martes 26 de agosto de 2008
ELECTORALISMO Y ECONOMÍA
La idiotez de la independencia energética
Por John Stossel
Resulta sorprendente que las ideas sin valor se vuelvan populares simplemente porque suenan bien. La gran mayoría de políticos y tertulianos afirma que "la independencia energética" es una gran idea. Los presidentes la llevan prometiendo 35 años. ¿No sería maravilloso si fuéramos autosuficientes, si estuviéramos protegidos de los precios altos, de las interrupciones del abastecimiento y de las intrigas políticas?
La trampa reside en que incluso si Estados Unidos fuera energéticamente independiente, seguiría sin estar protegido de cualquiera de estas cosas. Pensar lo contrario es malinterpretar la economía básica y el mercado global.
Estar a favor de "la independencia energética" es igual que estar en contra del comercio. Pero el comercio nos hace estar seguros. La destrucción de cosechas consecuencia de las inundaciones de este verano en el Medio Oeste debería recordarnos la locura de depender exclusivamente de nosotros mismos. Alcanzar "la independencia energética" nos expondría a riesgos innecesarios, como tormentas que obligarían a detener nuestras refinerías, o sequías que crearían escasez de maíz y etanol.
El intercambio también nos ahorra dinero. "Importamos energía por una razón", dice el experto en energía del Cato Institute Jerry Taylor. "Es más barato que producirla aquí en casa. Por definición, una guerra estatal contra las importaciones energéticas encarece la energía".
De cualquier manera, una política de "sólo energía nacional" (llamémosla Agotemos América antes) es una quimera. La demanda de petróleo de nuestro país es demasiado grande para que podamos abastecernos solos. Podríamos abastecernos de electricidad, pero no con paneles solares y generadores eólicos, que ni de lejos pueden generar la energía suficiente, sino con carbón y energía nuclear. Pero los coches necesitan gasolina, y para eso no tenemos suficiente en absoluto.
Eso no impide que los candidatos presidenciales exploten la ignorancia económica de la opinión pública. John McCain ha dicho que "he propuesto con anterioridad al pueblo americano un plan energético, el Proyecto Lexington, bautizado en honor a la ciudad en la que los americanos reclamaron su independencia energética con anterioridad. Esta nación logrará la independencia estratégica antes de 2025".
Barack Obama, que ha prometido "encarrilar América por el camino de la independencia energética", está enojado porque enviamos millones de dólares a otros países: "Ellos reciben nuestro dinero porque nosotros necesitamos su petróleo". Su preocupación porque "ellos reciben nuestro dinero" es reiterada en anuncios financiados por el empresario republicano T. Boone Pickens, que quiere subsidios públicos a las energías alternativas. Intenta asustarnos diciendo que "cada año, 700.000 millones de dólares salen de este país con destino a naciones extranjeras, la mayor transferencia de riqueza en la historia de la humanidad".
¿No se dan cuenta Obama o Pickens de que a cambio de ese dinero recibimos algo útil? No es una "transferencia", es una transacción sin perdedores, al igual que todo el comercio voluntario. ¿A quién le importa si los vendedores residen en un país extranjero? Cuando dos partes comercian, o ambas salen beneficiadas o el intercambio no tiene lugar. Nosotros queremos el petróleo más que el dinero. Ellos quieren el dinero más que el petróleo. Ellos nos necesitan tanto como nosotros a ellos.
Obama se equivoca cuando da a entender que América importa la mayor parte de su petróleo de Oriente Medio. En realidad, la mayoría procede de México y Canadá. McCain y Obama hablan constantemente de lo mucho que "invertirán" (con dinero sacado a los contribuyentes, por supuesto) para lograr la independencia energética: "Podemos proporcionar garantías de préstamo y capital de inversión a aquellos con los mejores planes para desarrollar y vender biocombustibles en el mercado comercial", decía Obama. ¿Qué le hace pensar que él está cualificado para elegir "los mejores planes"? Es la robusta competencia del libre mercado lo que revela qué es lo mejor. El programa de Obama se apropiaría del único método bueno del que disponemos para descubrir qué forma de energía es la más conveniente.
¿Acaso no ha aprendido nada de la vanidad de sus predecesores? Jimmy Carter dijo que alcanzar la independencia energética era "el equivalente moral de la guerra" y pidió "el compromiso más masivo de fondos en tiempos de paz (...) para promover la alternativa propia de América". Después desperdició miles de millones de nuestras arcas públicas en el programa "synfuel", saldado con un estrepitoso fracaso.
McCain promete un premio de 300 millones de dólares a cualquiera que desarrolle una batería para coches eléctricos. Pero el libre mercado ya proporciona montones de incentivos para inventar una batería mejor. Como escribe el economista de la Universidad George Mason Donald Boudreaux, "cualquiera que desarrolle un artefacto así conseguirá, simplemente vendiéndolo en el mercado, beneficios que ridiculizarán esos 300 millones de dólares. No hay absolutamente ninguna necesidad de un premio así financiado por el contribuyente".
La planificación energética centralizada y las recompensas financiadas con dinero público son una idiotez económica.
© Creators Syndicate, Inc.
http://agosto.libertaddigital.com/la-idiotez-de-la-independencia-energetica-1276235281.html
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