miércoles, marzo 12, 2008

Carrascal, Segunda mirada al 9-M

miercoles 12 de marzo de 2008
Segunda mirada al 9-m
POR JOSÉ MARÍA CARRASCAL
DE acuerdo, Zapatero ha vencido a Rajoy. Pero a sus socios los ha laminado. IU, ERC, EA, CC, el propio PNV, que le habían prestado su apoyo para gobernar, han sufrido retrocesos que en algunos casos llegan a su desaparición en el Congreso. CIU se ha salvado de la quema porque Durán Lleida tomó el timón de la campaña con un catalanismo mucho menos agresivo que el de Mas. Mientras, IU, un partido teóricamente nacional, pagaba su alianza con los proetarras en los ayuntamientos vascos. Y la pregunta es: ¿se trata del clásico «abrazo del oso» o de que el nacionalismo, tras haber alcanzado su cima en la pasada legislatura, ha empezado a declinar? Lo primero sería normal -¿por qué elegir el sucedáneo si puede elegirse el original?-, lo segundo, trascendental, pues nacionalismo y terrorismo son hoy los dos grandes problemas de España, hasta el punto de amenazar su integridad física y esencial.
Que la marea nacionalista empezase a retroceder sería la mejor noticia de las últimas elecciones, Aparte de lo más lógico. En el mundo globalizado de nuestros días, el nacionalismo es anacrónico, obsoleto, rancio, con una vena irracional que le lleva en sus posiciones extremas a dañarse a sí mismo y a los demás. El nacionalismo independentista es una locura. Cataluña y el País Vasco necesitan a España tanto o más que España necesita al País Vasco y a Cataluña. Mientras el ultra nacionalismo es criminal, racista y cavernario. Que cuente con el apoyo de un segmento de la población no importa. También lo contaba Hitler, sin que por eso dejase de de ser un criminal. Y que termina golpeando a quienes lo practican no queda a estas alturas ninguna duda. Lo que ocurre es que, como el alcohol y la droga, tiene un ingrediente emocional difícil de refrenar. Pero tanto las personas como los pueblos maduros conocen esa fiebre, saben sus efectos perniciosos y han dejado atrás esa etapa. Pues saben, sobre todo, que el nacionalismo es incompatible con el mundo del fututo. Que quien se mira al ombligo se queda en la cuneta, mientras los demás siguen adelante.
Los nacionalistas, moderados y radicales, vivieron durante la pasada legislatura una auténtica fiesta en España. No sólo marcaron la agenda sino que gobernaron de hecho. Con resultados bien pobres para todos, excepto para sus dirigentes. Y es que se puede engañar a los individuos, pero no se puede engañar a la realidad, que se rige por leyes físicas, no emocionales. Ni el País Vasco ni Cataluña, adalides del nacionalismo en España, están hoy mejor que estaban. Al revés, han perdido distancia con el resto de las comunidades, algunas de las cuales les han sobrepasado. Si esta evidencia empieza a abrirse paso finalmente entre su electorado, el 9-M marcará un antes y un después en la corta pero intensa historia de nuestra democracia. E incluso la pasada legislatura -con sus nuevos estatutos, su «negociación» con ETA y su bronca continua- no habría sido tan mala. Ya decía Hegel que un geniecillo irónico mueve los hilos de la Historia.

http://www.abc.es/20080312/opinion-firmas/segunda-mirada_200803120246.html

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