lunes 3 de marzo de 2008
La campaña, en su fase decisiva
NI descalificaciones personales, ni etiquetas ideológicas, ni retórica vacía de contenido. Empieza la semana decisiva en esta disputada campaña electoral, tal vez la más igualada en nuestra historia democrática, y los ciudadanos quieren escuchar propuestas razonables para hacer frente a los problemas que realmente les importan. La inseguridad ciudadana lleva tiempo escalando posiciones en esta significativa clasificación. Según el sondeo DYM que hoy publica ABC, la gente confía en las fuerzas de Seguridad pero cada día más encuestados perciben que la delincuencia ha aumentado, seis de cada diez tienen mayor temor a los robos en su domicilio y ocho de cada diez estiman que las penas impuestas por determinados delitos resultan insuficientes. Además, un altísimo porcentaje de votantes socialistas, también ocho de cada diez, reclama más dureza en las sanciones a los delincuentes, un dato que debería preocupar especialmente al PSOE porque, en el fondo, se produce la paradoja de que un segmento de su electorado se está identificando con muchas de las medidas que viene proponiendo Mariano Rajoy en materia de seguridad, de inmigración o de empleo.
En cualquier caso, se trata de una llamada de atención a los partidos políticos para que formulen sus propuestas con rigor y racionalidad. En el caso del PSOE, partido que ha gobernado los últimos cuatro años, convendría que tomara nota de que no sirve de nada negar las evidencias o atribuir la inseguridad a una especie de fatalidad irremediable en una sociedad moderna. Cerrar los ojos ante los problemas es un grave error que puede pasar factura en las urnas a Zapatero, incapaz de comprender que una sonrisa optimista y una utilización sesgada de las estadísticas no producen el efecto deseado sobre una sociedad más madura de lo que piensan algunos políticos. La gente siente la inseguridad, conoce a través de los medios algunos casos muy significativos y exige a los poderes públicos que cumplan con el deber elemental de proteger la integridad física y la propiedad frente a la proliferación de mafias organizadas.
También en los aspectos económico y laboral el triunfalismo que predica el Ejecutivo resulta particularmente absurdo. Según el sondeo, la situación económica y el paro se consolidan como problemas principales que perciben los ciudadanos. El análisis de los datos reales de empleo desmiente con la rotunda frialdad de los hechos el optimismo que pretenden transmitir las instancias oficiales. La letra pequeña de los datos demuestra que de los tres millones de empleos que, según presume Zapatero, se han creado a lo largo de la legislatura, más de un millón responden a la categoría de precarios o muy precarios, llegando en muchos casos a contabilizarse como empleo una labor de hasta una hora semanal. El Gobierno ha desperdiciado estos años de bonanza que tendría que haber aprovechado para impulsar una serie de reformas estructurales. Ahora se encuentra con los deberes sin hacer ante el cambio manifiesto de la coyuntura, y sólo se le ocurre contar los días que faltan hasta el 9-M para que los ciudadanos no le pasen factura ante la avalancha de malos datos económicos. Por lo demás, modificar a última hora la fórmula del cómputo de desempleados no alterará la percepción real sobre la gravedad del asunto. Los españoles saben muy bien que sus bolsillos se resienten en una situación que no es pasajera ni circunstancial.
Por eso las propuestas en el decisivo debate de hoy, y en el tramo final de la campaña, deben situarse en el terreno del realismo, lejos de las promesas sin fundamento. Pensar que sale mejor parado el que más ofrece, aunque sus propuestas sean inviables, es la estrategia del «buenismo» sin sentido porque los ciudadanos terminan por distinguir entre la eficacia y la simple palabrería. Una sociedad moderna exige de los políticos propuestas bien articuladas y no debería dejarse engañar por esquemas ideológicos ni por reduccionistas divisiones radicales entre «buenos» y «malos». En el terreno de los hechos es donde puede decidirse el resultado final de estas elecciones tan niveladas, y Zapatero tiene pocos hechos de los que presumir.
http://www.abc.es/20080303/opinion-editorial/campana-fase-decisiva_200803030246.html
lunes, marzo 03, 2008
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