viernes, agosto 29, 2008

Carrascal, La pelota en el alero

La pelota en el alero

JOSÉ MARÍA CARRASCAL

Viernes, 29-08-08
UNA pregunta nada inocente y muy importante: ¿han convencido Hillary y Bill Clinton a sus seguidores de que voten por Obama el próximo noviembre? Importante porque de ello dependerá que gane o no las elecciones.
Nada inocente porque aunque el endose del anterior matrimonio presidencial al candidato demócrata fue a primera vista claro, rotundo, si nos ponemos a examinarlo con detalle, ya no lo es tanto. «Estoy cien por cien por Obama», dijo Hillary. ¿Qué más puede pedirse? me preguntarán ustedes. Pues puede pedirse algo más. Cuando un norteamericano quiere mostrar no solo apoyo, sino entusiasmo por algo o alguien dice: «Estoy ciento diez por ciento a favor». Que Hillary no dijo. Otro detalle: en ningún momento los Clinton pidieron el voto por Obama por sus cualidades como líder, sino porque si rival significaría «más de lo mismo». Un lujo, siguieron, que los Estados Unidos no pueden permitirse tras la desastrosa gestión de Bush. O sea que se trató de un endose político, no personal, como el de Ted Kenndy. Se me dirá que son sutilezas que no calan en el gran público y que lo importante fue el espaldarazo de los Clinton a Obama, en vez de las reticencias o incluso veladas criticas que algunos temían. Aparte de que es mucho pedir a un derrotado, derrotada en este caso, que muestre entusiasmo por quien acaba de hacerle morder el polvo. En este sentido, tanto Hillary como Bill fueron lo más allá que podía esperarse de ellos.
Pero queda todavía mucho escozor, mucho resentimiento en su campo para que desaparezca por unas palabras de obligada amabilidad hacia el que hasta hace muy poco era su rival. Desde luego, sus seguidores más fieles, ese núcleo de mujeres que habían convertido a Hillary en bandera de sus reivindicaciones feministas, siguen sin perdonar a Obama -al que consideran mucho menos capacitado que ella para dirigir la nación- que les haya arrebatado su sueño de ver una mujer en la presidencia, y contento puede darse éste si el día de la votación se quedan en casa, en vez de votar a McCain, como algunas han amenazado. Estando también por contabilizar aquéllos que no le tragan por su raza, que sigue habiéndolos, sobre todo entre la clase trabajadora blanca, tradicionalmente demócrata. Pero contabilizarlos es imposible, ya que muy pocos se atreven a decirlo en voz alta.
El resto de los demócratas, si, votarán al candidato elegido en Denver, conscientes de sus cortedades, pero conscientes también de que su país necesita un cambio, revulsivo incluso, que le saque del marasmo exterior e interior en que se encuentra, uno de los mayores desde finales de la Segunda Guerra Mundial, si no el mayor. Es también lo que piensan un número indeterminado de republicanos, aunque la mayoría de ellos apuestan a lo seguro, que en este caso es McCain.
Con lo que la pelota sigue en el tejado, cara a la convención republicana, a celebrar en Nueva York próximamente. En Denver, Obama evitó lo peor, pero no consiguió el empujón definitivo cara a la meta, y otro tanto le puede ocurrir a McCain. Ninguno de los candidatos tiene una ventaja decisiva, y de aquí a noviembre puedan pasar todavía muchas cosas dentro y fuera de los Estados Unidos, que influirán en la votación. Desde un empeoramiento de la economía a una ligera mejora de la misma, pasando por el rebrotar de la guerra fría por la crisis del Cáucaso y de cualquier otro lugar al rojo del planeta.
Todo ello va a influir en la votación final, ya que la política exterior e interior norteamericanas son en el fondo la misma, dada la nada cómoda condición de super-superpotencia que ostenta. Mi apuesta sigue siendo que ganará Obama, por lo que viene representando desde el principio: un cambio radical. Con todos los riesgos que alguien completamente nuevo como él lleva consigo. Pero los norteamericanos han gustado siempre de las nuevas fronteras. Aunque, como ellos, no les garantizo nada, ni creo nadie pueda hacerlo.

http://www.abc.es/20080829/opinion-firmas/pelota-alero-20080829.html

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