Felix Arbolí, Lo que algunos hacen en nombre de Alá

viernes 3 de septiembre de 2010

Lo que algunos hacen en nombre de Alá

Félix Arbolí

CUANDO Mahoma, el venerado Profeta musulmán, tuvo la inspiración del Arcángel Gabriel, y escribió sus revelaciones en el Corán, el libro sagrado del Islamismo, eran frecuentes las guerrillas y enfrentamientos entre las tribus que dominaban la Meca, Medina y aquellas tierras asiáticas entre las que no existías lazos o sentimientos comunes de patria y creencia. Con su huida de la Meca a Medina o “hégira”, un quince de julio del año 622 de nuestra Era, escapando de sus vecinos perseguidores que no se habían convertido a su doctrina, se inaugura el calendario islámico. En aquellos tiempos eran asiduas las luchas entre agrupaciones tribales vecinas y la aparición de esa nueva creencia, originó una dura reprensión entre los jefes y creyentes de otras religiones contra el propagador de la misma Mahoma y sus entonces escasos discípulos. Gracias a esta oportuna marcha a Medina, donde reunió a sus primeros fieles, comenzó una fe religiosa que hoy se extiende por los cinco Continentes y cuenta con una legión de islamistas que, aunque nos pese reconocerlo, cumplen los mandatos de su religión y de su Libro sagrado con una devoción y fidelidad superiores a cualquiera otra doctrina religiosa. Posiblemente debido al fanatismo con el que la siguen. ¿Cuándo un católico es capaz de dedicarse a rezar públicamente en calles o plazas ante sus compañeros de trabajo varias veces al día, sin importarle que le miren, critiquen o se burlen?. ¡Si hasta sentimos vergüenza que nos vean santiguarnos al pasar ante una iglesia!

Independiente del numeroso grupo de fanáticos que son adoctrinados por dirigentes religiosos radicales y se dedican al atentado y asesinato de inocentes, incluido su propio suicidio, pretextando que es la voluntad de Alá,- cuando debe ser todo lo contrario al tratarse de un Dios misericordioso y magnánimo-, el musulmán devoto y civilizado es hospitalario, respetuoso y atento, aunque a veces se deje llevar por un fanatismo intransigente con los que no participan de su misma doctrina. El asunto de los pañuelos, velos, burkas y demás excentricidades con las que “martirizan” a sus mujeres, aunque ellas manifiesten lo contrario, son cuestiones que no deben influir en el cumplimiento de las normas emanadas del Profeta, ya que en ellas nada se especifica a este respecto. Son ganas de rizar el rizo y sentirse diferentes en los países que le han abierto sus puertas y esperan que sean ellos los que deberían integrarse en sus costumbres.

La islamofobia creciente que hoy domina a los países ajenos a su órbita política y religiosa, se debe en gran parte a la intransigencia de estos radicales del atentado y el crimen y a los que desafían las costumbres de sus nuevos vecinos, tratando de imponer por las bravas su religión y normas de conducta, aunque sean contrarias a las que rigen en el país que le ofrece su hospitalidad, pretextando que como la suya es la única religión verdadera, -Juan Palomo yo me lo guiso y me lo como-, pues han de erradicar a las restantes, aunque sean ellos los que han llegado ilegalmente a una tierra que quijotescamente les ha recibido, sin que esos molestos y nuevos inquilinos les hayan ofrecido una mínima consideración de agradecimiento y tolerancia. Y son excesivamente insoportables al reclamar la desaparición de nuestros símbolos religiosos de los lugares públicos y la libertad de sus cultos y construcción de sus mezquitas en terrenos cedidos por nuestros municipios, cuando ellos no consienten que se establezcan clérigos y se eleven iglesias.cristianas en sus países. ¿ Donde está esa tolerancia religiosa que nos exigen a nosotros?. ¿Por qué ellos nos exigen mezquitas y a nosotros nos prohíben en sus países nuestras iglesias?. Lo normal y consecuente es que les paguemos de igual forma a como ellos nos tratan allá.

Se habla de que cada mujer musulmana establecida en España, me figuro que será igual en los restantes países europeos, debe tener un mínimo de tres hijos que al nacer obtienen la ciudadanía española. Eso creo, aunque me parezca una tremenda equivocación la medida, ya que el hecho de nacer en un sitio, sin cualquier otro nexo, no debe ser causa justa para obtener la nacionalidad. De esta forma van aumentando progresivamente el número de musulmanes establecidos en nuestro suelo, hasta que puedan llegar a alcanzar la mayoría sobre los naturales y hacer lo que hicieron en Kosovo, al no darse cuenta Serbia a tiempo que al recibir a estos individuos tristes y desvalidos que solicitaban su generosidad y hospitalidad, estaba introduciendo a un nuevo y más peligroso “ caballo de Troya”, que con el tiempo y la fecundidad de sus mujeres a su favor, terminarían haciéndose dueño de la tierra que les había ayudado y recibido y echando a sus incautos anfitriones. Que será la
suerte que correrá España, si no olvidamos el quijotismo que nos domina. Ya sólo en la Comunidad de Madrid, hay establecidos unos ochenta mil musulmanes, que sumados a los que ya proliferan en todas nuestras provincias, nos hace pensar que tenemos dentro la cabeza y las dos patas delanteras del famoso “caballo”. Francia, con su Sarkozy al frente, -lástima que no sea nuestro presidente-, está tomando medidas al respecto y limpiando a su país de inmigrantes molestos o nada necesarios. Le importa un bledo que le critiquen, el interés de Francia está por encima de cualquier otra consideración y sabe que el buen francés se lo sabrá agradecer. Amenaza con retirar la nacionalidad a los “nuevos franceses”, que no se atienen a las leyes, porque afirma que la nacionalidad hay que merecerla. ¡Vaya tío con un par de bemoles tan bien puestos!. Seguro que éste no se baja los pantalones ante el monarca alauita ni ante cualquier otro que menoscabe la dignidad y respeto de Francia. Asimismo, ha prohibido o está a punto de hacerlo, la poligamia, la estafa y el abuso de estos musulmanes, que cobraban la Seguridad Social por cada una de sus mujeres. Solo se reconocerá a la primera esposa y las restantes se considerarán concubinas. Y si no están conformes, puerta y regreso a sus lares.

Seguro que en los dominios galos no ocurren los descarados e insoportables incidentes que se están produciendo en Ceuta y Melilla, por una turba de desalmados, amigos de la violencia, pancartistas provocadores y tan ofensivos para nuestras mujeres. Lo último una emboscado a unos policías nacionales en Ceuta. Roban un vehículo dos individuos moros y se lanzan a la carrera perseguidos por el coche patrulla hasta el barrio musulmán de El Príncipe, cercano a la frontera marroquí. Allí descienden del vehículo y echan a correr. Cuando los agentes consiguen detener a uno al que leen sus derechos e identificar al otro que huye, se ven rodeados de unos doscientos individuos jóvenes en actitud amenazante, que les apedrean e insultan. Ante el cariz de la emboscada, pues todo estaba dirigido y programado por unos cabecillas, entre los que se encontraba el huído, solicitan ayuda. Acuden unos veinte policías más que son igualmente apedreados e insultados. Al final la turba queda reducida y tres agentes de nuestra policía heridos. El anterior incidente fue en Melilla, también contra nuestros policías y nuestro ministro del Interior en lugar de visitar a sus hombres heridos y ofrecerle su apoyo y confianza, que era su obligación, acude ante el rey moro a besarle la mano y transmitirle sus disculpas en nombre de un gobierno que no es el mío y cada día de menos españoles. Como pueden comprobar el moro que aquí exige unos derechos que no tiene, allá, cerca de su frontera, se comporta como un enemigo declarado usando la violencia más enorme, sin que nuestro gobierno haga nada por impedir y abortar estos provocadores enfrentamientos tan hábilmente preparados contra nuestras fuerzas de seguridad. ¡Que lo hagan un grupo de españoles en Marruecos y verán como les salen canas sin volver a ver la calle y haciendo caso omiso de protestas y gestiones oficiales por parte de nuestras autoridades!. ¡Qué bajo hemos quedado en el plano internacional, que ya hasta los países que acaban de salir de tercer mundo nos hacen replegarnos!. Tenemos al enemigo dentro y aún pensamos en alianzas de civilizaciones y acuerdos con nuestros “hermanos” musulmanes que sólo pretenden conquistarnos y echarnos de nuestras casas. ¡Ya está bien de tanta bajada de pantalones, coño, que parecemos nosotros los colonizados! Siempre ofreciendo la otra mejilla en cada golpe recibido, pero no por seguir el mandato divino, sino por pura cobardía y nulo sentido de responsabilidad política.

Otro episodio en Alicante, no recuerdo el nombre del pueblo, donde un marroquí que llevaba siete años entre nosotros, con su nacionalidad española y muy integrado en el ambiente social, según sus vecinos, -tienen la habilidad del camaleón-, resulta que ha sido detenido por ser un activista de Al Qaeda y hacer proselitismo entre sus compañeros, para reclutar terroristas y “mártires” de ese Alá, que yo pienso no es el mismo que se reveló a Mahoma.

¿De qué nos sirve enviar a nuestros muchachos a Afganistán, Irak y otros países de la Media Luna, si sabemos de antemano que nuestros esfuerzos, sacrificios y generosas intenciones ni son reconocidas, ni menos agradecidas. Todo lo contrario, pagadas con la emboscada, el asesinato alevoso y el atentado suicida. Como les pasó a esos dos guardias civiles y al traductor, cuyo único crimen fue el de instruir y ayudar a formarse a la policía local para que puedan retirarse las fuerzas extranjeras y dejar el destino de su nación a sus fuerzas de seguridad. ¿Ni que pintan esos cooperantes en estos países, donde no son bien recibidos y tratados y encima hasta son secuestrados, torturados y asesinados? ¿Quién les ha llamado a esos lugares donde no quieren a nadie que no sea musulmán y a veces hasta siéndolo? Malí y el Sahara, son los últimos ejemplos pero me figuro que seguirán surgiendo cooperantes que se metan en la boca del lobo y cuando se vean dentro revuelvan cielos y tierra exigiendo que se les libere… A ver si alguna vez entran en razón y piensan antes lo que van a hacer y lo que les puede pasar y dejan de tener soliviantados a todo un país, por una cabezonada sin sentido.


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