miercoles 6 de agosto de 2008
Bolivia, en medio de la oscuridad.-( 4.- La coca y el poder)
Abel Abascal
“LA coca pertenece a los dioses. Pachamama, la Madre Tierra, la regaló a su gente, las naciones Aymara y Quechua”. Así dicen los indígenas que habitan la Amazonia, y de manera especial los de Bolivia, que son la población mayoritaria del país, extendidos por el altiplano, la sierra, las faldas y, en menor medida, en los valles.
¡CAUSACHUN COCA!,¡WAÑUCHUN YANQUIS!
ESE es el grito de guerra de los cocaleros, los cultivadores de coca, las poblaciones originarias de Bolivia, a las que pertenece el diputado Evo Morales. Ese grito significa: ¡Viva la coca!, ¡Yankee go home!., y afirman que nació por el dolor de unos pueblos que se dicen perseguidos por los designios norteamericanos. Desde que llegaron a nuestras tierras, comentan entre ellos, los blancos han querido controlar nuestra hoja para su enriquecimiento personal. Siendo la coca uno de nuestros mayores tesoros, argumentan, han abusado de ella y, aquí y ahora, abusan de ella por el mundo entero, pero como no han podido controlarla, están decididos a destruirla. Ellos han catalogado nuestra hoja sagrada como una droga, afirman.
Frente a lo que constituye una bandera eminentemente política, aprovechando el sentimiento cultural de los pueblos andinos que se sienten protegidos y sostenidos por ella, dado su sistema de vida, las dificultades orográficas del altiplano, el esfuerzo que exigen el trabajo y el movimiento en las alturas de los Andes, y la siempre pobre alimentación que proporcionan estos parajes, desde 1948 el gobierno de los Estados Unidos, al amparo de Resoluciones de la ONU, ha hecho todos los esfuerzos posibles para erradicar el cultivo y el consumo de la hoja de coca.
Los indios se han sentido ofendidos, traicionados y perseguidos porque para ellos “la coca no es una droga, esa es una mentira del hombre blanco con la que hay que acabar”. Para ellos, la coca es vinculo de unión, es lo que les une y les fortalece y es la base de las comunidades. La planta sagrada es insustituible para estos pueblos hasta extremos inimaginables. Es mucho más importante que el pan para el hombre occidental, y tan necesaria como el agua para su organismo.
Cuando el alcaloide de la cocaína fue extraído de la hoja de coca a mediados del siglo XIX, dicen, el hombre blanco se fijó en sus propiedades terapéuticas y comerciales – mucho más en estas últimas – sin tener en cuenta la tradición andina, que señala la planta como un auxilio para curar enfermedades, no para provocarlas, o para combatir el hambre y el cansancio que genera nuestro ambiente, para estrechar lazos entre nosotros o para consolar nuestras tristezas y nuestros lutos. Para ello, la planta solo hay que masticarla y salivarla incansablemente. Es la base de nuestra manera comunitaria de vivir. Para el hombre blanco solo significa placer, vicio o evasión de la realidad; para nosotros es vida.
Pero este empeño de los EE.UU. por erradicar la coca provocó una reacción indígena no pensada ni mucho menos prevista. La guerra contra las drogas motivó la unidad de los campesinos del Chapare que se sindicalizaron, mas tarde intentaron formar una central campesina y, por último, desembocaron en el MAS, que arrastró, no sólo a los cocaleros, sino a elementos de la clase media, sobre todo profesionales y pasó a ser la segunda fuerza política de Bolivia y, hoy, es ya la primera.
LA VENGANZA DE LA COCA
TODO esto nació de la desesperación por defender su derecho inalienable al uso y cultivo de la coca, que llegó a crear, en palabras de Evo Morales, “una conciencia nacional, especialmente entre el movimiento campesino e indígena,(...) de la necesidad de luchar por la soberanía, por la dignidad y por la liberación del pueblo, que sabe que nunca podrá haber ‘coca cero’(...) Hablar de ‘coca cero’ es hablar de ‘cero quechuas’, ‘cero aymaras’ y ‘cero guaraníes’, porque para estas culturas la hoja de coca es un producto sagrado”.
Esta reacción, junto a la lucha por la nacionalización de los hidrocarburos, y la integración de los cocaleros en La Vía Campesina, que ha aglutinado a los campesinos de Europa, Asia, Africa y América, comunicados por medio de la red de internet, tuvo su primera víctima en el Presidente Sánchez de Lozada, casi seguro que obtendrá la segunda en Carlos Mesa, y la tercera acabará siendo Bolivia, si, como parece previsible, la Presidencia cae en manos de Evo Morales, el indígena antiimperialista y globafóbico, con carisma pero sin cultura.
Porque este asunto de la hoja de coca tiene su cara y su cruz. La creencia cultural de la coca buena, inofensiva – que lo es – para los indígenas que la mastican desde casi cinco mil años, es cierta, como también lo es que “la ingesta de 100 gramos de hoja de coca boliviana equivale a la dosis diaria recomendada de calcio, hierro, fósforo, vitamina A, B2 y E,” afirma el doctor boliviano Jorge Hurtado. La hoja contiene mas vitamina A que ninguna otra fruta y el doble de calcio que la leche, según un estudio de Duke, Oulik y Plowman de la Universidad de Harvard.
Aunque también es verdad que los cultivos de coca en las Yungas o en el Chapare, están dedicados a algo más que a la masticación de los indígenas. Entre 1998 y el 2000 se erradicaron en Bolivia 60.000 hectáreas de coca ilegal, supuestamente dedicada a la producción de droga. Un ignorante cultivador decía no hace mucho a un investigador científico sobre asuntos agrícola y alimentarios: “Los precursores no hacen daño a la naturaleza por esta zona porque hay muchas aguas que los arrastran”. Sin comentarios.
Para finales de este mes de abril se prevé que la fuerza boliviana antidroga habrá destruido 2.000 has de coca, de acuerdo con los productores del Chapare, que conservan un “cato” (parcela) de 1.600 mts cuadrados de coca por familia, para su consumo personal. Pero esto no supone la desaparición de cultivos ilegales destinados al narcotráfico, bien por exportación de la hoja, o ya transformada, por los propios cocaleros, por medios rudimentarios.
Este es uno de los problemas más profundos que tiene hoy Bolivia, el del cultivo de la coca, porque mientras en el de los Hidrocarburos se barajan dólares y centavos, en el de la coca hay mas que eso, porque se toca la fibra más sensible de las creencias, la tradición y los hábitos. Es, en definitiva, la cultura vital de unos pueblos que les dice que la coca era buena para ellos, pero que si el “verdugo” extranjero la toca, para él solo será un veneno que le traerá la locura. Ese “verdugo” en otra época era el español, ahora es el gringo.
Por eso, el camino al poder pasa por la droga, y habrá que ver si, una vez resuelto, como haya lugar, el problema del petróleo y el gas, el mediático Mesa, si sigue en el poder, cede a las cada vez más crecientes presiones de Washington y declara “cero coca”, para volver a enfrentarse con las masas y con Evo Morales, quién, por cierto, ha propiciado, en estos días, la entrega al gobierno de un proyecto de comercialización legal de la hoja de coca producida en las 3.200 hectáreas de plantaciones permitidas, para que los campesinos puedan, sacar bajo control, la hoja a las comunidades donde se consume, sin necesitar intermediarios.
Evo trae conmocionados a los gobernantes de Perú, e incluso al ex presidente Alan García (1985 – 1990), porque en este mes será “padrino” de la filial peruana de su partido “Movimiento al Socialismo” (MAS), además de participar en la fundación de una agrupación obrero campesina, en Cuzco, el corazón de los pueblos indígenas. Los políticos peruanos están alarmados ante la posibilidad de que los indígenas se agrupen porque podrían constituir, como en el caso de Bolivia, una fuerza arrolladora, capaz de derribar gobiernos. Y no están muy desencaminados.
“¡VÁYASE, PRESIDENTE, VÁYASE!”
QUIÉN puede hablar de esta fuerza por propia experiencia es Gonzalo (Goni) Sánchez de Lozada, presidente en 1993 – 1997, elegido nuevamente en 2002 y obligado a renunciar en octubre de 2003. “Sánchez Losada no renunció, el pueblo lo corrió”, dice Evo Morales.
Al margen de los términos, lo indudable es que Sanchez de Lozada, conocido como “Goni” y apodado “el gringo”, por el fuerte acento inglés de su español, y porque tiene la doble ciudadanía boliviana y USA, huyó de Bolivia el 17 de octubre de 2003, casi a uña de caballo, al intentar enfrentarse a las demandas de los pueblos indígenas de nacionalizar los hidrocarburos.
Goni fue arrasado por una fuerte corriente ética, étnica y ciudadana, a la que quiso ignorar y contener arrojando contra el pueblo a las Fuerzas Armadas, con licencia para matar, avalado por los partidos políticos tradicionales que, en defensa de las petroleras, cerraron filas con el Presidente, porque recibieron en ese momento importante sumas de la partida de “gastos reservados” y todos ellos, además, están encabezados por figuras que han sido, en algún momento, mandatarios del país, y, por tanto, han estado, y continúan, ligados a la defensa de las empresas petroleras. Consecuencia: 70 muertos y centenares de heridos, muchos de ellos con mutilaciones permanentes.
El resultado fue un clamor popular generalizado, el levantamiento de las masas, no sólo de los indígenas de Morales, que siempre fueron los más pobres y marginados, que se sentían
aun agredidos por el apoyo de Sánchez al proyecto yanqui de “cero coca” el cual rechazaron violentamente, sino amas de casa, cholas (mestizas), estudiantes, ancianos y niños, gente común, sin adscripción política, que se expresaron en las calles y en los medios, en especial en las radios.
Una de estas emisoras, “Kancha Parlaspa”, un proyecto comunitario enclavado en el corazón de un popular mercado, lanzó al aire, días y días, en conexión con una serie de emisoras, mensajes como el de un campesino que, en quechua, su idioma nativo, dijo: Sánchez de Lozada no es un “vende patria”, es algo peor, porque ese gringo desgraciado no vendió el país, sino lo ha regalado. Lo que no alcanzaba a saber este hombre es que Goni no había regalado nada, él cobró un buen precio, por supuesto muy por debajo de lo que valía lo que había entregado, que, además, era de todos los bolivianos, no de él sólo.
Y miles de mensajes, como el de un ama de casa que, el día anterior a la fuga del todavía Presidente, le espetó: Señor Goni, tenga dignidad, respétese a usted mismo, vea como el pueblo lo insulta, no se haga maltratar, váyase del país, déjenos en paz con nuestros indios a los que usted tanto odia, váyase a donde pertenece, váyase a Washington.
Goni les hizo caso. Tres días antes tramitó con el Banco Central un desembolso irregular de
40 millones de dólares, y con su ministro de Defensa, Sánchez Berzain, quién había instruido a las FF.AA en su acción contra las masas, huyeron a los EE.UU. “ Y no fueron los “talibanes” quienes lo derribaron – dijo un periodista boliviano en “Tupac Katari”-, sino indios indefensos, mendigos y hambrientos, cholas de los mercados, niños y amas de casa en cada barrio donde el dolor nacional se convirtió en la más humana indignación colectiva”.
GONI, “EL GRINGO”, UNA TRANSNACIONAL
DICEN que Goni, “el gringo”, tiene una fortuna de unos 220 millones de dólares, con intereses e inversiones en Africa, Malasia, Tailandia, Argentina, Brasil, Chile, Perú y EE.UU., además de los que, hasta hace muy poco, “poseía” en Bolivia. Es por eso que siempre se dijo, durante sus mandatos, que anteponía el servicio a los intereses de mercado sobre las razones de Estado, y es normal puesto que sus vinculaciones a las transnacionales fueron siempre estrechas y fuertes.
“Goni, más que un hombre (es) una empresa transnacional”, fue la definición que hizo, del entonces presidente, el periodista boliviano Ramos Andrade, quién refería que GSL, cuando fue ministro de Planificación de Víctor Paz Estenssoro (1985-89), preparó el terreno de su fortuna personal, que desarrolló, mas tarde, durante su primer mandato presidencial (1993-97), en el que creó las empresas “mixtas”,(una especie de ‘privatización’ similar a la que imponen hoy los organismos internacionales) lo cual supuso, entregar a empresas extrajeras los recursos del país, y poner en marcha un rápido y enorme enriquecimiento personal, que comenzó con las ganancias obtenidas, en su día, en las minas de Oruro y el tan famoso Potosí, que fueron saqueadas por el capital internacional, y que hoy son los parajes más pobres de la región
Su inmensa fortuna le hizo accionista mayoritario de la Compañía Minera del Sur (COMSUR), la quinta empresa mas grande de Bolivia, detrás de tres petroleras y la Empresa Nacional de Teléfonos, según el “Ranking Empresarial 2003”.
Sánchez de Lozada obtuvo concesiones y explotaciones mineras como Mina Bolivar, la mina aurifera Don Mario, en Santa Cruz o la fundidora de estaño Vinto, entre otras, y se vinculó a multinacionales como la fraudulenta Enron, - que sigue siendo codueña de los ductos de combustibles que se venden en Bolivia, sin haber puesto un centavo-, Orvana Minerals Corp, de Canadá, o la inglesa Río Tinto Zinc, la comercializadora de cobre más grande del mundo. Esta última adquirió el 33% de las acciones de “Comsur”, y entre ambas compraron el 30% de la mina chilena La Escondida, de la que también es accionista el Banco Mundial.
AQUÍ NO VA A PASAR NADA
LA presión popular de los pueblos indígenas y de los movimientos populares y sindicales, obligaron a la Justicia a levantar cargos contra GSL, y alguno de sus ministros, por genocidio, malversación de caudales públicos y otras acusaciones, pero sin gran entusiasmo por llevar el intento a buen fin. El Fiscal se demoró en los trámites de extradición desde USA, la que no será fácil porque el fugitivo tiene la ciudadanía norteamericana, y hasta la solicitud enviada adolecía de numerosos errores formales y de fondo.
De todas maneras, GLS - con esa petulancia aldeana, rayana en la jactancia, tan frecuente entre los elementos de las oligarquías de estos países – puesto que la Fiscalía desconocía su domicilio, le comunicó que se le podía notificar en la oficina 700 en el séptimo piso del Metro Building, situado en la pequeña ciudad Chevy Chase, entre el estado de Maryland y Washington D.C.
Los norteamericanos tildaron el intento de enjuiciar a GSL como un acto de motivación política, pero, no obstante, en Bolivia, aún no saben como meter mano al proceso. La Corte Suprema de Justicia que, en principio había determinado elevar una consulta al Tribunal Constitucional sobre el procedimiento a seguir, ahora decidió que debe ser el Congreso la instancia que determine los mecanismos a seguir. Eso significa nuevo retraso.
A pesar de esta vacilación y desgana, Goni tomó sus precauciones ante una posible confiscación de la parte de su patrimonio situado en Bolivia, y a principios de febrero último, “vendió” sus acciones en la Compañía Minera del Sur(Comsur) a la multinacional suiza Glencore Internacional AG, cuyo nombre original era Rich Company. Glencore Internacional AG, que confirmó haber comprado la totalidad de las acciones de las empresas constituidas en el exterior, que son propietarias de todo el capital social de Comsur, que, como ya dijimos posee enormes y ricos yacimientos de oro, estaño, plata y zinc. Glencore había anunciado recientemente que se había desvinculado de su propietario original, el, en un tiempo, fugitivo norteamericano, nacionalizado español, Marc Rich, un curioso personaje, dueño, entre otros muchos bienes, del tristemente célebre “Prestige”.
No obstante todos los desmanes atribuidos a Sánchez Lozada, no debemos olvidar que fue su codicia, desde sus tiempos de ministro, la que originó las tropelías que hicieron fermentar el descontento de los pueblos originarios, y los llevaron, movidos por un líder como Evo Morales, a constituirse en el movimiento social más potente de Bolivia. Todo comenzó con la coca y el poder futuro dependerá de ella.
“Sin coca –como decía en estos días un medio boliviano- se desarticula el movimiento cocalero, base y respaldo del MAS. Sin el MAS, la nueva izquierda latinoamericana pierde el pendón y la punta de lanza, pierde la bisagra del activismo anticolonialista; entonces, la de por sí difícil perspectiva de una coalición Lula y Kirchner, Castro y Chávez, se alejaría definitivamente. Así, Bolivia no ha dejado de ser desde octubre (de 2003), el tablero sobre el que se juega el ajedrez de la política internacional en Latinoamérica”.
Y la partida cada día se hace más complicada y con jugadas más imprevisibles.
http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?Id=2213
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