jueves 7 de agosto de 2008
Apuntaciones sobre catolicismo y socialismo
Antonio Castro Villacañas
U NO de los temas de perenne y máxima actualidad es el que trata de saber en qué situación se encuentran las relaciones entre la Iglesia Católica y el Estado Español. Es un tema tan amplio que por fuerza hemos de parcelarlo en otras más reducidas cuestiones. No es lo mismo saber cómo se llevan la Familia Real y las altas autoridades eclesiásticas del Estado Vaticano, por ejemplo, que saber si se entienden y colaboran arzobispos y ministros, obispos y directores generales o alcaldes, en determinadas tareas concretas, esas que afectan a puntuales territorios y poblaciones.
Pocos días hace que el Presidente de la Conferencia Episcopal Española, cardenal Rouco Valera, arzobispo de Madrid, máxima autoridad católica en España, visitó en el Palacio de la Moncloa al Presidente del Gobierno Español, nuestra máxima autoridad civil. Ninguna de las dos partes entrevistadas ha expresado con claridad cuáles fueron los temas examinados en su larga conversación, y mucho menos aún ha señalado los puntos en que hubo mayor o menor conformidad o acuerdo. Sólo se nos ha dicho que el Estado ayudará a la Iglesia en todo lo que sea necesario para lograr que en el año 2011 se celebre con la mayor solemnidad y eficacia deseable la Jornada Mundial de Convivencia Juvenil que presidirá el Papa entonces reinante, y que el Estado pide y espera de la Iglesia ser tratado con igual grado y calidad de respeto y atención que el Poder Civil otorga al Eclesiástico. Nada se nos ha informado, nada sustancial sabemos, sobre lo que tan altas personalidades hablaron, si es que hablaron algo, de temas tan importantes como el deseo gubernativo de ampliar al máximo el laicismo del Estado, favorecer más el aborto y la eutanasia, y profundizar en la educación para la ciudadanía.
Si tenemos en cuenta la importancia que para la convivencia nacional tienen dichos temas, no podemos dudar de que más pronto o más tarde se harán públicas las convergencias o divergencias que en torno a ellos mantuvieron o mantendrán, si o no los llegaron a examinar, el Presidente Rodríguez y el Cardenal Rouco. Algo podemos sospechar de cual fue, es y será su respectiva postura si nos atenemos a la doctrina oficial de la Iglesia y a las posiciones doctrinales socialistas. Ambas partes habrán de mantener sus divergentes e incluso contrapuestos puntos de vista. Por el bien de todos nosotros confío en que lo hagan con el respeto de que alardea la Vicepresidenta de la Vega, no con el que habitualmente usan para tratar de la Iglesia o con ella buen número de personas y medios de información y agitación actuantes en el campo del socialismo.
Este punto me lleva a expresar una personal inquietud: yo no entiendo, no puedo entender, ni de modo general ni en cada caso concreto, el que existan personas que presumen de ser al mismo tiempo socialistas y católicos. No he entendido nunca, por ejemplo, cómo el coronel Escobar, persona de formación y práctica profundamente religiosas, jefe de la Guardia Civil en la Barcelona de 1936, continuó sirviendo a un régimen -el republicano, versión roja- que durante los tres años siguientes, hasta su derrota en 1939, siguió erre que erre destruyendo los principios básicos de su cosmovisión. Puedo entender que el 18 de julio su sentido del honor, la disciplina y la tradicional obediencia al Poder le llevaran a cumplir las órdenes de la autoridad vigente, sin dudar de ellas, y por tanto a reprimir el levantamiento de sus compañeros de armas contra el régimen legalmente establecido. Pero no me cabe en la cabeza que, salvo por miedo o alguna particular clase de conveniencia, a partir del día 20 y sabiendo lo que pasaba, había pasado y seguía pasando en Barcelona y Cataluña, siguiera sirviendo a una República política y socialmente radicalizada, cotidiana ofensora de sus certidumbres más íntimas y profundas...
Mutatis mutandi, algo parecido pienso hoy respecto de los Bonos y Vázquez, católicos más renombrados de cuantos como ellos sirven al PSOE. Puedo entender, con dificultades y reparos, que en las postrimerías del franquismo y en las primicias del juancarlismo eligieran la posibilidad de servir un socialismo liberal y democrático en lugar de restaurar una monarquía oligárquica. También entiendo, con parecidos reproches, que se afianzaran en ese servicio cuando el socialismo español dejó de ser marxista y la nueva monarquía demostró que a ella lo que de verdad le importaba era seguir tronando desde el trono que Franco le había regalado. Lo que no entiendo ni puedo entender es que, salvo por las mismas o muy parecidas razones del coronel -ascendido a general- Escobar, sigan compatibilizando su catolicismo y su socialismo cuando los hechos concretos y las manifiestas intenciones de los gobiernos González y Rodríguez de sobra demuestran que los socialistas y los católicos tienen dos muy distintas maneras de entender la vida y el mundo.
La experiencia enseña que los católicos empeñados en servir al socialismo puro o mixtificado hacen en él buenas carreras mientras no antepongan su fe a sus convicciones políticas. El padre LLanos, por ejemplo, llegó a ser miembro del comité central del partido comunista español tras unos cuantos años de actividades políticas y religiosas en el Pozo del Tío Raimundo, donde se trasladó a vivir hace poco más de cincuenta años con el santo propósito de hacer que retornaran al catolicismo -o que a él se convirtieran- los socialistas marxistas derrotados en la guerra y los surgidos tras ella por obra y gracia de los errores y contradicciones impropios de la sucesiva paz. Dicen quienes habitan ese barrio, o lo frecuentan, que poca huella hay en él de la obra social y religiosa realizada allí por dicho padre Llanos; y añaden los más críticos con su labor que -como es lógico- nadie puede saber con certeza cuántos comunistas, socialistas, o simples ateos y tibios, se convirtieron o retornaron a la fe católica merced a la prédica y el ejemplo de tan singular jesuita, como tampoco sabe nadie si entre esos retornos o conversiones se produjeron alguna de especial relieve por la destacada personalidad de sus protagonistas... Nada se sabe porque nada o muy poco se consiguió anteponiendo la ideología a la doctrina.
Algo por el estilo puede decirse de los señores Bono y Vázquez, prototipo de socialistas católicos. Por serlo de modo lúcido, consciente y reiterativo, uno ha llegado a Presidente de las Cortes, lo que equivale a ser el tercero o el cuarto de los españoles públicos; y el otro ha devenido Embajador de España en el Vaticano, que es el puesto soñado por cuantos pertenecen a la carrera diplomática y por los políticos amigos de las pompas y las circunstancias.
Termino estas apuntaciones. Solo me queda por decir algo que tampoco acabo de entender del todo: cuál será la razón de que nuestras jerarquías religiosas cuiden más sus relaciones con los socialistas, sean o no católicos, que con los católicos defensores de otras ideas y realizaciones sociales. A lo mejor ahí está una de las claves de cuanto viene pasando en España desde hace cincuenta años.
http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=4769
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1 comentario:
Orensano Sabio
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