miércoles, agosto 06, 2008

Abascal, Bolivia, en medio de la oscuridad, (2.- Evo, el cocalero globafobico)

miercoles 6 de agosto de 2008
BOLIVIA, EN MEDIO DE LA OSCURIDAD ( 2.- Evo, el ‘cocalero globafóbico’)

Abel Abascal

I NDIO, pájaro y gato, animales ingratos. Este dicho popular, muy extendido en numerosos países iberoamericanos, da idea del “apartheid” de facto que mentaliza a las clases dominantes de estas tierras, las cuales han descendido a los indios, los pobladores originarios, a la categoría de animales, como refleja el dicho citado.
Si esto se centra en Bolivia, el panorama es aún más dramático. Aún cuando son un 70% por ciento de la población, sólo alcanzan un 10% en el Congreso Nacional, que tiene 131 parlamentarios y hasta 1952 carecieron del derecho a voto universal. Sin embargo, con la astucia y el esfuerzo, agrupándose en partidos admitidos, ahora controlan el 30% del Parlamento, lo que significa, en ocasiones, poder vetar proyectos legislativos. Y lo más sorprendente es que eso se ha conseguido a través del voto, y por el liderazgo de uno de ellos, un cultivador de coca, llamado Evo Morales.

NO UN SOÑADOR, SINO UN FANÁTICO.

EVO MORALES, de 49 años, admirador de Castro y discípulo predilecto de Hugo Chávez., perteneciente al pueblo aymara, ha sido el que, secundado por otros dirigentes comunitarios y sindicales indígenas, ha agrupado a las distintas etnias -, sobre todo a los aymaras, que son más de un millón, y los quechuas, más de dos millones, - y les ha demostrado que juntos pueden dar un giro a su situación de marginación y menosprecio.
La figura de Evo es controvertida y polémica. Provoca admiración en unos sectores y rechazo, rayano con el odio, en otros, pero nunca suscita indiferencia, porque de ser un niño indígena, que comió cáscaras de naranja que los pasajeros de la ”flota” (buses) tiraban a la carretera, se transformó en un diputado nacional y, en 2002, en las elecciones presidenciales, llegó en un sorpresivo segundo lugar, con sólo el escaso 2% de diferencia con un político profesional como Gonzalo Sánchez de Losada, (ex presidente 1993-97), a quién obligó a renunciar en su segundo periodo presidencial, en octubre de 2003.

Evo Morales, no con el entusiasmo de un soñador, sino con la obsesión de un fanático, supo llevar a los suyos, fragmentados en pequeños grupos – solamente en el norte y el occidente de Bolivia hay mas de 40 grupos indígenas distintos, que suman unas 100,000 personas – a la unidad, organizándolos y creando un instrumento político de los pobres, el MAS, Movimiento al Socialismo, a través del cual pretende empujar a los suyos a que “luchen por su libertad, su dignidad y su soberanía”.
Su lenguaje denota como ha bebido en fuentes impregnadas de marxismo trasnochado y obsoleto, viejas fórmulas que se han demostrado ineficaces, pero Morales las adapta para los oídos de quienes han vivido durante quinientos años segregados y sometidos, por sólo poco más de un 20% de los habitantes de Bolivia. La consecuencia es que, por primera vez,
desde la conquista de América, los indígenas bolivianos están llegando a creer que, ellos, los pobladores originarios, van a alcanzar el poder con sus propias manos. Es fácil entender que Evo Morales sea amado por unos y temido por otros, porque, además, los efectos de su acción pueden ser un detonante para su pueblo y para los países de Iberoamérica.
Si hace año y medio, el dirigente del MAS fue capaz de tumbar al Presidente Sánchez Losada, que literalmente huyó del país, a pesar del fuerte apoyo de los EE.UU, ahora, en estas semanas pasadas, prácticamente ha “dirigido” la ingobernabilidad de Bolivia. Los vaivenes de la crisis, que aún no ha terminado y que todavía tardará meses en solucionarse, se debieron a las estrategias de Morales y a los golpes de efecto de Mesa. Ambos, como en una partida de póquer, se han tirado “faroles”, dieron bandazos y los dos han ganado y han perdido.
Carlos Mesa se vio acosado por Morales y sus compañeros dirigentes vecinales y sindicales, y, en menor medida, por un Congreso donde el peso indígena es considerable, al igual que le sucedió a Sánchez Losada en su día, y su reacción fue envidar con el anuncio de su renuncia, que alarmó a la clase media y amenazó a los congresistas, que se vieron en la calle dos años antes de su periodo.
Morales, por su parte, después de apoyar a Mesa al inicio de su mandato, - esperanzado, tal vez, en poder obtener sus objetivos en el Parlamento y desilusionado cuando, por segunda vez, comprobó la imposibilidad de lograrlo -, decidió dar un “tour de force”, y salió a la calle con sus gentes.

DE PASTOR Y TROMPETERO, A LÍDER MEDIÁTICO.

EL país quedó incomunicado, habían bloqueado las principales carreteras, las poblaciones no podían abastecerse ni trasladar sus productos a otras ciudades y hubo un decrecimiento en las exportaciones y en los ingresos nacionales. Los paros y los bloqueos ocasionaron una perdida diaria de 138 millones diarios. Eso provocó la renuncia de Mesa, pero Morales respondió con un endurecimiento de los cortes de carreteras y caminos, que no levantó hasta después de que el Congreso contestara al segundo intento del Presidente de presionar la aprobación de “su” Ley de Hidrocarburos, negándole la propuesta de adelantar las elecciones.
Esta crisis, a diferencia de las otras muchas que han vivido los bolivianos, ha sido un pulso entre dos lideres, uno institucional, el Presidente, un hombre sin partido ni apoyo del Congreso, y el otro, un indígena, cultivador de coca, dirigente cocalero y sindical, cabeza de un partido y diputado nacional, pero que es quién provocó el conflicto y quién mantuvo el control de su evolución.

Uno se pregunta como un niño indio de familia pobre, hijo de padre campesino, que apenas sabía leer, y de madre analfabeta, y que él mismo no completó su secundaria, llegó a ser un líder mediático que rozó la presidencia de su país con la punta de sus dedos, y le ha dado a su pueblo, relegado y casi invisible – a pesar de ser mayoritario en la población -, poder y protagonismo en la creación o la solución de los problemas nacionales.
La contestación a esa pregunta pasa por la peripecia familiar y su propia inteligencia natural, unida a su astucia y a la rapidez de percepción y de obtener conclusiones, aunque también, a la influencia de las nuevas corrientes reivindicativas de Latinoamérica, que él supo aprovechar.
Todo se inició cuando en 1960, los Morales, hartos de que la sequía, la helada o la granizada les arruinaran las cosechas de patatas, que cultivaban con mucho esfuerzo en las tierras altas de Orinoco, decidieron, como otros miles de familias trasladarse al Chaparé, donde, unos años más tarde, la producción de la hoja de coca se transformó en el único cultivo de la región, que la constituyó a la mayor productora de coca de Sudamérica.
Desde 1948, a pesar de los esfuerzos de la ONU y de EE.UU por erradicarla, la producción de coca acrecentó sus cifras de producción, y hoy se ha convertido en el modo principal de supervivencia de estos campesinos, por su rendimiento y porque, aunque todos lo niegan, algunos elaboran pasta base, y muchos tienen parcelas de cultivos ilegales. Unos y otros son conocidos de narcotraficantes, en especial colombianos

GRACIAS, MADRE TIERRA, POR LA COCA

HAY que aclarar que en Bolivia el término indígena, se utiliza para los habitantes de regiones tropicales de la Amazonia y el Chaco, porque a los del altiplano, por su percepción de la identidad étnica, su organización en colectivos tipo sindicatos agrarios, y sus características productivas y culturales, se les considera campesinos, lo cual no significa que no sean tan indígenas como los de los pueblos altiplánicos.
Evo Morales, atento al tiempo, antes campesino y ahora indígena,- que es la misma cosa - se movió entre los cocaleros, desde los ochenta, a su llegada a Cochabamba, en la sabana intermedia entre el altiplano y los llanos de Oriente, y estos, -captados por un muchacho distinto, que hablaba de reivindicaciones, pero también jugaba al fútbol y tocaba la trompeta como un profesional-, se agruparon en sus propios sindicatos, uniéndose en la Federación del Trópico de Cochabamba, de la que Evo fue Presidente.
“Gracias a Pachamama, Madre Tierra, gracias por la Hoja de Coca”, dicen los indígenas. “Nosotros, Aymarás y Quechuas, naciones originarias de los Andes, hemos sobrevivido los azotes del hombre blanco hasta el día de hoy gracias a nuestra hoja de coca”. Pero la coca en el tiempo de los Incas solo estaba reservada para el uso de las clases privilegiadas, fueron los españoles, quienes, después de tratar de exterminarla sin éxito, decidieron regular su venta, por sus propiedades curativas y medicinales. Los indígenas la usan para curar enfermedades pulmonares y digestivas y para mitigar el cansancio, la opresión de la altura y el hambre. También la mastican en reuniones, tales como nacimientos, matrimonios y veladas, porque crea relación y estrecha los lazos entre los asistentes.

Este concepto sagrado de la coca, lo aprovechó Evo Morales, en sus tiempos cultivador y ahora político que concede hasta veinte entrevistas diarias, y apoyándose en él, - en las frustraciones de su pueblo, en la necesidad que éste tenía del cultivo de la coca para subsistir, y en el aumento de la represión para erradicar la producción -, decidió llevar la lucha de los cocaleros a nivel político. Y así comenzó lo que puede suponer una revolución, ó, por lo menos, un cambio de estructura social en Bolivia.
Surgió la segunda fuerza política de Bolivia, con autentico desprecio a las formas occidentales de la conducta porque éstas no pertenecen a su cultura, sino a la de su enemigo, su destructor: el hombre blanco, que en su día era el conquistador español, y hoy son todos los no indígenas, y de manera especial, los norteamericanos. Y con el aroma de la figura y la semilla del Ché Guevara, derramada como sus cenizas, en las tierras donde se había criado y que compartía con sus seguidores, se acercó a Fidel Castro, a quién admiraba y al que escuchó con respeto, pero corrió raudo hacia el que sería su maestro: Hugo Chavez.

Para Fidel, que ya es un símbolo momificado, y Chávez, que, por el contrario, cifra su ambición en extender su revolución bolivariana a todo el subcontinente, - lo que ya ha iniciado tímidamente con la Comunidad Sudamericana de Naciones -, Evo Morales se reveló como un elemento providencial e imprescindible, al que ayudar económicamente y adoctrinar, hasta el punto de que ya Morales está implantado su MAS en Brasil y Perú.Y camina , en todos los frentes, con un paso imparable, marcando los ritmos y los tiempos, hasta ahora, de manera casi perfecta, estableciendo de forma simultánea relaciones internacionales, entre otros con las FARC.
En su lucha tiene dos puntos básicos, además de la reivindicación de los derechos de su pueblo a participar en la dirección de la nación: la propiedad de los recursos naturales y la Asamblea Constituyente.
Con la segunda, intentará que los indígenas y la parte de los mestizos que no se consideran, o no se puedan considerar, criollos, - “culitos blancos” -, consigan una representación mayoritaria en el Congreso. Con la primera, persigue la nacionalización de los recursos naturales como el petróleo y el gas, - las reservas bolivianas de este último son las segundas de América -, y es lo que le llevó a la confrontación con Sánchez Losada, al que hizo huir, y con Mesa, con el que jugó sus cartas de manera, aparentemente, magistral.

UN ARMA DE DESTRUCCIÓN MASIVA

MESA ha asumido el compromiso, no se sabe si ante sí mismo o ante las petroleras, de una Ley de Hidrocarburos que respete las bajas regalías que pagan, un 18%, sin ningún otro cargo, y Morales insiste en que esas regalías han de ser del 50%. El Congreso, por su parte, en manos de unos partidos oligárquicos desgastados e inoperantes, jugaba a enredar más la cuestión, congelando el proyecto de Ley propuesto por Mesa, en el que se contemplaba la misma regalía, pero al que añadió más tarde un impuesto del 32% deducible y gradual.

Los diputados llegaron a entender que Morales, cuya contestación había sido mas movilizaciones y el endurecimiento de los bloqueos, se había convertido en una piedra en el zapato – por decirlo de manera suave y correcta – que amenazaba en horadarles los pies y aprobaron una Ley salomónica: 18% de regalías, sí, y 32% de impuesto también, pero no deducible, de aplicación inmediata y sobre producción a boca de pozo..
Hay quien asegura que Morales ha sido el gran perdedor porque el rechazo popular ha alcanzado el 58%, mientras otros afirman que Mesa ha sufrido demasiado desgaste en su nivel de aceptación que ha descendido del 78%, tras su renuncia, al 60% después de proponer el adelanto de elecciones, pero mientras Evo conserva su fuerza para presionar al Senado que no cambie una coma del proyecto enviado por los diputados, y sus huestes listas para salir a la calle, Mesa tendrá que lidiar con las petroleras que han amenazado con demandar al Estado por cifras multimillonarias ante las Cortes Internacionales, entre ellas la española-argentina Repsol-YPF y la brasileña Petrobas.

También hay analistas que dicen que los costos de producción bolivianos son tan bajos, la mano de obra tan barata, y los beneficios del tratamiento industrial en el exterior, tan altos, que, al final, las principales se quedarán y hasta participarán, mas adelante, con el país en la inversión necesaria para tratar industrialmente petróleo y gas en Bolivia, que debiera ser el próximo paso de Evo Morales en su lucha reivindicativa y “globafóbica”.
Pero no crean que el tal Evo Morales es un Robin Hood sudamericano, con pluma en el sombrero, que roba a los ricos para dárselo a los pobres. Evo Morales es un revolucionario nato, que dirige unas masas con un elevado grado de incultura y de lastre social, con mentes llenas de tópicos y teorías fracasadas, y que si, algún día, alcanzara la Presidencia, aplicaría su fórmula mágica para ocasionar el infarto económico del país.
Estudiando las declaraciones de Morales, leyendo los relatos de sus hechos, siguiendo su trayectoria y escuchando sus mítines, deja claro que si es un arma real de destrucción como las que afirmaba Bush que había en Iraq y que jamás aparecieron. Pero Evo Morales, si existe, y será un elemento eficaz para modificar el poder de la oligarquía feroz boliviana, limitarla y aumentar la integración y aceptación de su pueblo indígena, mejorar sus condiciones de vida, procurar su ilustración y ponerlos en condiciones de que en algún momento futuro reúnan las condiciones para dirigir un país.

Sólo así le hará un favor a su pueblo y a sí mismo, si no lo entiende así y pone en práctica el sofisma del Ché, obtenido de su experiencia cubana: “No es necesario esperar hasta que todas las condiciones para la revolución existan, el foco insurreccional las puede crear”, en ese caso su acción provocará un verdadero desastre, no solo en Bolivia, sino en toda la región. Evo Morales no está preparado para dirigir un país.

http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?Id=2187

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