jueves, septiembre 09, 2010

Separatistas catalanes

jueves 9 de septiembre de 2010

Separatistas catalanes

En la vida política española hay escasos referentes intelectuales, de pensamiento, de visión cultural o sólo de comprensión del mundo.

En Cataluña, este vacío ha alcanzado cotas astronómicas –o espeleológicas– con la llegada del independentismo. Antes del tripartito el independentismo prácticamente no existía, como tampoco era usada la palabra soberanismo. Había un catalanismo básicamente conservador, al que se le podían hallar raíces carlistas y un oscilante deseo de participar en la reforma de España. La entrega a Esquerra de la política cultural, incluida la televisión autonómica, representó un gran cambio, ya que Esquerra había pasado a estar dominada por un reducido núcleo de personas, algunas procedentes del grupúsculo terrorista Terra Lliure. Quedó claro que el pujolismo, originariamente democristiano, sólo era un populismo de geometría variable, en función de las posibilidades de alcanzar cualquier tipo de poder. Ha sido su carácter hueco lo que ha permitido el radicalismo independentista. En política, como en la naturaleza, los agujeros se llenan solos.

Afortunadamente, la aparición del independentismo muy probablemente habrá sido más mediática que electoral. Pero, como sucedió con la lámpara de Aladino, es más fácil hacer salir al genio que volver a meterlo dentro. Sin la destrucción cultural e intelectual que han encarnado el pujolismo y el tripartito el problema sería fácilmente contenible e incluso podría ser eliminado. Ahora bien, aquella destrucción existe y es enorme. Si la sociedad catalana fuese fuerte, el problema del independentismo sería insignificante. Pero hoy la sociedad es frágil, con lo cual puede ser fácil víctima de una CiU errática y radicalizada. Artur Mas no será en absoluto lo que fue Bismarck para Prusia y Alemania. Hoy por hoy, Mas permite recordar mejor los desaciertos y la debilidad de Kerenski frente a Lenin, los de Victor Manuel III en relación a Mussolini o los propios de Von Papen respecto a Hitler. Ahí reside el problema.
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