viernes 29 de agosto de 2008
Indeseables olímpicos
Ramón Sánchez
H UÉRFANO. Así es como me siento desde que el pasado día 24 concluyeron los Juegos Olímpicos. Una orfandad que se traduce en despertarme sobresaltado a las tres de la mañana, volver a hacerlo a eso de las seis y añorar frecuentemente durante la jornada las retransmisiones televisivas de deportes tan poco habituales como la gimnasia, el hockey sobre hierba o el waterpolo. Y es que 16 son muchos días para cambiar así, de repente, las costumbres. Mucho más, incluso, que cuando, por deberes profesionales, he vivido este acontecimiento en directo. Quiere ello decir que he disfrutado y saboreado todo lo acontecido, deportivamente hablando, en Pekín.
Sin embargo, no quiero dejar pasar la ocasión de expresar mi opinión sobre un par de personajes, más bien personajillos, que durante esa quincena larga pusieron a prueba mi sistema nervioso. Y voy a hacerlo dejando al margen ese corporativismo tan en boga hoy día que permite a la mayoría de los jueces apoyar a colegas corruptos y a una gran parte de los médicos ponerse del lado de compañeros cuya evidente mala praxis, con perjuicio mortal para terceros, ha quedado en evidencia. Porque el primero de mis objetivos es un periodista (?)
Recordarán que, cuando los Juegos apenas rebasaban su ecuador, un individuo llamado Sid Lowe encendió la llama de la polémica en el diario británico ‘The Guardian’ a propósito de una foto publicitaria de la selección española de baloncesto en la que sus componentes posaban ‘achinándose’ los ojos. Este caballerete lo consideró una ofensa para todos los orientales, aunque el hecho no tenía mayor malicia. Su envenenado testigo fue recogido por otro ‘juntaletras’, en este caso estadounidense, Pete Thamel, del ‘New York Times’ que intentó desesperadamente en la propia capital china seguir escarbando en la mierda, con perdón, que venía de sus ‘primos’ del otro lado del Atlántico, sin obtener fruto alguno. Es más, la embajada china en España, y uno de los ídolos deportivos del país organizador, Li Ning, campeón olímpico de suelo, caballo con arcos y anillas en Los Ángeles-84, que fue el hombre que corrió por el aire para encender el pebetero, restaron importancia al asunto. Hay que añadir que Ning es el fundador de una firma de ropa que lleva su nombre, la cuarta más vendida del mundo tras Adidas, Nike y Puma, y que, entre otras, vistió a la delegación española.
La maniobra estaba clara. Se trataba de torpedear la opción olímpica española de Madrid-2016, a favor de la de Chicago. Y en esta ocasión parece que el tiro les salió por la culata.
Sin embargo, no hay que dejar de lado el origen de esta polémica que, afortunadamente, no llegó a nada. Resulta que el cantamañanas que quiso encender el fuego, el tal Sid Lowe, vive en Madrid desde hace varios años, y lo que creo que apenas se ha dicho es que es colaborador de una cadena de televisión, La Sexta, que bien haría en ponerle de patitas en la calle. Y no ya sólo por ese intento desestabilizador de la candidatura madrileña, sino porque es tan memo, tan memo, que justificó la dichosa fotografía por el hecho de que “el deporte español vive un momento delicado”. Y es lo que yo me pregunto: ¿delicado después de los éxitos de Nadal en Roland Garros y Wimbledon (el título olímpico llegó después), de la selección nacional en la Eurocopa y de Contador y Sastre en el Giro y el Tour, respectivamente? ¡Pues que baje Dios y lo vea! Lo dicho, además de malintencionado, inepto.
El otro impresentable olímpico responde al nombre de Ángel Valodia Matos, y es el taekwondista cubano que, disconforme con el desenlace de su combate por la medalla de bronce, lanzó una patada al árbitro sueco y agredió a otro oficial, lo que le ha valido, con toda justicia, la descalificación ‘sine die’, aunque el comandante Castro le ha apoyado y justificado su comportamiento. Era de esperar porque son tal para cual. Lo que tampoco he oído es que llovía sobre mojado, puesto que el entrenador cubano de judo insultó gravemente a los jueces chinos sin que se tomaran medidas al respecto. Son ejemplos de la deportividad socialista.
Unos borrones en una cita deportiva que, en líneas generales, ha resultado inolvidable.
http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=4800
viernes, agosto 29, 2008
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