Adiós, nuclear, adiós
IGNACIO CAMACHO
Miércoles, 20-08-08
RESULTA perfectamente compatible estar a favor de la energía nuclear y aplaudir la multa millonaria a la central de Ascó por ocultar con reiteración datos de una fuga, porque la opción moderna por la energía atómica se basa precisamente en la convicción de que la tecnología actual permite una casi completa certeza de seguridad, y sólo desde el estricto cumplimiento de los protocolos se pueden desactivar los recelos clásicos del antinuclearismo. Pero el Gobierno ha rodeado la razonable sanción de una alharaca de propaganda destinada a aventar los fantasmas del Apocalipsis para reforzar con ellos el viejo mantra ideológico en el que aún fundamenta su rechazo. El zapaterismo se sirve del incidente de Ascó para autoafirmar su apuesta por la moratoria y el desmantelamiento progresivo de las centrales, con un guiño de mano dura dirigido a los sectores más irredentos y alarmistas de la opinión pública. El presidente está convencido de algo que nadie sostiene ya con seriedad en Occidente: que las energías renovables disponen de masa crítica suficiente para convertirse en alternativas a la nuclear... aunque para evitar un colapso de la demanda España siga comprando electricidad de origen atómico a Francia, en evidente refutación de tan optimista voluntarismo doctrinario.
La decisión de Zapatero, hija de su formación ideológica de raíz setentañista, es tan firme como impermeable al reciente debate europeo sobre la revisión de la cuestión nuclear a la luz de los avances tecnológicos y la crisis petrolífera. Y la va a mantener por más que en su propio partido existan significadas personalidades -entre ellas el propio ex presidente González, autor de la actual moratoria- favorables a sumarse al menos a la discusión sin prejuicios de un nuevo marco energético que comparte buena parte de la izquierda continental. En sus frecuentes encuentros con los presidentes de la eléctricas, Zapatero se escuda en una promesa engañabobos para evitar la tajante negativa que alberga en sus convicciones: sugiere que si hubiese una directiva comunitaria -a la que España evidentemente se opondría- de ámbito general, el Gobierno podría ampararse en ella para torcer con suavidad el brazo ante una hipotética ampliación de la capacidad de las centrales ya existentes. Se trata de una larga cambiada típica de un gobernante acostumbrado a rodear a sus interlocutores de buenas palabras vacías de buenas intenciones.
Lo lastimoso del asunto es que, con la cerrazón presidencial a abrir siquiera el debate, España va a perder una oportunidad histórica, porque sólo un Gobierno de la izquierda podría propiciar un salto estratégico clave para la independencia energética nacional. Cualquier futuro intento de la derecha sucumbiría ante la presión de los prejuicios más atávicos y radicales, utilizados como fácil bandera de confrontación. El iluminado dogmatismo zapaterista no sólo está excluyendo, pues, el tema de su propio ámbito de decisión, sino aplazándolo de hecho hasta un futuro tan lejano que con toda probabilidad llegará tarde. Cuando sólo podamos seguir comprando los recursos que nos venda una Europa más consciente de sus necesidades y menos acomplejada por el retroprogresismo.
http://www.abc.es/20080820/opinion-firmas/adios-nuclear-adios-20080820.html
miércoles, agosto 20, 2008
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