martes, septiembre 14, 2010

Pablo Sebastian, Pensiones en crisis y gasto demencial

martes 14 de septiembre de 2010

El Manantial

Pensiones en crisis y gasto demencial

Pablo Sebastián

El presidente Zapatero acaba de descubrirnos que el sistema español de pensiones peligra si no se toman medidas urgentes porque de lo contrario podrían existir graves problemas en el plazo de diez años. Y Zapatero añade: “hay que actuar”. Y anuncia que habrá una reforma de las pensiones antes de final de año con nuevas medidas a las ya anunciadas de bloqueo del nivel de las pensiones –salvo las más bajas- en 2011 y de subida de la edad de jubilación hasta los 67 años. Dos decisiones que hasta ahora han sido rechazadas por el Partido Popular que deberá explicar su posición con un mayor detalle si, como dice el presidente, el sistema nacional de pensiones está en peligro y exige una reforma profunda e inmediata.

Desde luego los más de dos años perdidos por este gobierno negando la crisis y luego retrasando las medidas para combatirla forman parte importante del problema y del drama y la preocupación que provoca el anuncio de Zapatero de que las pensiones de los españoles pueden estar en peligro dentro de diez años, cuando no hace muchos meses Zapatero y Corbacho, De la Vega y Blanco nos decían todo lo contrario.

Pero lo que no dice el presidente son las verdaderas causas de esta crisis, además de la consabida caída del crecimiento y de los ingresos del Estado así como el alto número de parados, el mayor de Europa lo que supone un lastre para la caja pública y pérdida de cotizaciones para la Seguridad Social. Pero siendo todo esto así tenemos que añadir que en medio de la crisis general el caso español es muy especial, y no solo por culpa de la crisis de la construcción, y de sus efectos dañinos en el turismo y otros sectores de la decaída actividad económica nacional (que nos mantendrá en recesión en 2010).

El caso español es más grave que el de otros países porque son muchos los ciudadanos e instituciones públicas y privadas que viven de la caja del Estado. Empezando por los millones de funcionarios –cerca de tres- por la duplicidad y los gastos superfluos de las administraciones central y autonómicas que han llegado a unos niveles de despilfarro inauditos y solo sostenibles en tiempos de gran expansión y crecimiento económico. A ello hay que añadir otros gastos del Estado especiales como las empresas públicas en pérdidas que son miles en todo el territorio nacional, y muchas de ellas innecesarias. Y luego las subvenciones a toda clase de fundaciones extravagantes, a los sindicatos, a los partidos políticos, a las religiones, a los liberados sindicales, organizaciones estas últimas que emanan de la sociedad civil y que deberían de sufragarse por sus propios medios.

Y naturalmente está el gasto y el despilfarro de un gobierno desmesurado como el que preside Zapatero al que, además de su mediocridad e incompetencia de muchos de los ministros, le sobran dos vicepresidencias y ministerios como los de igualdad, Cultura, Vivienda y Ciencia, que podrían fácilmente integrarse respectivamente en Sanidad, Educación, Fomento e Industria. Aunque siendo esto así puede que el capítulo más demencial del gasto español esté en el sistema autonómico y en su financiación. Y sobre todo en la duplicidad e inutilidad de las funciones dobladas o paralelas de las administraciones central y autonómica de cada caso, sin contar 17 parlamentos, las consejerías, direcciones generales y toda clase de gastos como lo son las televisiones autonómicas –algunas con tres canales- todas ellas deficitarias, al igual que los medios de comunicación estatales. Y a no perder de vista tampoco a los ayuntamientos y a sus superfluos festejos, obras faraónicas y noches en blanco, cuando además no pagan a los acreedores y están endeudados hasta las cejas, como ocurre en Madrid.

España es una máquina de gastar, y ahora que deja de ingresar se encuentra al borde de la quiebra y con riesgo de pánico en el sistema de pensiones como lo reconoce el presidente Zapatero. Por ello la solución al problema no está solo en la reforma del sistema de pensiones y de la Seguridad Social, sino en el recorte del gasto público en grandes proporciones con la reestructuración a fondo de la administración del Estado. La que se debió haber hecho hace ya tiempo ante la deriva centrifugadora autonómica y la proliferación de virreinatos y caciques populistas, y que ahora habrá que afrontar para salvar las pensiones y la caja del Estado, si es que de verdad se quiere arreglar el problema económico de fondo y estructural de este país que ha vivido por encima de sus posibilidades. Y que se encuentra en una encrucijada histórica que los dirigentes de los partidos políticos se niegan a reconocer y a abordar con la crudeza y seriedad que lo requiere el caso.


http://www.republica.es/2010/09/13/pensiones-en-crisis-y-gasto-demencial/

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