domingo 31 de diciembre de 2006
CARLOS LUIS RODRÍGUEZ
a bordo
ETA no miente
ETA regresa con una bomba que provoca el caos en Madrid
La furgoneta estaba cargada con doscientos kilos de explosivos
Zapatero ordena suspender todo diálogo con la banda terrorista
Hay un mandamiento que ETA cumple a rajatabla: no mentirás. Los etarras son unos terroristas sinceros a los que no les gusta ocultar lo que piensan. De ahí que uno de los peores errores sea forzar la exégesis de lo que dicen, darle la vuelta y retorcerlo de forma que se adapte a lo que a uno le gustaría oír, fabricando en suma una ETA benigna, tratable y ficticia.
Ese equilibrio que suele haber en los grupos violentos entre una parte intelectual que piensa y otra militar que actúa, aquí no se da. La historia del terrorismo etarra es la del inexorable predominio de los activistas puros, y la liquidación de los estrategas. Resultado: el terror se convierte en fin, quienes empuñan las armas se sienten incómodos con las sutilezas de la política porque en su horizonte sólo hay blanco y negro, sin sitio para matices y componendas.
Eso explica que fuera posible un acuerdo con la ETA que se apellidaba político-militar. Sus líderes entendían que la democracia no era compatible con los principios tajantes. No luchaban por palabras, sino por realidades y por ello etarras como Mario Onaindía logran incorporase con bastante facilidad a la política desarmada.
Esa generación no pretendía hacer de la banda una especie poder fáctico que supervisa la democracia, reservándose la última palabra o el último castigo para quienes se desvíen de la senda correcta. La ETA de hoy sí quiere ser un centinela permanente, al estilo de los guardianes de la revolución iraníes, que coexisten con el Parlamento y el Gobierno, con la misión de preservar las esencias puras del régimen.
Que eso es así lo demuestra el afán etarra de organizar todo tipo de mesas que arreglen asuntos políticos, al margen de los parlamentos y las elecciones. Los viejos conceptos democráticos estorban. En lugar de la soberanía popular, ha de primar la que emana de la pistola, o de bombas como la que acaba de interrumpir la esperanza.
Pero ETA no ha mentido. La explosión de la T-4 es el último paso de una cadena de mensajes, gestos y desafíos. Si examinamos los precedentes del atentado, no podremos encontrar un solo síntoma de que los etarras estaban dispuestos a deponer las armas, disolverse y bajar al ruedo de la democracia. No. La confianza se basaba en la idea de que había un metalenguaje, algo subliminal en las palabras de los etarras, que iba más allá de la literalidad. Se pensó que ETA estaba actuando igual que lo haría un partido democrático que, en una negociación, oculta sus cartas y disfraza intenciones.
Pero los etarras estaban cumpliendo el octavo mandamiento. Fueron sus interlocutores quienes se empeñaron en ver un espejismo que finalmente se desvanece, precisamente un día después de que el presidente del Gobierno mostrara su optimismo y el ministro del Interior aclarara que el zulo descubierto servía para guardar cosas.
La tristeza que se siente por la ruptura ha de combinarse con el aprendizaje de la lección que imparten los etarras. No mienten, son rectilíneos, y no se dejan enredar en negociaciones ambigüas. Embriagados por sus propias soflamas, siguen creyendo todavía que la democracia va a gratificarles la renuncia a la violencia, con concesiones que nadie puede hacer, ni ahora ni nunca.
A partir de ahora, a los que se empeñaron en dulcificar declaraciones, kales borrokas, robos de armas o zulos, no les quedará más remedio que admitir que ETA es tan criminal como sincera. Nunca dijo que quisiera la paz. Al final, tuvo que poner una bomba para que le hiciéramos caso.
domingo, diciembre 31, 2006
Antonio Elorza, El espejo roto
domingo 31 de diciembre de 2006
El espejo roto
ANTONIO ELORZA
CATEDRÁTICO DE PENSAMIENTO POLÍTICO DE LA UNIVERSIDAD COMPLUTENSE
Para amigos y enemigos del Gobierno socialista debiera ser éste ante todo un triste final de año. Una cosa es el juicio que pueda formarse acerca de la gestión llevada a cabo por el presidente Zapatero desde la declaración de 'alto el fuego permanente' y otra la valoración de lo que representaban las expectativas de normalización política, que no de paz, en Euskadi y en el conjunto de España. Muchos tuvimos la sensación de que tales esperanzas se asentaban mucho más en la debilidad estratégica de ETA, y en la eficacia del cerco policial trazado con la colaboración de Francia, que en el acierto de los negociadores gubernamentales. No ha sido así y resulta necesario reflexionar sobre ello, más allá del caso ETA.La crítica al Gobierno no debe centrarse en lo que le demandaban la mayoría de los españoles: hacer todos los esfuerzos posibles dentro de la ley para que el paso dado por ETA se tradujera en el abandono definitivo del terror. Sin duda ésta será la línea seguida por el PP en sus comentarios, exhibiendo el acierto de las propias razones para rechazar cualquier tipo de negociación, ya que con los terroristas sólo cabe el aplastamiento por medio de la actuación policial respaldada por la ley. Era tanto como olvidar que ETA nada tenía que ver con el terrorismo grupuscular de las Brigadas Rojas o de la Baader Meinhof. Había que encauzar, no sólo a los terroristas, sino también a un 15% ó 20% de la sociedad vasca, hacia la democracia, y para ello era preciso abrirse con concesiones hasta el borde de la ley.Siempre, claro, que se diese una presunción razonable de que ETA estaba dispuesta a efectuar su conversión sin alcanzar los objetivos previamente fijados desde la llamada Alternativa Democrática. Es en este tema donde las señales de peligro se pusieron muy pronto en rojo, ya que una y otra vez los voceros de la banda, así como su brazo político, insistieron en reclamar la autodeterminación, la territorialidad y la conquista de Navarra. En la cuestión de los presos, nada tenía que extrañar la discreción, pues se trataba de un tema subordinado en el cual las soluciones debían venir de la negociación Gobierno-ETA aún por iniciarse. Lo que resultaba difícilmente admisible era la ausencia del lado del Gobierno, no ya de explicaciones sobre la marcha de los contactos, sino del cuadro general de vías previstas desde La Moncloa para llegar al doble acuerdo, sobre la relación bilateral Gobierno-ETA y sobre la mesa de partidos. ETA y los suyos hablaban, eran la única parte visible del conflicto. Ocupaban en exclusiva el centro del escenario, con lo que esto supone en una democracia moderna. Del Gobierno podían apreciarse gestos de benevolencia, como el de Zapatero al afirmar que De Juana estaba «de acuerdo con el proceso» o las iniciativas del fiscal general, pero de ideas claras, ninguna. Se repetía en este sentido lo que había pasado en el curso de la negociación del Estatut. Había que confiar en la reconocida capacidad de maniobra de Zapatero para prolongar el optimismo.En efecto, si ETA-Batasuna mantenía el jaque al rey, en cuanto a sus reivindicaciones, y el Gobierno no iba a ofrecer una modificación sustancial del marco definido por la Constitución, ¿cómo podía esperarse nada positivo de un 'alto el fuego' convertido en fase de preparación de una nueva etapa de lucha? Así las cosas, las declaraciones del día 29 de Zapatero con el lenguaje del Día de San Valentín, 'hoy más que ayer y menos que mañana', no representan como alguien ha dicho la expresión de un 'ridículo', sino de una política de información que, o bien pone de manifiesto una total ignorancia de cuanto está sucediendo en la relación con ETA, o, lo más probable, contempla su papel como un espejo destinado de repercutir imágenes falsas. Un espejo ahora roto.Y ahora, ¿qué hacer? Hay dos posibilidades. Una, que ETA explique el atentado como respuesta inevitable y no deseada, pues las fieras como se sabe quieren la paz, por la negativa del Gobierno a cumplir los compromisos que les llevaron a declarar el 'alto el fuego'. Ante ello, por parte del Ejecutivo, habrá protestas de haber sido vilmente engañado, acusaciones contra el PP que sembró el malestar, etcétera, pero sin otro remedio que volver a la vía policial. Otra posibilidad es que con todo cinismo ETA presente la bomba como una advertencia del deterioro a que se ha llegado. El Gobierno se contentaría entonces con una declaración grandilocuente, volvería la acción policial, pero las puertas seguirían abiertas. Y el futuro, cerrado.Es también la ocasión para revisar de una vez por todas la forma de hacer política, y de presentar esa política, por parte de Zapatero. Ante problemas graves, el principio de que 'gracias a mí todo va mejor en el mejor de los mundos' sólo sirve para agravarlos. ZP debió anunciar que 'la paz' no iba a ser aceptada por ETA si él mantenía la legalidad constitucional en la negociación, con las consecuencias previsibles, poniendo en guardia a la opinión pública. Cuando las cosas son tan claras, las maniobras no sirven. Lo mismo sucedió con el Estatut, cuyos efectos disgregadores, Galicia incluida, apenas han empezado a sentirse. Y en otro terreno, otro tanto ocurre con el planteamiento de la famosa Alianza de Civilizaciones, rico en imágenes para la galería y de encefalograma plano en cuanto al análisis. Si el problema es el Islam ofendido por las caricaturas y no ante todo el terrorismo del 11-S o el 11-M, parecería que Zapatero acierta, pero ni eso, ya que la insistencia en que reina la islamofobia en Occidente y que el Islam se encuentra 'humillado', sin que exista 'terrorismo islámico', alienta un giro de nuestra comunidad musulmana -pensemos en Córdoba-, no hacia la búsqueda de una creciente integración en la España democrática, sino a la propia afirmación en nombre de 'dar al-islam' frente a su estatus actual. En una palabra, las buenas intenciones no bastan, y nadie duda de las albergadas por Zapatero y su Gobierno en relación al Terror, vasco o de Al-Qaida: de análisis erróneos y de informaciones desviadas sólo cabe esperar una política que a medio plazo nada resuelva y siembre el desaliento entre los demócratas. Ojalá me equivoque.
El espejo roto
ANTONIO ELORZA
CATEDRÁTICO DE PENSAMIENTO POLÍTICO DE LA UNIVERSIDAD COMPLUTENSE
Para amigos y enemigos del Gobierno socialista debiera ser éste ante todo un triste final de año. Una cosa es el juicio que pueda formarse acerca de la gestión llevada a cabo por el presidente Zapatero desde la declaración de 'alto el fuego permanente' y otra la valoración de lo que representaban las expectativas de normalización política, que no de paz, en Euskadi y en el conjunto de España. Muchos tuvimos la sensación de que tales esperanzas se asentaban mucho más en la debilidad estratégica de ETA, y en la eficacia del cerco policial trazado con la colaboración de Francia, que en el acierto de los negociadores gubernamentales. No ha sido así y resulta necesario reflexionar sobre ello, más allá del caso ETA.La crítica al Gobierno no debe centrarse en lo que le demandaban la mayoría de los españoles: hacer todos los esfuerzos posibles dentro de la ley para que el paso dado por ETA se tradujera en el abandono definitivo del terror. Sin duda ésta será la línea seguida por el PP en sus comentarios, exhibiendo el acierto de las propias razones para rechazar cualquier tipo de negociación, ya que con los terroristas sólo cabe el aplastamiento por medio de la actuación policial respaldada por la ley. Era tanto como olvidar que ETA nada tenía que ver con el terrorismo grupuscular de las Brigadas Rojas o de la Baader Meinhof. Había que encauzar, no sólo a los terroristas, sino también a un 15% ó 20% de la sociedad vasca, hacia la democracia, y para ello era preciso abrirse con concesiones hasta el borde de la ley.Siempre, claro, que se diese una presunción razonable de que ETA estaba dispuesta a efectuar su conversión sin alcanzar los objetivos previamente fijados desde la llamada Alternativa Democrática. Es en este tema donde las señales de peligro se pusieron muy pronto en rojo, ya que una y otra vez los voceros de la banda, así como su brazo político, insistieron en reclamar la autodeterminación, la territorialidad y la conquista de Navarra. En la cuestión de los presos, nada tenía que extrañar la discreción, pues se trataba de un tema subordinado en el cual las soluciones debían venir de la negociación Gobierno-ETA aún por iniciarse. Lo que resultaba difícilmente admisible era la ausencia del lado del Gobierno, no ya de explicaciones sobre la marcha de los contactos, sino del cuadro general de vías previstas desde La Moncloa para llegar al doble acuerdo, sobre la relación bilateral Gobierno-ETA y sobre la mesa de partidos. ETA y los suyos hablaban, eran la única parte visible del conflicto. Ocupaban en exclusiva el centro del escenario, con lo que esto supone en una democracia moderna. Del Gobierno podían apreciarse gestos de benevolencia, como el de Zapatero al afirmar que De Juana estaba «de acuerdo con el proceso» o las iniciativas del fiscal general, pero de ideas claras, ninguna. Se repetía en este sentido lo que había pasado en el curso de la negociación del Estatut. Había que confiar en la reconocida capacidad de maniobra de Zapatero para prolongar el optimismo.En efecto, si ETA-Batasuna mantenía el jaque al rey, en cuanto a sus reivindicaciones, y el Gobierno no iba a ofrecer una modificación sustancial del marco definido por la Constitución, ¿cómo podía esperarse nada positivo de un 'alto el fuego' convertido en fase de preparación de una nueva etapa de lucha? Así las cosas, las declaraciones del día 29 de Zapatero con el lenguaje del Día de San Valentín, 'hoy más que ayer y menos que mañana', no representan como alguien ha dicho la expresión de un 'ridículo', sino de una política de información que, o bien pone de manifiesto una total ignorancia de cuanto está sucediendo en la relación con ETA, o, lo más probable, contempla su papel como un espejo destinado de repercutir imágenes falsas. Un espejo ahora roto.Y ahora, ¿qué hacer? Hay dos posibilidades. Una, que ETA explique el atentado como respuesta inevitable y no deseada, pues las fieras como se sabe quieren la paz, por la negativa del Gobierno a cumplir los compromisos que les llevaron a declarar el 'alto el fuego'. Ante ello, por parte del Ejecutivo, habrá protestas de haber sido vilmente engañado, acusaciones contra el PP que sembró el malestar, etcétera, pero sin otro remedio que volver a la vía policial. Otra posibilidad es que con todo cinismo ETA presente la bomba como una advertencia del deterioro a que se ha llegado. El Gobierno se contentaría entonces con una declaración grandilocuente, volvería la acción policial, pero las puertas seguirían abiertas. Y el futuro, cerrado.Es también la ocasión para revisar de una vez por todas la forma de hacer política, y de presentar esa política, por parte de Zapatero. Ante problemas graves, el principio de que 'gracias a mí todo va mejor en el mejor de los mundos' sólo sirve para agravarlos. ZP debió anunciar que 'la paz' no iba a ser aceptada por ETA si él mantenía la legalidad constitucional en la negociación, con las consecuencias previsibles, poniendo en guardia a la opinión pública. Cuando las cosas son tan claras, las maniobras no sirven. Lo mismo sucedió con el Estatut, cuyos efectos disgregadores, Galicia incluida, apenas han empezado a sentirse. Y en otro terreno, otro tanto ocurre con el planteamiento de la famosa Alianza de Civilizaciones, rico en imágenes para la galería y de encefalograma plano en cuanto al análisis. Si el problema es el Islam ofendido por las caricaturas y no ante todo el terrorismo del 11-S o el 11-M, parecería que Zapatero acierta, pero ni eso, ya que la insistencia en que reina la islamofobia en Occidente y que el Islam se encuentra 'humillado', sin que exista 'terrorismo islámico', alienta un giro de nuestra comunidad musulmana -pensemos en Córdoba-, no hacia la búsqueda de una creciente integración en la España democrática, sino a la propia afirmación en nombre de 'dar al-islam' frente a su estatus actual. En una palabra, las buenas intenciones no bastan, y nadie duda de las albergadas por Zapatero y su Gobierno en relación al Terror, vasco o de Al-Qaida: de análisis erróneos y de informaciones desviadas sólo cabe esperar una política que a medio plazo nada resuelva y siembre el desaliento entre los demócratas. Ojalá me equivoque.
Joseba Arregui, Explosion controlada
domingo 31 de diciembre de 2006
Explosión controlada
JOSEBA ARREGI
Con el cuidado necesario por escribir con las noticias aún frescas, por el significado de lo sucedido y por la urgencia temporal, se podría utilizar la metáfora de la explosión controlada para describir el paso dado por ETA, en el supuesto casi seguro de que ha sido ella la autora del atentado de Barajas, al colocar un coche bomba en uno de los aparcamiento de la Terminal 4: si la Policía Nacional ha podido proceder a una explosión controlada de la carga mortal es porque ETA ha iniciado, no se sabe con exactitud cuándo, una explosión controlada de la tregua permanente que tantas esperanzas nos hizo concebir.La experiencia nos enseña que ETA posee una capacidad casi infinita de burlarse de los ciudadanos y del Estado, pues no otra cosa es despertar esperanzas para después frustrarlas. La experiencia nos enseña que ETA posee una capacidad casi infinita de desmentir de la manera más cruel el optimismo del político de turno, en este caso del presidente del Gobierno, pues no otra cosa es esperar a que éste proclame su convicción de que el año próximo estaremos mejor que en estos momentos -en los que él hablaba- y que ahora estamos mejor que hace cinco años, para avisar de la colocación de un coche bomba en un lugar público con capacidad de hacer mucho daño.Parece que ETA, o alguien en ETA piensa: '¿Quién es ése, el presidente de Gobierno, para decidir sobre lo que nosotros, los auténticos soberanos, podemos y vamos a hacer?'. ETA tiene que demostrar siempre que la iniciativa le corresponde, que son los dueños de los tiempos, que nadie les marca la agenda, de la misma forma que nadie les marca el lenguaje. Ellos son los actores por excelencia. Su propia existencia se reduce a poder sentirse actores principales en todo momento. Es cierto que no pocos pensábamos que, en el caso de que ETA decidiera romper la tregua, lo haría anunciándolo previamente con toda claridad. Pero es que quizá no hemos sabido, o no hemos querido ver, las señales que iban anunciando el fin de la tregua, no hemos sabido, o no hemos querido, escuchar las voces que iban diciendo de forma cada vez más clara que el tiempo de prórroga se había acabado. Hemos hecho lo contrario: minimizar el significado de todas las señales que apuntaban en esa dirección. Y esa minimización es el peor error que se puede cometer ante alguien cuya estrategia puede reducirse, como afirma Kepa Aulestia, a seguir existiendo.Es probable que algún portavoz más o menos autorizado de ETA salga al público para decir que ETA-Batasuna sigue apostando por la solución del conflicto, por la superación de todas las dificultades, por la paz, por la democracia y por devolver la palabra al pueblo. Que su apuesta no ha cambiado. Que es el Estado el que es incapaz de dar los pasos precisos para traer la paz a Euskadi.Es la ventaja de jugar siempre en todos los campos y con todas las lógicas: dentro del sistema, y fuera de él, con la lógica de los ciudadanos, con sus esperanzas y deseos, y con la lógica de la supervivencia como organización terrorista. Son los únicos que tienen libertad para todo: para hablar diariamente ante la prensa, para hacer política como si no estuvieran fuera de la ley, y para amenazar con el uso de la violencia y el terror para condicionar la voluntad de los demócratas. Creíamos que podían haber cambiado. Se nos había hecho creer que habían cambiado. Pero hemos minusvalorado las dificultades que una organización terrorista tiene intrínsecamente para saltar sobre su propia sombra: sólo si se les concede la victoria, o una victoria parcial, intentarán de verdad el salto. Cuando ETA-Batasuna ha visto que esa victoria parcial es imposible, ha comenzado a apretar la soga sobre el cuello de la democracia.Si la ruptura de la tregua es definitiva -y con ETA siempre es necesario colocar condicionales a las afirmaciones- todos debiéramos extraer algunas lecciones. Para no volver a cometer las mismas equivocaciones. Una primera lección es que los acontecimientos llamados internacionales quizá no tengan tanto efecto en la lógica de ETA como se les ha atribuido: ETA sabe que puede seguir actuando como si el terrorismo internacional no existiera. No le afecta tanto como se ha creído. Una segunda lección radica en que el argumento de la profecía que provoca su propio cumplimiento, mantener la esperanza de que ETA no puede volver a atentar y a matar porque esa esperanza es el mayor freno para que pueda volver a actuar, no funciona: ETA puede reírse a carcajadas de esos juegos florales a los que nos entregamos los periodistas y los comentaristas de los medios.Una tercera lección estriba en que debemos tener mucho más cuidado con los juegos de lenguaje: a ETA no le sirven las ambigüedades. Sólo le sirve, llegado el momento decisivo, el lenguaje claro que proclama su victoria, la consecución de sus metas, al menos parcialmente. Y tampoco le sirve que los demás adoptemos su lenguaje, mientras esa adopción sea sólo oral: podemos hablar de mesas, de conflicto, de proceso de paz, de ampliación de consenso, pero todo ello no sirve de nada si ese lenguaje no va acompañado del lenguaje institucional que es el que a ETA de verdad le importa: el cambio de marco jurídico-institucional, para Euskadi y para España.Pero la lección fundamental que se debe extraer de lo que viene sucediendo es que nunca se puede iniciar un proceso parecido, nunca se puede intentar poner fin de forma dialogada a ETA sin el consenso básico de los grandes partidos que pueden asumir el gobierno del Estado, consenso necesario para que la actuación de todos los poderes públicos, e incluso de los medios de comunicación y de las asociaciones de la sociedad civil, camine, con sus discrepancias, pero en la misma dirección. Es el mayor error que hemos cometido esta vez.Y para que ello no vuelva a suceder en el futuro, se debe comenzar desde este mismo momento: la responsabilidad de la ruptura de la tregua, si la hay, es exclusivamente de ETA. No lo es ni del Gobierno ni de la oposición. A unos se les podrá criticar el exceso de optimismo, y a otros su pesimismo radical. Pero de los actos de ETA sólo es responsable ETA. Sería de desear que los unos no se refugiaran en la buena voluntad, en la corrección de la intención y en el deseo de paz, y que los otros renunciaran a afirmar que ellos ya lo habían predicho y previsto.A todos, ETA les dice lo mismo: yo soy el actor principal, nadie me condiciona. Por eso lo que cabe es seguir luchando con todos los medios al alcance del Estado de derecho contra el terror organizado que se llama ETA. Y esa lucha incluye la exclusión de Batasuna del espacio público mientras no condene la violencia, o mientras ETA siga existiendo.Se trata simplemente de recordar lo que hemos ido aprendiendo de la larga y dolorosa lucha contra ETA.
Explosión controlada
JOSEBA ARREGI
Con el cuidado necesario por escribir con las noticias aún frescas, por el significado de lo sucedido y por la urgencia temporal, se podría utilizar la metáfora de la explosión controlada para describir el paso dado por ETA, en el supuesto casi seguro de que ha sido ella la autora del atentado de Barajas, al colocar un coche bomba en uno de los aparcamiento de la Terminal 4: si la Policía Nacional ha podido proceder a una explosión controlada de la carga mortal es porque ETA ha iniciado, no se sabe con exactitud cuándo, una explosión controlada de la tregua permanente que tantas esperanzas nos hizo concebir.La experiencia nos enseña que ETA posee una capacidad casi infinita de burlarse de los ciudadanos y del Estado, pues no otra cosa es despertar esperanzas para después frustrarlas. La experiencia nos enseña que ETA posee una capacidad casi infinita de desmentir de la manera más cruel el optimismo del político de turno, en este caso del presidente del Gobierno, pues no otra cosa es esperar a que éste proclame su convicción de que el año próximo estaremos mejor que en estos momentos -en los que él hablaba- y que ahora estamos mejor que hace cinco años, para avisar de la colocación de un coche bomba en un lugar público con capacidad de hacer mucho daño.Parece que ETA, o alguien en ETA piensa: '¿Quién es ése, el presidente de Gobierno, para decidir sobre lo que nosotros, los auténticos soberanos, podemos y vamos a hacer?'. ETA tiene que demostrar siempre que la iniciativa le corresponde, que son los dueños de los tiempos, que nadie les marca la agenda, de la misma forma que nadie les marca el lenguaje. Ellos son los actores por excelencia. Su propia existencia se reduce a poder sentirse actores principales en todo momento. Es cierto que no pocos pensábamos que, en el caso de que ETA decidiera romper la tregua, lo haría anunciándolo previamente con toda claridad. Pero es que quizá no hemos sabido, o no hemos querido ver, las señales que iban anunciando el fin de la tregua, no hemos sabido, o no hemos querido, escuchar las voces que iban diciendo de forma cada vez más clara que el tiempo de prórroga se había acabado. Hemos hecho lo contrario: minimizar el significado de todas las señales que apuntaban en esa dirección. Y esa minimización es el peor error que se puede cometer ante alguien cuya estrategia puede reducirse, como afirma Kepa Aulestia, a seguir existiendo.Es probable que algún portavoz más o menos autorizado de ETA salga al público para decir que ETA-Batasuna sigue apostando por la solución del conflicto, por la superación de todas las dificultades, por la paz, por la democracia y por devolver la palabra al pueblo. Que su apuesta no ha cambiado. Que es el Estado el que es incapaz de dar los pasos precisos para traer la paz a Euskadi.Es la ventaja de jugar siempre en todos los campos y con todas las lógicas: dentro del sistema, y fuera de él, con la lógica de los ciudadanos, con sus esperanzas y deseos, y con la lógica de la supervivencia como organización terrorista. Son los únicos que tienen libertad para todo: para hablar diariamente ante la prensa, para hacer política como si no estuvieran fuera de la ley, y para amenazar con el uso de la violencia y el terror para condicionar la voluntad de los demócratas. Creíamos que podían haber cambiado. Se nos había hecho creer que habían cambiado. Pero hemos minusvalorado las dificultades que una organización terrorista tiene intrínsecamente para saltar sobre su propia sombra: sólo si se les concede la victoria, o una victoria parcial, intentarán de verdad el salto. Cuando ETA-Batasuna ha visto que esa victoria parcial es imposible, ha comenzado a apretar la soga sobre el cuello de la democracia.Si la ruptura de la tregua es definitiva -y con ETA siempre es necesario colocar condicionales a las afirmaciones- todos debiéramos extraer algunas lecciones. Para no volver a cometer las mismas equivocaciones. Una primera lección es que los acontecimientos llamados internacionales quizá no tengan tanto efecto en la lógica de ETA como se les ha atribuido: ETA sabe que puede seguir actuando como si el terrorismo internacional no existiera. No le afecta tanto como se ha creído. Una segunda lección radica en que el argumento de la profecía que provoca su propio cumplimiento, mantener la esperanza de que ETA no puede volver a atentar y a matar porque esa esperanza es el mayor freno para que pueda volver a actuar, no funciona: ETA puede reírse a carcajadas de esos juegos florales a los que nos entregamos los periodistas y los comentaristas de los medios.Una tercera lección estriba en que debemos tener mucho más cuidado con los juegos de lenguaje: a ETA no le sirven las ambigüedades. Sólo le sirve, llegado el momento decisivo, el lenguaje claro que proclama su victoria, la consecución de sus metas, al menos parcialmente. Y tampoco le sirve que los demás adoptemos su lenguaje, mientras esa adopción sea sólo oral: podemos hablar de mesas, de conflicto, de proceso de paz, de ampliación de consenso, pero todo ello no sirve de nada si ese lenguaje no va acompañado del lenguaje institucional que es el que a ETA de verdad le importa: el cambio de marco jurídico-institucional, para Euskadi y para España.Pero la lección fundamental que se debe extraer de lo que viene sucediendo es que nunca se puede iniciar un proceso parecido, nunca se puede intentar poner fin de forma dialogada a ETA sin el consenso básico de los grandes partidos que pueden asumir el gobierno del Estado, consenso necesario para que la actuación de todos los poderes públicos, e incluso de los medios de comunicación y de las asociaciones de la sociedad civil, camine, con sus discrepancias, pero en la misma dirección. Es el mayor error que hemos cometido esta vez.Y para que ello no vuelva a suceder en el futuro, se debe comenzar desde este mismo momento: la responsabilidad de la ruptura de la tregua, si la hay, es exclusivamente de ETA. No lo es ni del Gobierno ni de la oposición. A unos se les podrá criticar el exceso de optimismo, y a otros su pesimismo radical. Pero de los actos de ETA sólo es responsable ETA. Sería de desear que los unos no se refugiaran en la buena voluntad, en la corrección de la intención y en el deseo de paz, y que los otros renunciaran a afirmar que ellos ya lo habían predicho y previsto.A todos, ETA les dice lo mismo: yo soy el actor principal, nadie me condiciona. Por eso lo que cabe es seguir luchando con todos los medios al alcance del Estado de derecho contra el terror organizado que se llama ETA. Y esa lucha incluye la exclusión de Batasuna del espacio público mientras no condene la violencia, o mientras ETA siga existiendo.Se trata simplemente de recordar lo que hemos ido aprendiendo de la larga y dolorosa lucha contra ETA.
Felix Arbolí, Sadama Husein, los juicios torcidos y la ETA
domingo 31 de diciembre de 2006
SADAM HUSEIN, LOS JUICIOS TORCIDOS Y LA ETA
Félix Arbolí
E STE será mi último artículo del año 2006. No digo publicado porque espero continuar el contacto con ustedes en el Nuevo Año que ahora comienza. El tiempo es como una gigantesca noria de feria donde nos subimos esperando gozar unos momentos de ilusiones y juegos, de dichas y alegrías, de elevaciones y descensos, aunque a veces la realidad de nuestra aventura nos conduzca a un laberinto de sustos y sobresaltos imprevistos y de sensaciones que no nos resultan excesivamente agradables. Sobre todo a mi que no soy partidario de giros, subidas y caídas en picado. Con el calendario ocurre igual, los años se suceden ininterrumpidamente, para los que tenemos la suerte de poder vivirlos y contarlos, sin saber adonde nos llevará la aventura que comienza cada primero de enero y finaliza por San Silvestre. Todos son pronósticos y deseos de una etapa mejor que la pasada, con algo nuevo pero enormemente positivo, que nos haga un discurrir del día a día en mejores condiciones. Algo impensable, teniendo en cuenta como nuestros políticos y los del mundo “mundial” (como ahora acostumbran a decir, no sé por qué), tienen programadas sus actuaciones gubernativas y ejecutivas. La primera noticia que me ha sorprendido es la muerte en la horca de Sadam Husein, el anterior gobernante de Irak. Yo, paso de los términos de sátrapa, despótico dictador y mal gobernante, como solían clasificarlo muchos de los que tenían más que sobrados motivos de haber mantenido la boca cerrada y el insulto oculto en sus molleras (no las puedo llamar cabezas). Para mi estos Tribunales de Justicia me inspiran poca fe. Siempre están manejados por el mismo país que a lo largo de su corta historia intenta poner orden en la casa del vecino, donde nadie requiere su ayuda e intervención y no consiente que nadie se meta en sus propios asuntos y cuestiones. Son intocables. América, para los americanos y se quedaron tan lindamente con Cuba, Puerto Rico y como propina las Filipinas. No les asistía la razón, ni nadie les había invitado a sentarse en esa mesa, pero ellos imponían la “ley” de su fuerza enormemente superior, entonces, luego y ahora. Eso sí, que el país en cuestión tenga diamantes, petróleo o alguna de esas “bagatelas” que amorticen los gastos bélicos, incluidos los muertos de su machacada juventud, que para ellos parecen ser simples daños colaterales. Que Sadam era un tirano, ni lo sé, ni me importa. No quiero decir con ello que me sienta insensible ante el sufrimiento de un pueblo a causa de su mal gobierno. Pero la realidad es que el país que estos “masca chicles” han dejado tras la caída de Sadam es infinitamente peor, más sangriento, devastador y enfrentado que cuando estaba el llamado “sátrapa”. No ha sido ni siquiera desnudar a un santo para vestir a otro, sino dejar al santo y a toda su parentela en pelota picada y encima matándose mutuamente. ¿Así arreglan el mundo y sus problemas estos vigilantes del Planeta?. Me parece más intolerable aún y nada generosos, si se puede emplear este término para hablar de una ejecución, que no accedieran a su petición de que como soldado, merecía morir fusilado y no en la horca como un vulgar cuatrero. ¡Hasta este extremo llega la vesania de ese noble y justo Tribunal!. Esta muerte, esta condena a todas luces impopular, porque la vida es un don sagrado que nadie debe interrumpir a un semejante, ya que hay otros métodos más civilizados y coercitivos, como la cadena perpetua, ocasionará una tremenda conmoción en el ya de por sí revuelto mundo islámico, de imprevisibles consecuencias. Y serán inocentes y de otros países o del mismo del ejecutado, los que sufrirán la ira y el fanatismo de esta bomba explosiva con inequívocos caracteres árabes. Porque ellos continuarán aislados en su maravillosa torre de marfil, donde es muy difícil acercarse y escalar sus numerosos obstáculos. Sólo han sufrido un atentado, imperdonable e inolvidable, donde murieron los que no tenían la menor culpa, mientras el mundo en sus cinco continentes experimenta de continuo, de forma alarmante, los más atroces y continuos atentados, sangrientas revueltas y hombrunas espantosas, día a día, año tras año. Nada de lo que ocurre en el África subsahariana y otros rincones en los que la Naturaleza no les ha sido pródiga, les merece la menor atención. Allí no hay petróleo, solo hambre, desolación y virus desconocidos y mortales Para ellos sólo son sátrapas y reos de muerte, los que se enfrentan a su omnímodo poder. En Alemania juzgaron en Nuremberg, junto a Rusia, Francia e Inglaterra, su antigua madre patria y actual apéndice y condenaron a morir en la horca, incluso a los que se habían adelantado y hallaron la muerte antes, a los jerarcas del país vencido, acusándolos de atrocidades, no muy diferentes, por supuesto, a las que sus propios gobiernos habían cometido también. Aparte de la salvajada del holocausto judío, en el que no habían intervenido todos los juzgados. El presidente que ordenó lanzar dos bombas atómicas con efectos de auténtica y apocalíptica masacre sobre dos ciudades habitadas por civiles, ocasionando cerca del medio millón de víctimas civiles en fracciones de segundo y un número muy superior posteriormente de afectados graves e incurables, debido a las horribles secuelas producidas, aún vigentes, ese no era un criminal de guerra, sino un salvador del mundo, aunque tenía mucho más delito y razones para ser juzgado internacionalmente, condenado y ahorcado que todos los jerarcas alemanes y el actual Sadam. También el “padrecito Stalin”, con sus horrendos, numerosos y continuos crímenes contra su propio pueblo y contra la desarmada e indefensa población civil, mujeres y niños en su mayoría, en su entrada a Berlín, sin olvidar sus famosas ejecuciones de oficiales polacos (unos veintidós mil), en la llamada “masacre de Katyn´”, era otro héroe de la Humanidad y no un asesino con premeditación, sadismo y alevosía, digno asimismo de una soga al cuello. Los judíos, antes víctimas, luego verdugos de su vecinos y ahora controladores de todos los conflictos de la zona, bajo la protección siempre incondicional del Tío Sam, con casas y familias derruidas y muertas bajo su potente artillería, por la sospecha de que tras sus muros se halle un terrorista, tampoco son reos de juicio y condena. Según esa teoría, pocas casas iban a quedar libre de misiles y bombas a lo largo y ancho del mundo donde los seguidores de Mahoma se están estableciendo y cuyas intenciones desconocemos. Un mundo, el árabe, que tiene también muchos dictadores y verdugos entre sus reyes y caudillos que utilizan el Coram para su personal protección y justificación de su despótico poder. ¿Hay que ahorcarlos también a todos?. No, que muchos son amigos del todopoderoso Sam (no quiero anteponer parentesco alguno con este señor) y por lo tanto gozan patente de corso para continuar utilizando a sus pueblos como si de una silla o cualquier otro elemento de su casa se tratara. No quiero hacer un panegírico de este pobre ser que ya no es. Ni lo conocí, ni me afectaron sus posibles crueldades, aunque me duela el sufrimiento del prójimo, ni me importan sus delirios de grandeza, sus errores como estadista o sus quebrantamientos de la religión con cuyo libro sagrado entró en la otra vida. Que Dios, Alá o el Ser que preside todos nuestros actos y los juzga, sea piadoso con él y le de el descanso eterno que se merecen todos los que abandonan este revolucionado mundo. No es hora de juzgarlo, sino de compadecerlo. La Historia, a su tiempo, le pondrá en el lugar preciso y justo. Pero sigo obstinado en que mientras a Truman y sus bombas no le haga la Historia el juicio que se merece, con veredicto post mortem incluido, no estimaré justo y apropiado que ese país que ocasionó tal hecatombe, la más feroz de nuestra Historia, si no damos por válido el diluvio universal, se erija en juez, árbitro, verdugo y ejecutor de otros gobernantes que, comparados con su “hazaña”, son hermanitas de la caridad. Antes de juzgar, júzgate a ti mismo y luego reacciona como tu conciencia te de a entender. Se que para los kurdos y chiies es una ocasión de alegría y juerga desmedida, porque han eliminado a su opresor y mayor enemigo, pero no creo que la situación actual que atraviesan, los atentados que sufren, las bombas que les estallan hasta en el interior de sus mezquitas y el estado de continuo peligro en que vive toda la población iraquí actual, sea la panacea que ellos necesitaban y deseaban. A veces, viendo estas situaciones se da uno cuenta que es peor en muchos casos el remedio que la misma enfermedad. Al menos, antes morían y había injusticias, pero las calles estaban tranquilas y las casas seguras y habitadas por familias que no vivían con el sobresalto y el miedo perenne al que se enfrentan desde que quitaron de la circulación al dictador. ¿A quién le toca ahora el “sambenito”?. ¿Dónde van a seguir gastando sus excesos de armamentos los señores de la guerra y su justicia?. ¿A que nuevo “peligro” se enfrentarán?. Como éramos pocos, parió hasta la burra. (Sin alusiones). Ya encontraran nuevos conejillos de indias donde experimentar sus inventos bélicos, sin que peligre un solo acre de su desmesurado territorio. En el terreno nacional, ETA vuelve a por sus sustos y juegos malabares, a pesar de tantas reuniones, concesiones y claudicaciones. Era de esperar. Encima tiene la mala idea de hacer explosionar el artefacto o explosivo media hora antes de la anunciada, para que el lugar estuviera lleno de policías, bomberos, sanitarios y curiosos. ¡Hay que tener mala ralea para provocar un acto así, en una fecha en la que todos andamos embarcados imaginativamente en esa nave que nos haga arribar a un mundo mejor y un futuro más prometedor tras estas fechas que ellos pretendían marcar de rojo en el calendario de sus nefastas actividades!. ¡Menos mal que éste sólo ha quedado en un “ accidente”, que no se puede calificar de mortal! ¿Hasta cuándo este rosario de sufrimientos, orfandades, viudas y pérdidas de vidas humanas, ajenas totalmente al trapicheo y los tejemanejes de la política y sus hacedores?. ¿Por qué quieren hacernos culpables, si nosotros solo aspiramos a vivir en paz, a que nos dejen tranquilos para poder mantener el equilibrio mensual de nuestros salarios y a confiar en San Judas Tadeo, Santa Gema o cualquier otro asunto que resuelva dificultades, para ver si alguna vez llega el ansiado milagro de ver nuestros problemas resueltos? Pero los que verdaderamente nos interesan, aquellos que nos causan noches de insomnios y consumo de aspirinas. Los que nuestros gobernantes y su dormida y despistada oposición no son capaces o no quieren resolver, porque en ellos no ven intereses personales. Empecemos el nuevo año sin muertos, ni adversidades, que es como ha terminado el cabalístico 2006 y pongamos todo nuestro esfuerzo y voluntad en lograr esa patria solidaria, donde todos nos sintamos a gusto.
SADAM HUSEIN, LOS JUICIOS TORCIDOS Y LA ETA
Félix Arbolí
E STE será mi último artículo del año 2006. No digo publicado porque espero continuar el contacto con ustedes en el Nuevo Año que ahora comienza. El tiempo es como una gigantesca noria de feria donde nos subimos esperando gozar unos momentos de ilusiones y juegos, de dichas y alegrías, de elevaciones y descensos, aunque a veces la realidad de nuestra aventura nos conduzca a un laberinto de sustos y sobresaltos imprevistos y de sensaciones que no nos resultan excesivamente agradables. Sobre todo a mi que no soy partidario de giros, subidas y caídas en picado. Con el calendario ocurre igual, los años se suceden ininterrumpidamente, para los que tenemos la suerte de poder vivirlos y contarlos, sin saber adonde nos llevará la aventura que comienza cada primero de enero y finaliza por San Silvestre. Todos son pronósticos y deseos de una etapa mejor que la pasada, con algo nuevo pero enormemente positivo, que nos haga un discurrir del día a día en mejores condiciones. Algo impensable, teniendo en cuenta como nuestros políticos y los del mundo “mundial” (como ahora acostumbran a decir, no sé por qué), tienen programadas sus actuaciones gubernativas y ejecutivas. La primera noticia que me ha sorprendido es la muerte en la horca de Sadam Husein, el anterior gobernante de Irak. Yo, paso de los términos de sátrapa, despótico dictador y mal gobernante, como solían clasificarlo muchos de los que tenían más que sobrados motivos de haber mantenido la boca cerrada y el insulto oculto en sus molleras (no las puedo llamar cabezas). Para mi estos Tribunales de Justicia me inspiran poca fe. Siempre están manejados por el mismo país que a lo largo de su corta historia intenta poner orden en la casa del vecino, donde nadie requiere su ayuda e intervención y no consiente que nadie se meta en sus propios asuntos y cuestiones. Son intocables. América, para los americanos y se quedaron tan lindamente con Cuba, Puerto Rico y como propina las Filipinas. No les asistía la razón, ni nadie les había invitado a sentarse en esa mesa, pero ellos imponían la “ley” de su fuerza enormemente superior, entonces, luego y ahora. Eso sí, que el país en cuestión tenga diamantes, petróleo o alguna de esas “bagatelas” que amorticen los gastos bélicos, incluidos los muertos de su machacada juventud, que para ellos parecen ser simples daños colaterales. Que Sadam era un tirano, ni lo sé, ni me importa. No quiero decir con ello que me sienta insensible ante el sufrimiento de un pueblo a causa de su mal gobierno. Pero la realidad es que el país que estos “masca chicles” han dejado tras la caída de Sadam es infinitamente peor, más sangriento, devastador y enfrentado que cuando estaba el llamado “sátrapa”. No ha sido ni siquiera desnudar a un santo para vestir a otro, sino dejar al santo y a toda su parentela en pelota picada y encima matándose mutuamente. ¿Así arreglan el mundo y sus problemas estos vigilantes del Planeta?. Me parece más intolerable aún y nada generosos, si se puede emplear este término para hablar de una ejecución, que no accedieran a su petición de que como soldado, merecía morir fusilado y no en la horca como un vulgar cuatrero. ¡Hasta este extremo llega la vesania de ese noble y justo Tribunal!. Esta muerte, esta condena a todas luces impopular, porque la vida es un don sagrado que nadie debe interrumpir a un semejante, ya que hay otros métodos más civilizados y coercitivos, como la cadena perpetua, ocasionará una tremenda conmoción en el ya de por sí revuelto mundo islámico, de imprevisibles consecuencias. Y serán inocentes y de otros países o del mismo del ejecutado, los que sufrirán la ira y el fanatismo de esta bomba explosiva con inequívocos caracteres árabes. Porque ellos continuarán aislados en su maravillosa torre de marfil, donde es muy difícil acercarse y escalar sus numerosos obstáculos. Sólo han sufrido un atentado, imperdonable e inolvidable, donde murieron los que no tenían la menor culpa, mientras el mundo en sus cinco continentes experimenta de continuo, de forma alarmante, los más atroces y continuos atentados, sangrientas revueltas y hombrunas espantosas, día a día, año tras año. Nada de lo que ocurre en el África subsahariana y otros rincones en los que la Naturaleza no les ha sido pródiga, les merece la menor atención. Allí no hay petróleo, solo hambre, desolación y virus desconocidos y mortales Para ellos sólo son sátrapas y reos de muerte, los que se enfrentan a su omnímodo poder. En Alemania juzgaron en Nuremberg, junto a Rusia, Francia e Inglaterra, su antigua madre patria y actual apéndice y condenaron a morir en la horca, incluso a los que se habían adelantado y hallaron la muerte antes, a los jerarcas del país vencido, acusándolos de atrocidades, no muy diferentes, por supuesto, a las que sus propios gobiernos habían cometido también. Aparte de la salvajada del holocausto judío, en el que no habían intervenido todos los juzgados. El presidente que ordenó lanzar dos bombas atómicas con efectos de auténtica y apocalíptica masacre sobre dos ciudades habitadas por civiles, ocasionando cerca del medio millón de víctimas civiles en fracciones de segundo y un número muy superior posteriormente de afectados graves e incurables, debido a las horribles secuelas producidas, aún vigentes, ese no era un criminal de guerra, sino un salvador del mundo, aunque tenía mucho más delito y razones para ser juzgado internacionalmente, condenado y ahorcado que todos los jerarcas alemanes y el actual Sadam. También el “padrecito Stalin”, con sus horrendos, numerosos y continuos crímenes contra su propio pueblo y contra la desarmada e indefensa población civil, mujeres y niños en su mayoría, en su entrada a Berlín, sin olvidar sus famosas ejecuciones de oficiales polacos (unos veintidós mil), en la llamada “masacre de Katyn´”, era otro héroe de la Humanidad y no un asesino con premeditación, sadismo y alevosía, digno asimismo de una soga al cuello. Los judíos, antes víctimas, luego verdugos de su vecinos y ahora controladores de todos los conflictos de la zona, bajo la protección siempre incondicional del Tío Sam, con casas y familias derruidas y muertas bajo su potente artillería, por la sospecha de que tras sus muros se halle un terrorista, tampoco son reos de juicio y condena. Según esa teoría, pocas casas iban a quedar libre de misiles y bombas a lo largo y ancho del mundo donde los seguidores de Mahoma se están estableciendo y cuyas intenciones desconocemos. Un mundo, el árabe, que tiene también muchos dictadores y verdugos entre sus reyes y caudillos que utilizan el Coram para su personal protección y justificación de su despótico poder. ¿Hay que ahorcarlos también a todos?. No, que muchos son amigos del todopoderoso Sam (no quiero anteponer parentesco alguno con este señor) y por lo tanto gozan patente de corso para continuar utilizando a sus pueblos como si de una silla o cualquier otro elemento de su casa se tratara. No quiero hacer un panegírico de este pobre ser que ya no es. Ni lo conocí, ni me afectaron sus posibles crueldades, aunque me duela el sufrimiento del prójimo, ni me importan sus delirios de grandeza, sus errores como estadista o sus quebrantamientos de la religión con cuyo libro sagrado entró en la otra vida. Que Dios, Alá o el Ser que preside todos nuestros actos y los juzga, sea piadoso con él y le de el descanso eterno que se merecen todos los que abandonan este revolucionado mundo. No es hora de juzgarlo, sino de compadecerlo. La Historia, a su tiempo, le pondrá en el lugar preciso y justo. Pero sigo obstinado en que mientras a Truman y sus bombas no le haga la Historia el juicio que se merece, con veredicto post mortem incluido, no estimaré justo y apropiado que ese país que ocasionó tal hecatombe, la más feroz de nuestra Historia, si no damos por válido el diluvio universal, se erija en juez, árbitro, verdugo y ejecutor de otros gobernantes que, comparados con su “hazaña”, son hermanitas de la caridad. Antes de juzgar, júzgate a ti mismo y luego reacciona como tu conciencia te de a entender. Se que para los kurdos y chiies es una ocasión de alegría y juerga desmedida, porque han eliminado a su opresor y mayor enemigo, pero no creo que la situación actual que atraviesan, los atentados que sufren, las bombas que les estallan hasta en el interior de sus mezquitas y el estado de continuo peligro en que vive toda la población iraquí actual, sea la panacea que ellos necesitaban y deseaban. A veces, viendo estas situaciones se da uno cuenta que es peor en muchos casos el remedio que la misma enfermedad. Al menos, antes morían y había injusticias, pero las calles estaban tranquilas y las casas seguras y habitadas por familias que no vivían con el sobresalto y el miedo perenne al que se enfrentan desde que quitaron de la circulación al dictador. ¿A quién le toca ahora el “sambenito”?. ¿Dónde van a seguir gastando sus excesos de armamentos los señores de la guerra y su justicia?. ¿A que nuevo “peligro” se enfrentarán?. Como éramos pocos, parió hasta la burra. (Sin alusiones). Ya encontraran nuevos conejillos de indias donde experimentar sus inventos bélicos, sin que peligre un solo acre de su desmesurado territorio. En el terreno nacional, ETA vuelve a por sus sustos y juegos malabares, a pesar de tantas reuniones, concesiones y claudicaciones. Era de esperar. Encima tiene la mala idea de hacer explosionar el artefacto o explosivo media hora antes de la anunciada, para que el lugar estuviera lleno de policías, bomberos, sanitarios y curiosos. ¡Hay que tener mala ralea para provocar un acto así, en una fecha en la que todos andamos embarcados imaginativamente en esa nave que nos haga arribar a un mundo mejor y un futuro más prometedor tras estas fechas que ellos pretendían marcar de rojo en el calendario de sus nefastas actividades!. ¡Menos mal que éste sólo ha quedado en un “ accidente”, que no se puede calificar de mortal! ¿Hasta cuándo este rosario de sufrimientos, orfandades, viudas y pérdidas de vidas humanas, ajenas totalmente al trapicheo y los tejemanejes de la política y sus hacedores?. ¿Por qué quieren hacernos culpables, si nosotros solo aspiramos a vivir en paz, a que nos dejen tranquilos para poder mantener el equilibrio mensual de nuestros salarios y a confiar en San Judas Tadeo, Santa Gema o cualquier otro asunto que resuelva dificultades, para ver si alguna vez llega el ansiado milagro de ver nuestros problemas resueltos? Pero los que verdaderamente nos interesan, aquellos que nos causan noches de insomnios y consumo de aspirinas. Los que nuestros gobernantes y su dormida y despistada oposición no son capaces o no quieren resolver, porque en ellos no ven intereses personales. Empecemos el nuevo año sin muertos, ni adversidades, que es como ha terminado el cabalístico 2006 y pongamos todo nuestro esfuerzo y voluntad en lograr esa patria solidaria, donde todos nos sintamos a gusto.
ETA pone muertos sobre la mesa de ZpM
Quinto punto cardinal
ETA pone heridos sobre la mesa de Zapatero
Miguel Ángel Orellana
30 de diciembre de 2006. ETA ha manchado de sangre el optimismo de José Luis Rodríguez Zapatero. Tres heridos sobre la mesa del presidente del Gobierno compartiendo el protagonismo con los ecos de sus estupendas expectativas del "proceso". Los servicios de información de la lucha antiterrorista han venido advirtiendo el diagnóstico pesimista: La banda seguirá a lo suyo hasta lograr "la independencia de Euskal Herria".En otras palabras: un coche bomba en la T-4 para que nadie olvide, y menos el jefe del Ejecutivo, que nada puede hacerse sin ETA. Podrán ceder en tiempo pero no en el fondo de su reivindicación irrenunciable de la construcción de la gran patria vasca. Eso supone aceptar el gradualismo de los emisarios de Rodríguez Zapatero, tal vez, e incluso con todo lo pacíficas y democráticas que se quieran esas vías, pero no renuncian a ella en los plazos y modos que pudieran pactarse en una mesa de negociación.Los heridos de Barajas son un aviso al Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero para comunicarle que ETA sigue vigilando, que hay que contar con ella y que si los pasos del socialismo gobernante no van realmente por el camino de la secesión del País Vasco, la banda terrorista volverá a matar, o a intentar matar, como pueda y donde pueda. Y seguirá mientras desde fuera de su entorno, desde la propia presidencia del Gobierno, les acaricien los oídos con la cantinela: hay un conflicto pendiente, por la vía policial no se consigue nada, todo seguirá igual mientras no se reconozca a los vascos su derecho a decidir. Alarmante, pero lógico.¿Cómo es posible hacer política en un charco de sangre? Pregunta para el presidente del Gobierno que, como si estos hachazos fueran incidentes menores, quiere hacer política con ETA-Batasuna con toda normalidad. Debería echar el balón fuera y recapacitar hasta que en el País Vasco se pueda hacer política como en el resto de España. Sobran palabras y faltan hechos en la actitud de Rodríguez Zapatero que tiene los medios y la obligación de perseguir a la bestia y a quienes la alimentan. Es muy simple.Pero a Rodríguez Zapatero le cuesta aceptar que la realidad le está estropeando los titulares que jaleaban un proceso construido sobre bases ciertamente endebles (la falta de consenso democrático, el principal error). Su actitud recuerda la confusión que llegó a bloquear y obcecar al Gobierno de José María Aznar horas después del atentado del 11-M. La situación se ha puesto difícil y resulta inimaginable concebir la negociación con la actividad etarra a casi pleno rendimiento. El jefe del Ejecutivo debe reaccionar y recuperar aquel lema de Felipe González compartido por Aznar, aquel luminoso "que pierdan toda esperanza", y plasmado en el Pacto Antiterrorista.No son tiempos para la meditación.
ETA pone heridos sobre la mesa de Zapatero
Miguel Ángel Orellana
30 de diciembre de 2006. ETA ha manchado de sangre el optimismo de José Luis Rodríguez Zapatero. Tres heridos sobre la mesa del presidente del Gobierno compartiendo el protagonismo con los ecos de sus estupendas expectativas del "proceso". Los servicios de información de la lucha antiterrorista han venido advirtiendo el diagnóstico pesimista: La banda seguirá a lo suyo hasta lograr "la independencia de Euskal Herria".En otras palabras: un coche bomba en la T-4 para que nadie olvide, y menos el jefe del Ejecutivo, que nada puede hacerse sin ETA. Podrán ceder en tiempo pero no en el fondo de su reivindicación irrenunciable de la construcción de la gran patria vasca. Eso supone aceptar el gradualismo de los emisarios de Rodríguez Zapatero, tal vez, e incluso con todo lo pacíficas y democráticas que se quieran esas vías, pero no renuncian a ella en los plazos y modos que pudieran pactarse en una mesa de negociación.Los heridos de Barajas son un aviso al Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero para comunicarle que ETA sigue vigilando, que hay que contar con ella y que si los pasos del socialismo gobernante no van realmente por el camino de la secesión del País Vasco, la banda terrorista volverá a matar, o a intentar matar, como pueda y donde pueda. Y seguirá mientras desde fuera de su entorno, desde la propia presidencia del Gobierno, les acaricien los oídos con la cantinela: hay un conflicto pendiente, por la vía policial no se consigue nada, todo seguirá igual mientras no se reconozca a los vascos su derecho a decidir. Alarmante, pero lógico.¿Cómo es posible hacer política en un charco de sangre? Pregunta para el presidente del Gobierno que, como si estos hachazos fueran incidentes menores, quiere hacer política con ETA-Batasuna con toda normalidad. Debería echar el balón fuera y recapacitar hasta que en el País Vasco se pueda hacer política como en el resto de España. Sobran palabras y faltan hechos en la actitud de Rodríguez Zapatero que tiene los medios y la obligación de perseguir a la bestia y a quienes la alimentan. Es muy simple.Pero a Rodríguez Zapatero le cuesta aceptar que la realidad le está estropeando los titulares que jaleaban un proceso construido sobre bases ciertamente endebles (la falta de consenso democrático, el principal error). Su actitud recuerda la confusión que llegó a bloquear y obcecar al Gobierno de José María Aznar horas después del atentado del 11-M. La situación se ha puesto difícil y resulta inimaginable concebir la negociación con la actividad etarra a casi pleno rendimiento. El jefe del Ejecutivo debe reaccionar y recuperar aquel lema de Felipe González compartido por Aznar, aquel luminoso "que pierdan toda esperanza", y plasmado en el Pacto Antiterrorista.No son tiempos para la meditación.
El 30-D supone el principio del fin de ZpM
El 30-D supone el principio del fin de José Luis Rodríguez Zapatero
Alfonso Basallo
Un atentado en una estación contribuyó a que llegara al poder (11-M), un atentado en un aeropuerto (30-D) debería suponer su caída política. Todo acaba pasando factura.
31 de diciembre de 2006. Como un eslogan cursi (hoy te quiero más que ayer pero menos que mañana), Zapatero ha escrito involuntariamente su epitafio político. El atentado de Barajas ha dejado en evidencia su optimismo antropológico sólo un día después de que asegurara que estamos ahora mejor que hace un año y que aún estaremos más guay el que viene. "Hoy estamos peor que ayer" se ha visto obligado a admitir, pero no renuncia a su ingenuismo (o a su cara dura) al vaticinar que en el futuro estaremos mejor. El, desde luego que no. Tras el atentado de Barajas y su decisión de no romper el proceso (aunque suspenda el diálogo), Zapatero ha agotado en diez minutos el escaso crédito que le quedaba. Y lo ha agotado porque: - Ha cedido al chantaje terrorista. Y lo ha hecho con –probablemente- dos muertos en la mesa. La decencia, esa rara avis del zapaterismo, le exigía suspender no sólo el diálogo sino también el proceso. - Se ha puesto al mismo nivel que los correveidiles del crimen, al coincidir con el mismo mensaje de Arnaldo Otegi –otro que tampoco considera que el puente esté roto-. - Ha demostrado que no controlaba el proceso, y que los sagaces sabuesos de Interior carecían de información: es evidente que un atentado de esta magnitud estaba preparado mucho antes de que exhibiera su ingenuidad ("estamos mejor que hace un año"). - Ha tomado el pelo a los españoles con el mal llamado proceso de paz. Resulta sarcástico decir que con violencia no se va a ninguna parte, cuando los etarras no han hecho otra cosa durante estos nueves meses (desde ataques a autobuses hasta el intento de quemar vivo a un policía). - Se ha reído de las víctimas del terrorismo.- No ha garantizado la seguridad de los ciudadanos, el deber más elemental de un gobernante. Porque con el atentado de Barajas vuelve a planear sobre nuestras cabezas la espada de Damocles de las masacres y del miedo. - Ha proporcionado un inestimable balón de oxígeno a los etarras, con estos nueve meses de flirteo con el Mal. La banda si que está ahora mejor que hace un año y, si no se recupera el consenso con la oposición y la lucha antiterrorista, gozará de un estatus más privilegiado el año que viene. Para este viaje no hacían falta estas alforjas. Cuando ETA declaró el alto el fuego, dejó de apuntarnos… nada más. Es como el matón que levanta el dedo del gatillo pero no lo suelta. Eso sólo significaba una cosa: que condicionaba el uso de las armas a un precio político. Es evidente que si no mediara un precio político, la banda terrorista podía haber entregado los kalashnikov y las bombas. Si no lo hizo es porque esperaba a ver si el Gobierno cedía a sus exigencias. Ya se sabía, por tanto, que ETA no tenía interés en renunciar a la violencia mientras no consiguiera sus objetivos: la autodeterminación de Euzkadi y la llegada al poder, mediante una Batasuna legalizada. Pero el Gobierno ha jugado irresponsablemente con el ansia de paz de los españoles y ha coqueteado con una pandilla de delincuentes, provistos de coartada política. Por todas estas razones, Zapatero debería dimitir. La actuación de ETA-Batasuna y del presidente este fin de año tiene un coste político que el segundo debe pagar al haber defraudado la confianza de los ciudadanos. Si un atentado en una estación contribuyó a su llegada al poder (11-M), otro atentado en un aeropuerto (30-D), debería significar su caída. Aunque, paradójicamente, los autores del primero buscaban desalojar al PP y los del segundo no han pretendido, probablemente, derribar a Zapatero. Es hiperdudoso que el presidente coja la puerta. Aunque el numantinismo implica, a su vez, un durísimo desgaste que le va a perseguir durante el resto de la legislatura, con los lebreles del PP y la airada ciudadanía en los talones. Lo patético es que el atentado no ha modificado el encefalograma plano de su hoja de ruta. No ha cambiado ni su talante ni su inconsistencia. Lo único que se le borró el sábado, en la rueda de prensa de La Moncloa, fue la sonrisa.
Alfonso Basallo
Un atentado en una estación contribuyó a que llegara al poder (11-M), un atentado en un aeropuerto (30-D) debería suponer su caída política. Todo acaba pasando factura.
31 de diciembre de 2006. Como un eslogan cursi (hoy te quiero más que ayer pero menos que mañana), Zapatero ha escrito involuntariamente su epitafio político. El atentado de Barajas ha dejado en evidencia su optimismo antropológico sólo un día después de que asegurara que estamos ahora mejor que hace un año y que aún estaremos más guay el que viene. "Hoy estamos peor que ayer" se ha visto obligado a admitir, pero no renuncia a su ingenuismo (o a su cara dura) al vaticinar que en el futuro estaremos mejor. El, desde luego que no. Tras el atentado de Barajas y su decisión de no romper el proceso (aunque suspenda el diálogo), Zapatero ha agotado en diez minutos el escaso crédito que le quedaba. Y lo ha agotado porque: - Ha cedido al chantaje terrorista. Y lo ha hecho con –probablemente- dos muertos en la mesa. La decencia, esa rara avis del zapaterismo, le exigía suspender no sólo el diálogo sino también el proceso. - Se ha puesto al mismo nivel que los correveidiles del crimen, al coincidir con el mismo mensaje de Arnaldo Otegi –otro que tampoco considera que el puente esté roto-. - Ha demostrado que no controlaba el proceso, y que los sagaces sabuesos de Interior carecían de información: es evidente que un atentado de esta magnitud estaba preparado mucho antes de que exhibiera su ingenuidad ("estamos mejor que hace un año"). - Ha tomado el pelo a los españoles con el mal llamado proceso de paz. Resulta sarcástico decir que con violencia no se va a ninguna parte, cuando los etarras no han hecho otra cosa durante estos nueves meses (desde ataques a autobuses hasta el intento de quemar vivo a un policía). - Se ha reído de las víctimas del terrorismo.- No ha garantizado la seguridad de los ciudadanos, el deber más elemental de un gobernante. Porque con el atentado de Barajas vuelve a planear sobre nuestras cabezas la espada de Damocles de las masacres y del miedo. - Ha proporcionado un inestimable balón de oxígeno a los etarras, con estos nueve meses de flirteo con el Mal. La banda si que está ahora mejor que hace un año y, si no se recupera el consenso con la oposición y la lucha antiterrorista, gozará de un estatus más privilegiado el año que viene. Para este viaje no hacían falta estas alforjas. Cuando ETA declaró el alto el fuego, dejó de apuntarnos… nada más. Es como el matón que levanta el dedo del gatillo pero no lo suelta. Eso sólo significaba una cosa: que condicionaba el uso de las armas a un precio político. Es evidente que si no mediara un precio político, la banda terrorista podía haber entregado los kalashnikov y las bombas. Si no lo hizo es porque esperaba a ver si el Gobierno cedía a sus exigencias. Ya se sabía, por tanto, que ETA no tenía interés en renunciar a la violencia mientras no consiguiera sus objetivos: la autodeterminación de Euzkadi y la llegada al poder, mediante una Batasuna legalizada. Pero el Gobierno ha jugado irresponsablemente con el ansia de paz de los españoles y ha coqueteado con una pandilla de delincuentes, provistos de coartada política. Por todas estas razones, Zapatero debería dimitir. La actuación de ETA-Batasuna y del presidente este fin de año tiene un coste político que el segundo debe pagar al haber defraudado la confianza de los ciudadanos. Si un atentado en una estación contribuyó a su llegada al poder (11-M), otro atentado en un aeropuerto (30-D), debería significar su caída. Aunque, paradójicamente, los autores del primero buscaban desalojar al PP y los del segundo no han pretendido, probablemente, derribar a Zapatero. Es hiperdudoso que el presidente coja la puerta. Aunque el numantinismo implica, a su vez, un durísimo desgaste que le va a perseguir durante el resto de la legislatura, con los lebreles del PP y la airada ciudadanía en los talones. Lo patético es que el atentado no ha modificado el encefalograma plano de su hoja de ruta. No ha cambiado ni su talante ni su inconsistencia. Lo único que se le borró el sábado, en la rueda de prensa de La Moncloa, fue la sonrisa.
ETA consiguió colar en Madrid entre 200 y 500 kilos de explosivos
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Zapatero explica el proceso: "Dentro de un año estaremos mejor"
Un 64% de los vascos no se creen las "buenas intenciones" de ETA
La furgoneta-bomba empleada en Barajas pudo ser robada en el País Vasco días atrás. El desescombro continúa, aunque las esperanzas de hallar a los desaparecidos con vida se reducen.30 de diciembre de 2006. Los terroristas de ETA consiguieron colocar en la capital madrileña una cantidad de explosivos entre los doscientos y los quinientos kilos para ejecutar el atentado en la T-4 de Barajas. Estas cifras son las que están siendo barajadas por diversos medios de comunicación, aunque todavía no se ha concretado oficialmente la cantidad. Lo único cierto por el momento es que la explosión ha causado daños del sesenta por ciento en la estructura del módulo D del aparcamiento de la terminal, donde fue colocada la furgoneta-bomba. Precisamente, el gran número de escombros ha impedido a la Policía Científica y los Tedax recoger muestras para analizar qué tipo de explosivo ha sido empleado.Esos escombros son los que dificultan también la busca de dos desaparecidos. A pesar de que las labores de limpieza de los restos se prolongarán durante varios días, los equipos trabajan a contrarreloj por las dos personas, que podrían encontrarse sepultadas bajo ellos. No obstante, desde los equipos de rescate se considera "muy difícil" el hallazgo de cuerpos con vida bajo tantos escombros. La situación de ambos no invita al optimismo. La propia ministra de Fomento, Magdalena Álvarez, declaró que el coche de uno de ellos estaba cerca de la furgoneta. Con lo que probablemente pudo ser alcanzado de lleno por la fuerte deflagración.La existencia de desaparecidos fue realizada por el ministro de Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba. En un primer momento, se trató sólo de un joven ecuatoriano de diecinueve años, Diego Armando Estacio, que había acudido junto a su novia al aeropuerto para recoger a un pasajero y se habría quedado dormido dentro del vehículo durante la espera. En cuanto al segundo desaparecido, otro ecuatoriano de nombre Carlos Alonso Palate, su ausencia fue denunciada por familiares a última hora de la mañana.Un total de diecinueve personas fueron atendidas a causa de la explosión de la furgoneta-bomba colocada por ETA en la Terminal 4 del Aeropuerto de Barajas. Los heridos, leves, fueron atendidos por el SAMUR sobre el terreno. Algunos fueron trasladados a diversos centros hospitalarios de Madrid. La carga explosiva destrozó al menos dos plantas del aparcamiento en que se encontraba el vehículo. Otras informaciones sobre el terreno señalaron que el número de plantas afectadas está entre cuatro y cinco. El artefacto explosivo detonó en torno a las nueve de la mañana, aunque había sido anunciado por la banda criminal para las 9.30. Todos los heridos ("tres o cuatro", según un primer avance del consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid, Manuel Lamela) fueron leves. Entre ellos se encontraban dos policías que realizaban labores de búsqueda de la bomba.La explosión, al parecer controlada por los Tedax, tuvo lugar en la zona de aparcamientos de la terminal T-4 del aeropuerto de Barajas. La Policía desalojó a todas las personas presentes en la terminal, evacuándolos a las pistas de aterrizaje y despegue. Ha sido preciso suspender algunos vuelos.Al parecer, el anuncio de colocación habría sido realizado a las 8.00 de la mañana en nombre de ETA a la Asociación de Ayuda en Carretera de Guipuzcoa a través de una llamada de móvil (DYA). Sin embargo, el voluntario que atendió la llamada ha asegurado que el comunicante no hizo referencia a la banda terrorista, según Efe. No obstante, la Ertzainza habría asegurado que el 112 de emergencias SOS-Deiak de Guipúzcoa recibió una segunda llamada en la que sí se identificó como miembro del grupo etarra.La persona que contactó con la DYA alertó del "grave error" de intentar desactivar el artefacto situado en una Renault Traffic de color granate con matrícula con letras DKY. En medios policiales sorprendió que la ruptura del "alto el fuego permanente" anunciado por ETA el 22 de marzo pasado se haya producido sin un comunicado previo, lo que marcaría una diferencia con treguas anteriores. Asimismo, se descartó que el atentado pudiera deberse a una escisión en la banda.Los servicios de seguridad, sanidad y bomberos de la Comunidad de Madrid fueron puestos en alerta.
ETA consiguió "colar" en Madrid entre 200 y 500 kilos de explosivo
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Rosa Diez explica lo novedoso del atentado de ETA
HABLA DE FRACASO DEL GOBIERNO
Rosa Díez explica lo novedoso del atentado de ETA
Elsemanaldigital.com
La eurodiputada socialista lamenta que, por primera vez, la banda terrorista rompa una tregua encontrándose a las principales fuerzas políticas enfrentadas entre sí.
31 de diciembre de 2006. La eurodiputada Rosa Díez ha vuelto a poner desde las páginas de ABC unas notas de claridad al analizar la situación tras el atentado en la T4 de Barajas.Firme en su desmarque de la política antiterrorista de José Luis Rodríguez Zapatero, la europarlamentaria socialista recuerda que "durante estos meses hemos temido -y denunciado- que ETA sintió que se legitimaba su historia desde el mismo momento en que percibió que tanto nacional como internacionalmente era considerada como una parte del «proceso»". Así pues, aunque entiende que el Gobierno estaba en su derecho de "explorar esa opción" (el diálogo), esa vía "ha fracasado" porque (remedando las palabras de Don Juan Carlos a Ernest Benach, presidente del Parlamento catalán), "como la historia se ha encargado de enseñarnos, hablando no siempre se entiende la gente" y "todos esos gestos han sido percibidos por los terroristas como signos de debilidad".Para Díez, lo novedoso de la situación creada tras la ruptura de esta tregua es que, a diferencia de cómo se llegaba a esta situación en momentos anteriores, ahora "las dos principales fuerzas democráticas españolas están profundamente divididas respecto de la política antiterrorista; y esa ruptura del consenso básico ha acarreado una profunda desarticulación de los movimientos cívicos y en la sociedad española en su conjunto". Y ello tiene un origen concreto: la resolución del Congreso de los Diputados de mayo de 2005, a la que hizo constante referencia Zapatero durante su comparecencia tras el atentado. Dicho acuerdo parlamentario "supuso un cambio de estrategia en la lucha contra el terrorismo. La estrategia del Pacto por las Libertades y contra el Terrorismo, que consistía en perseguir la derrota de ETA, fue sustituida por un acuerdo entre el Gobierno y los grupos parlamentarios nacionalistas e IU para impulsar el final dialogado con la banda". Es, por tanto -considera-, "la hora de volver al pacto".
Rosa Díez explica lo novedoso del atentado de ETA
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La eurodiputada socialista lamenta que, por primera vez, la banda terrorista rompa una tregua encontrándose a las principales fuerzas políticas enfrentadas entre sí.
31 de diciembre de 2006. La eurodiputada Rosa Díez ha vuelto a poner desde las páginas de ABC unas notas de claridad al analizar la situación tras el atentado en la T4 de Barajas.Firme en su desmarque de la política antiterrorista de José Luis Rodríguez Zapatero, la europarlamentaria socialista recuerda que "durante estos meses hemos temido -y denunciado- que ETA sintió que se legitimaba su historia desde el mismo momento en que percibió que tanto nacional como internacionalmente era considerada como una parte del «proceso»". Así pues, aunque entiende que el Gobierno estaba en su derecho de "explorar esa opción" (el diálogo), esa vía "ha fracasado" porque (remedando las palabras de Don Juan Carlos a Ernest Benach, presidente del Parlamento catalán), "como la historia se ha encargado de enseñarnos, hablando no siempre se entiende la gente" y "todos esos gestos han sido percibidos por los terroristas como signos de debilidad".Para Díez, lo novedoso de la situación creada tras la ruptura de esta tregua es que, a diferencia de cómo se llegaba a esta situación en momentos anteriores, ahora "las dos principales fuerzas democráticas españolas están profundamente divididas respecto de la política antiterrorista; y esa ruptura del consenso básico ha acarreado una profunda desarticulación de los movimientos cívicos y en la sociedad española en su conjunto". Y ello tiene un origen concreto: la resolución del Congreso de los Diputados de mayo de 2005, a la que hizo constante referencia Zapatero durante su comparecencia tras el atentado. Dicho acuerdo parlamentario "supuso un cambio de estrategia en la lucha contra el terrorismo. La estrategia del Pacto por las Libertades y contra el Terrorismo, que consistía en perseguir la derrota de ETA, fue sustituida por un acuerdo entre el Gobierno y los grupos parlamentarios nacionalistas e IU para impulsar el final dialogado con la banda". Es, por tanto -considera-, "la hora de volver al pacto".
El Gobierno, noqueado, da noticias contradictorias en España y Ecuador
ETA PUSO EL MAYOR COCHE-BOMBA EN 15 AÑOS
El Gobierno, noqueado, da noticias contradictorias en España y Ecuador
La realidad terrorista de ETA echa por tierra el mensaje de Zapatero
Para Rajoy ha llegado el momento de anunciar la ruptura del proceso
Otegi sigue adelante con el proceso pero culpa al Gobierno
El Gobierno, vía Rubalcaba, confirma la ruptura del "alto el fuego"
Mientras que en Madrid el Ministerio del Interior se refiere todavía a dos personas desaparecidas, el gobierno de Quito cita fuentes oficiales para darlas por muertas.
31 de diciembre de 2006. Para demoler buena parte del aparcamiento D de la terminal T4 de Barajas, la banda terrorista empleó una furgoneta cargada con una cantidad no menor de 200 kg de explosivos. Se trataría así del coche bomba más potente empleado por ETA en los últimos quince años, aunque fuentes de la lucha antiterrorista esperan a llegar al lugar de la explosión, sepultado aún bajo toneladas de cemento, para poder confirmarlo, así como para determinar la identificación completa del vehículo. Al parecer, podría haber sido robado hace tres días en el País Vasco y aparcado el viernes en el aeropuerto.Las labores de desescombro tienen como objetivo prioritario encontrar con vida a dos ciudadanos ecuatorianos que dormían en el parking, Carlos Alonso Palate y Diego Armando Estacio Sivisapa. Pero es aquí donde surge la contradicción. Aunque ya en la primera comparecencia gubernamental, la de Alfredo Pérez Rubalcaba en la mañana del sábado, el ministro fue muy pesimista sobre la posibilidad de encontrar con vida al segundo de los desaparecidos citados -el que entonces se conocía-, la versión oficial del Ministerio del Interior todavía no les ha dado por muertos.Sin embargo, todo apunta a que el ministro de Asuntos Exteriores de Miguel Ángel Moratinos, o bien la misma Presidencia del Gobierno, ha trasladado una información diferente a las autoridades ecuatorianas. En efecto, un comunicado del presidente Alfredo Palacio cita que, "según informacion oficial del gobierno español, han fallecido dos compatriotas". Del mismo modo, otra información servida por Quito menciona que la Presidencia "presenta su nota de pesar a las familias afectadas con la muerte de los compatriotas".Incluso el canciller ecuatoriano Francisco Carrión, que en un principio mostró esperanzas de hallar con vida a los dos desparecidos, les dio por muertos tras recibir, según él mismo explicó, una llamada de Moratinos. Fuentes del Ministerio de Asuntos Exteriores, sin embargo, niegan que el ministro le confirmase las muertes.Estas informaciones contradictorias provenientes de dos Ministerios muestran el estado de shock en que ha quedado el Ejecutivo tras desmoronarse toda la política gubernamental sobre ETA. Apenas unas horas antes del atentado, Rubalcaba quitó importancia al zulo hallado por la Ertzaintza en Amorebieta (Vizcaya), y el mismo José Luis Rodríguez Zapatero compareció ante los medios para presentar una visión triunfalista del denominado proceso de paz.
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Otegi sigue adelante con el proceso pero culpa al Gobierno
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Mientras que en Madrid el Ministerio del Interior se refiere todavía a dos personas desaparecidas, el gobierno de Quito cita fuentes oficiales para darlas por muertas.
31 de diciembre de 2006. Para demoler buena parte del aparcamiento D de la terminal T4 de Barajas, la banda terrorista empleó una furgoneta cargada con una cantidad no menor de 200 kg de explosivos. Se trataría así del coche bomba más potente empleado por ETA en los últimos quince años, aunque fuentes de la lucha antiterrorista esperan a llegar al lugar de la explosión, sepultado aún bajo toneladas de cemento, para poder confirmarlo, así como para determinar la identificación completa del vehículo. Al parecer, podría haber sido robado hace tres días en el País Vasco y aparcado el viernes en el aeropuerto.Las labores de desescombro tienen como objetivo prioritario encontrar con vida a dos ciudadanos ecuatorianos que dormían en el parking, Carlos Alonso Palate y Diego Armando Estacio Sivisapa. Pero es aquí donde surge la contradicción. Aunque ya en la primera comparecencia gubernamental, la de Alfredo Pérez Rubalcaba en la mañana del sábado, el ministro fue muy pesimista sobre la posibilidad de encontrar con vida al segundo de los desaparecidos citados -el que entonces se conocía-, la versión oficial del Ministerio del Interior todavía no les ha dado por muertos.Sin embargo, todo apunta a que el ministro de Asuntos Exteriores de Miguel Ángel Moratinos, o bien la misma Presidencia del Gobierno, ha trasladado una información diferente a las autoridades ecuatorianas. En efecto, un comunicado del presidente Alfredo Palacio cita que, "según informacion oficial del gobierno español, han fallecido dos compatriotas". Del mismo modo, otra información servida por Quito menciona que la Presidencia "presenta su nota de pesar a las familias afectadas con la muerte de los compatriotas".Incluso el canciller ecuatoriano Francisco Carrión, que en un principio mostró esperanzas de hallar con vida a los dos desparecidos, les dio por muertos tras recibir, según él mismo explicó, una llamada de Moratinos. Fuentes del Ministerio de Asuntos Exteriores, sin embargo, niegan que el ministro le confirmase las muertes.Estas informaciones contradictorias provenientes de dos Ministerios muestran el estado de shock en que ha quedado el Ejecutivo tras desmoronarse toda la política gubernamental sobre ETA. Apenas unas horas antes del atentado, Rubalcaba quitó importancia al zulo hallado por la Ertzaintza en Amorebieta (Vizcaya), y el mismo José Luis Rodríguez Zapatero compareció ante los medios para presentar una visión triunfalista del denominado proceso de paz.
ZpM pensaba despedir el año euforico y se le armó el Belen
Zapatero pensaba despedir el año eufórico y se le armó el Belén
Antonio Jiménez
El presidente se las prometía muy felices el pasado viernes. Pero el zarpazo terrorista del sábado le ha aguado el optimismo con que tenía pensado despedir el 2006 que hoy se va.
31 de diciembre de 2006. Hemos pasado del discreto y socorrido "España va bien" con el que Aznar sugería la buena marcha de la economía y del país durante su mandato, a la "España del liderazgo" de Zapatero. Resulta que somos los líderes de Europa en crecimiento económico, en creación de empleo, en desarrollo social del Estado y hasta en derechos ciudadanos e igualdad, y la mayoría de los españoles aparentemente ni se han enterado. Algo no cuadra.Es cierto que la economía española crece por encima de la media de la UE y que sigue generando empleo, cosa que afortunadamente viene ocurriendo desde hace cinco años de forma continua; quizás por ello no es menos cierto que la opinión de los ciudadanos consultados en las encuestas sobre la confianza en el futuro de la economía, diste mucho de ser la que el presidente expresó con un optimismo desaforado. El "país de las maravillas" que Zapatero describió en su comparecencia pública para hacer balance del año que concluye, con mucha complacencia y sin ningún matiz autocrítico, quizás para compensar lo mal que se vende la mayoría de sus ministros, no es peor que el que heredó de Aznar en términos económicos, a pesar de que ni la calle ni los bolsillos perciben tantos avances y mejoras sociales, pero sí lo es en condiciones políticas.La crispación , tensión ,división y enfrentamiento que se detecta en la sociedad, pasado el ecuador de la legislatura, a cuenta de leyes como la de la Memoria Histórica o la forma en que afrontó la negociación con ETA –suspendida ayer mismo según manifestó el presidente tras el terrible atentado en la T4 de Barajas-, contradice el panorama de optimismo y euforia transmitido por Zapatero el viernes.Es evidente que España no se ha roto físicamente tras la aprobación del Estatuto de Cataluña, como dijo el presidente del Gobierno con cierto tono irónico, y que no se ha producido secesión alguna, pero también es patente que la España de 2007 es menos fuerte y está menos unida y cohesionada y que las consecuencias de algunas de las polémicas reformas territoriales emprendidas , empezarán a detectarse de forma negativa más pronto que tarde, y mucho más si cambiara el ciclo económico, que esperemos no lo haga, en la convicción de que se trata de la parte positiva de la legislatura, de la que depende el desarrollo de leyes como la de Dependencia , que es la mejor ley aprobada y, además, con el consenso de todos los partidos. Mientras la economía vaya bien, Zapatero podrá ir capeando el temporal político.Con todo, el zarpazo etarra del sábado ahogó de golpe el optimismo con que el presidente había programado despedir el 2006 que hoy se va.
Antonio Jiménez
El presidente se las prometía muy felices el pasado viernes. Pero el zarpazo terrorista del sábado le ha aguado el optimismo con que tenía pensado despedir el 2006 que hoy se va.
31 de diciembre de 2006. Hemos pasado del discreto y socorrido "España va bien" con el que Aznar sugería la buena marcha de la economía y del país durante su mandato, a la "España del liderazgo" de Zapatero. Resulta que somos los líderes de Europa en crecimiento económico, en creación de empleo, en desarrollo social del Estado y hasta en derechos ciudadanos e igualdad, y la mayoría de los españoles aparentemente ni se han enterado. Algo no cuadra.Es cierto que la economía española crece por encima de la media de la UE y que sigue generando empleo, cosa que afortunadamente viene ocurriendo desde hace cinco años de forma continua; quizás por ello no es menos cierto que la opinión de los ciudadanos consultados en las encuestas sobre la confianza en el futuro de la economía, diste mucho de ser la que el presidente expresó con un optimismo desaforado. El "país de las maravillas" que Zapatero describió en su comparecencia pública para hacer balance del año que concluye, con mucha complacencia y sin ningún matiz autocrítico, quizás para compensar lo mal que se vende la mayoría de sus ministros, no es peor que el que heredó de Aznar en términos económicos, a pesar de que ni la calle ni los bolsillos perciben tantos avances y mejoras sociales, pero sí lo es en condiciones políticas.La crispación , tensión ,división y enfrentamiento que se detecta en la sociedad, pasado el ecuador de la legislatura, a cuenta de leyes como la de la Memoria Histórica o la forma en que afrontó la negociación con ETA –suspendida ayer mismo según manifestó el presidente tras el terrible atentado en la T4 de Barajas-, contradice el panorama de optimismo y euforia transmitido por Zapatero el viernes.Es evidente que España no se ha roto físicamente tras la aprobación del Estatuto de Cataluña, como dijo el presidente del Gobierno con cierto tono irónico, y que no se ha producido secesión alguna, pero también es patente que la España de 2007 es menos fuerte y está menos unida y cohesionada y que las consecuencias de algunas de las polémicas reformas territoriales emprendidas , empezarán a detectarse de forma negativa más pronto que tarde, y mucho más si cambiara el ciclo económico, que esperemos no lo haga, en la convicción de que se trata de la parte positiva de la legislatura, de la que depende el desarrollo de leyes como la de Dependencia , que es la mejor ley aprobada y, además, con el consenso de todos los partidos. Mientras la economía vaya bien, Zapatero podrá ir capeando el temporal político.Con todo, el zarpazo etarra del sábado ahogó de golpe el optimismo con que el presidente había programado despedir el 2006 que hoy se va.
Pio Moa, Ateismo socialdemocrata
Ateísmo socialdemócrata
30 de Diciembre de 2006 - 14:52:56 - Pío Moa
Creo pertinente, ya lo dije, centrar en el nazismo y el marxismo el examen de las consecuencias sociopolíticas del ateísmo, por cuanto otros posibles ateísmos no han logrado implantar regímenes acordes con sus ideas antirreligiosas, y por tanto no resulta fácil observar sus efectos.
La impresión que percibimos a primera vista, aun si todavía no plenamente justificada, es la de una fuerte relación entre ateísmo y totalitarismo. Entiendo por totalitarismo la idea de que el estado tiene algo así como una misión de redención social basada en la ciencia y que da lugar, de modo natural, a regímenes omniabarcantes, donde el estado domina e incluso engulle a la sociedad civil. Esto ayuda a distinguir un régimen autoritario de uno totalitario. Un profesor polaco me explicaba la extrema dificultad de una oposición en su país bajo el comunismo: "Simplemente te expulsaban del trabajo. Y como aquí el estado era el patrón general, no tenías adónde ir ni de qué vivir, como no fuera de ayudas familiares o cosa parecida". Esto nunca pasó en la España de Franco, una dictadura autoritaria con un aparato estatal reducido, comparativamente poco costoso y en este sentido –solo en ese sentido– más liberal que el de hoy.
La identificación entre ateísmo y totalitarismo no puede predicarse, aparentemente, del ateísmo socialdemócrata. Es cierto que cabe acusarle de complacencia y a menudo complicidad con los desmanes marxistas, pero, en definitiva, se ha acoplado a regímenes de libertades y, cuando ha obtenido el poder por vía del voto, no ha implantado campos de concentración o asesinado en masa como los sistema comunistas y nacionalsocialista.
Sin embargo el impulso de quien aspira a una, digamos, acción social científica con eliminación de las tinieblas religiosas, parece caminar siempre hacia el totalitarismo. Este no tiene por qué obrar de forma rápida y violenta. Por meras razones tácticas o de conveniencia, como indicaba ayer, puede preferir vías más suaves y pacientes. El ateísmo socialdemócrata manifiesta la misma tendencia que el marxista, pero sustituyendo la violencia inmediata por la presión persistente, poderosa y a veces casi insensible del estado, el dominio de los medios de masas y la “ingeniería social”. Esta tendencia y su aparente conformidad con ciertas formalidades democráticas ya la percibió Tocqueville con lucidez pasmosa. He transcrito el texto en otras ocasiones, y me parece muy oportuna su difusión masiva como aviso y enseñanza realmente cívica:
Creo que es más fácil establecer un gobierno absoluto y despótico en un pueblo donde las condiciones sociales son iguales, que en otro cualquiera, y opino que si semejante gobierno llegar a implantarse, no solo oprimiría a los hombres, sino que a la larga les despojaría de los principales atributos de humanidad. Ese despotismo me parece, por tanto, el mayor peligro que amenaza en los tiempos democráticos.
Por encima de los ciudadanos se alza un poder inmenso y tutelar que se encarga exclusivamente de que sean felices y de velar por su suerte. Es absoluto, minucioso, regular, previsor y benigno. Se asemejaría a la autoridad paterna si, como ella, tuviera por objeto preparar a los hombres para la edad viril; pero, por el contrario, no persigue más que fijarlos irrevocablemente en la infancia. Este poder quiere que los ciudadanos gocen, con tal de que no piensen sino en gozar. Se esfuerza en hacerlos felices, pero en esa tarea quiere ser el único agente y juez exclusivo. Provee a su seguridad, atiende y resuelve sus necesidades, pone al alcance sus placeres, conduce sus asuntos principales, dirige su industria, regula sus traspasos, divide sus herencias; ¿no podría librarles por entero de la molestia de pensar y el trabajo de vivir?
De este modo cada día se hace menos útil y más raro el uso del libre albedrío; el poder circunscribe así la acción de la voluntad a un espacio cada vez menor, y arrebata poco a poco a cada ciudadano su propio uso. La igualdad ha preparado a los hombres para todas estas cosas: para sufrirlas y con frecuencia hasta para mirarlas como un beneficio.
Después de tomar de este modo uno tras otro a cada individuo en sus poderosas manos y moldearlo a su gusto, el estado extiende sus brazos sobre la sociedad entera; cubre su superficie con una malla de pequeñas reglas complicadas, minuciosas y uniformes, entre las que ni los espíritus más originales ni las almas más vigorosas son capaces de abrirse paso para emerger de la masa; no destruye las voluntades, las ablanda, las doblega y las dirige; rara vez obliga a obrar, se opone constantemente a que se obre; no mata, impide nacer; no tiraniza, mortifica, reprime, enerva, apaga, embrutece y reduce al cabo a toda la nación a un rebaño de animales tímidos e industriosos cuyo pastor es el gobierno.
Siempre he pensado que esta clase de servidumbre reglamentada, benigna y apacible, cuyo cuadro acabo de ofrecer, podría combinarse mejor de lo que comúnmente se piensa con algunas de las formas exteriores de la libertad, y que no le sería imposible establecerse junto a la misma soberanía del pueblo.
En nuestros contemporáneos actúan incesantemente dos pasiones opuestas: sienten la necesidad de ser conducidos y el deseo de permanecer libres. No pudiendo acabar con ninguna de estas inclinaciones contradictorias, se esfuerzan por satisfacer ambas a la vez. Conciben un poder único, tutelar, todopoderoso, pero elegido por los ciudadanos. (…) Esto les permite cierta tranquilidad. Se consuelan de su tutelaje pensando que son ellos mismos quienes eligen sus tutores.
Creo que jamás se ha descrito mejor el ideal y la práctica socialdemócratas.
---------
El penúltimo atentado de la ETA: no puede decirse que los asesinos engañen a nadie. Quien engaña sistemáticamente a los ciudadanos es su compinche, el gobierno corrupto, anticonstitucional y de mentalidad totalitaria que padecemos.
30 de Diciembre de 2006 - 14:52:56 - Pío Moa
Creo pertinente, ya lo dije, centrar en el nazismo y el marxismo el examen de las consecuencias sociopolíticas del ateísmo, por cuanto otros posibles ateísmos no han logrado implantar regímenes acordes con sus ideas antirreligiosas, y por tanto no resulta fácil observar sus efectos.
La impresión que percibimos a primera vista, aun si todavía no plenamente justificada, es la de una fuerte relación entre ateísmo y totalitarismo. Entiendo por totalitarismo la idea de que el estado tiene algo así como una misión de redención social basada en la ciencia y que da lugar, de modo natural, a regímenes omniabarcantes, donde el estado domina e incluso engulle a la sociedad civil. Esto ayuda a distinguir un régimen autoritario de uno totalitario. Un profesor polaco me explicaba la extrema dificultad de una oposición en su país bajo el comunismo: "Simplemente te expulsaban del trabajo. Y como aquí el estado era el patrón general, no tenías adónde ir ni de qué vivir, como no fuera de ayudas familiares o cosa parecida". Esto nunca pasó en la España de Franco, una dictadura autoritaria con un aparato estatal reducido, comparativamente poco costoso y en este sentido –solo en ese sentido– más liberal que el de hoy.
La identificación entre ateísmo y totalitarismo no puede predicarse, aparentemente, del ateísmo socialdemócrata. Es cierto que cabe acusarle de complacencia y a menudo complicidad con los desmanes marxistas, pero, en definitiva, se ha acoplado a regímenes de libertades y, cuando ha obtenido el poder por vía del voto, no ha implantado campos de concentración o asesinado en masa como los sistema comunistas y nacionalsocialista.
Sin embargo el impulso de quien aspira a una, digamos, acción social científica con eliminación de las tinieblas religiosas, parece caminar siempre hacia el totalitarismo. Este no tiene por qué obrar de forma rápida y violenta. Por meras razones tácticas o de conveniencia, como indicaba ayer, puede preferir vías más suaves y pacientes. El ateísmo socialdemócrata manifiesta la misma tendencia que el marxista, pero sustituyendo la violencia inmediata por la presión persistente, poderosa y a veces casi insensible del estado, el dominio de los medios de masas y la “ingeniería social”. Esta tendencia y su aparente conformidad con ciertas formalidades democráticas ya la percibió Tocqueville con lucidez pasmosa. He transcrito el texto en otras ocasiones, y me parece muy oportuna su difusión masiva como aviso y enseñanza realmente cívica:
Creo que es más fácil establecer un gobierno absoluto y despótico en un pueblo donde las condiciones sociales son iguales, que en otro cualquiera, y opino que si semejante gobierno llegar a implantarse, no solo oprimiría a los hombres, sino que a la larga les despojaría de los principales atributos de humanidad. Ese despotismo me parece, por tanto, el mayor peligro que amenaza en los tiempos democráticos.
Por encima de los ciudadanos se alza un poder inmenso y tutelar que se encarga exclusivamente de que sean felices y de velar por su suerte. Es absoluto, minucioso, regular, previsor y benigno. Se asemejaría a la autoridad paterna si, como ella, tuviera por objeto preparar a los hombres para la edad viril; pero, por el contrario, no persigue más que fijarlos irrevocablemente en la infancia. Este poder quiere que los ciudadanos gocen, con tal de que no piensen sino en gozar. Se esfuerza en hacerlos felices, pero en esa tarea quiere ser el único agente y juez exclusivo. Provee a su seguridad, atiende y resuelve sus necesidades, pone al alcance sus placeres, conduce sus asuntos principales, dirige su industria, regula sus traspasos, divide sus herencias; ¿no podría librarles por entero de la molestia de pensar y el trabajo de vivir?
De este modo cada día se hace menos útil y más raro el uso del libre albedrío; el poder circunscribe así la acción de la voluntad a un espacio cada vez menor, y arrebata poco a poco a cada ciudadano su propio uso. La igualdad ha preparado a los hombres para todas estas cosas: para sufrirlas y con frecuencia hasta para mirarlas como un beneficio.
Después de tomar de este modo uno tras otro a cada individuo en sus poderosas manos y moldearlo a su gusto, el estado extiende sus brazos sobre la sociedad entera; cubre su superficie con una malla de pequeñas reglas complicadas, minuciosas y uniformes, entre las que ni los espíritus más originales ni las almas más vigorosas son capaces de abrirse paso para emerger de la masa; no destruye las voluntades, las ablanda, las doblega y las dirige; rara vez obliga a obrar, se opone constantemente a que se obre; no mata, impide nacer; no tiraniza, mortifica, reprime, enerva, apaga, embrutece y reduce al cabo a toda la nación a un rebaño de animales tímidos e industriosos cuyo pastor es el gobierno.
Siempre he pensado que esta clase de servidumbre reglamentada, benigna y apacible, cuyo cuadro acabo de ofrecer, podría combinarse mejor de lo que comúnmente se piensa con algunas de las formas exteriores de la libertad, y que no le sería imposible establecerse junto a la misma soberanía del pueblo.
En nuestros contemporáneos actúan incesantemente dos pasiones opuestas: sienten la necesidad de ser conducidos y el deseo de permanecer libres. No pudiendo acabar con ninguna de estas inclinaciones contradictorias, se esfuerzan por satisfacer ambas a la vez. Conciben un poder único, tutelar, todopoderoso, pero elegido por los ciudadanos. (…) Esto les permite cierta tranquilidad. Se consuelan de su tutelaje pensando que son ellos mismos quienes eligen sus tutores.
Creo que jamás se ha descrito mejor el ideal y la práctica socialdemócratas.
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El penúltimo atentado de la ETA: no puede decirse que los asesinos engañen a nadie. Quien engaña sistemáticamente a los ciudadanos es su compinche, el gobierno corrupto, anticonstitucional y de mentalidad totalitaria que padecemos.
Los enigmas del 11-M, Luis del Pino, Discusus interruptus
Discursus interruptus
30 de Diciembre de 2006 - 21:08:16 - Luis del Pino
Pues la cosa es mucho peor de lo que me pensaba.
Ha comparecido primero Otegui, ese sócrates con boina virtual de diseño, que ha hablado en todo momento con la seguridad y la firmeza de quien ya sabe que el Gobierno no va a romper la baraja. Se ha limitado a decir que ya lo venían advirtiendo; a exigir a Zapatero que mueva ficha en lo que respecta a la mesa de partidos y a la política penitenciaria; a recordarle a su testaferro en la Moncloa que el mundillo etarra está muy preocupado por lo que le pase a De Juana Chaos y a decir que el proceso sigue adelante.
Después, como manda el protocolo, ha comparecido Zapatero con el gesto desencajado a confirmar que el proceso no se rompe. Ya no tenemos tregua, pero seguiremos sin desmayo por el sendero luminoso de la paz. Podía, por lo menos, haber cubierto el expediente y transmitir una mínima sensación de firmeza, porque mentir es gratis, pero ya no le quedan ni fuerzas, ni imaginación. Podía haber tratado de satisfacer, aunque fuera parcialmente, las lógicas expectativas que su comparecencia había generado, pero todo se ha quedado en un discursus interruptus.
Porque lo importante no es lo que Zapatero ha dicho, sino lo que se ha negado a decir. Por tres veces le han preguntado los periodistas explícitamente si daba el proceso por roto y por tres veces se ha salido por la tangente y ha evitado declarar algo tan simple como "la negociación se ha terminado".
De la misma manera que Zapatero ha evitado referirse, en todo su discurso, al Pacto por las Libertades y contra el Terrorismo. Y cuando un periodista le ha preguntado de manera explícita si iba a reactivar ese Pacto, ha vuelto a dar una larga cambiada y ha renunciado a mencionarlo, limitándose a señalar que tratará de profundizar el consenso con "todas las fuerzas políticas". Lo que no excluye, mucho me temo, a Batasuna.
La tregua se ha terminado, pero el proceso continúa. Continuarán los contactos con Batasuna. Continuará el desarme judicial del Estado. Continuarán los ataques a las víctimas. Porque el que ETA mate a dos personas al reventar el parking del aeropuerto de Barajas con varios cientos de kilos de explosivos no pasa de ser, como ya advirtió ayer Zapatero, de forma sorprendentemente premonitoria, un "trágico accidente mortal" dentro de un proceso "largo, duro y difícil".
Habíamos conseguido, con el Gobierno del Partido Popular, tener a ETA contra las cuerdas. Hoy hemos podido ver a un Otegui triunfante y seguro y a un presidente noqueado, totalmente incapaz de levantarse de la lona. La aventura fáustica de Zapatero se resuelve en tragedia. Cuando uno vende su alma al diablo, el diablo tiene la mala costumbre de querer cobrar.
Mañana domingo, a las 12 de la mañana, la AVT ha convocado una concentración en la Puerta del Sol de Madrid. El Foro de Ermua ha convocado, por su parte, sendas concentraciones en las tres capitales vascas a las 13:00. Aquí podéis ver los detalles de la convocatoria.
La Plataforma Cívica de los Peones Negros quiere manifestar su solidaridad con las víctimas de este nuevo atentado de la banda asesina y manifiesta su apoyo a las concentraciones que mañana se celebrarán en Madrid y el País Vasco, así como a las concentraciones que tendrán lugar dentro de unos días en todos los ayuntamientos de España, convocadas también por la AVT y de las que en su momento informaremos.
España se merece un Gobierno. Punto.
30 de Diciembre de 2006 - 21:08:16 - Luis del Pino
Pues la cosa es mucho peor de lo que me pensaba.
Ha comparecido primero Otegui, ese sócrates con boina virtual de diseño, que ha hablado en todo momento con la seguridad y la firmeza de quien ya sabe que el Gobierno no va a romper la baraja. Se ha limitado a decir que ya lo venían advirtiendo; a exigir a Zapatero que mueva ficha en lo que respecta a la mesa de partidos y a la política penitenciaria; a recordarle a su testaferro en la Moncloa que el mundillo etarra está muy preocupado por lo que le pase a De Juana Chaos y a decir que el proceso sigue adelante.
Después, como manda el protocolo, ha comparecido Zapatero con el gesto desencajado a confirmar que el proceso no se rompe. Ya no tenemos tregua, pero seguiremos sin desmayo por el sendero luminoso de la paz. Podía, por lo menos, haber cubierto el expediente y transmitir una mínima sensación de firmeza, porque mentir es gratis, pero ya no le quedan ni fuerzas, ni imaginación. Podía haber tratado de satisfacer, aunque fuera parcialmente, las lógicas expectativas que su comparecencia había generado, pero todo se ha quedado en un discursus interruptus.
Porque lo importante no es lo que Zapatero ha dicho, sino lo que se ha negado a decir. Por tres veces le han preguntado los periodistas explícitamente si daba el proceso por roto y por tres veces se ha salido por la tangente y ha evitado declarar algo tan simple como "la negociación se ha terminado".
De la misma manera que Zapatero ha evitado referirse, en todo su discurso, al Pacto por las Libertades y contra el Terrorismo. Y cuando un periodista le ha preguntado de manera explícita si iba a reactivar ese Pacto, ha vuelto a dar una larga cambiada y ha renunciado a mencionarlo, limitándose a señalar que tratará de profundizar el consenso con "todas las fuerzas políticas". Lo que no excluye, mucho me temo, a Batasuna.
La tregua se ha terminado, pero el proceso continúa. Continuarán los contactos con Batasuna. Continuará el desarme judicial del Estado. Continuarán los ataques a las víctimas. Porque el que ETA mate a dos personas al reventar el parking del aeropuerto de Barajas con varios cientos de kilos de explosivos no pasa de ser, como ya advirtió ayer Zapatero, de forma sorprendentemente premonitoria, un "trágico accidente mortal" dentro de un proceso "largo, duro y difícil".
Habíamos conseguido, con el Gobierno del Partido Popular, tener a ETA contra las cuerdas. Hoy hemos podido ver a un Otegui triunfante y seguro y a un presidente noqueado, totalmente incapaz de levantarse de la lona. La aventura fáustica de Zapatero se resuelve en tragedia. Cuando uno vende su alma al diablo, el diablo tiene la mala costumbre de querer cobrar.
Mañana domingo, a las 12 de la mañana, la AVT ha convocado una concentración en la Puerta del Sol de Madrid. El Foro de Ermua ha convocado, por su parte, sendas concentraciones en las tres capitales vascas a las 13:00. Aquí podéis ver los detalles de la convocatoria.
La Plataforma Cívica de los Peones Negros quiere manifestar su solidaridad con las víctimas de este nuevo atentado de la banda asesina y manifiesta su apoyo a las concentraciones que mañana se celebrarán en Madrid y el País Vasco, así como a las concentraciones que tendrán lugar dentro de unos días en todos los ayuntamientos de España, convocadas también por la AVT y de las que en su momento informaremos.
España se merece un Gobierno. Punto.
Ignacio Cosidó, El fin del principio
domingo 31 de diciembre de 2006
Atentado de ETA
El fin del principio
Ignacio Cosidó
Tan sólo un día después de la triunfal comparecencia del presidente del Gobierno, los hechos han demostrado que en contra de sus propias profecías no estamos mejor en la lucha contra ETA
La explosión de un coche bomba en el aeropuerto de Barajas, causando previsiblemente dos víctimas mortales, debería suponer el fin definitivo del proceso de negociación con ETA emprendido por el presidente del Gobierno. Si Rodríguez Zapatero mantiene vivo ese proceso después de este atentado, aunque sea en suspenso, significará que habrá dado el paso definitivo desde un irresponsable proceso de negociación política con los terroristas a un inaceptable proceso de claudicación frente al terror. Tras el atentado de Madrid, Zapatero no puede limitarse a suspender toda forma de dialogo con ETA, sino que debe reconocer que fue un error emprender ese camino y debe rectificar de inmediato su política antiterrorista volviendo al Pacto por las Libertades para reemprender la senda de la derrota del terrorismo.
Uno de los factores que más inquieta de la bomba colocada por ETA, después del sufrimiento que ha causado a sus víctimas y a toda la sociedad en su conjunto, es que se produzca el día después de que el presidente del Gobierno expresara su optimismo sobre su denominado "proceso de paz", alardeara de que "no hay bombas" y descendiera un escalón más en su proceso personal de claudicación moral ante ETA definiendo los asesinatos ejecutados por los terroristas como meros "accidentes mortales". El atentado en Barajas demuestra hasta qué punto el presidente del Gobierno ha caminado desnudo en este proceso, sin querer asumir la realidad, sin más base que una fe ciega en su buena estrella, metido en un laberinto en el que no existen más salidas que la vuelta atrás o la rendición definitiva ante los terroristas.
La bomba de ETA nos demuestra a su vez que el presidente del Gobierno estaba haciendo equilibrios imposibles en el trapecio de la negociación con los terroristas sin una red de seguridad adecuada. En los últimos meses el ministro del Interior ha venido alardeando de que el proceso iniciado por Zapatero era asumible porque el riesgo ante el fracaso era menor dada la debilidad de ETA, insinuando que los terroristas no podían en realidad dar un solo paso sin que él lo supiera anticipadamente. Por el contrario, el atentado de Barajas parece haber sorprendido por completo al Gobierno y ha demostrado que el alto el fuego declarado por ETA ha servido a la banda para recomponer sus estructuras, para rearmar sus arsenales y para incrementar su capacidad de intimidar y asesinar.
Pero por encima de la capacidad táctica de los terroristas, este proceso de negociación política ha servido para demostrar a ETA que el terrorismo puede ser un instrumento rentable para la consecución de sus objetivos políticos. La predisposición mostrada por Rodríguez Zapatero a satisfacer las demandas por las que ETA ha asesinado a casi mil inocentes durante más de tres décadas, a los que por desgracia es posible que debamos sumar ahora dos nuevas víctimas mortales, ha ofrecido, a los ojos de los criminales y de sus cómplices, no sólo una justificación histórica de esos asesinatos, sino sobre todo un horizonte estratégico en el que reafirmar la utilidad de su doctrina asesina.
Tan sólo un día después de la triunfal comparecencia del presidente del Gobierno, los hechos han demostrado que en contra de sus propias profecías no estamos mejor en la lucha contra ETA. El proceso de negociación con los asesinos emprendido por Zapatero ha sido algo peor que un lamentable error, ha sido una inmoralidad. Ha sido un error porque ha supuesto abandonar una política de lucha contra el terrorismo basada en el consenso político y en la determinación de vencer al terror que había llevado a ETA al borde mismo de su derrota. Ha sido una inmoralidad porque ha traicionado los principios democráticos más básicos sobre los que se asienta nuestra convivencia y porque ha dado la espalda a quienes más han sufrido a causa de la barbarie terrorista.
La comparecencia del presidente del Gobierno tras este brutal atentado ha sido decepcionante por mantener una ambigüedad calculada sobre la continuidad del proceso de negociación con los terroristas que resulta inadmisible tras este atentado. Pero a estas alturas no es ya muy importante lo que diga el presidente del Gobierno. Lo importante es lo que tiene que hacer. Y lo que tiene que hacer es poner fin definitivamente a este irresponsable e inmoral proceso de negociación con los terroristas, lo que tiene que hacer es volver cuanto antes al Pacto por las Libertades y contra el Terrorismo, y lo que tiene que hacer, además de condenar con la máxima contundencia este atentado, es demostrar su más firme determinación para vencer definitivamente al terror utilizando para ello todos los instrumentos de nuestro Estado de Derecho. En esa tarea puede contar con el apoyo del PP y el de la inmensa mayoría de los españoles.Ignacio Cosidó es senador del Partido Popular por Palencia.
Atentado de ETA
El fin del principio
Ignacio Cosidó
Tan sólo un día después de la triunfal comparecencia del presidente del Gobierno, los hechos han demostrado que en contra de sus propias profecías no estamos mejor en la lucha contra ETA
La explosión de un coche bomba en el aeropuerto de Barajas, causando previsiblemente dos víctimas mortales, debería suponer el fin definitivo del proceso de negociación con ETA emprendido por el presidente del Gobierno. Si Rodríguez Zapatero mantiene vivo ese proceso después de este atentado, aunque sea en suspenso, significará que habrá dado el paso definitivo desde un irresponsable proceso de negociación política con los terroristas a un inaceptable proceso de claudicación frente al terror. Tras el atentado de Madrid, Zapatero no puede limitarse a suspender toda forma de dialogo con ETA, sino que debe reconocer que fue un error emprender ese camino y debe rectificar de inmediato su política antiterrorista volviendo al Pacto por las Libertades para reemprender la senda de la derrota del terrorismo.
Uno de los factores que más inquieta de la bomba colocada por ETA, después del sufrimiento que ha causado a sus víctimas y a toda la sociedad en su conjunto, es que se produzca el día después de que el presidente del Gobierno expresara su optimismo sobre su denominado "proceso de paz", alardeara de que "no hay bombas" y descendiera un escalón más en su proceso personal de claudicación moral ante ETA definiendo los asesinatos ejecutados por los terroristas como meros "accidentes mortales". El atentado en Barajas demuestra hasta qué punto el presidente del Gobierno ha caminado desnudo en este proceso, sin querer asumir la realidad, sin más base que una fe ciega en su buena estrella, metido en un laberinto en el que no existen más salidas que la vuelta atrás o la rendición definitiva ante los terroristas.
La bomba de ETA nos demuestra a su vez que el presidente del Gobierno estaba haciendo equilibrios imposibles en el trapecio de la negociación con los terroristas sin una red de seguridad adecuada. En los últimos meses el ministro del Interior ha venido alardeando de que el proceso iniciado por Zapatero era asumible porque el riesgo ante el fracaso era menor dada la debilidad de ETA, insinuando que los terroristas no podían en realidad dar un solo paso sin que él lo supiera anticipadamente. Por el contrario, el atentado de Barajas parece haber sorprendido por completo al Gobierno y ha demostrado que el alto el fuego declarado por ETA ha servido a la banda para recomponer sus estructuras, para rearmar sus arsenales y para incrementar su capacidad de intimidar y asesinar.
Pero por encima de la capacidad táctica de los terroristas, este proceso de negociación política ha servido para demostrar a ETA que el terrorismo puede ser un instrumento rentable para la consecución de sus objetivos políticos. La predisposición mostrada por Rodríguez Zapatero a satisfacer las demandas por las que ETA ha asesinado a casi mil inocentes durante más de tres décadas, a los que por desgracia es posible que debamos sumar ahora dos nuevas víctimas mortales, ha ofrecido, a los ojos de los criminales y de sus cómplices, no sólo una justificación histórica de esos asesinatos, sino sobre todo un horizonte estratégico en el que reafirmar la utilidad de su doctrina asesina.
Tan sólo un día después de la triunfal comparecencia del presidente del Gobierno, los hechos han demostrado que en contra de sus propias profecías no estamos mejor en la lucha contra ETA. El proceso de negociación con los asesinos emprendido por Zapatero ha sido algo peor que un lamentable error, ha sido una inmoralidad. Ha sido un error porque ha supuesto abandonar una política de lucha contra el terrorismo basada en el consenso político y en la determinación de vencer al terror que había llevado a ETA al borde mismo de su derrota. Ha sido una inmoralidad porque ha traicionado los principios democráticos más básicos sobre los que se asienta nuestra convivencia y porque ha dado la espalda a quienes más han sufrido a causa de la barbarie terrorista.
La comparecencia del presidente del Gobierno tras este brutal atentado ha sido decepcionante por mantener una ambigüedad calculada sobre la continuidad del proceso de negociación con los terroristas que resulta inadmisible tras este atentado. Pero a estas alturas no es ya muy importante lo que diga el presidente del Gobierno. Lo importante es lo que tiene que hacer. Y lo que tiene que hacer es poner fin definitivamente a este irresponsable e inmoral proceso de negociación con los terroristas, lo que tiene que hacer es volver cuanto antes al Pacto por las Libertades y contra el Terrorismo, y lo que tiene que hacer, además de condenar con la máxima contundencia este atentado, es demostrar su más firme determinación para vencer definitivamente al terror utilizando para ello todos los instrumentos de nuestro Estado de Derecho. En esa tarea puede contar con el apoyo del PP y el de la inmensa mayoría de los españoles.Ignacio Cosidó es senador del Partido Popular por Palencia.
Agapito Maestre, ¿Ambigüedad o contundencia?
domingo 31 de diciembre de 2006
Atentado de ETA
¿Ambigüedad o contundencia?
Agapito Maestre
El responsable inequívoco del atentado es ETA, pero la política antiterrorista de Zapatero más parece alentar a los terroristas que enfrentarse a ellos.
La comparecencia de Zapatero el día 30 de diciembre pasará a los anales de la infamia política. Sin embargo, nadie parece sorprendido, lo cual no deja de resultar extraño. Es como si fuéramos muchos quienes preveíamos esta reacción. Los mismos periodistas que asistieron a la comparecencia preguntaron inmediatamente: ¿Rompe el Gobierno el "proceso de paz" (¡qué indecencia llamar así a lo no es sino un cambalache!) con ETA? La respuesta fue directa y sin titubeo: se suspende, sólo se suspende, pero de "ruptura" mejor no hablemos. A pesar de todo, los periodistas volvieron a hacer la misma pregunta, y otra vez la respuesta de Zapatero fue inequívoca. Entonces, ¿por qué dice Rajoy que Zapatero ha contestado con ambigüedad? ¿No sería mejor decir que estamos ante un irresponsable que nos lleva al despeñadero nacional?
O hacemos un análisis frío de la infamia de Zapatero o éste acaba con lo poco que queda de dignidad nacional. Benevolente ha sido Rajoy al criticar de ambiguas las declaraciones de Zapatero, cuando todos hemos oído decir con contundencia fanática y sectaria que él sólo suspende, interrumpe o, sencillamente, detiene durante algún tiempo las negociaciones con ETA. Pero, porque no es tiempo de benevolencias sino de buscar responsabilidades y complicidades del atentado, sería menester que fijáramos con precisión que el único responsable de este atentado de Barajas no es otro que la banda criminal ETA. Este atentado, en efecto, como los otros que se vienen produciendo desde que la banda declaró el falso "alto el fuego" sólo tienen la autoría de ETA, pero el Gobierno y el presidente del Gobierno tiene la responsabilidad de haber confundido, cuando no engañado, como vienen manteniendo las grandes asociaciones de víctimas del terrorismo y el PP, a la opinión pública sobre la falsa voluntad de ETA de abandonar el crimen y la violencia.
Conclusión: el responsable inequívoco del atentado es ETA, pero la política antiterrorista de Zapatero más parece alentar a los terroristas que enfrentarse a ellos. He ahí la principal novedad de este atentado. El Foro de Ermua lo ha expresado con brillantez: "El Gobierno no es responsable del atentado de Barajas, pero si no abandona de inmediato la política de negociación y cesiones a ETA se convertirá en cómplice de su violencia". Sin embargo, no parece que Zapatero quiera cambiar de "política", porque ha vuelto a reiterar, por si alguien albergaba alguna esperanza de ruptura con ETA, que "el proceso sería largo, duro y difícil". Según esa lógica, dura y terrible, el atentado de Barajas es sólo una estación de ese endiablado camino de complicidades con el crimen organizado...
Atentado de ETA
¿Ambigüedad o contundencia?
Agapito Maestre
El responsable inequívoco del atentado es ETA, pero la política antiterrorista de Zapatero más parece alentar a los terroristas que enfrentarse a ellos.
La comparecencia de Zapatero el día 30 de diciembre pasará a los anales de la infamia política. Sin embargo, nadie parece sorprendido, lo cual no deja de resultar extraño. Es como si fuéramos muchos quienes preveíamos esta reacción. Los mismos periodistas que asistieron a la comparecencia preguntaron inmediatamente: ¿Rompe el Gobierno el "proceso de paz" (¡qué indecencia llamar así a lo no es sino un cambalache!) con ETA? La respuesta fue directa y sin titubeo: se suspende, sólo se suspende, pero de "ruptura" mejor no hablemos. A pesar de todo, los periodistas volvieron a hacer la misma pregunta, y otra vez la respuesta de Zapatero fue inequívoca. Entonces, ¿por qué dice Rajoy que Zapatero ha contestado con ambigüedad? ¿No sería mejor decir que estamos ante un irresponsable que nos lleva al despeñadero nacional?
O hacemos un análisis frío de la infamia de Zapatero o éste acaba con lo poco que queda de dignidad nacional. Benevolente ha sido Rajoy al criticar de ambiguas las declaraciones de Zapatero, cuando todos hemos oído decir con contundencia fanática y sectaria que él sólo suspende, interrumpe o, sencillamente, detiene durante algún tiempo las negociaciones con ETA. Pero, porque no es tiempo de benevolencias sino de buscar responsabilidades y complicidades del atentado, sería menester que fijáramos con precisión que el único responsable de este atentado de Barajas no es otro que la banda criminal ETA. Este atentado, en efecto, como los otros que se vienen produciendo desde que la banda declaró el falso "alto el fuego" sólo tienen la autoría de ETA, pero el Gobierno y el presidente del Gobierno tiene la responsabilidad de haber confundido, cuando no engañado, como vienen manteniendo las grandes asociaciones de víctimas del terrorismo y el PP, a la opinión pública sobre la falsa voluntad de ETA de abandonar el crimen y la violencia.
Conclusión: el responsable inequívoco del atentado es ETA, pero la política antiterrorista de Zapatero más parece alentar a los terroristas que enfrentarse a ellos. He ahí la principal novedad de este atentado. El Foro de Ermua lo ha expresado con brillantez: "El Gobierno no es responsable del atentado de Barajas, pero si no abandona de inmediato la política de negociación y cesiones a ETA se convertirá en cómplice de su violencia". Sin embargo, no parece que Zapatero quiera cambiar de "política", porque ha vuelto a reiterar, por si alguien albergaba alguna esperanza de ruptura con ETA, que "el proceso sería largo, duro y difícil". Según esa lógica, dura y terrible, el atentado de Barajas es sólo una estación de ese endiablado camino de complicidades con el crimen organizado...
Cristina Losada, Los escombros del "proceso"
domingo 31 de diciembre de 2006
Atentado de ETA
Los escombros del "proceso"
Cristina Losada
La reacción del Gobierno debería haber sido la ruptura sin ambages de su negociación, diálogo o como quieran llamarlo. El regreso a los principios recogidos en el Pacto Antiterrorista, que excluyen negociar con la banda y con quienes negocien con ella
La fachada Potemkin construida por el Gobierno socialista durante todo su mandato, la ilusión que ha cultivado acerca de la voluntad de la ETA de dejar la violencia, y bajo cuya aureola se han hecho cesiones políticas a los terroristas, se ha dejado en suspenso el Estado de Derecho y se ha bajado la guardia en la lucha policial, se ha derrumbado hoy con el aparcamiento de la Terminal 4 del aeropuerto de Barajas. Bajo los escombros del cemento y el hierro destruido por una bomba de gran potencia, no sólo yace lo que ha venido llamando "proceso de paz" en un ejercicio de irresponsable creación de expectativas que a la vez eran el anestésico para que la sociedad española fuera aceptando las concesiones a Batasuna-ETA, sino también, y ojalá no sea así, pero el paso de las horas lo configura como altamente probable, víctimas mortales.
El coche-bomba de ETA ha sido la culminación de una escalada de violencia a la que el Gobierno ha ido cerrando los ojos, y queriendo cerrárselos a los ciudadanos, por pura conveniencia. No responde a la verdad lo que ha dicho el ministro del Interior. ETA no ha roto la tregua con este atentado por la sencilla razón de que el alto el fuego que anunció en marzo ha sido violado una y otra vez. Pero también constituye este nuevo acto criminal un resultado previsible de haber abierto la puerta a una negociación política con los terroristas. Durante todo este tiempo de extorsión, amenazas, manifestaciones, quemas de cajeros y autobuses, robos de explosivos y armas, el Gobierno quiso seguir adelante con su engaño y autoengaño, y ello ha dado cancha a la estrategia de presión del entramado terrorista. Era de manual y sólo Zapatero se ha negado a ver adonde conducía el camino que había emprendido. Si el Gobierno estaba dispuesto a ceder, los terroristas iban a explorar sus límites por sus medios habituales. Es lo que han estado haciendo y lo que acaban de hacer.
La sustancia criminal y totalitaria de ETA no ha dejado de manifestarse, pero hoy ha quedado más a la luz que nunca que cuanto nos han venido contando, de ZP al ministro del Interior, pasando por los altos responsables de la lucha anti-terrorista, hasta hace sólo 24 horas, era una falsificación de la realidad. Hace unas cuantas más, aún peroraba un dirigente socialista vasco sobre la "percha" de un nuevo Estatuto vasco en la que se iba a colgar la incorporación de Batasuna "a la democracia". Otra concesión política que se urdía en la sombra. Y el apéndice de ETA ha dado su respuesta, también previsible: ni condena el atentado ni considera roto el "proceso". Llevan cuarenta años justificando el terrorismo y el crimen. Pero achacar a la ingenuidad la política de negociación con la banda emprendida por los socialistas sería igual e imperdonablemente ingenuo. Y la ingenuidad no exime de responsabilidad.
La reacción del Gobierno debería haber sido la ruptura sin ambages de su negociación, diálogo o como quieran llamarlo. El regreso a los principios recogidos en el Pacto Antiterrorista, que excluyen negociar con la banda y con quienes negocien con ella. El "dejad toda esperanza" a sus huestes de que puedan destruir la democracia sentándose de nuevo en las instituciones. Eso, como mínimo. En cambio, Zapatero anuncia la "suspensión" del diálogo. Suspender significa exactamente eso: detener o interrumpir por algún tiempo una cosa. En el futuro, si la ETA da muestras de "buena voluntad", ya se verá. En suma, Zapatero está dispuesto a volver a las andadas del "proceso" no importa cuántos escombros y víctimas se cobre la aventura.
Atentado de ETA
Los escombros del "proceso"
Cristina Losada
La reacción del Gobierno debería haber sido la ruptura sin ambages de su negociación, diálogo o como quieran llamarlo. El regreso a los principios recogidos en el Pacto Antiterrorista, que excluyen negociar con la banda y con quienes negocien con ella
La fachada Potemkin construida por el Gobierno socialista durante todo su mandato, la ilusión que ha cultivado acerca de la voluntad de la ETA de dejar la violencia, y bajo cuya aureola se han hecho cesiones políticas a los terroristas, se ha dejado en suspenso el Estado de Derecho y se ha bajado la guardia en la lucha policial, se ha derrumbado hoy con el aparcamiento de la Terminal 4 del aeropuerto de Barajas. Bajo los escombros del cemento y el hierro destruido por una bomba de gran potencia, no sólo yace lo que ha venido llamando "proceso de paz" en un ejercicio de irresponsable creación de expectativas que a la vez eran el anestésico para que la sociedad española fuera aceptando las concesiones a Batasuna-ETA, sino también, y ojalá no sea así, pero el paso de las horas lo configura como altamente probable, víctimas mortales.
El coche-bomba de ETA ha sido la culminación de una escalada de violencia a la que el Gobierno ha ido cerrando los ojos, y queriendo cerrárselos a los ciudadanos, por pura conveniencia. No responde a la verdad lo que ha dicho el ministro del Interior. ETA no ha roto la tregua con este atentado por la sencilla razón de que el alto el fuego que anunció en marzo ha sido violado una y otra vez. Pero también constituye este nuevo acto criminal un resultado previsible de haber abierto la puerta a una negociación política con los terroristas. Durante todo este tiempo de extorsión, amenazas, manifestaciones, quemas de cajeros y autobuses, robos de explosivos y armas, el Gobierno quiso seguir adelante con su engaño y autoengaño, y ello ha dado cancha a la estrategia de presión del entramado terrorista. Era de manual y sólo Zapatero se ha negado a ver adonde conducía el camino que había emprendido. Si el Gobierno estaba dispuesto a ceder, los terroristas iban a explorar sus límites por sus medios habituales. Es lo que han estado haciendo y lo que acaban de hacer.
La sustancia criminal y totalitaria de ETA no ha dejado de manifestarse, pero hoy ha quedado más a la luz que nunca que cuanto nos han venido contando, de ZP al ministro del Interior, pasando por los altos responsables de la lucha anti-terrorista, hasta hace sólo 24 horas, era una falsificación de la realidad. Hace unas cuantas más, aún peroraba un dirigente socialista vasco sobre la "percha" de un nuevo Estatuto vasco en la que se iba a colgar la incorporación de Batasuna "a la democracia". Otra concesión política que se urdía en la sombra. Y el apéndice de ETA ha dado su respuesta, también previsible: ni condena el atentado ni considera roto el "proceso". Llevan cuarenta años justificando el terrorismo y el crimen. Pero achacar a la ingenuidad la política de negociación con la banda emprendida por los socialistas sería igual e imperdonablemente ingenuo. Y la ingenuidad no exime de responsabilidad.
La reacción del Gobierno debería haber sido la ruptura sin ambages de su negociación, diálogo o como quieran llamarlo. El regreso a los principios recogidos en el Pacto Antiterrorista, que excluyen negociar con la banda y con quienes negocien con ella. El "dejad toda esperanza" a sus huestes de que puedan destruir la democracia sentándose de nuevo en las instituciones. Eso, como mínimo. En cambio, Zapatero anuncia la "suspensión" del diálogo. Suspender significa exactamente eso: detener o interrumpir por algún tiempo una cosa. En el futuro, si la ETA da muestras de "buena voluntad", ya se verá. En suma, Zapatero está dispuesto a volver a las andadas del "proceso" no importa cuántos escombros y víctimas se cobre la aventura.
Jaime Ignacio del Burgo, El borde del precipicio
domingo 31 de diciembre de 2006
Al borde del precipicio
Jaime Ignacio del Burgo
Rodríguez Zapatero ha llevado a España al borde del precipicio. Aún tiene tiempo de rectificar. Si lo hace contará con el respaldo incondicional del PP y de UPN. Pero si no lo hace, tiene el deber moral de convocar elecciones
El presidente del Gobierno ha ordenado “suspender” todo contacto con ETA. Nuestro idioma es muy rico en matices. Suspender es detener o diferir por algún tiempo una acción u obra, no cancelar ni romper.
Esta suspensión de las conversaciones con ETA responde, según el presidente, a la necesidad de cumplir la resolución del Congreso de los Diputados de mayo de 2005, pues el final dialogado de la violencia quedaba supeditado a la manifestación inequívoca por parte de ETA de su voluntad de disolverse. Sin embargo, el presidente ha venido haciendo caso omiso del mandato del Congreso. Lo cierto es que la banda terrorista nunca puso fin a su actividad delictiva.
Desde hace algún tiempo, los dirigentes de la ilegalizada Batasuna han denunciado que el proceso estaba estancado o en vía muerta. A pesar de ello, nada parecía perturbar el optimismo del presidente. Ni el robo masivo de armamento en Francia, ni el intento de quemar vivos a dos policías municipales, ni el atentado de Barañáin –que el Gobierno, para su sonrojo, se negó a atribuir a ETA-, ni el chantaje a los empresarios, ni los sabotajes a autobuses urbanos, establecimientos bancarios, oficinas judiciale y, sedes de partidos o sindicatos, ni las amenazas e insultos a los cargos constitucionalistas, ni los zulos de factura reciente. “Dentro de un año estaremos mejor que hoy”, dijo veinticuatro horas antes de que ETA le devolviera a la cruda realidad.
Pero el atentado no aparta al presidente de su voluntad de llegar a un acuerdo con los terroristas. A pesar de la aparente firmeza de sus palabras, Rodríguez Zapatero tiene muy presente el proceso irlandés. También en él hubo atentados mortales a los que el presidente, en una memorable entrevista, llegó a calificar de “accidentes” y el proceso no se rompió. Por eso, ya se curó en salud desde un principio cuando dijo que el proceso sería “largo, duro y difícil”. Pero no conviene olvidar –lo dijo hace un par de semanas en el Congreso- que el buen fin del proceso requiere “tiempo, templanza y tenacidad”. Está claro que el presidente Rodríguez Zapatero no tiene ninguna intención de renunciar a su proceso de paz. Por eso dijo suspensión, no ruptura. En ningún momento anunció su retorno al Acuerdo por las libertades y frente al terrorismo que él mismo impulsó en el año 2000 a raíz de la ruptura de la tregua de 1998.
El presidente invocó los términos de la resolución de mayo de 2005. Pero olvida que un mes más tarde, a iniciativa de UPN, el Congreso aprobó –cono la abstención de los grupos nacionalistas- otra resolución reafirmando la validez del Acuerdo por la paz y la tolerancia firmado por las fuerzas democráticas navarras en 1988: “Ningún grupo terrorista, ni ningún partido político que apoye la práctica de la violencia o se sostenga en ella para conseguir sus fines está legitimado para erigirse en representante del pueblo de Navarra. En consecuencia, rechazamos toda posibilidad de que ETA, o cualquier organización respaldada por la misma, sea reconocida en negociaciones políticas que pretendan condicionar el desarrollo libre del sistema democrático en general y el propio de Navarra en particular”. Más claro, agua.
La declaración del presidente formulada en el zaguán del Congreso el pasado 29 de junio supuso una flagrante vulneración de lo dispuesto en esta segunda resolución al aceptar, en paralelo con las conversaciones del Gobierno con ETA, la constitución de una mesa de “agentes políticos, sociales, económicos y sindicales” para negociar un nuevo marco o estatus político vasco, todo ello con el ingenuo, beatífico o tal vez ignorante propósito presidencial de “refundar la convivencia en Euzkadi”. En definitiva, el presidente anunció su disposición a negociar con ETA, a través de sus apoderados, un acuerdo político con el fin de lograr la paz. Y esto es moralmente inadmisible.
El presidente tuvo en la tarde de este sábado la oportunidad de recuperar la unidad de la nación frente al terrorismo. En su lugar, ha vuelto a tender la mano a los terroristas a los que está dispuesto a dar una nueva oportunidad. Se dirá que el presidente ni ha acercado presos ni ha hecho ninguna concesión política hasta ahora. Pero ha hecho algo peor. Ha sentado las bases para la rendición del Estado al admitir la creación de una asamblea constituyente de Euskal Herria –pues no otra cosa es la anhelada mesa multilateral-, para negociar un nuevo marco político, sin limitaciones de agenda y, por tanto, con posibilidad de hablar de la autodeterminación y, claro es, de Navarra. Ha admitido la existencia de un conflicto político vasco. Ha certificado la defunción del Estatuto vasco. Ha hecho llamamientos al poder judicial para que miren hacia otro lado durante el proceso. Ha llevado el asunto a Europa. Ha tolerado el llamado terrorismo de baja intensidad. Ha legalizado “de facto” a Batasuna, que actúa con toda impunidad a pesar de su disolución judicial. Y hasta se ha llegado a la ignominia de ver que un juzgado de la Audiencia Nacional investiga un posible “chivatazo” policial a los etarras para frustrar una operación contra la mafia de extorsión a los empresarios.
Rodríguez Zapatero ha llevado a España al borde del precipicio. Aún tiene tiempo de rectificar. Si lo hace contará con el respaldo incondicional del PP y de UPN. Pero si no lo hace, tiene el deber moral de convocar elecciones para obtener el refrendo popular a su política de claudicación, por cuanto no ha hecho honor al compromiso que asumió en su programa electoral del 14-M: “Nos comprometemos al cumplimiento escrupuloso y estricto del Pacto de Estado Por la Libertad y Contra el Terrorismo, a mantenerlo vivo y en vigor hasta la derrota total de ETA o su disolución efectiva”. Conviene recordarlo: “Quienes la practican (la violencia), quienes atentan contra la vida de aquellos que no piensan como ellos sólo merecen la condena y el desprecio de los partidos políticos democráticos y del conjunto de la sociedad... El único déficit democrático que sufre la sociedad vasca, el verdadero conflicto, es que aquellos que no creen en la democracia ejercen la violencia terrorista para imponer sus objetivos a la mayoría... Afirmamos públicamente que de la violencia terrorista no se extraerá, en ningún caso, ventaja o rédito político alguno... Cualquier discrepancia política existente entre vascos puede y debe plantearse en ese marco institucional (Parlamento vasco)... El diálogo propio de una sociedad democrática debe producirse entre los representantes legítimos de los ciudadanos, en el marco y con las reglas previstas en nuestra Constitución y Estatuto y, desde luego, sin la presión de la violencia”.
Justo lo contrario de lo que ha hecho y pretende el presidente del Gobierno. Esta claro que su palabra sólo valió para poner pies en polvorosa en Iraq.
Jaime Ignacio del Burgo es diputado por Navarra. Representa a UPN en el Comité Nacional del PP
Al borde del precipicio
Jaime Ignacio del Burgo
Rodríguez Zapatero ha llevado a España al borde del precipicio. Aún tiene tiempo de rectificar. Si lo hace contará con el respaldo incondicional del PP y de UPN. Pero si no lo hace, tiene el deber moral de convocar elecciones
El presidente del Gobierno ha ordenado “suspender” todo contacto con ETA. Nuestro idioma es muy rico en matices. Suspender es detener o diferir por algún tiempo una acción u obra, no cancelar ni romper.
Esta suspensión de las conversaciones con ETA responde, según el presidente, a la necesidad de cumplir la resolución del Congreso de los Diputados de mayo de 2005, pues el final dialogado de la violencia quedaba supeditado a la manifestación inequívoca por parte de ETA de su voluntad de disolverse. Sin embargo, el presidente ha venido haciendo caso omiso del mandato del Congreso. Lo cierto es que la banda terrorista nunca puso fin a su actividad delictiva.
Desde hace algún tiempo, los dirigentes de la ilegalizada Batasuna han denunciado que el proceso estaba estancado o en vía muerta. A pesar de ello, nada parecía perturbar el optimismo del presidente. Ni el robo masivo de armamento en Francia, ni el intento de quemar vivos a dos policías municipales, ni el atentado de Barañáin –que el Gobierno, para su sonrojo, se negó a atribuir a ETA-, ni el chantaje a los empresarios, ni los sabotajes a autobuses urbanos, establecimientos bancarios, oficinas judiciale y, sedes de partidos o sindicatos, ni las amenazas e insultos a los cargos constitucionalistas, ni los zulos de factura reciente. “Dentro de un año estaremos mejor que hoy”, dijo veinticuatro horas antes de que ETA le devolviera a la cruda realidad.
Pero el atentado no aparta al presidente de su voluntad de llegar a un acuerdo con los terroristas. A pesar de la aparente firmeza de sus palabras, Rodríguez Zapatero tiene muy presente el proceso irlandés. También en él hubo atentados mortales a los que el presidente, en una memorable entrevista, llegó a calificar de “accidentes” y el proceso no se rompió. Por eso, ya se curó en salud desde un principio cuando dijo que el proceso sería “largo, duro y difícil”. Pero no conviene olvidar –lo dijo hace un par de semanas en el Congreso- que el buen fin del proceso requiere “tiempo, templanza y tenacidad”. Está claro que el presidente Rodríguez Zapatero no tiene ninguna intención de renunciar a su proceso de paz. Por eso dijo suspensión, no ruptura. En ningún momento anunció su retorno al Acuerdo por las libertades y frente al terrorismo que él mismo impulsó en el año 2000 a raíz de la ruptura de la tregua de 1998.
El presidente invocó los términos de la resolución de mayo de 2005. Pero olvida que un mes más tarde, a iniciativa de UPN, el Congreso aprobó –cono la abstención de los grupos nacionalistas- otra resolución reafirmando la validez del Acuerdo por la paz y la tolerancia firmado por las fuerzas democráticas navarras en 1988: “Ningún grupo terrorista, ni ningún partido político que apoye la práctica de la violencia o se sostenga en ella para conseguir sus fines está legitimado para erigirse en representante del pueblo de Navarra. En consecuencia, rechazamos toda posibilidad de que ETA, o cualquier organización respaldada por la misma, sea reconocida en negociaciones políticas que pretendan condicionar el desarrollo libre del sistema democrático en general y el propio de Navarra en particular”. Más claro, agua.
La declaración del presidente formulada en el zaguán del Congreso el pasado 29 de junio supuso una flagrante vulneración de lo dispuesto en esta segunda resolución al aceptar, en paralelo con las conversaciones del Gobierno con ETA, la constitución de una mesa de “agentes políticos, sociales, económicos y sindicales” para negociar un nuevo marco o estatus político vasco, todo ello con el ingenuo, beatífico o tal vez ignorante propósito presidencial de “refundar la convivencia en Euzkadi”. En definitiva, el presidente anunció su disposición a negociar con ETA, a través de sus apoderados, un acuerdo político con el fin de lograr la paz. Y esto es moralmente inadmisible.
El presidente tuvo en la tarde de este sábado la oportunidad de recuperar la unidad de la nación frente al terrorismo. En su lugar, ha vuelto a tender la mano a los terroristas a los que está dispuesto a dar una nueva oportunidad. Se dirá que el presidente ni ha acercado presos ni ha hecho ninguna concesión política hasta ahora. Pero ha hecho algo peor. Ha sentado las bases para la rendición del Estado al admitir la creación de una asamblea constituyente de Euskal Herria –pues no otra cosa es la anhelada mesa multilateral-, para negociar un nuevo marco político, sin limitaciones de agenda y, por tanto, con posibilidad de hablar de la autodeterminación y, claro es, de Navarra. Ha admitido la existencia de un conflicto político vasco. Ha certificado la defunción del Estatuto vasco. Ha hecho llamamientos al poder judicial para que miren hacia otro lado durante el proceso. Ha llevado el asunto a Europa. Ha tolerado el llamado terrorismo de baja intensidad. Ha legalizado “de facto” a Batasuna, que actúa con toda impunidad a pesar de su disolución judicial. Y hasta se ha llegado a la ignominia de ver que un juzgado de la Audiencia Nacional investiga un posible “chivatazo” policial a los etarras para frustrar una operación contra la mafia de extorsión a los empresarios.
Rodríguez Zapatero ha llevado a España al borde del precipicio. Aún tiene tiempo de rectificar. Si lo hace contará con el respaldo incondicional del PP y de UPN. Pero si no lo hace, tiene el deber moral de convocar elecciones para obtener el refrendo popular a su política de claudicación, por cuanto no ha hecho honor al compromiso que asumió en su programa electoral del 14-M: “Nos comprometemos al cumplimiento escrupuloso y estricto del Pacto de Estado Por la Libertad y Contra el Terrorismo, a mantenerlo vivo y en vigor hasta la derrota total de ETA o su disolución efectiva”. Conviene recordarlo: “Quienes la practican (la violencia), quienes atentan contra la vida de aquellos que no piensan como ellos sólo merecen la condena y el desprecio de los partidos políticos democráticos y del conjunto de la sociedad... El único déficit democrático que sufre la sociedad vasca, el verdadero conflicto, es que aquellos que no creen en la democracia ejercen la violencia terrorista para imponer sus objetivos a la mayoría... Afirmamos públicamente que de la violencia terrorista no se extraerá, en ningún caso, ventaja o rédito político alguno... Cualquier discrepancia política existente entre vascos puede y debe plantearse en ese marco institucional (Parlamento vasco)... El diálogo propio de una sociedad democrática debe producirse entre los representantes legítimos de los ciudadanos, en el marco y con las reglas previstas en nuestra Constitución y Estatuto y, desde luego, sin la presión de la violencia”.
Justo lo contrario de lo que ha hecho y pretende el presidente del Gobierno. Esta claro que su palabra sólo valió para poner pies en polvorosa en Iraq.
Jaime Ignacio del Burgo es diputado por Navarra. Representa a UPN en el Comité Nacional del PP
Un buen dia para la libertad
Revista de Prensa
30-XII-2006
Un buen día para la libertad
Ediciones especiales por la ejecución de Saddam. El Mundo y El País han estado a la altura de este hito de la lucha humana por la libertad, comparable al proceso de Nuremberg. Llenaron los quioscos con una segunda portada, a las cuatro y media de la madrugada. En la Red, por supuesto, LIBERTAD DIGITAL lo ha contado antes que nadie. Faltaría plus. Por algo nos llamamos Libertad. En vela para dejar constancia de la muerte de uno de los tiranos más crueles de la historia. El mundo es un poco mejor, la especie humana es un poco más libre y digna al final de este 2006.
ABC: "El 64% de los vascos corrige a Zapatero y piensa que ETA volverá a matar", "España acogerá una gran cita islámica mundial que fundó Gadafi", "Una marea humana camina hacia La Meca" y "Máxima tensión en Irak por la ejecución de Sadam Husein".En el editorial Responsabilidades compartidas señala que "El caso Air Madrid lleva camino de convertirse en una historia interminable" porque "por una parte, las sociedades de «leasing» han recuperado sus aeronaves, de manera que la compañía afrontará el procedimiento concursal sin contar con dichos activos" y, "por otra, la batalla política está en su plenitud".EL MUNDO: "Zapatero se la juega con ETA: 'Dentro de un año estaremos mejor'", "La Fiscalía pide que el CNI entregue documentos sobre los vuelos de la CIA", "El Gobierno sube la luz un 2,8% pero planea otra alza para después de las autonómicas" y "Sadam será ahorcado hoy según sus abogados".Según explica EL MUNDO en el editorial "Zapatero deja la nota de su examen final en manos de ETA", el presidente del Ejecutivo "se enfrenta al dilema de asumir la negociación de las reivindicaciones de ETA y su entorno, para que el proceso siga adelante o rechazar -tal y como desea la mayoría de los españoles- las exigencias de la banda, con el riesgo de la ruptura", y añade: "El drama de Zapatero es que la nota de ese examen al que acaba de poner fecha depende de la flexibilidad y moderación de ETA, lo cual es políticamente suicida".EL PAÍS: "Sadam Husein muere en la horca", "Zapatero anuncia un paquete de medidas para recuperar la iniciativa" y "El fiscal pide la desclasificación de papeles del CNI sobre los vuelos de la CIA".El editorial Reacción de Zapatero señala, en referencia al balance anual hecho ayer por el presidente del Gobierno, que "si la satisfacción por la evolución de la economía está justificada, pese a algunos puntos oscuros, el optimismo de Zapatero respecto a la reforma territorial, el fin del terrorismo y la política exterior se apoyó en afirmaciones genéricas".LA RAZÓN: "Zapatero mantiene su fe en el proceso mientras cae la confianza de los vascos", "El presidente de Irak firma la sentencia de muerte de Sadam Husein", "Crece el número de abortos en España, que registró 91.000 casos en 2005", "Acciona calcula que Endesa puede valer 60 euros por acción" y "Los amos del mundo, censurados en Milán".En Zapatero, en un país imaginario... apunta que "el presidente presentó ayer un balance de su gestión que no se parece en nada a la realidad" y añade que "El 'proceso de paz' requiere menos dosis de autocomplacencia y más de firmeza y responsabilidad".
30-XII-2006
Un buen día para la libertad
Ediciones especiales por la ejecución de Saddam. El Mundo y El País han estado a la altura de este hito de la lucha humana por la libertad, comparable al proceso de Nuremberg. Llenaron los quioscos con una segunda portada, a las cuatro y media de la madrugada. En la Red, por supuesto, LIBERTAD DIGITAL lo ha contado antes que nadie. Faltaría plus. Por algo nos llamamos Libertad. En vela para dejar constancia de la muerte de uno de los tiranos más crueles de la historia. El mundo es un poco mejor, la especie humana es un poco más libre y digna al final de este 2006.
ABC: "El 64% de los vascos corrige a Zapatero y piensa que ETA volverá a matar", "España acogerá una gran cita islámica mundial que fundó Gadafi", "Una marea humana camina hacia La Meca" y "Máxima tensión en Irak por la ejecución de Sadam Husein".En el editorial Responsabilidades compartidas señala que "El caso Air Madrid lleva camino de convertirse en una historia interminable" porque "por una parte, las sociedades de «leasing» han recuperado sus aeronaves, de manera que la compañía afrontará el procedimiento concursal sin contar con dichos activos" y, "por otra, la batalla política está en su plenitud".EL MUNDO: "Zapatero se la juega con ETA: 'Dentro de un año estaremos mejor'", "La Fiscalía pide que el CNI entregue documentos sobre los vuelos de la CIA", "El Gobierno sube la luz un 2,8% pero planea otra alza para después de las autonómicas" y "Sadam será ahorcado hoy según sus abogados".Según explica EL MUNDO en el editorial "Zapatero deja la nota de su examen final en manos de ETA", el presidente del Ejecutivo "se enfrenta al dilema de asumir la negociación de las reivindicaciones de ETA y su entorno, para que el proceso siga adelante o rechazar -tal y como desea la mayoría de los españoles- las exigencias de la banda, con el riesgo de la ruptura", y añade: "El drama de Zapatero es que la nota de ese examen al que acaba de poner fecha depende de la flexibilidad y moderación de ETA, lo cual es políticamente suicida".EL PAÍS: "Sadam Husein muere en la horca", "Zapatero anuncia un paquete de medidas para recuperar la iniciativa" y "El fiscal pide la desclasificación de papeles del CNI sobre los vuelos de la CIA".El editorial Reacción de Zapatero señala, en referencia al balance anual hecho ayer por el presidente del Gobierno, que "si la satisfacción por la evolución de la economía está justificada, pese a algunos puntos oscuros, el optimismo de Zapatero respecto a la reforma territorial, el fin del terrorismo y la política exterior se apoyó en afirmaciones genéricas".LA RAZÓN: "Zapatero mantiene su fe en el proceso mientras cae la confianza de los vascos", "El presidente de Irak firma la sentencia de muerte de Sadam Husein", "Crece el número de abortos en España, que registró 91.000 casos en 2005", "Acciona calcula que Endesa puede valer 60 euros por acción" y "Los amos del mundo, censurados en Milán".En Zapatero, en un país imaginario... apunta que "el presidente presentó ayer un balance de su gestión que no se parece en nada a la realidad" y añade que "El 'proceso de paz' requiere menos dosis de autocomplacencia y más de firmeza y responsabilidad".
ETA liquida la Legislatura, a las urnas
31-XII-2006
ETA liquida la Legislatura: a las urnas
EDITORIAL
¿Cuántos de los 200 kilos de explosivos utilizados para sepultar a estos dos jóvenes desaparecidos fueron pagados por ETA gracias al chivatazo policial que salvó a su red de extorsión?
ETA ha desmentido brutalmente al presidente del Gobierno, horas después de su última levitación sobre la paz. Estamos mejor que nunca en todo, también en la lucha contra el terrorismo [había presumido este viernes], pero dentro de un año estaremos mejor. El coche-bomba con más de 200 kilos de explosivos que ha estallado en el aeropuerto de Madrid, tragándose a dos personas, hiriendo a otras 19 y alterando la vida a miles de viajeros, destapa la farsa de su optimismo especulativo y tramposo. Si lo que buscaba era ganar tiempo a costa de la expectativa del fin del terrorismo, ETA ha desatado la destrucción y el pánico para recordarle quién dirige aquí las expectativas y fija los plazos.
El “humillante desmentido”, como lo ha calificado este sábado Le Monde, liquida el único proyecto político de José Luis Rodríguez Zapatero y, con él, la Legislatura. Pactar con ETA paz por soberanía ha sido, desde antes del 14 de marzo de 2004, su verdadero programa de Gobierno. Lo que hunde su proyecto y precipita el final del ciclo legislativo no es el hecho de que la banda terrorista haya atentado, cosa que no ha dejado de hacer en estos nueve meses, sino la posibilidad cierta de que haya puesto este fin de semana los primeros muertos sobre la mesa, desde el 30 de mayo de 2003. La sola idea abre un abismo ante Zapatero y el PSOE.
De ser verdad el comunicado difundido por el Ministerio de Asuntos Exteriores de Ecuador, el Gobierno español, por medio del ministro Miguel Ángel Moratinos, ya le habría comunicado oficialmente la muerte de los dos ciudadanos de ese país alcanzados por la bomba de ETA, a quienes Rodríguez Zapatero, en su comparecencia de este sábado tras el atentado en Barajas, daba aún por desaparecidos. La versión de la Cancillería ecuatoriana exige una aclaración fehaciente del Gobierno español, para no añadir, al escándalo de la falsa tregua, el escándalo aún mayor de esconder a las víctimas del fracaso de Zapatero. Éste es, no se olvide, el partido político que durante el 11 al 14 de marzo de 2004 hostigó, al grito de “Queremos saber”, al Gobierno que entonces investigaba con total transparencia (lo que no significa que sin errores, espontáneos o inducidos) la peor masacre terrorista de nuestra historia.
Si la comunicación oficial de Ecuador es cierta, estaríamos ante un escándalo incluso mayor que las mentiras del “proceso de paz”, violentamente destapadas por la onda expansiva del atentado del penúltimo día del año 2006.
¿Qué clase de angustia llevaría al presidente del Gobierno a comparecer ante la Opinión Pública sabiendo que ya había dos víctimas mortales, y ocultarlo? Sin duda, el horror a que los ciudadanos se hagan preguntas insoportables para la continuidad de Zapatero en el sistema. Preguntas como, ¿cuántos de los 200 kilos de explosivos utilizados para sepultar a estos dos jóvenes desaparecidos fueron pagados por ETA gracias al chivatazo policial que salvó a su red de extorsión? ¿Cuánto de esa bomba se costeó con las cartas de chantaje a empresarios que el Fiscal General del Estado ha dejado correr en estos nueve meses de falsa tregua? ¿Cuánta tranquilidad para perpetrar el atentado debe el comando que robó la furgoneta, la cebó de explosivos y la aparcó en la Terminal 4 de Barajas a la doctrina de Conde Pumpido de adaptar la Ley al “proceso de paz”? Si hay muertos en mitad del viaje que ETA y Zapatero han hecho de la mano, cada cesión, cada desprecio a las víctimas, cada atropello al Estado de Derecho sufridos en los últimos meses se volverá una carga moral que ningún Gobierno decente aceptaría sobrellevar, ni ningún país sano dejaría sin juzgar.
Junto a esas dos vidas (ojalá que no), ETA puede haber enterrado este sábado el programa de Zapatero y lo que queda de Legislatura. Las urnas rescatarán a los españoles de una de las peores pesadillas de su historia. Sólo es cuestión de que la Oposición acierte con el momento de exigir su convocatoria, no vaya a ser que, por un error de cálculo, otra tregua-trampa de ETA acabe en la redención-trampa de su colaborador necesario.
ETA liquida la Legislatura: a las urnas
EDITORIAL
¿Cuántos de los 200 kilos de explosivos utilizados para sepultar a estos dos jóvenes desaparecidos fueron pagados por ETA gracias al chivatazo policial que salvó a su red de extorsión?
ETA ha desmentido brutalmente al presidente del Gobierno, horas después de su última levitación sobre la paz. Estamos mejor que nunca en todo, también en la lucha contra el terrorismo [había presumido este viernes], pero dentro de un año estaremos mejor. El coche-bomba con más de 200 kilos de explosivos que ha estallado en el aeropuerto de Madrid, tragándose a dos personas, hiriendo a otras 19 y alterando la vida a miles de viajeros, destapa la farsa de su optimismo especulativo y tramposo. Si lo que buscaba era ganar tiempo a costa de la expectativa del fin del terrorismo, ETA ha desatado la destrucción y el pánico para recordarle quién dirige aquí las expectativas y fija los plazos.
El “humillante desmentido”, como lo ha calificado este sábado Le Monde, liquida el único proyecto político de José Luis Rodríguez Zapatero y, con él, la Legislatura. Pactar con ETA paz por soberanía ha sido, desde antes del 14 de marzo de 2004, su verdadero programa de Gobierno. Lo que hunde su proyecto y precipita el final del ciclo legislativo no es el hecho de que la banda terrorista haya atentado, cosa que no ha dejado de hacer en estos nueve meses, sino la posibilidad cierta de que haya puesto este fin de semana los primeros muertos sobre la mesa, desde el 30 de mayo de 2003. La sola idea abre un abismo ante Zapatero y el PSOE.
De ser verdad el comunicado difundido por el Ministerio de Asuntos Exteriores de Ecuador, el Gobierno español, por medio del ministro Miguel Ángel Moratinos, ya le habría comunicado oficialmente la muerte de los dos ciudadanos de ese país alcanzados por la bomba de ETA, a quienes Rodríguez Zapatero, en su comparecencia de este sábado tras el atentado en Barajas, daba aún por desaparecidos. La versión de la Cancillería ecuatoriana exige una aclaración fehaciente del Gobierno español, para no añadir, al escándalo de la falsa tregua, el escándalo aún mayor de esconder a las víctimas del fracaso de Zapatero. Éste es, no se olvide, el partido político que durante el 11 al 14 de marzo de 2004 hostigó, al grito de “Queremos saber”, al Gobierno que entonces investigaba con total transparencia (lo que no significa que sin errores, espontáneos o inducidos) la peor masacre terrorista de nuestra historia.
Si la comunicación oficial de Ecuador es cierta, estaríamos ante un escándalo incluso mayor que las mentiras del “proceso de paz”, violentamente destapadas por la onda expansiva del atentado del penúltimo día del año 2006.
¿Qué clase de angustia llevaría al presidente del Gobierno a comparecer ante la Opinión Pública sabiendo que ya había dos víctimas mortales, y ocultarlo? Sin duda, el horror a que los ciudadanos se hagan preguntas insoportables para la continuidad de Zapatero en el sistema. Preguntas como, ¿cuántos de los 200 kilos de explosivos utilizados para sepultar a estos dos jóvenes desaparecidos fueron pagados por ETA gracias al chivatazo policial que salvó a su red de extorsión? ¿Cuánto de esa bomba se costeó con las cartas de chantaje a empresarios que el Fiscal General del Estado ha dejado correr en estos nueve meses de falsa tregua? ¿Cuánta tranquilidad para perpetrar el atentado debe el comando que robó la furgoneta, la cebó de explosivos y la aparcó en la Terminal 4 de Barajas a la doctrina de Conde Pumpido de adaptar la Ley al “proceso de paz”? Si hay muertos en mitad del viaje que ETA y Zapatero han hecho de la mano, cada cesión, cada desprecio a las víctimas, cada atropello al Estado de Derecho sufridos en los últimos meses se volverá una carga moral que ningún Gobierno decente aceptaría sobrellevar, ni ningún país sano dejaría sin juzgar.
Junto a esas dos vidas (ojalá que no), ETA puede haber enterrado este sábado el programa de Zapatero y lo que queda de Legislatura. Las urnas rescatarán a los españoles de una de las peores pesadillas de su historia. Sólo es cuestión de que la Oposición acierte con el momento de exigir su convocatoria, no vaya a ser que, por un error de cálculo, otra tregua-trampa de ETA acabe en la redención-trampa de su colaborador necesario.
viernes, diciembre 29, 2006
Un hombre solo, (Unamuno, 1936-2006)
sabado 30 de diciembre de 2006
Un hombre solo (Unamuno, 1936-2006)
POR LUCIANO G. EGIDO
El día 31 de diciembre del 1936, en plena guerra civil, un día frío y luminoso, alrededor de la hora ritual española de las cinco de la tarde, Miguel de Unamuno murió en Salamanca, «de mal de España», como diagnosticaría Ortega y Gasset. Los médicos dirían que había muerto de una congestión cerebral, producida por las emanaciones de anhídrido carbónico del brasero doméstico. Su muerte sólo fue presenciada por un joven falangista, Bartolomé Aragón, que, recién venido del frente bélico, había ido a visitarlo, admirativo y fiel. Cuando Unamuno, después de su última irritación dialéctica y de su última frase para la historia y para su biografía, con su ciego voluntarismo suicida a flor de piel: «¡Dios no puede volverle la espalda a España! ¡España se salvará porque tiene que salvarse!», dejó caer su cabeza sobre el pecho, en un desvanecimiento ya preagónico; su visitante no se atrevió a despertarlo, hasta que se dio cuenta, por el olor a quemado, que el viejo maestro inconsciente había metido su zapatilla en el brasero y se le estaba quemando, sin que él lo sintiera, porque ya estaba muerto.
Aquella muerte es patética por las circunstancias que la precedieron y la acompañaron. Y, si toda muerte personal, se aborda desde la soledad, la de Unamuno fue doblemente solitaria, al final de una larga agonía (en el sentido unamuniano y etimológico de la palabra, como lucha por sobrevivir) de tres meses, marginado por los hombres y por la historia, sin los amigos que le hubiera gustado tener durante aquellas últimas semanas trágicas y sin las razones suficientes para entender lo que estaba ocurriendo en aquella España sangrienta de la última contienda civil, que a aquellas alturas de su vida se le vino encima, de golpe y porrazo, aunque él mismo la había estado anunciando desde hacía tiempo, sin acabar de creérselo enteramente y sobre todo sin imaginarse que fuera como finalmente fue. Había vivido horrorizado durante aquellos meses y, lo que es peor, tenemos muchas razones para pensar, que temió por su vida y que el desasosiego y el miedo fueron una proximidad indeseable hasta las vísperas de su muerte.
Quizá tuvo la muerte que se merecía (aunque nadie se merece la muerte), después de una vida de ir «contra esto y aquello», con la razón y contra la razón, manteniéndose en una contradicción permanente, entre quiebros intelectuales y paradojas, en un perpetuo equilibrio inestable, y haciendo siempre del principio de la incertidumbre el eje de su pensamiento y la raíz de su conducta. Pero la guerra civil, a tiro limpio, no toleraba estas posiciones marginales, ambiguas y descomprometidas. La guerra civil era tajante y expeditiva. No le iban los matices y menos las sutilezas. La posición de Unamuno, frente a unos y frente a los otros, había nacido de una coherencia interna y se había expresado en un lenguaje infiel a la solidez de las ideas, que en aquel tiempo se habían convertido en balas. Preocupado por abarcar la totalidad de lo real, a riesgo de la negación de cualquier tipo de verdad adquirida, Unamuno se encontraba siempre solo y más solo en la guerra civil. Porque no estaba la Magdalena para tafetanes ni el horno para bollos. El fuego cruzado de los enemigos lo cogió en medio y le dieron leña por todos lados. Lo que le había amenazado siempre, se cumplió al final de su vida. Después de brearlo bien breado, lo mandaron a su casa, condenado al silencio y al ostracismo. Y así murió.
Su inicial aceptación del levantamiento militar, debido a su desencanto crítico de la trayectoria política del régimen republicano, en la esperanza de que las cosas mejoraran, y también, apasionado como era, por sus puntuales y rencorosas disidencias con algunos de sus prohombres, sobre todo con Azaña, al que no podía ver ni en pintura, le duró más o menos quince días, decepcionado por las maneras de los sublevados y por sus propósitos antidemocráticos, cada vez más evidentes. El encarcelamiento y la muerte de algunos de sus íntimos le abrieron los ojos y, a primeros de agosto, ya estaba de vuelta de su error. En carta del 10 del mismo mes le escribió a un amigo suyo, socialista belga: «No me abochorna confesar que me he equivocado. Lo que lamento es haber engañado a otros muchos». Pero, para entonces, el gobierno de la República ya lo había reprobado y le había cesado en todos los cargos y honores que le había dado, y sus amigos republicanos le habían abandonado. La prensa de Madrid le había atacado duramente, ridiculizándolo y machacándolo, con chistes y caricaturas. El día 23 de agosto, «La Gaceta de Madrid» publicó el Decreto de su destitución, lamentando su decisión política de alinearse con los enemigos de la República.
Ocho días después, la Junta de Defensa Nacional, de Burgos, le repuso en todos cargos y honores, expresando su admiración y su agradecimiento por su gesto de ayuda «a la cruzada emprendida por España -pueblo y Ejército- para librar a la civilización de Occidente del secuestro en que gentes incomprensivas de su excelencia la retenían». Pero Unamuno ya no estaba en esa órbita y las decepciones acumuladas y las rabias contenidas de los meses de agosto y septiembre le hicieron estallar el 12 de octubre, en el Paraninfo de la Universidad salmantina, cuando ostentaba la representación del Jefe del Gobierno del Estado, general Franco, en su célebre enfrentamiento con Millán Astray, donde dio rienda suelta a su indignación y estigmatizó a los sublevados, diciéndoles: «Os falta razón y derecho en la lucha. Es inútil pediros que penséis en España». El día 22, naturalmente, el general Franco lo volvió a destituir, completando el círculo de la soledad en torno a aquel hombre viejo, que caminaba, sin saberlo, a pasos agigantados hacia la muerte, completamente solo.
En todo este calvario debió pasarlo mal. Hay un testimonio fotográfico del día 25 de julio, con motivo de la constitución del primer Ayuntamiento de Salamanca de los sublevados, en el que participó como Concejal («Estoy aquí porque me considero un elemento de continuación, pues el pueblo me eligió concejal el 12 de abril, y porque el pueblo me trajo, aquí estoy, sirviendo a España por la República»), en el que se le ve enflaquecido, desgarbado, un poco desaliñado y como ausente. Lo que más llama la atención es su delgadez, muy lejos de aquel Unamuno fondón del retrato de Juan de Echeverría y más cerca del Unamuno esclerótico de Gutiérrez Solana. Ocupa el borde izquierdo de la foto y se apoya indolentemente en un mueble, despegado del resto de los ediles, que están al fondo de la imagen, eufóricos, pletóricos, casi desafiantes y sonrientes. La silueta agarabatada de Unamuno se parece más a la escultura angustiosa de Pablo Serrano que a la de Victorio Macho, pétrea y robusta. Aparece reconcomido de tensiones interiores y nos imaginamos las luchas que debió tener consigo mismo para desembocar en aquella foto. Dos meses después, Nikos Kazantzakis lo visitó y lo encontró «súbitamente envejecido, literalmente hundido y ya encorvado por la edad».
No había sido un exhibicionista, con su yo a la intemperie, ni un viejo testarudo, que le gustara llevarle la contraria a todos, sino un hombre de una estricta moral puritana, casi calvinista, que había buscado una coherencia ética, en un mundo incoherente y desquiciado. Evidentemente, no era de este mundo.
LUCIANO G. EGIDO
Un hombre solo (Unamuno, 1936-2006)
POR LUCIANO G. EGIDO
El día 31 de diciembre del 1936, en plena guerra civil, un día frío y luminoso, alrededor de la hora ritual española de las cinco de la tarde, Miguel de Unamuno murió en Salamanca, «de mal de España», como diagnosticaría Ortega y Gasset. Los médicos dirían que había muerto de una congestión cerebral, producida por las emanaciones de anhídrido carbónico del brasero doméstico. Su muerte sólo fue presenciada por un joven falangista, Bartolomé Aragón, que, recién venido del frente bélico, había ido a visitarlo, admirativo y fiel. Cuando Unamuno, después de su última irritación dialéctica y de su última frase para la historia y para su biografía, con su ciego voluntarismo suicida a flor de piel: «¡Dios no puede volverle la espalda a España! ¡España se salvará porque tiene que salvarse!», dejó caer su cabeza sobre el pecho, en un desvanecimiento ya preagónico; su visitante no se atrevió a despertarlo, hasta que se dio cuenta, por el olor a quemado, que el viejo maestro inconsciente había metido su zapatilla en el brasero y se le estaba quemando, sin que él lo sintiera, porque ya estaba muerto.
Aquella muerte es patética por las circunstancias que la precedieron y la acompañaron. Y, si toda muerte personal, se aborda desde la soledad, la de Unamuno fue doblemente solitaria, al final de una larga agonía (en el sentido unamuniano y etimológico de la palabra, como lucha por sobrevivir) de tres meses, marginado por los hombres y por la historia, sin los amigos que le hubiera gustado tener durante aquellas últimas semanas trágicas y sin las razones suficientes para entender lo que estaba ocurriendo en aquella España sangrienta de la última contienda civil, que a aquellas alturas de su vida se le vino encima, de golpe y porrazo, aunque él mismo la había estado anunciando desde hacía tiempo, sin acabar de creérselo enteramente y sobre todo sin imaginarse que fuera como finalmente fue. Había vivido horrorizado durante aquellos meses y, lo que es peor, tenemos muchas razones para pensar, que temió por su vida y que el desasosiego y el miedo fueron una proximidad indeseable hasta las vísperas de su muerte.
Quizá tuvo la muerte que se merecía (aunque nadie se merece la muerte), después de una vida de ir «contra esto y aquello», con la razón y contra la razón, manteniéndose en una contradicción permanente, entre quiebros intelectuales y paradojas, en un perpetuo equilibrio inestable, y haciendo siempre del principio de la incertidumbre el eje de su pensamiento y la raíz de su conducta. Pero la guerra civil, a tiro limpio, no toleraba estas posiciones marginales, ambiguas y descomprometidas. La guerra civil era tajante y expeditiva. No le iban los matices y menos las sutilezas. La posición de Unamuno, frente a unos y frente a los otros, había nacido de una coherencia interna y se había expresado en un lenguaje infiel a la solidez de las ideas, que en aquel tiempo se habían convertido en balas. Preocupado por abarcar la totalidad de lo real, a riesgo de la negación de cualquier tipo de verdad adquirida, Unamuno se encontraba siempre solo y más solo en la guerra civil. Porque no estaba la Magdalena para tafetanes ni el horno para bollos. El fuego cruzado de los enemigos lo cogió en medio y le dieron leña por todos lados. Lo que le había amenazado siempre, se cumplió al final de su vida. Después de brearlo bien breado, lo mandaron a su casa, condenado al silencio y al ostracismo. Y así murió.
Su inicial aceptación del levantamiento militar, debido a su desencanto crítico de la trayectoria política del régimen republicano, en la esperanza de que las cosas mejoraran, y también, apasionado como era, por sus puntuales y rencorosas disidencias con algunos de sus prohombres, sobre todo con Azaña, al que no podía ver ni en pintura, le duró más o menos quince días, decepcionado por las maneras de los sublevados y por sus propósitos antidemocráticos, cada vez más evidentes. El encarcelamiento y la muerte de algunos de sus íntimos le abrieron los ojos y, a primeros de agosto, ya estaba de vuelta de su error. En carta del 10 del mismo mes le escribió a un amigo suyo, socialista belga: «No me abochorna confesar que me he equivocado. Lo que lamento es haber engañado a otros muchos». Pero, para entonces, el gobierno de la República ya lo había reprobado y le había cesado en todos los cargos y honores que le había dado, y sus amigos republicanos le habían abandonado. La prensa de Madrid le había atacado duramente, ridiculizándolo y machacándolo, con chistes y caricaturas. El día 23 de agosto, «La Gaceta de Madrid» publicó el Decreto de su destitución, lamentando su decisión política de alinearse con los enemigos de la República.
Ocho días después, la Junta de Defensa Nacional, de Burgos, le repuso en todos cargos y honores, expresando su admiración y su agradecimiento por su gesto de ayuda «a la cruzada emprendida por España -pueblo y Ejército- para librar a la civilización de Occidente del secuestro en que gentes incomprensivas de su excelencia la retenían». Pero Unamuno ya no estaba en esa órbita y las decepciones acumuladas y las rabias contenidas de los meses de agosto y septiembre le hicieron estallar el 12 de octubre, en el Paraninfo de la Universidad salmantina, cuando ostentaba la representación del Jefe del Gobierno del Estado, general Franco, en su célebre enfrentamiento con Millán Astray, donde dio rienda suelta a su indignación y estigmatizó a los sublevados, diciéndoles: «Os falta razón y derecho en la lucha. Es inútil pediros que penséis en España». El día 22, naturalmente, el general Franco lo volvió a destituir, completando el círculo de la soledad en torno a aquel hombre viejo, que caminaba, sin saberlo, a pasos agigantados hacia la muerte, completamente solo.
En todo este calvario debió pasarlo mal. Hay un testimonio fotográfico del día 25 de julio, con motivo de la constitución del primer Ayuntamiento de Salamanca de los sublevados, en el que participó como Concejal («Estoy aquí porque me considero un elemento de continuación, pues el pueblo me eligió concejal el 12 de abril, y porque el pueblo me trajo, aquí estoy, sirviendo a España por la República»), en el que se le ve enflaquecido, desgarbado, un poco desaliñado y como ausente. Lo que más llama la atención es su delgadez, muy lejos de aquel Unamuno fondón del retrato de Juan de Echeverría y más cerca del Unamuno esclerótico de Gutiérrez Solana. Ocupa el borde izquierdo de la foto y se apoya indolentemente en un mueble, despegado del resto de los ediles, que están al fondo de la imagen, eufóricos, pletóricos, casi desafiantes y sonrientes. La silueta agarabatada de Unamuno se parece más a la escultura angustiosa de Pablo Serrano que a la de Victorio Macho, pétrea y robusta. Aparece reconcomido de tensiones interiores y nos imaginamos las luchas que debió tener consigo mismo para desembocar en aquella foto. Dos meses después, Nikos Kazantzakis lo visitó y lo encontró «súbitamente envejecido, literalmente hundido y ya encorvado por la edad».
No había sido un exhibicionista, con su yo a la intemperie, ni un viejo testarudo, que le gustara llevarle la contraria a todos, sino un hombre de una estricta moral puritana, casi calvinista, que había buscado una coherencia ética, en un mundo incoherente y desquiciado. Evidentemente, no era de este mundo.
LUCIANO G. EGIDO
Victor Gago, A todo o nada
sabado 30 de diciembre de 2006
ZAPATERO DECIDE APURAR LA LEGISLATURA HASTA 2008 Y ENCOMENDARSE A ETA
A TODO O NADA,
por Víctor Gago
El presidente ha interrumpido sus vacaciones del solsticio de invierno para darle cuerda a dos sonajeros y hacer un anuncio relevante. Las maracas son de ritmo binario y repiten, hasta en morse, que estamos mejor que el año pasado, pero peor que el próximo en la lucha contra el terrorismo [movimiento a], y que la economía va como un tiro... pacifista, claro [movimiento b]. Básicamente, lo que ha hecho Rodríguez Zapatero este viernes es darle un poco de vidilla al pegamento lisérgico.
A la peña empieza a entrarle el bajón, después de dos años y medio de juerga alucinógena. El amonal sabe a amonal, y no a sal de fruta. Los zulos son para matar, no para dispensar las limonadas de Pipi Lamstrong. La hipoteca de la casa y la letra del home cinema se enzarzan en un espectacular combate de boxeo sobre barro. ¿Quién se quedará con el tanga?
Que el triunfalismo económico de Zapatero descansa sobre el filo de una navaja ya lo han advertido los analistas, aunque no hace falta ser un experto para darse cuenta del abismo en la economía familiar. Alberto Recarte (LIBERTAD DIGITAL), y más recientemente Roberto Centeno (El Mundo) y Lorenzo Bernaldo de Quirós (El Economista) han alertado de la explosiva combinación de un insostenible endeudamiento familiar, un aumento del precio del dinero y del déficit por cuenta corriente, y una caída de los precios del mercado inmobiliario, en el que viene descansando el milagro español.
Para Centeno y Quirós, España está incubando una crisis de libro, y sólo es cuestión de saber cuándo se manifestará en la economía doméstica [Quirós llega a estimar un plazo de seis a doce meses] y con qué intensidad. La economía española “marcha mejor que nunca”, según Zapatero, “lo que es rigurosamente cierto para un 5% de la población, pero para un 74% de los ciudadanos, que cree más en sus bolsillos que en la demagogia del presidente, marcha regular, mal o muy mal. Por ello, un 80% piensa, con toda la razón del mundo, que el próximo año irá peor”, anota Centeno. Lo que no se explica este catedrático de la Universidad Politécnica de Madrid, es cómo el PP no ha sido capaz de plantar cara al triunfalismo de Zapatero, que las familias no comparten ni la realidad de la economía admite. Pero ésa es otra historia.
La única novedad relevante del mensaje de final de año es que Zapatero descarta adelantar las elecciones generales previstas para marzo de 2008. Es la primera vez que asume un compromiso tan claro sobre la convocatoria electoral. Por supuesto, no quiere decir que vaya a cumplirlo. Quiere decir que su palabra está hoy más empeñada que ayer sobre la fecha de las Elecciones Generales. El compromiso supone un movimiento significativo en el tablero de su estrategia para seguir en el poder. Implica que el presidente ha decidido jugárselo a todo o nada con ETA, lo que hace más fuerte a la banda terrorista y más débiles a los españoles.
Con un adelanto a mayo de 2007 (coincidiendo con las autonómicas y locales), Zapatero podría haber especulado electoralmente, al mismo tiempo, con la expectativa de la paz terrorista y con la de un crecimiento en algunas plazas autonómicas.
I. La expectativa de la paz
Un adelanto a mayo de 2007 le habría permitido gestionar electoralmente cualquier contratiempo a sus planes de negociación. Tanto la exclusión de Batasuna-ETA de las elecciones, como su legalización, tendrán consecuencias en el llamado proceso de paz. El impacto electoral de ambas opciones para el PSOE podría haber sido neutralizado más fácilmente en mayo de 2007 que en marzo de 2008.
Con una situación económica aún aceptable en los indicadores y una campaña en la que se mezclarán los intereses locales con la agenda nacional, a Zapatero le habría resultado más fácil minimizar las consecuencias de cualquier adversidad en sus tratos con ETA. Una mayoría renovada, aunque fuera minoritaria y le obligase a seguir dependiendo de la extrema izquierda y los nacionalistas radicales, le permitiría abordar cualquier cesión a ETA con la perspectiva de cuatro años más en el poder para amortizarla.
II. La expectativa del voto autonómico
En cuanto al efecto de las Elecciones autonómicas, las ventajas para Zapatero de hacer coincidir las Generales habrían sido más que los inconvenientes; más, en todo caso, que esperar a marzo de 2008.
El pescado electoral de las Autonómicas está prácticamente vendido. Con dos Españas atrincheradas en bloques autonómicos como consecuencia de las políticas divisionistas del Gobierno, sólo en Navarra y Canarias parece que vaya a haber cierta incertidumbre sobre el resultado.
Perdida Madrid, el único que gana algo en las próximas elecciones autonómicas es el PP. En Canarias, los populares no gobiernan desde su expulsión del Ejecutivo regional por CC, pero pueden volver a hacerlo, paradójicamente, gracias al candidato socialista. Aunque Juan Fernando López Aguilar será el más votado, como parecen detectar las encuestas, es seguro que no obtendrá la mayoría absoluta (nadie lo ha conseguido jamás con el sistema electoral vigente en el Archipiélago) y también es seguro que CC está dispuesta a renovar su alianza con el PP con tal de alejar del Gobierno a quien, como ministro, ha puesto a la Fiscalía a investigar al intocable alcalde nacionalista de Santa Cruz de Tenerife, Miguel Zerolo.
Por otra parte, cualquier retroceso del PSOE (por pequeño que sea) en Extremadura y Andalucía, será rentabilizado por el PP como un síntoma del desgaste de Zapatero hacia las Generales de 2008.
Para un especulador nato como Zapatero, que juega siempre con expectativas y aplaza todo lo que puede su materialización, el adelanto de las Generales para que coincidan con las Autonómicas de 2007 parecería, en principio, la opción más interesante.
Si ha decidido no hacerlo es por una sola razón: el riesgo demasiado elevado de que ETA ponga un muerto sobre la mesa a cinco meses de unas Generales.
Sólo ese temor (que, en su análisis, debe haber tenido por fundado) explica que el presidente se niegue a exprimir electoralmente el que probablemente esté siendo el último fulgor de la bonanza económica, y prefiera llegar exhausto a 2008: cuando la crisis económica quizá haya estallado en las familias, con una España fracturada por su política de división y las nuevas naciones tirando de sus Estatutos (como ya empieza a hacer Cataluña) para demoler lo que queda de España.
Zapatero ha decidido jugárselo todo a una sola carta, la paz con ETA. A esa conclusión ha llegado, antes que nadie, Teresa Jiménez Becerril, la ejemplar activista contra el terrorismo, auténtico Personaje del Año (no como otras, que se llevan el pasteleo). El pasado 24 de diciembre, en declaraciones a la COPE, la hermana del asesinado Alberto Jiménez Becerril clarificaba en esos términos la ludopatía de Zapatero, carísima y letal para los españoles, porque está enganchado a una timba en la que una parte apuesta la libertad y la nación de todos, y la otra, un permiso para seguir en el poder.
Habrá que internarlo en un centro de desintoxicación, como a Marisa Medina, cuando esta pesadilla acabe.
ZAPATERO DECIDE APURAR LA LEGISLATURA HASTA 2008 Y ENCOMENDARSE A ETA
A TODO O NADA,
por Víctor Gago
El presidente ha interrumpido sus vacaciones del solsticio de invierno para darle cuerda a dos sonajeros y hacer un anuncio relevante. Las maracas son de ritmo binario y repiten, hasta en morse, que estamos mejor que el año pasado, pero peor que el próximo en la lucha contra el terrorismo [movimiento a], y que la economía va como un tiro... pacifista, claro [movimiento b]. Básicamente, lo que ha hecho Rodríguez Zapatero este viernes es darle un poco de vidilla al pegamento lisérgico.
A la peña empieza a entrarle el bajón, después de dos años y medio de juerga alucinógena. El amonal sabe a amonal, y no a sal de fruta. Los zulos son para matar, no para dispensar las limonadas de Pipi Lamstrong. La hipoteca de la casa y la letra del home cinema se enzarzan en un espectacular combate de boxeo sobre barro. ¿Quién se quedará con el tanga?
Que el triunfalismo económico de Zapatero descansa sobre el filo de una navaja ya lo han advertido los analistas, aunque no hace falta ser un experto para darse cuenta del abismo en la economía familiar. Alberto Recarte (LIBERTAD DIGITAL), y más recientemente Roberto Centeno (El Mundo) y Lorenzo Bernaldo de Quirós (El Economista) han alertado de la explosiva combinación de un insostenible endeudamiento familiar, un aumento del precio del dinero y del déficit por cuenta corriente, y una caída de los precios del mercado inmobiliario, en el que viene descansando el milagro español.
Para Centeno y Quirós, España está incubando una crisis de libro, y sólo es cuestión de saber cuándo se manifestará en la economía doméstica [Quirós llega a estimar un plazo de seis a doce meses] y con qué intensidad. La economía española “marcha mejor que nunca”, según Zapatero, “lo que es rigurosamente cierto para un 5% de la población, pero para un 74% de los ciudadanos, que cree más en sus bolsillos que en la demagogia del presidente, marcha regular, mal o muy mal. Por ello, un 80% piensa, con toda la razón del mundo, que el próximo año irá peor”, anota Centeno. Lo que no se explica este catedrático de la Universidad Politécnica de Madrid, es cómo el PP no ha sido capaz de plantar cara al triunfalismo de Zapatero, que las familias no comparten ni la realidad de la economía admite. Pero ésa es otra historia.
La única novedad relevante del mensaje de final de año es que Zapatero descarta adelantar las elecciones generales previstas para marzo de 2008. Es la primera vez que asume un compromiso tan claro sobre la convocatoria electoral. Por supuesto, no quiere decir que vaya a cumplirlo. Quiere decir que su palabra está hoy más empeñada que ayer sobre la fecha de las Elecciones Generales. El compromiso supone un movimiento significativo en el tablero de su estrategia para seguir en el poder. Implica que el presidente ha decidido jugárselo a todo o nada con ETA, lo que hace más fuerte a la banda terrorista y más débiles a los españoles.
Con un adelanto a mayo de 2007 (coincidiendo con las autonómicas y locales), Zapatero podría haber especulado electoralmente, al mismo tiempo, con la expectativa de la paz terrorista y con la de un crecimiento en algunas plazas autonómicas.
I. La expectativa de la paz
Un adelanto a mayo de 2007 le habría permitido gestionar electoralmente cualquier contratiempo a sus planes de negociación. Tanto la exclusión de Batasuna-ETA de las elecciones, como su legalización, tendrán consecuencias en el llamado proceso de paz. El impacto electoral de ambas opciones para el PSOE podría haber sido neutralizado más fácilmente en mayo de 2007 que en marzo de 2008.
Con una situación económica aún aceptable en los indicadores y una campaña en la que se mezclarán los intereses locales con la agenda nacional, a Zapatero le habría resultado más fácil minimizar las consecuencias de cualquier adversidad en sus tratos con ETA. Una mayoría renovada, aunque fuera minoritaria y le obligase a seguir dependiendo de la extrema izquierda y los nacionalistas radicales, le permitiría abordar cualquier cesión a ETA con la perspectiva de cuatro años más en el poder para amortizarla.
II. La expectativa del voto autonómico
En cuanto al efecto de las Elecciones autonómicas, las ventajas para Zapatero de hacer coincidir las Generales habrían sido más que los inconvenientes; más, en todo caso, que esperar a marzo de 2008.
El pescado electoral de las Autonómicas está prácticamente vendido. Con dos Españas atrincheradas en bloques autonómicos como consecuencia de las políticas divisionistas del Gobierno, sólo en Navarra y Canarias parece que vaya a haber cierta incertidumbre sobre el resultado.
Perdida Madrid, el único que gana algo en las próximas elecciones autonómicas es el PP. En Canarias, los populares no gobiernan desde su expulsión del Ejecutivo regional por CC, pero pueden volver a hacerlo, paradójicamente, gracias al candidato socialista. Aunque Juan Fernando López Aguilar será el más votado, como parecen detectar las encuestas, es seguro que no obtendrá la mayoría absoluta (nadie lo ha conseguido jamás con el sistema electoral vigente en el Archipiélago) y también es seguro que CC está dispuesta a renovar su alianza con el PP con tal de alejar del Gobierno a quien, como ministro, ha puesto a la Fiscalía a investigar al intocable alcalde nacionalista de Santa Cruz de Tenerife, Miguel Zerolo.
Por otra parte, cualquier retroceso del PSOE (por pequeño que sea) en Extremadura y Andalucía, será rentabilizado por el PP como un síntoma del desgaste de Zapatero hacia las Generales de 2008.
Para un especulador nato como Zapatero, que juega siempre con expectativas y aplaza todo lo que puede su materialización, el adelanto de las Generales para que coincidan con las Autonómicas de 2007 parecería, en principio, la opción más interesante.
Si ha decidido no hacerlo es por una sola razón: el riesgo demasiado elevado de que ETA ponga un muerto sobre la mesa a cinco meses de unas Generales.
Sólo ese temor (que, en su análisis, debe haber tenido por fundado) explica que el presidente se niegue a exprimir electoralmente el que probablemente esté siendo el último fulgor de la bonanza económica, y prefiera llegar exhausto a 2008: cuando la crisis económica quizá haya estallado en las familias, con una España fracturada por su política de división y las nuevas naciones tirando de sus Estatutos (como ya empieza a hacer Cataluña) para demoler lo que queda de España.
Zapatero ha decidido jugárselo todo a una sola carta, la paz con ETA. A esa conclusión ha llegado, antes que nadie, Teresa Jiménez Becerril, la ejemplar activista contra el terrorismo, auténtico Personaje del Año (no como otras, que se llevan el pasteleo). El pasado 24 de diciembre, en declaraciones a la COPE, la hermana del asesinado Alberto Jiménez Becerril clarificaba en esos términos la ludopatía de Zapatero, carísima y letal para los españoles, porque está enganchado a una timba en la que una parte apuesta la libertad y la nación de todos, y la otra, un permiso para seguir en el poder.
Habrá que internarlo en un centro de desintoxicación, como a Marisa Medina, cuando esta pesadilla acabe.
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