jueves, agosto 21, 2008

Juan Urrutia, Horror y vergüenza

viernes 22 de agosto de 2008
Horror y vergüenza

Juan Urrutia

E L miércoles, 20 de agosto, se produjo el más trágico accidente aéreo que se registra en España desde hace varios decenios. La descripción de los hechos resulta espeluznante, absolutamente estremecedora. No existe un solo ciudadano de este país que no haya sentido como se le encogía el pecho a medida que los informativos aportaban nuevos datos y la tragedia pasaba de ser una salida de pista con siete muertos a un absoluto crematorio donde las altísimas temperaturas alcanzadas por el combustible al arder desintegraron el fuselaje de la aeronave y ciento cincuenta y tres vidas.

Todo el país está conmocionado, la prensa informa sin parar de los pormenores del siniestro y la duda de si el accidente pudo haberse evitado, alimentada por los hechos previos al fatal despegue, tortura a familiares y allegados de las víctimas. El que, en días anteriores, el mismo aparato tuviera que quedar en tierra por problemas técnicos así como la decisión del comandante de abortar el despegue poco antes de la tragedia, son detalles que hacen sospechar. Según los expertos en la materia, se puede tardar hasta un año en investigar los motivos de un accidente de esta magnitud y, por tanto, no quiero aventurarme, ni puedo, ni debo, a emitir más juicios al respecto.

Por otra parte, algo tan evidente que es innecesario decirlo, como el dolor que suscitan tan terribles hechos, unas muertes tan absurdas… parece no ser comprendido por todo el mundo. Les pondré un ejemplo: el día veinte, mientras el telediario nocturno contaba que las víctimas ascendían a ciento cincuenta, escuché varias explosiones. Se trataba de los tradicionales fuegos artificiales que, como cada noche, ensordecían la Semana Grande bilbaína. Poco después, cantinelas, alborozo y borrachera. Nada interrumpe las fiestas en Bilbao, he aquí la vergüenza, del horror ya hablamos antes.

Mientras toda España estaba de luto, aquí, en la capital vizcaína, estábamos rebosantes de tintorro y del cachondeo que ello conlleva. No tuvieron, los regentes vascos, la decencia de suspender, al menos un día, en el que ocurrió la tragedia, los festejos veraniegos. Ni una muestra de consideración o empatía, ni un mínimo gesto de condolencia. En su lugar, toros y mucho vino. No debería extrañarme, no es la primera vez, de hecho me esperaba esta reacción o no-reacción, pero sentí autentica vergüenza y un profundo malestar al escuchar el bullicio, los cohetes y demás algarabía propia de estas fechas.

Qué quieren que les diga, a un servidor semejante catástrofe no le deja el cuerpo como para salir de parranda. Sinceramente, el jolgorio, me parece una respuesta atroz ante lo sucedido en Barajas. Por ello me desvinculo de tan infame actitud y expreso desde estas líneas mi más profundo pesar por las vidas perdidas así como mis condolencias a familiares y allegados de las víctimas.

Dedico este artículo a la memoria de las 153 personas fallecidas el día 20 de agosto en el vuelo JKK5022.

http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=4789

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