martes 4 de marzo de 2008
COLOMBIA
FARC: la hipocresía de las liberaciones
Por Saúl Hernández Bolívar
A propósito de la liberación "unilateral" de secuestrados por parte de las FARC, hay que hacer algunas precisiones. En primer lugar, no es acertado hablar de "avances" o de "eficacia" en la mediación del dúo Hugo Chávez-Piedad Córdoba. Sus resultados, si bien son tangibles, carecen de mérito, por cuanto ha sido la guerrilla quien ha permitido esa vía, a cambio de ciertos beneficios, como acceder a la interlocución con Gobiernos extranjeros y que uno de ellos abogue por que se le dé trato de fuerza política no terrorista.
Luego de un sinnúmero de manifestaciones de mutuo respaldo –incluso de admiración–, es obvio que las FARC prefieren hacer gestos de desagravio a su amigo venezolano en vez de mostrar impotencia ante un archienemigo que, al frente del Estado colombiano, los ha reducido notoriamente.
Por cierto, tampoco puede hablarse de liberaciones "unilaterales". Como el propio presidente Uribe ha recordado, el Gobierno colombiano liberó por propia iniciativa a un grupo de 27 subversivos presos en diciembre de 2004, y el año anterior hizo otro tanto con un grupo aún mayor, de 125, del que formaba parte el denominado "canciller de las FARC", Rodrigo Granda. Este auténtico pez gordo ganó la calle gracias a la injerencia del presidente Sarkozy, sin que hasta la fecha se haya visto retribución alguna por parte de los farucos. Todo lo contrario: como decía antes, las FARC están hablando de liberaciones "unilaterales" y de "desagravios" al teniente coronel Chávez, cuando ha sido el Gobierno colombiano el que ha procedido a liberar presos sin condiciones.
Por otro lado, el espectáculo montado en torno a las liberaciones ha sido francamente grotesco. Dejando de lado el shock que puede sufrir una persona que ha pasado seis años en cautividad, y las presiones que puede haber soportado para "manejarse bien" durante sus últimos minutos de cautiverio, resultó francamente penoso ver a Gloria Polanco agradecer con excesiva generosidad a sus captores su puesta en libertad, y hasta mostrarse enternecida por las flores que le entregaron para poner en la tumba de su marido, ¡al que ellos mismos asesinaron! Se trata de una muestra de indignidad que zahiere a toda la sociedad colombiana, que ha sido víctima de las bellaquerías de estos asesinos durante tantos años, y da pie a que esta horda de salvajes siga apareciendo ante el mundo como una orden de monjes misericordiosos.
Acaso sea porque se encuentra en los antípodas de esta actitud sumisa que Ingrid Betancourt está siendo maltratada por sus captores, según han declarado los liberados. Conociendo su rebeldía característica, es imposible imaginar a Ingrid agradecer nada a estos sayones. Pero "vivir para ver", que dice el refrán, y con tal de salir del confinamiento un secuestrado hace y dice lo que sea.
A esto se suma el chantaje a cuenta del estado de salud de quienes siguen en la selva, lo cual no se condice con la buena condición física de los liberados. Hay que aclarar que esto no quita gravedad al crimen, y recordar que estamos hablando de secuestros que duran largos y tortuosos años, durante los cuales las víctimas viven en condiciones infrahumanas (son encadenados a los árboles, encerrados tras alambradas de púas, etcétera). El caso es que en un principio se anunció la liberación de Consuelo Perdomo y Clara Rojas por razones de salud, pero el país se sorprendió al verlas llegar maquilladas y peinadas, con un aspecto muy distinto al de gentes como Fernando Araujo y John Frank Pinchao, que consiguieron fugarse de sus captores.
Afortunadamente, a los últimos liberados se les ve en buen estado, a pesar de que se rumoraba que padecían un franco deterioro. La señora Polanco está bien físicamente –¿será eso lo que tanto agradece?–; Orlando Beltrán luce robusto y colorado, aunque dice haber perdido cerca de 30 kilos; Luis Eladio Pérez está más fuerte que un roble, a pesar de un supuesto "ataque cardiaco –tratado con una aspirina, según dice–, tres comas diabéticos y la parálisis de un riñón". Jorge Eduardo Gechem luce un poco maltrecho, pero no es el moribundo que nos pintaban, gracias a Dios.
Todo esto viene a cuento porque se está tratando de presionar al Gobierno de Colombia para que haga lo que sea con tal de salvar a Ingrid, que supuestamente se encuentra al borde de la muerte. El problema es que les está pasando lo del pastorcito mentiroso, y esa fórmula ya la desgastaron, no hay quien la crea. Claro que no es improbable que Ingrid muera en cautiverio; en ese caso, los únicos responsables serían sus captores. A pesar de todo, los recién liberados no tienen derecho a politiquear con un tema que los colombianos saldamos el 4 de febrero: no al despeje, cero concesiones.
Los canjeables no son las únicas víctimas de las FARC, y no puede permitirse que sean usados como armas contra el resto de los colombianos, a quienes la guerrilla no despide con falsos abrazos y besos de Judas, sino con tiros en la nuca.
© AIPE
SAÚL HERNÁNDEZ BOLÍVAR, periodista colombiano.
http://exteriores.libertaddigital.com/articulo.php/1276234381
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario