, escaso, pero el suficiente para aumentar sus recuerdos bonitos y tener algo que contar a sus familiares al regreso. No es fácil hoy día romper con la rutina habitual y gozar nuevas sensaciones. La dichosa crisis y el aumento del precio en general de todas las cosas, suponía que el poder viajar y disfrutar una simple semana de vacaciones era una empresa casi prodigiosa.

El matrimonio hacía sus cuentas, cortaban gastos, eliminaban caprichos y guardaban celosamente esos euros sobrantes en el día a día a base de privaciones, para que ese sueño se convirtiera en feliz realidad. Iba a ser el primer viaje del pequeño y eso le significaba un nuevo aliciente y una maravillosa oportunidad. Los tres a solas, en una zona paradisíaca donde dicen que siempre es verano. Nada podía tener mayores garantías de conseguir un pleno en esa quiniela a la que habían apostado y habían logrado acertar con suerte, Desde meses antes, ella había ido comprando las cosas y enseres que se necesitan en esta clase de viajes, aunque algunas no la lleguemos ni a sacar de la maleta. Eso sí, iban dos bañadores para el peque, otros tantos bikinis para ella y uno corto y azulado, última moda para él, ya que aún tenía su “meyba” en muy buen estado.

- No olvides los cepillos de dientes y la crema de afeitar- recordaba él.

- No, ya están en la maleta, junto a la maquinilla, bronceador, peines y demás. Todo lo necesario para el aseo personal de los dos está guardado y comprobado. Falta solo la ropa de Quique y la que tú hayas decidido llevarte.

- La mía la tengo sobre la cama, incluidos los libros que he seleccionado. .

- No te lleves muchos que siempre pasa lo mismo, vamos cargado con ellos y luego no te da tiempo de terminar uno solo. ¡Con lo que pesan!.

- Llamó tu madre mientras estabas en la peluquería para avisar que nos llevarían al aeropuerto. Estaban muy ilusionados con nuestro primer viaje en avión y querían vernos subir hacia las nubes.

- Mejor, así nos evitamos el taxi. Parece que son ellos los que se van de viaje. Hay que ver lo que han estado ahorrando para que pudiéramos movernos por allí con más comodidad y menos problemas.

- No creo que vayan dos personas en ese vuelo con la emoción y la alegría que lo hacemos nosotros. Se me apetecía esta semana de vacaciones, olvidarme del estrés de cada día, la contaminación, el trabajo y ver siempre las mismas caras. Allí todo será diferente, nuevo y lleno de alicientes. Será todo diferente a nuestro regreso. Ya lo verás.

El día llegó y nada más desayunar y dejar la casa recogida, el matrimonio y el peque se asomaron a la ventaba para ver llegar a los abuelos. No tardaron mucho. Estaban, si cabe, más nerviosos que ellos. La madre de ella cogió al pequeño en sus brazos y lo besó una y otra vez como hacen las abuelas cada vez que se despiden del nieto. Lo tenía abrazado y con su mano larga y huesuda, pero firme aún, le acariciaba la cabeza como queriéndole infundir su vida y su energía. Intentando transmitirle su amor para que lo sintiera allá donde estuviera.

En el coche lo llevaba ella también. Quería aprovechar esos últimos minutos antes del viaje para sentir el roce maravilloso de esa pequeña criatura que era el tesoro más grande de su vida. La hija, lo comprendía y la dejaba actuar sin decirle nada.

Apenas comieron en el restaurante antes de la salida del vuelo. Los nervios de los cuatro lo impedían. Era la única vez que madre e hija iban a estar tan alejadas la una de la otra y la primera también que ese enorme pájaro plateado se iba a llevar a su nieto más arriba de las nubes.

La despedida fue alegre, pero cargada de emoción y cierta tristeza. Los abuelos corrieron al ventanal desde donde podían verlos entrar en el avión y emprender el vuelo.

- ¡Míralos, allá van!. Quique va mirando todo muy interesado. Levanta su manita, seguro que para despedirnos, ya que aunque no nos vea, sabrá que nosotros si le vemos a él.

- Aún no se han ido y ya estoy deseando verlos regresar. Me gusta saber que van a disfrutar, ya que los pobres se merecen estos días de vacaciones y este viaje tan bonito, pero me da pena no poder ver a mi niño todos estos días.

Todo ocurrió de improviso y sacudió la vista y las entrañas de los que allí se encontraban despidiendo a los que se iban o esperando su vuelo. El fuego se alzaba amenazante y un humo denso, negro y con aires de muerte, invadía los cielos en las proximidades del lugar donde estaba ocurriendo tan terrible espectáculo.

La noticia ha conmocionado a toda España y al mundo. A todo el que tenga la suficiente sensibilidad de recordar y llorar la tragedia de unas vidas que acabaron sus días de alegría, de esfuerzos y de esperanzas. Unas vidas rotas cuando iniciaban un periodo agradable en sus gastadas existencias por una mala jugada de un destino vengativo y cruel. Ciento cuarenta y seis personas han perecido en este horrible accidente al despegar el avión de Spanair en vuelo al aeropuerto de Gando en Canarias. Entre los pasajeros dos bebés, que por lo visto se ha salvado. Aún no se sabe la lista de los fallecidos y los afortunados que han logrado sobrevivir en este dantesco escenario donde el fuego causó la mayor mortandad que se recuerda en los anales de Barajas

http://www.vistazoalaprensa.com/contraportada.asp

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