martes, marzo 04, 2008

Julian Schvindlerman, Y el mundo callaba...

martes 4 de marzo de 2008
ORIENTE MEDIO
Y el mundo callaba...
Por Julián Schvindlerman
La retórica anti-israelí del régimen de los ayatolás ya era extrema, pero desde el asesinato de su paladín-terrorista Imad Mughniyeh no ha hecho sino empeorar. Así, el jefe de la Guardia Revolucionaria, Muhamad Alí Safari, ha afirmado que "el tumor cancerígeno Israel desaparecerá pronto" por obra y gracia de la "radiación de los luchadores de Hezbola" (nótese la alusión a lo nuclear).

Mahmud Ahmadinejad ha calificado al Estado hebreo de "sucio microbio" y de "animal salvaje", mientras que el presidente del Parlamento iraní, Gholan Reza Haddad, ha proclamado que el futuro de la "entidad sionista" será "peor que su presente". Por su parte, el jefe de las Fuerzas Armadas, general Hassán Firuzabadi, ha llamado a la "destrucción completa del régimen sionista" y a la "liberación de toda la tierra de Palestina". Asimismo, el líder de Hezbolá, Hassán Nasrala, ha advertido de que "la sangre de Mughniyeh anuncia el fin de Israel", y sus hermanos en armas de Hamás han instado al mundo musulmán a "levantarse" para "hacer frente al demonio sionista". En cuanto al jefe de Al Qaeda en Irak, Abú Omar al Bagdadi, ha ofrecido el territorio iraquí como "plataforma de lanzamiento" para la toma de Jerusalén.

Por el momento, Teherán ha optado por responder al asesinato de su máximo jefe terrorista con una retórica feroz, no con la violencia física. Por el momento, claro. No debiera haber lugar para la indulgencia: el lenguaje que manejan los terroristas es el del terror, y Nasrala ha proclamado la "guerra abierta" contra Israel. Como si no estuviera en ello desde hace tanto tiempo. Como si jamás hubiera disparado cohetes Katyusha contra el norte del Estado judío, secuestrado soldados de las IDF, atacado objetivos judíos e israelíes en la República Argentina...

Sea como fuere, las prioridades del liderazgo de Hezbolá están claras. Para empezar, necesita reforzar el ánimo de sus luchadores tras la pérdida de su querido Mughniyeh, de ahí las grandes dosis de fervor anti-israelí, las promesas de venganzas redentoras y victorias apocalípticas. Luego, Inshalá, asestarán el golpe fulminante.

Puede que la muerte de Mughniyeh no haya sido cosa de Israel, sino del propio submundo terrorista, o incluso que Siria estuviera implicada, como ha sugerido el director de la Inteligencia Nacional norteamericana, Mike McConell. Poco importa todo esto: lo que importa es que ha brindado a Irán y a Hezbolá la excusa perfecta, el motivo ideal, para dar rienda suelta a los planes nefastos que tienen reservados para Israel y los judíos desde hace tiempo.

Cual testigo involuntario en la escena del crimen, el mundo entero, salvo Estados Unidos, elige mirar para otro lado. Desde Beirut, Teherán, Gaza y Bagdad, los fundamentalistas llaman al asesinato en masa de israelíes, y el mundo permanece callado. Jerusalén ha pedido al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas que condene a Irán por incitar pública y abiertamente a la comisión de un genocidio, algo que viola la Convención para la Prevención y el Castigo del Crimen de Genocidio, de la que más de 130 naciones son signatarias, entre las que se cuenta, tragicómicamente, la propia Irán.

La denuncia del régimen iraní no sólo es un imperativo moral, sino una obligación legal, dado que los firmantes de la Convención tienen "no sólo el derecho, sino la responsabilidad, de aplicar[la], particularmente en lo referido a la prevención del genocidio", según ha explicado Irwin Colter, profesor universitario y ex ministro de Justicia del Canadá. ¿Lo harán?, se preguntaba recientemente el Jerusalem Post en un editorial. ¿Alzarán sus voces las naciones del mundo libre, ahora que acaba de celebrarse el Día Internacional para la Rememoración del Holocausto, contra una entidad que amenaza a los judíos con un segundo Holocausto? ¿Tan bajo ha caído la dignidad humana que el Estado judío ha de pedir formalmente a la ONU que emita una protesta elemental?

He aquí la soledad de Israel, y el doble rasero de la sociedad internacional. Según datos tomados de la prensa israelí, la compañía francesa Total, la noruega Statoil y la china Petro China llevan años invirtiendo en los sectores petrolero y gasístico iraníes. La multinacional alemana Siemens posee operaciones en Irán por valor de más de 500 millones de dólares, y por 300 millones la francesa Alcatel (si bien este monto incluye también actuaciones en Libia y Sudán). La austriaca Steyr-Mannlicher vendió rifles a Teherán en 2006. En enero de 2007, la holandesa Shell se unió a la española Repsol para desarrollar áreas petrolíferas en Irán por un valor de 10.000 millones de euros. En abril del mismo año, Irán y la compañía austriaca OMV firmaron un acuerdo comercial valorado en 22.000 millones. Durante los primeros diez meses de 2007, Alemania exportó a la tierra de los ayatolás por valor de 3.500 millones. El 40% del comercio exterior iraní tiene a Europa por destinatario...

Tengo en mi biblioteca un ejemplar del libro Y el mundo callaba, de Eliézer Wiesel. Escrito en yiddish, tiene 253 páginas, está impreso en Buenos Aires (por la Unión Central Israelita Polaca) en 1956. Escribí esta columna con este ensayo conmovedor e inolvidable a mi lado, y al orientar mi atención una vez más hacia Europa, compruebo con pesar cómo fue posible que el mundo permaneciera callado ante el asesinato en masa de los judíos de aquel continente.


JULIÁN SCHVINDLERMAN, analista político argentino y autor TIERRAS POR PAZ, TIERRAS POR GUERRA.

http://exteriores.libertaddigital.com/articulo.php/1276234380

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