viernes 1 de agosto de 2008
Pujol y Maragall, protesta de los oráculos
Wifredo Espina
C ON un dia de diferencia, los dos grandes oráculos de la política catalana han levantado su voz. Jordi Pujol, como es normal, en el conservador diario La Vanguardia; Pasqual Maragall, como es natural, en socializante El Periódico. Y ambos lo han hecho para reivindicar y quejarse.
El ex presidente Pujol denuncia que en el resto de España se le utiliza maliciosamente para debilitar, desautorizar y atacar el gobierno tripartito catalán de Montilla y su posición de fuerza, compartida por el principal partido de la oposición (CiU), frente a los incumplimientos del Estatut y del pacto de una financiación “equitativa” por parte de Zapatero. Pujol protesta porque, con frecuencia, se evoca su nombre como “el hombre de estado” que ahora no tiene Catalunya. Se enaltece su nombre y se rememora su gestión pactista para desacreditar al actual Govern ante los cruciales retos de lograr del gobierno central la aplicación del Estatut y el prometido pacto de financiación. Ante esta ulilización artera de su nombre, Jordi Pujol se muestra “irritado” y pide que cese este doble juego: “agradeceré que no me utilicen”
Y el ex president Maragall se pregunta “¿Qué pasará con el Estatut?”. A su juicio, “el futuro del Estatut es un misterio”, “depende de si falta un determinado miembro del Tribunal Constitucional el día que se reuna para debatir el tema, si es que se reune. Un resfriado oportuno puede ser decisivo. Va de un pelo”. Y exclama con nostalgia “!Qué lejos queda el federalismo leonés de Zapatero, que nos unió a todos los socialistas en los congresos de los primeros años de este siglo XXI !”. Y recuerda con amargura: “cuando fuí a Madrid con el Estatut bajo el brazo –un texto aprobado con el 90 por ciento de los votos del Parlament catalán- me enontré a Zapatero con un listado de recortes, Al poco, apareció Artur Mas por la puerta lateral y resultó que ya había pactado los recortes con el presidente: Cataluña ya no era una nación en el articulado.sino sólo en el preámbulo, que no tiene efectos jurídicos positivos”. Y asegura que “los mismos protagonistas habian hecho saber al President de la Generalitat (Maragall) , unos meses antes, la conveniencia de que abandonara la presidencia pasado el referéndum del Estatut. Y así fué, qué remédio”. Y preguntado Zapatero en quién pensaba como candidato en las inmediatas elecciones, “me dijo que Montilla”.
Esto dicen ahora – reivindican y se quejan- , desde su retiro, los grandes oráculos de la política catalana. Están en su derecho y nos les faltan razones de peso. El Estatut hay que cumplirlo, como también la promesa de pacto de financiación. Por su parte, como está legalmente establecido, el Tribunal Constitucional dictará su sentencia y también habrá que acatarla, como advertía recientemente el magistrado catalán de aquel alto Tribunal Eugenio Gay. No se debe “utilizar a Pujol” como arma arrojadiza; esto también suele hacerse con Tarradellas. Pero no se puede negar que Tarradellas y Pujol .cada uno con su estilo, fueron hombres con visión amplia de gobierno y que nunca adjuraron del Estado. Y también se puede recordar con nostalgia la idea federalista de Zapatero, y el Estatut salido, como proyecto-propuesta, del Parlament de Cataluña, pero resulta muy ingénuo, por no decir vergonzante, que todo un President de Cataluña abandone la presidencia por que se lo pidió Zapatero.
La voz de los oráculos, a veces, también merece ser matizada.
http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=4762
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