miércoles, agosto 06, 2008

Abascal, Bolivia, en medio de la oscuridad.- ( 3.-La maldición de ser rico)

miercoles 6 de agosto de 2008
Bolivia, en medio de la oscuridad.- ( 3.-La maldición de ser rico)

Abel Abascal

O RO, plata, zinc, plomo, estaño, antimonio, hierro, madera, azúcar, soya y, sobre todo, gas natural, mucho gas natural, del que Bolivia es la segunda reserva de América Latina. Estas riquezas, esta abundancia de un país en el que se encuentra el Potosí, que durante muchos años fue, y aún hoy perdura el concepto, sinónimo de abundancia de bienes y cosas preciosas, que es en lo que consiste la riqueza, no sirven para sacarlo de su condición de uno de los países más pobres de la región. La pobreza alcanza casi al 60% de la población, y en el área rural supera el 80%.
Su riqueza ha sido para este país su maldición, ya que la minoría blanca que ha gobernado desde la conquista, se apropió de los recursos, de una u otra forma, y se benefició de ellos personalmente, sin darle al patrimonio nacional, o sea al pueblo, más que una parte ínfima de lo que producían.
Eran otros tiempos. En estaño Bolivia fue una potencia, pero la explotación de esas minas estaban en manos de tres familias, - la más conocida, los Patiño -, que vivían en los mundos dorados de Hollywood, Nueva York o Europa, lejos de las masas renegridas de indígenas, que extraían el mineral para ellos. También es verdad que cuando se nacionalizó el apreciado estaño, factores internos como la mala gestión y la explotación indiscriminada, junto a otras circunstancias externas, lo depreciaron y dejó de tener la alta rentabilidad de antaño.

LA GUERRA DEL GAS

AHORA, la maldición de ser rico se deriva para Bolivia de su enorme reserva de gas natural, - 53 trillones de pies cúbicos en reservas probadas y probables - del que no pueden prescindir sus vecinos, salvo Perú, y en el que también está interesado Uruguay.
Brasil, Paraguay, Argentina y Chile, descansan el funcionamiento de la mayoría de su dotación industrial y de servicios – energía, alumbrado, combustible, calefacción, refrigeración, transporte - en el gas boliviano, que incluso es, entre ellos, en especial entre Argentina y Chile, fuente de disputas y problemas que pueden llegar a ser graves. Sin embargo, Bolivia, hasta ahora, solo percibe por su gas y su petróleo 200 millones de dólares al año.
Eso es como consecuencia de los gobiernos neoliberales, por llamarles de alguna forma decente, que rigieron el país desde 1985 hasta la fecha, y que, a través de esos años, mediante reformas legislativas, implantaron un liberalismo modernizado que alejó a los mineros, física e ideológicamente, de sus centros de actividad económico–política, y redujeron la regalía pagada por las petroleras por su manejo de los hidrocarburos – gas y petróleo – del 50% al 18%.
Es a partir de estos tiempos que comenzaron los movimientos sociales a mostrar su inquietud, que se intensificó con la adscripción a estas actividades del entonces naciente líder sindical, Evo Morales, mas tarde transformado en político.
Entre 1994 y 2000, se había producido lo que algunos denominaron el proceso de “capitalización”, por el que cinco empresas estatales, productoras de crudo y refinados de petróleo, telecomunicaciones, transporte aéreo, ferrocarriles y generación y distribución de electricidad, entregaron sus bienes y servicios a sociedades anónimas mixtas, en las que el 50% de las acciones y la gestión gerencial y administrativa quedó en manos de empresas extranjeras y la otra mitad de las acciones, solamente de las acciones, en manos del Estado, fórmula muy similar a la de las privatizaciones que se impulsaron en años recientes por los organismos internacionales.
A partir del 2000, los sectores populares bolivianos comenzaron a hacerse visibles en el panorama político, sacando su insatisfacción a la calle. Los dirigentes vecinales, sindicales o indígenas, presionaron al gobierno cortando calles, dificultando o impidiendo totalmente la comunicación entre ciudades, y de esa forma lograron la renuncia del presidente Sánchez Losada, en octubre de 2003; poco más tarde – con la guerra del agua - la salida de la compañía francesa Suez, que a través de Aguas de Illimani abastecía a la ciudad de la Paz; y en las últimas semanas causaron una de las mayores crisis de Bolivia, provocando la renuncia y casi la salida del independiente Carlos Mesa, situado entre la espada y la pared en varios temas, pero de forma especial en el de los hidrocarburos, situación que aún no se ha resuelto y que tiene una muy difícil solución.
Evo Morales, tiene la llave, ha dicho Mesa, que está en busca de un acuerdo nacional que posibilite la gobernabilidad, la cual pasa por el consenso entre el pueblo, el gobierno y las transnacionales petroleras, lo que se asemeja a la cuadratura del círculo..

VIVIR MÁS LIBRES PARA GOZAR LA VIDA

SIN saberlo expresar, lo que los indígenas bolivianos quieren es gozar la vida y recibir parte de los frutos que les dio la Madre Tierra. Quieren salir del círculo asfixiante en que los encerró, primero la historia, con una minoría blanca que se impuso sobre la mayoría originaria, pelinegra y de piel castaña, y después el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional que, con sus “ajustes estructurales” de los 90, facilitaron la privatización y pusieron, en todo o en parte, los recursos naturales más valiosos en manos extranjeras. Por eso quieren recuperar esas riquezas, ya.
Para Bolivia, “los ajustes” supusieron, además de la merma de sus ingresos al Tesoro Nacional, que las concesiones que eran por 20 años, ahora son por 40, y las extensiones de territorio a explotar, que eran limitadas se convirtieron en ilimitadas. De hecho, el gobierno se transformó en defensor de las petroleras y, generalmente, en algo más. El caso de Gonzalo Sánchez de Losada constituye un patético ejemplo.
En su primera gestión, el Presidente Sánchez firmó el contrato de construcción del gasoducto Bolivia–Brasil, el proyecto energético más grande de América Latina, financiado por el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo y la O.C.D.E.
El día de la firma, - cuenta Marc Gavaldá de L’Observatori Trasnacional de Barcelona a “econoticiasbolivia.com”-, en la frontera de Puerto Suárez, el Presidente (Sánchez de Losada) llegó en una avioneta de Enron y dijo que no, que Bolivia no estaba capacitada para asumir ese negocio, aunque los brasileños se ofrecían a construirlo y darlo llave en mano. Ahí Bolivia pierde un negocio millonario, porque da la mitad de los beneficios a Enron y la otra mitad se la queda YPFB (Yacimientos Petrolíferos Fiscales de Bolivia), que era empresa pública, pero que, a continuación, fue privatizada y entonces la unidad de transporte quedó en manos de Enron y Shell.
Finaliza señalando Gavaldá que “un proyecto que era un 50% para Bolivia y un 50% para Brasil, acaba siendo 50 para Brasil y del 50 boliviano, le queda un 37% a Enron, 7% a Shell y 6% para Bolivia”. No hay que pensar mucho para deducir que algunos millones debieron ir a otro bolsillo. “Cada vez, - comenta Marc Gavaldá -, los que están arriba ganan sumas que no van a poder gastar ni ellos, ni sus hijos, ni sus nietos en toda su vida”
Por eso no parece muy objetivo “econoticiasbolivia.com”, cuando dice que “Bolivia es uno de los ejemplos paradigmáticos de la forma en que las transnacionales saquean América Latina como en los tiempos de la colonia”, porque se olvida de que, si bien las empresas tienen en si mismas un confesado y necesario ánimo de lucro, son los gobernantes los que permiten un saqueo del que participan y que no se destina, como en los tiempos de “la colonia”, a sufragar los gastos que la pacificación y la culturización generaban, aparte de la costumbre consagrada en la ley en aquellas épocas, del derecho al botín, que en ese caso no fue muy cuantioso dado que, los propios delegados de los “colonizadores”, que comenzaron y siguieron la tarea en tierras americanas, parece que enseñaron las artes del enriquecimiento personal a las sucesivas generaciones de políticos iberoamericanos que han existido hasta nuestros días.
Esa, y no otra, es la raíz profunda de los problemas que enfrenta Bolivia y que aqueja, en forma más o menos visible, a los países de la América Hispana. Las transnacionales los esquilman porque los gobernantes ponen, no las manos, sino los bolsillos, situados en cuentas bancarias de paraísos fiscales, para que se los llenen.
Así que en Bolivia, los gobernantes, hasta ahora, han propiciado que las empresas extranjeras, entre ellas Repsol, se aprovechen simultáneamente de la explotación de los recursos naturales y lo barato de la mano de obra. Y eso no se hace gratis, porque como comentaba un indígena “las reses(vacas),no vuelan”. La minoría blanca, como las clases dirigentes de los demás países, tomó a Bolivia como su finca particular y se aprovechan de sus riquezas, estafando al pueblo.
A eso, y no a otra cosa, se debe que Repsol YPF, British Gas, British Petroleum, Amoco, Petrobas, Chaco, Andina, Total, Pluspetrol y otras petroleras, gozan, hasta el momento, en Bolivia de un “paraíso” para sus resultados. En el año 2001, por ejemplo, Petrobas ingresó 225 millones por la venta del gas boliviano. El origen de estas cifras lo explicó un ejecutivo de Repsol a la prensa: “Los costos de producción en Bolivia son muy bajos, solo alcanzan 0.97 centavos de dólar frente a 4 dólares que se requieren en Venezuela, Méjico y Argentina(...) por cada dólar que se invierte la ganancia es 10”. Según especialistas, lo óptimo en la industrialización de los hidrocarburos es lograr 5 dólares de rentabilidad, aunque con 3 ya es buen negocio.

LA GUERRA DE EVO

SE comprende que Evo Morales sea un feroz enemigo de la globalización, un globafóbico empecinado que ha transmitido su fobia al pueblo. Hoy, los bolivianos, quemados por el sol de los valles o las llanuras, o por los aires fríos del altiplano, los campesinos o indígenas – que son la misma cosa - de piel castaña, y los mestizos, gentes que juntas totalizan mas del 80% de la población, persiguen un solo objetivo: industrializar Bolivia.
La nacionalización de los procesos de extracción, refinanciación y comercialización de los hidrocarburos, es el paso necesario para modernizar el país y que sus pobladores originarios salgan de la pobreza y la marginación en la que viven. Sin embargo, en un primer estadio, los movimientos sociales, comandados por el MAS de Morales, lucharon por obtener el pago del 50% de regalías por parte de las transnacionales que operan en el país, y que exportan los hidrocarburos en crudo para ser transformados en el exterior, principalmente en Brasil y Argentina.
Las presiones de las petroleras contra esa pretensión provocó la crisis última y la Ley aprobada por el Congreso y examinada, ahora, por el Senado, promulgó, en la práctica, las aspiraciones populares, con el añadido de que los indígenas habitantes de los territorios tendrán que aprobar las prospecciones y limitar las extracciones. Por eso, las organizaciones sociales y políticas de oposición a las fuerzas oligárquicas han advertido que se encuentran en vigilia para impedir modificaciones a la Ley por parte del Senado.
El impuesto del 32% en boca de pozo, que se pagará de manera mensual y no admite deducción ni acreditación alguna, trae a las transnacionales revueltas y radicalmente disconformes. Se asegura en fuentes petroleras, con cifras que no cuadran, que “las compañías pagarán hasta el 56% en tributos y regalías(...)quedando 30% para los costos de producción, sin incluir transporte que es uno de los mayores ítems, resta solamente menos del 10%, lo que transforma en inviable e improductiva esa actividad”.
Las voces críticas, movidas por las transnacionales, se han hecho oír, a través de los medios y de políticos y dirigentes ligados a la oligarquía. Uno de estos medios opinaba: “El país puede jugar en el tablero de las empresas petroleras, pero con inteligencia, sin infringirse daños ni tener que pagar indemnizaciones ni ahuyentar inversiones o proyectos que sean beneficiosos para la economía nacional (...) De hecho, a la fecha, una larga lista de proyectos hidrocarburíferos en el país quedó congelada ante la incertidumbre que genera la Ley de Hidrocarburos en debate. Petrobas, por ejemplo, aseguró hace unos días que no hará nuevas inversiones en territorio nacional y se quedará con las que tiene comprometidas. Con ello quedaría en suspenso la instalación de un polo petroquímico y la construcción de termoeléctricas”.
A esto replica Evo Morales que si las transnacionales se van, llegará China, “con la oferta de dar el 51% de regalías para Bolivia y se quedará con el 49%”. Y es posible que esto sea otro “farol”, como los de días pasados, pero también es casi seguro que las lamentaciones de las petroleras y sus avisos, abiertos o velados, de que la rentabilidad sería tan baja que no valdrían la pena nuevas inversiones, son, igualmente, envites en el juego y rejuego de un negocio multimillonario.

LOA TALIBANES ANDINOS

LO cierto es que la figura central de todo este confuso calidoscopio, es un boliviano, sin formación, un desclasado frente a la minoría blanca, pero totalmente identificado con su etnia y las otras etnias indígenas, dentro y fuera de Bolivia, que ha aglutinado a una masa mayoritaria de la población boliviana, de la que es su portavoz. Es el abanderado de los marginados, y su apoyo principal se encuentra en los “cocaleros”, agrupados en las seis federaciones productoras de coca del trópico boliviano. Este personaje constituye un peligro cierto de convulsión, cuando menos, en el área de la Amazonia.
Su padrino, Chávez, lo califica de “uno de los más grandes lideres de la historia de Bolivia”, un diario boliviano ha dicho en estos días, con motivo del décimo aniversario de la fundación del MAS, que “en los últimos tres años se convirtió en el más importante líder de proyección latinoamericana, similar a la (figura) de Paz Estensoro en el 52, Fidel Castro en el 59(...) Su figura de líder sindical-indígena tiene influencia importante en la Comunidad Europea y en los organismos económicos internacionales”.
No piensan así en los Estados Unidos, donde este personaje produce una gran intranquilidad, que se traduce en una campaña de descrito de baja intensidad, tanto a nivel nacional como internacional. De él se ha dicho que Chávez lo financia, lo cual seguramente es cierto, para exportar su revolución bolivariana, ya iniciada; que Rodrigo Granda, el encargado de las relaciones exteriores de las FARC, apresado por Colombia en Venezuela, hace unos días, y que la guerrilla colombiana, en la que también se mezclan narcotraficantes, también contribuyen a la financiación de las actividades revolucionarias del MAS.
Ya en 2001, el embajador USA en La Paz comparó a Evo Morales con Bin Laden y dijo que los “cocaleros” son “los talibanes andinos”, y dos años mas tarde, el entonces subsecretario de Estado para Asuntos Internacionales de EE.UU., acusó al jefe del MAS de ser parte de una “mafia cocalera”
Puestas las cosas así, es indudable que Evo Morales es una figura cuyos actos trascienden las fronteras de Bolivia, y que, junto a la oligarquía, ha colocado a su país en una disyuntiva imposible. El y su pueblo se han empeñado en la recuperación de sus recursos naturales y de las fuentes de trabajo, que su industrialización crean, y que hoy por hoy se generan y aprovechan en otros países. Las petroleras y la oligarquía presionan con todo su poder para que nada cambie, o cambie poco. El Presidente coincide en estos esfuerzos y ha advertido que vetará la Ley si no se atiene a su propuesta, y las masas están ya preparadas para salir a la calle, bloquearlas, paralizar el país, y cerrar las llaves de trasiego de crudo y de gas a los oleoductos, e impedir los trabajos de explotación de los pozos y yacimientos.
En ese panorama parece que confluyen todos los actores de la antesala a una guerra civil. Y todo ello causado por un indígena medio analfabeto y carismático que, animado por Chávez y apoyado por la coca, ha sido capaz de enfrentarse a la cerril y codiciosa oligarquía de su país y a los más poderosos de la tierra: los petroleros.


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