miércoles, marzo 05, 2008

Ignacio Camacho, Hemiplejia del debate

miercoles 5 de marzo de 2008
Hemiplejía del debate
IGNACIO CAMACHO
EL partidismo, la simpatía banderiza, esa hemiplejía moral de la que hablaba Ortega, es una infalible bola de cristal en cuyo interior sólo se ven certezas; no hay sitio para las vacilaciones, los matices ni los claroscuros. A través de esa herramienta clarividente debieron de mirar la noche del lunes numerosos conciudadanos, entre ellos no pocos periodistas, que apenas concluido el debate fueron capaces de zanjar un veredicto tajante, con admirable y categórica autoridad, a favor del candidato más próximo a sus prejuicios. Confieso mi envidia ante tan contundente perspicacia analítica, porque a la hora que es sigo con dudas sobre el resultado del cara a cara. Tengo que hacérmelo ver con el neurólogo; no logro que mi cerebro acabe de funcionar con un solo hemisferio.
Yo tomé notas, e hice puntuaciones, como si fuera un combate de boxeo. Por bloques (asaltos) y por intervenciones (golpes). Me salió un ajustadísimo resultado ligeramente favorable a Rajoy, que en la práctica casi se podría considerar un empate. El líder popular dominó la discusión sobre los precios, tomó la iniciativa en la inmigración y arrinconó al presidente en el modelo de Estado y la represión del castellano en Cataluña, pero se metió solo en la trampa de la guerra de Irak, que Zapatero le tendió para zafarse de su incómodo fracaso antiterrorista. Fue un error grave -él mismo lo ha admitido- que dejó vivo a un rival esquivo, bronco y marrullero, que interrumpía de continuo con la complicidad anuente de la moderadora, y que no hubiese tenido manera de contrarrestar una ofensiva seria sobre su papelón y sus mentiras en la negociación con ETA.
ZP estuvo correoso y difícil. No dudó en utilizar un golpe bajo, de una vileza mezquina, al comparar los muertos por terrorismo en uno y otro mandato. Exhibió más propuestas que su adversario, manejó bien su estilo telegénico, se defendió con aplomo y bastante cinismo y lo bordó en el melifluo pero bien declamado soliloquio final. Cuando Rajoy, mal asesorado, entró al trapo de Irak, lo acorraló sin piedad y con un punto de arrogancia. Y aunque le faltó fluidez y a menudo pareció atascado, mejoró su actuación precedente y siempre tuvo ocasión de sacar una mano de piedra, dura y malintencionada, en medio del acoso de su oponente.
Hubo toma y daca, más brillante y menos trabado que el de la semana anterior, y ambos tuvieron tiempo de encajar y de repartir. Ninguno de los dos se retiró satisfecho, por más que luego sus adláteres se dedicasen a vender euforias. Fue una discusión bastante igualada en la que cada cual se mostró fiel a sí mismo, a sus fortalezas y a sus debilidades. Probablemente no aclararon nada a nadie que no lo tuviese ya bien claro.
Lo que al parecer le sucede a la mayoría. Encuestas y numerosos medios sentenciaron de inmediato ganadores y perdedores sin asomo de incertidumbre y en perfecta sintonía con sus propias tendencias. Debe de resultar encantadora y satisfactoria esta forma compacta de ver la vida sin fisuras, sin opción a que la realidad estropee un análisis o un diagnóstico. Para el próximo debate, si es que lo hay, prometo comprarme antes unas gafas de madera.

http://www.abc.es/20080305/opinion-firmas/hemiplejia-debate_200803050250.html

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