25-VIII-2008
Acaban los Juegos de la vergüenza
De poco servirá que en los próximos días algunos medios de comunicación y unos cuantos gobiernos intenten contrapesar su complacencia con la dictadura china haciéndose eco de los abusos.
Con una ceremonia tan espectacular como la de inauguración, los XXIX Juegos Olímpicos de la Era Moderna concluyeron el domingo en Pekín con la asistencia de Boris Johnson, alcalde de Londres (sede de la Olimpiada de 2012), y uno de los políticos europeos más críticos con el régimen chino, del que una vez dijo le sobra nacionalismo y le falta libertad. Las enérgicas protestas de las embajadas británica y norteamericana, que han exigido al Gobierno de China la liberación de los extranjeros detenidos por manifestarse en contra de las violaciones de derechos humanos perpetradas por el Partido Comunista Chino, han empañado las últimas horas de un brillante y vistoso acontecimiento deportivo celebrado en el lugar equivocado.
Que las legaciones de esos dos países occidentales hayan esperado hasta el último momento para emitir sus denuncias (otras aún no lo han hecho a pesar de que entre los arrestados se encuentran sus propios ciudadanos) es una prueba más del bochornoso silencio y la cobarde autocensura que han marcado el tratamiento político y mediático de los Juegos.
De poco servirá que en los próximos días algunos medios de comunicación y unos cuantos gobiernos intenten contrapesar su complacencia con la dictadura china haciéndose eco de los abusos, cuando los ocultaron precisamente cuando más necesario era que fueran conocidos por la opinión pública. Por mencionar un par de ejemplos, casi ningún medio ha informado del auténtico estado de sitio al que las fuerzas de seguridad chinas han sometido el hotel que alojó a los miembros del COI. Tampoco se ha hablado de la estrecha vigilancia, mal disimulada de hospitalidad, a que han sido sometidos muchos informadores extranjeros por parte de su presuntos colegas chinos.
Por lo que respecta a la errada decisión del COI de conceder la celebración de los Juegos a China, algunos han justificado su conducta recurriendo al engañoso ejemplo de Corea del Sur, país que ya había celebrado sus primeras elecciones libres y directas un año antes de la celebración de la Olimpiada de Seúl. Sin embargo, en China ha ocurrido justo lo contrario: aumento de la represión y la censura, oleadas de detenciones y encarcelamientos arbitrarios y la firme voluntad expresada por su dirigentes políticos de que todo siga igual.
En cuanto a la colaboración de cientos de miles de personas en la organización de los Juegos, tomar este hecho como una prueba de legitimidad de la dictadura sería caer en un grave error. Parece mentira que a estas alturas sea necesario explicar que nada hay más fácil para un régimen totalitario que conseguir la cooperación de una población demasiado amedrentada para protagonizar cualquier acto de resistencia.
Por lo tanto, además de felicitar a los deportistas españoles y a todos los que han visto sus esfuerzos recompensados en estos Juegos, lamentamos profundamente que el auténtico ganador de esta Olimpiada no haya sido el pueblo chino, sino el Partido Comunista, y que esto haya sido posible gracias a la complicidad de un Occidente que ha orillado la defensa de sus principios por una cuestión de falsa cortesía. Como acertadamente han señalado algunos analistas, estos han sido sin duda los "Juegos de la vergüenza". Quizá no sean los últimos.
http://www.libertaddigital.com/opinion/editorial/acaban-los-juegos-de-la-verguenza-45017/
domingo, agosto 24, 2008
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