jueves, agosto 21, 2008

Villacañas, Apuntaciones en torno a los mediocres

jueves 21 de agosto de 2008
Apuntaciones en torno a los mediocres

Antonio Castro Villacañas

N O recuerdo ahora dónde he leído que "a los pueblos les conviene más ser gobernados por personas mediocres, pues los genios siempre terminan cobrando sus servicios a base de sangre, dolor y vergüenza". Dejo en manos de mis posibles lectores la veracidad de esta cita, la debida puntualización de su autoría, y el adecuado contraste de su texto con la realidad histórica universal, europea o española.

A mí me basta, al menos por ahora, el meditar algunos minutos sobre las cuestiones que plantea. ¿De verdad nos conviene a los españoles, por ejemplo, que nos hayan gobernado y nos sigan gobernando, desde 1975 en adelante, una pandilla de mediocres semejante a la que todos conocemos y sufrimos? ¿No hubiera sido mucho mejor para todos, y en todos los aspectos, que en vez de Juan Carlos, Adolfo, Leopoldo, Felipe, José María y José Luis, mas sus proporcionados acólitos, hubiéramos sido gobernados por otra clase de seres dotados de un talento y un talante próximos a la genialidad? Ninguno de los citados, ninguno de sus más inmediatos ad-láteres, nos ha ahorrado en el último cuarto de siglo dosis de vergüenza, dolor y sangre... Y vaya si cada uno de ellos no ha sido y sigue siendo un claro ejemplo de mediocridad y estulticia.

Parece ser que Rodríguez Zapatero, tras la profunda experiencia adquirida por el continuo ejercicio de la oposición, primero, y más tarde de la gobernación del Reino, ha llegado a la conclusión de que "no se puede uno imaginar la cantidad de cientos de miles de seres que podrían gobernarnos"... Así se lo ha manifestado a su esposa en la intimidad familiar, y al director de El País en una entrevista exclusivamente destinada a llamar la atención de los españoles sobre lo bueno y sencillo que es nuestro actual Presidente.

Pocos días después, Mariano Rajoy puntualizaba en las Cortes que "para ser presidente no basta con ser mayor de edad y tener la nacionalidad española". Algunos han interpretado esta frase como un insulto encubierto a su rival Rodríguez y una muestra más de lo malísimo que es y quiere ser el líder de la oposición popular. A riesgo de que se me tache de cualquier cosa, yo me atrevo a decir que estoy de acuerdo con el señor Rajoy y no con el señor Zapatero. No sé bien por qué, he de confesarlo, a mí me parece que en ninguna nación del mundo hay cientos de miles de personas capaces de gobernarla. Puede que yo no sea ni tan demócrata ni tan optimista como el político leonés. Sin duda por eso pienso también que para ser un buen político no es garantía suficiente el ser catedrático de universidad o registrador de la propiedad. Quiero decir que para mí el certificado de capacidad política se gana en las aulas de la calle, del día a día, haciendo oportunas e inteligentes oposiciones populares, y no entre los despachos, los pasillos y los almuerzos de la sede del partido que nos acoge; ese certificado, añado, se ha de refrendar luego con los votos y las aclamaciones de quienes militen en el mismo partido que el candidato; y sobre todo con el apoyo de la mayoría de cuantos ciudadanos se preocupan de verdad "por la república".

Los mediocres, parece lógico, están condenados a mediocrizar cuanto tocan o hacen. Así lo demuestra la España que vivimos desde hace treinta años. No es que yo sueñe ni desee con políticos convertidos en ídolos, héroes o mártires, pero sí me parece conveniente que tengan alguna mínima ambición histórica, que sean serios y trabajadores, que se apliquen a buscar los remedios más aplicables a los problemas colectivos, que sean honrados, que prescindan lo más posible de aduladores y cortesanos, que no se tome demasiado en serio los halagos y las censuras de los medios de comunicación social, que no se sienta obligado a ser siempre genial, que sea sencillo y mesurado...

En resumen: que sea un político de verdad, no tan solo un vigilante o un simple encargado de la limpieza del hogar. Que busque acercarse a la figura del "buen padre de familia" y entienda a España como la casa de todos, la casa común, el refugio en caso de malos tiempos, el punto de apoyo y partida para nuevas tareas, empresas y descubrimientos... El lugar del punto y seguido. Nunca, de ninguna manera, el lugar del punto y aparte.

Es decir, exactamente todo lo contrario de lo que son y han sido, desde el 2007 para atrás, esa cuadrilla de singulares personajes llamados José Luis, José María, Felipe, Leopoldo, Adolfo y Juan Carlos, todos y cada uno de ellos jefes de sus respectivas cohortes.


http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=4783

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