lunes, agosto 04, 2008

Edurne Uriarte, Principios y honor

Principios y honor

EDURNE URIARTE

Lunes, 04-08-08
SON ocho años desde que disfruto del privilegio de escribir en este gran periódico que es ABC. En ese tiempo he trabajado a las órdenes de tres directores, José Antonio Zarzalejos, Ignacio Camacho y, ahora, Ángel Expósito. Y una sola vez en ocho años he recibido una llamada del director para cuestionar uno de mis artículos. Lo que da una buena idea de la ilimitada libertad de expresión que se practica en este periódico, algo que quizá parezca sorprendente a algunos lectores y observadores, persuadidos de que en éste o en otros medios se practica un estrecho marcaje a los columnistas.
Pero la realidad es bien distinta. Los directores de este periódico dan en algunas ocasiones un respingo cuando leen nuestra columna del día siguiente. A veces, incluso, se llevan un susto de los que requiere sentarse para recuperar el aliento. Me consta. Pero los tres que yo he conocido respetan ante todo y sobre todo la libertad de expresión y la pluralidad de ideas. Y con respingo o con susto se aguantan y hacen y han hecho cada día en ABC un periodismo guiado por la libertad de expresión.
La única llamada que yo recibí en estos ocho años, la sola «restricción» a mi libertad de expresión, no se refería precisamente a las ideas expresadas en mi artículo. Se refería a otra cosa. A la compasión, a la sensibilidad humana. Y la hizo José Antonio Zarzalejos. Porque había escrito una crítica durísima contra Pilar Manjón. Ayer estaba de viaje, me dijo, y no pude leer previamente el artículo, pero te hubiera pedido que lo reconsideraras. Porque Pilar Manjón, me recordó, es una víctima del terrorismo, una madre devastada por el dolor de su hijo, una mujer rota psicológica y humanamente que no ha conseguido recuperarse. Y eso es lo primero, me aconsejó, nuestra compasión, nuestra preocupación por una víctima del terrorismo.
La anterior anécdota expresa la talla humana de José Antonio Zarzalejos, su acusado sentido de la responsabilidad periodística y las prioridades de un hombre y de un periodista de principios y de honor. Lo que judicialmente ha establecido una sentencia que condena a Federico Jiménez Losantos por los insultos sistemáticos que le dedicó durante largos meses. Pero que, sin sentencias de por medio, conocemos bien los que hemos trabajado con él. El respeto a los hechos, los argumentos y los principios firmes e indeclinables ante cualquier interés han sido y son la guía de su trabajo.
Hay algunos colegas que estos días han puesto de relieve lo que consideran aspectos criticables de este caso o contradicciones que pudiera plantear. Alfonso Ussía recordaba ayer en La Razón una impresentable diatriba del periodista Fernando Delgado en la Ser contra él y otros periodistas que no ha recibido castigo alguno. En el mismo periódico, José María Marco ha apuntado a lo ocurrido con José María Aznar, es decir, los innumerables insultos de los que ha sido objeto en los medios de comunicación y la impunidad total de la que han gozado. Ambos ejemplos son muy pertinentes, muy especialmente el de Aznar, por la contumacia con la que ha sido perseguido.
Pero el hecho de que no haya habido condenas en estos casos, o el hecho de que bastantes insultados renuncien a la acción judicial, entre otras cosas, por la posibilidad de arruinarse con los abogados, no pone en cuestión la sustancia de lo que ha sido establecido en el caso de Zarzalejos contra Losantos. La diferencia entre difamación y libertad de expresión. Los límites de la libertad de expresión. Que no son los límites de las ideas, siempre que no sean las asesinas, sino los de la dignidad y el honor de los demás.
En otros casos menos polémicos, pocos se han llevado las manos a la cabeza por los peligros que pudieran acechar a la libertad de expresión. Los insultos a España de Pepe Rubianes, por ejemplo, o la nauseabunda portada sobre los Príncipes de El Jueves. Por supuesto que la libertad de expresión tiene límites. Y cuando se ponen en los insultos y en la difamación, la libertad de expresión no corre ningún peligro. Al contrario, nos protege a todos. Y al periodismo de principios y honor que ha practicado y practica este periódico y José Antonio Zarzalejos cuando ha estado al frente de él.


http://www.abc.es/20080804/opinion-firmas/principios-honor-20080804.html

1 comentario:

Anónimo dijo...

Nadie ha defendido más a las víctimas del terrorismo que Don Federico