Gundin, Las tres batallas que ha perdido ZP antes de comenzar

lunes 13 de septiembre de 2010

Las tres batallas que ya ha perdido Zapatero antes de comenzar

José Antonio Gundín (Elsemanaldigital.com)

E S asombrosa su calma ante la ola de adversidades que se le viene encima; es preferible pensar que se debe a su temple, no a su insensatez.

Sólo los muy cercanos a él están en condiciones de saber cuál es el verdadero estado de ánimo de Zapatero ante la gigantesca ola de adversidades políticas que se le echa encima. Es admirable, en todo caso, que no deje traslucir emoción alguna, siquiera un ligero temblor en las manos o en el timbre de la voz. El presidente del Gobierno, tal vez por su incurable optimismo o por su mentalidad posibilista que tan buenos resultados le han dado en la vida, empezando por llegar a La Moncloa, ha abierto el curso recibiendo a puerta gayola. Y lo que aparece por la puerta de chiqueros da pánico.
Por más que Cándido Méndez se haya pasado a la telecomedia de la mano de Chikilicuatre, la huelga será un ´huelgón´ porque Fernández Toxo sí se la juega, no como su colega de UGT que tiene la coartada de no hacerle daño a su partido. Pero CC OO no está dispuesta a andarse con chiquitas ni chiquitos ni chikilicuatres, sino con un parón de los que hacen historia. Quiéralo el sindicalismo orgánico y vertical del PSOE, el día 29 de septiembre marcará la ruptura de un amplio sector de la izquierda con Zapatero. Adiós a una luna de miel de seis largos años.

Otro batacazo en ciernes tiene que ver con el prestigio personal del líder socialista a propósito de las primarias madrileñas. Gane quien gane, ya sea Trini o Gómez, la figura de Zapatero ha quedado arañada, por más que le haya dicho a los suyos que ´yo no me juego nada en Madrid´. No es cierto. Ya se lo ha jugado y su larga mano en el proceso está pesando como una losa entre los socialistas. Todos aquellos del partido que tienen algún reproche pendiente se han agrupado en torno a Gómez; y junto ellos, los que desean un cambio de liderazgo, los frustrados, los insatisfechos y los más izquierdistas. El candidato díscolo ha catalizado un descontento interno cuya evolución es impredecible, pero en todo caso muy erosionante para el prestigio del líder máximo.
De todas las batallas perdidas que aguardan a Zapatero, la más cruenta será, sin duda, la catalana. El 28 de noviembre, dos meses después de la huelga general, le aguarda un Waterloo cuyos efectos negativos pueden provocar un adelanto de las generales. O, al menos, un terremoto en el mapa político que obligará a ciertos realineamientos, alianzas y traiciones. Con todo, Cataluña ya no será esa tierra de leche y miel para el PSOE, y lo que los socialistas no purguen en las catalanas lo purgarán en las generales. Otro adiós a ocho años de vino y rosas en el Plaza de Sant Jaume.
Viéndole tan terne, incluso bravucón con el PP, nadie diría que a Zapatero todo este pandemónium le preocupa lo más mínimo. Es preferible pensar que se se debe a la serenidad de espíritu y no a la insensatez.


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