Jose Melendez, Zapatero y sus trabajadores

jueves 16 de septiembre de 2010

Zapatero y sus ‘trabajadores’

José Meléndez

R ESULTA que nuestro presidente de gobierno se fue a Oslo con su mantra cuestas, a una reunión de dirigentes del mundo mundial para tratar el problema de desempleo y sorprendió a todos con la perla teórica de que un desempleado que sigue un curso de formación profesional no es un parado, sino un trabajador que trabaja para su país. La mirada que la oronda presidenta de Liberia, sentada a su diestra, le dirigió al pronunciar estas palabras es todo un poema y sintetiza el asombro de todo el mundo ante esta afirmación, de una importancia entre la teoría de la relatividad y la ley de Murphy.

No contento con eso, porque la imaginación del inefable Zapatero corre pareja a veces con la desfachatez, ofreció España a los reunidos “para realizar ensayos contra el desempleo”. O sea que quiere que los demás le resuelvan un problema que él mismo provocó con sus errores políticos y que ahora se siente incapaz de resolver por sí mismo.

Aparte de que estas afirmaciones no son de recibo y menos saliendo por boca del jefe de un gobierno que tiene la mayor tasa de desempleo de la Unión Europea, un 20.3 por ciento, representan un insulto para los mas de cuatro millones y medio de españoles en paro y un desasosiego ante el dramático panorama de que su situación no tiene fin por ahora porque el gobierno de la nación no tiene ni la competencia ni las ideas necesarias para salir de la crisis. Esta nueva salida por peteneras de Zapatero no tiene mas explicación que su afán por aislarse de los problemas que tiene España, esperando que se resuelvan por si solos. y un reiterado propósito –siempre fallido- de engañar a nuestro entorno exterior en un empeño tan inútil como baldío porque a estas alturas el gobierno de Zapatero ya no puede engañar ni a los organismos internacionales ni a los mercados porque estos saben perfectamente la verdad de la situación española. Las afirmaciones de Zapatero parecen más bien una justificación para tratar de reducir las alarmantes cifras del desempleo porque el Instituto Nacional de Estadística no cuenta como parados a los trabajadores en formación. Bien está que el gobierno trate de mejorar la capacidad laboral de los trabajadores cuando éstos pierden un empleo, pero la urgente prioridad es la de adoptar las medidas necesarias para la creación de empleo y estas todavía no se han tomado con el rigor y la urgencia que requiere la situación.

Hace ya tiempo, Zapatero presentó en el Parlamento lo que entonces calificó como panacea para resolver de forma permanente los problemas de la economía española. La promesa de una ley de “economía sostenible”, anunciada a bombo y platillo por los corifeos gubernamentales, duerme el sueño de los justos la fase de enmiendas en el dique de los proyectos parlamentarios estancados y en vez de impulsarla, el gobierno ha dedicado todos sus esfuerzos parlamentarios a vetar las enmiendas de la oposición fiel a su política de vivir al día y ganar tiempo.

Según datos del INEM y del ministerio de Trabajo, el gobierno de Zapatero ha dedicado desde que está en la Moncloa mas de 15.000 millones de euros a políticas de formación de empleo, un inmenso laboratorio que ha permitido que 271.313 parados figuren en los cursos de formación de empleo o estén acogidos al PER en Andalucía y Extremadura y que, por lo tanto, no figuran en las listas de desempleo.

Las reacciones a las desafortunadas palabras de Zapatero en Oslo se han venido sucediendo tanto en las esferas políticas como sociales y el pasado martes el presidente tuvo que aguantar los ataques del portavoz del PP García Escudero pidiéndole explicaciones sobre sus “inauditas manifestaciones”. Pero Zapatero aguantó estoico, como siempre, y no contestó, limitándose a decir que el desempleo es un problema grave y tachando las propuestas del PP como “un folio en blanco”. Sin embargo, el daño está ya hecho y viene a sumarse a la interminable cadena de errores que presidente la forma de gobernar de Zapatero y que, a juzgar por todos los indicadores, terminará llevándole a un debacle electoral. Lo que hay que pedir es que cuando ésta se produzca, el daño no sea ya irreparable.

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