jueves, agosto 14, 2008

Ignacio Camacho, La reinsercion del Dioni

La reinserción del Dioni

IGNACIO CAMACHO

Jueves, 14-08-08
NO es un chiste: el Dioni trabaja en Lepe como vendedor de chalés a comisión. Lo ha contratado un constructor apodado El Grillo, acaso menos grillado que pícaro, que debe de pensar, como Brecht, que tiene menos delito robar un banco que fundarlo, y considera al célebre ladrón un tipo digno de confianza. De momento parece que lleva conseguidas algunas operaciones, lo que podría calificarse de éxito aceptable en pleno parón del mercado inmobiliario, y desde luego de un importante avance moral, ya que el ex presidiario ha pasado de enajenar plusvalías a producirlas. Desde luego el Dioni no resulta exactamente el prototipo de un hombre de fiar, pero menos lo es el carnicero De Juana Chaos y no paran de salirle avalistas, fiadores y gente dispuesta a darle alojamiento y posada.
El Dioni pudo ser nuestro Ronald Biggs, el legendario atracador casi impune del tren de Glasgow, pero se equivocó de lugar y de época; tropezó con un tratado de extradición que no existía entre Brasil y Gran Bretaña. El asunto de las extradiciones se ha puesto chungo para los delincuentes comunes, que no tienen una causa que esgrimir para escapar del brazo perezoso de las leyes extrañas. Si has robado un banco o cometido una estafa, da igual que te pierdas en el fin del mundo o te cambies el careto en la clínica del doctor Pitanguy; tarde o temprano te delatará un vecino y no habrá en la Tierra país alguno en que no te consideren un chorizo y te devuelvan a casa cargado de grilletes y vergüenza. En cambio, si has apiolado a unos cuantos fulanos en nombre del pueblo, de Alá o de una remota patria oprimida, es probable que goces de amparo político y en vez de ser tratado como un terrorista encuentres algún Estado dispuesto a considerarte un héroe libertador o un luchador injustamente perseguido. Los derechos humanos son materia de mucha discusión, pero en ninguna parte se reconoce el derecho a largarse con la pasta de otros. El Dioni, que llegó a ser un icono de la admiración popular, quizá porque osó cumplir el sueño secreto y oscuro de muchos, habría corrido acaso mejor suerte si en vez de admitir que sólo quería dar el golpe de su vida se hubiese proclamado mártir de cualquier revolución inconclusa. La justicia internacional no perdona que te quedes el dinero ajeno para gastarlo en coches y putas, pero suele ser comprensiva con los robos y extorsiones que sirven para el asesinato político. Ahí están, si no, para demostrarlo la pista impune de los manejos financieros de la narcoguerrilla colombiana, la red de apoyos millonarios al fundamentalismo islámico o el siempre redivivo circuito del chantaje etarra.
Sea como fuere, he ahí al antiguo segurata que quiso dar el golpe perfecto reconvertido en comisionista inmobiliario al servicio de uno de esos pujantes e imaginativos leperos capaces de darle la vuelta a sus propios chistes y desafiar la crisis a golpe de ingenio. El tal Grillo teme más a la desinflada burbuja del ladrillo que a la improbable mano larga de su nuevo empleado. El Dioni, al menos, merece más que otros una nueva oportunidad; si alguien le ha vendido una casa al asesino de veinticinco conciudadanos, por qué no ha de haber quien se la compre a quien, al fin y al cabo, tiene las manos limpias de plomo y de sangre.


http://www.abc.es/20080814/opinion-firmas/reinsercion-dioni-20080814.html

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