miercoles 12 de marzo de 2008
La elocuencia de los votos
José Meléndez
L OS resultados de las elecciones generales del pasado domingo son una prueba elocuente del momento confuso, casi caótico, por el que atraviesa la política española.. Desde que se conocieron los resultados que arrojaban las urnas, los analistas de todas las tendencias se han lanzado a examinar detalles, a sacar consecuencias y aventurar profecías de futuro. Una vez mas, se tiene la impresión de que todos han ganado y que todos tienen explicación para sus reveses. Pero la realidad es indiscutible y la verdad de estas elecciones –tan importantes para el futuro político de España- es que el Partido Socialista Obrero Español las ha ganado con toda la claridad que pueda conceder una victoria electoral con minoría parlamentaria en las Cortes Generales. Y la otra verdad es que el Partido Popular, que había puesto grandes esperanzas en estos comicios y que tiene motivos para aparentar satisfacción, los ha perdido.
Las urnas han arrojado otras evidencias no menos importantes: el batacazo de los partidos nacionalistas radicales, con la caída en picado de los catalanes republicanos e independentistas de Esquerra Republicana y la desaparición en el Parlamento de Madrid de Eusko Alkartasuna y el descenso del PNV así como la tremenda costalada a nivel nacional de Izquierda Unida. Pero el fracaso parlamentario de esos partidos no representa que el voto radical que los apoyaba haya desaparecido, sino que se ha ido a buscar el cobijo seguro del PSOE, principalmente en Cataluña y el País Vasco, con lo que su radicalidad continúa latente.
Hace tiempo que el PSOE tuvo el gran acierto de llevar a la política el sistema de franquicias que tan buenos frutos da en la gestión de los negocios. El Partido Socialista Catalán (PSC) y el Partido Socialista de Euskadi (PSE) son el PSOE, pero disfrazados de una semiautonomía que les permite luchar contra el nacionalismo radical en sus propios feudos empleando sus mismas armas, que un partido nacional no puede usar sin despertar recelos. Y ha permitido al PSOE llevar a cabo un discurso adecuado a las circunstancias de cada autonomía y llegar a acuerdos con los grupos radicales, aunque fueran separatistas o independentistas, amparándose en la pretendida soberanía del socialismo local. Y eso es lo que le ha dado la victoria en las elecciones del pasado día 9. Tanto el PSOE como el PP han subido en votos y en escaños con respecto a las elecciones del 2.004, pero mientras el PSOE ha ganado a nivel nacional 40.000.votos, el PP ha ganado más de 400.000, faltando todavía por contar el voto por correo que, según se adelanta, dará un escaño mas a los populares en Catraluña.. El PP ha ganado en votos en 28 provincias españolas, frente a las 24 en que lo ha hecho el PSOE y ha tenido avances notables en ,la mayoría de las comunidades, que han sido espectaculares en Valencia y en Madrid, con un 10 por ciento mas de votos que los socialistas y en Andalucía –feudo tradicional del socialismo- donde Javier Arenas ha llevado a los suyos a ganar diez escaños con respecto al 2.004, reduciendo la perenne mayoría parlamentaria de Manuel Chaves a un solo diputado. La diferencia en votos totales a favor del PSOE ha sido de unos 800.000, que son precisamente los que han perdido Izquierda Unida, al borde de la desaparición y Esquerra Republicana, a los que hay que sumar los 150.000 votos que ha perdido en el País Vasco el PNV.
Existe una regla no escrita en democracia que dice que un líder de oposición que pierde dos elecciones generales seguidas no puede tener una tercera oportunidad. Eso rige en todas las democracias consolidadas, pero “Spain is different” y José María Aznar perdió dos elecciones antes lograr un rotundo triunfo en la tercera. Por eso y porque si arrojase ahora la toalla –que es lo que mucha gente esperaba y confieso que yo mismo- hubiera convertido una derrota digna y con muchas lecturas positivas en una catástrofe similar a la de IU, que no se corresponde con la realidad, es importante la decisión de Rajoy de seguir al frente del partido. Al día siguiente de una posible renuncia de Rajoy se hubiera desatado en el PP una lucha interna con la desventaja de que, al menos, dos de los mas sólidos aspirantes al liderazgo, Esperanza Aguirre y Alberto Ruiz Gallardón –sin contar con la posibilidad de Rodrigo Rato- no están en el Parlamento nacional lo que habría determinado un período de al menos ocho años para consolidar la nueva cara del PP. Demasiado tiempo. Rajoy promete presentarse a la reelección en el XVI Congreso con un nuevo equipo. Y eso es lo que debe de hacer. Nuevas caras y nueva estrategia que pueda dar en el 2.012 el empujón definitivo que se ha apuntado ahora con tan buenas perspectivas.
El PP debe corregir muchas cosas, principalmente el problema endémico que tiene en Cataluña y el País Vasco, dos puntos clave para aspirar a una victoria. Uno de los grandes errores que cometió José María Aznar cuando ganó sus primeras elecciones generales en minoría, fue entregarle a Jordi Pujos la cabeza de Alex Vidal Cuadras, que el lider de CiU pedía como precio a su apoyo parlamentaria. Bajo la batuta de Vidal Cuadras el PP catalán llegó a sus máximas cotas, con 15 diputados y desde su desaparición ha ido cayendo paulatinamente. Y cuando el PP de Mayor Oreja –que era la segunda fuerza política del País Vasco- y el PSE de Nicolás Redondo formaron el bloque constitucionalista estuvieron a punto de tumbar al nacionalismo radical de Ibarreche, que tuvo que apoyarse en IU, EA y Batasuna para sobrevivir. Sin embargo, en estos comicios, el PSC ha sumado 25 diputados, 17 mas que el PP y el PSE 9, lo que hace un total de 34 dipuados en esas dos autonomías por los 11 del PP, una diferencia que es la que ha dado la victoria al PSOE compensándole de la pérdida de votos en sus plazas fuertes de Andalucia y Castilla la Mancha y de la sangría que ha sufrido en el resto de las comunidades.
Y en cuanto a José Luis Rodríguez Zapatero debe tener muy en cuenta que si no hubiera sido por el voto útil de los grupos que se han derrumbado habría perdido estas elecciones, pudiendo convertirse así en el primer presidente de gobierno que no hubiera podido renovar por primera vez su mandato. Pero las ha ganado. Tiene otros cuatro años de gobierno por delante y debe analizar muy detenidamente las enseñanzas que se desprenden de estos comicios.
En la legislatura que ha terminado ahora, Zapatero ha cometido muchos errores, pero no ha sido el menor su denodado afán por aislar y destruir al Partido Popular. Todos los esfuerzos propagandísticos del PSOE estaban encaminados a sacar al PP del juego político, pacto del Tinell –el ejemplo mas vergonzoso que se ha producido en una democracia y que Zapatero tuvo la desfachatez de decir que no lo conocía en el primer debate electoral- y “cordón sanitario” incluidos. Pepiño Blanco, Fernández de las Vega, Rubalcaba y Diego López Garrido no abrían la boca como no fuera para criticar y lanzar epítetos contra los populares. Pero no ha servido de nada. El PP ha vuelto a poner muy alto su pretendido techo de votos y se ha hecho mas fuerte en la inmensa mayoría de las comunidades españolas. Y eso ha de tenerlo Zapatero en cuenta en una legislatura tan difícil como la que se avecina.
Las palabras que el presidente ha pronunciado después de su victoria suenan bien, porque hablan de diálogo con todos los partidos políticos, búsqueda de consenso en los asuntos de Estado y mano tendida para erradicar la crispación de la vida política. Esas palabras regalan los oídos y alientan esperanzas si son sinceras. Pero Zapatero tiene un grave problema de credibilidad puesto de relieve en estos cuatro años. Así comenzó tras su triunfo n el 2.004 y lo llevó a la práctica cuando el leendakai Ibarreche vino a Madrid con su plan rompedor bajo el brazo. Entonces hubo una completa sintonía con el PP para rechazar ese plan. Pero después, se apartó de ella. Rompió el Pacto antiterrorista, dialogó unilateralmente con ETA, puenteando incluso al PNV, tuvo una escabrosa actuación en la negociación del estatuto catalán y aprobó leyes polémicas ignorando por completo a la única oposición que tenía en el Parlamento.
Ahora, su posición es mas fuerte que en el 2.004, porque tiene una minoría mayoritaria que le permite gobernar sin estar sujeto a los chantajes nacionalistas e independentistas, por lo tanto, si no alcanza acuerdos en temas de Estado con el Partido Popular es porque no quiere. Tiene por delante una difícil legislatura, con un referéndum ilegal anunciado a fecha fija en el País Vasco y otro posible en Cataluña, un pronunciamiento definitivo sobre el modelo territorial que quiere para España, una crisis económica que no ha querido admitir hasta ahora, pero que existe, y una serie de promesas electorales de difícil encaje presupuestario. En su declaración de intenciones posterior a su victoria, habla de una gestión dialogante y consensuada “sin aventurerismos”, lo que significa el reconocimiento implícito de que antes los ha habido. Y ante esto solo cabe esperar a que el tiempo y sus actuaciones futuras corroboren esas buenas palabras o vuelva a dar nuevas pruebas de lo frágil que es su credibilidad.
http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=4498
miércoles, marzo 12, 2008
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