lunes, marzo 03, 2008

Encuestas, 2 hipotesis con 2 subhipotesis

lunes 3 de marzo de 2008
Encuestas: 2 hipótesis con 2 subhipótesis

Fernando González Urbaneja
Todas las encuestas dan con más o menos margen (más menos que más) ganadores a los socialistas, tanto en los indicadores directos (intención de voto directo más cocina del encuestador) como en los indirectos de notoriedad, preferencia, valoración etc., pero eso no se traslada a los comentaristas y a los especialistas de forma automática. Al margen del entusiasmo y de la posición partidista de cada cual, los que entienden dicen que puede salir cualquier resultado.
Los cercanos al bando socialista no muestran euforia alguna, se les nota contenidos, como queriendo que sea cierto lo que parece, pero con temor a los sesgos y a los cambios de tendencia de fondo. En el bando popular todo es euforia, homogéneamente consideran que están ganando, que van a ganar, aunque todos los indicadores directos e indirectos dicen lo contrario, una dulce derrota, que nunca es dulce. Como bien aprendieron los socialistas en 1996.

En lo básico los sociólogos apuestan por dos hipótesis de trabajo:


Hipótesis continuista: dice que las tendencias de voto responden a esquemas conocidos y que la cocina de las encuestas (la atribución del voto no declarado, la corrección del voto declarado incoherente con otras respuestas y los demás elementos de ajuste) condimentada con las recetas tradicionales, da lo que están reflejando las encuestas con una diferencia a favor del PSOE entre dos y cinco puntos, con horquillas del 42/40 (ABC de ayer) o del 43/39 que dice la macroencuesta de El País o los casi seis puntos que apuntó Tele5 a finales de la semana pasada. La encuesta de La Vanguardia de esta mañana, que tiene la mejor reputación en la historia reciente de las encuestas, apunta a una situación estable de cuatro puntos de ventaja socialista, aunque con reservas en cuanto a la consolidación de esa ventaja de aquí al domingo.

Hipótesis rupturista: dice que las tendencias de voto han cambiado, que hay actitudes nuevas, que esta elección es dramática, por cuanto se elige entre contrarios muy confrontados; un cambio de modelo (el símil que propuso Pedro J. ayer comparando Zapatero/Rajoy con el dilema Jovellanos/Cabarrus, afracesados frente a borbónicos). Concluyen que las encuestas no detectan las corrientes de fondo, que las cocinas de los resultados no son capaces de interpretar esas tendencias. Los sociólogos del PP dicen que hay cambio de fondo y que las encuestas no lo detectan o que los analistas no saben detectar. La confirmación o negación de esa tesis la sabremos en breve, después del 9-M, cuando se pueda analizar la letra menuda de los votos y verificar si hay cambios en las tendencias de los votantes.
Y a su vez, para cada una de esas hipótesis hay dos subhipótesis, que sirven para cada una de ellas:


Que los resultados finales sean muy semejantes a los del 2004, con diferencias entre ganador y perdedor de menos de cuatro puntos que dejarían al vencedor con una mayoría insuficiente, en torno a 160 escaños, al albur de alianzas parlamentarias inestables que pueden suponer una legislatura más incierta que la anterior. Una legislatura corta que aconsejaría no hacer mudanza ni renovación en el partido perdedor.

Que los resultados finales supongan un vuelco a favor de uno u otro (más de cinco puntos de diferencia) con una posición cercana a la mayoría absoluta que posibilitaría un gobierno con bastante margen de maniobra para gobernar, tanta como la del partido perdedor embarcado en un proceso de renovación a fondo que requiere varios años.
Lo que parece poco probable es la hipótesis que gusta a muchos electores: un empate técnico entre los dos grandes partidos que obligue a un gobierno de gran coalición, a la alemana. Zapatero descarta esa posibilidad y Rajoy, sin aceptarla, reitera que, cuando gane, lo primero que hará será ofrecer a los socialistas un consenso sobre varios asuntos de Estado. Pero es una declaración que suena raro, porque sería como un Gobierno de coalición pero sin aceptar en el Gobierno a los perdedores invitados a consensuar, a ceder; algo así como una oposición domesticada.

La respuesta está cercana, sólo faltan siete días que se pasan en un suspiro.


fgu@apmadrid.es

http://www.estrelladigital.es/diario/articulo.asp?sec=opi&fech=03/03/2008&name=urbaneja

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