martes 12 de agosto de 2008
GUERRA CONTRA EL SEXO
Apocalípticos
Por John Stossel
En esta columna suelo adoptar una posición escéptica respecto a las campañas de amedrentamiento que llevan a cabo los progres a propósito del calentamiento global y de los peligros cancerígenos de los pesticidas, las sartenes de teflón, las botellas de plástico, los teléfonos móviles, etc. La solución de los alarmistas zurdos es siempre la misma: más Estado. Ahora bien, los conservadores también asustan a la gente.
Cuando yo era niño, todo el mundo estaba de acuerdo en que sería terrible que los jóvenes se vieran expuestos al sexo; tenía que ser apartado de su vista. Cuando una Lucille Ball obviamente embarazada hizo acto de aparición en su serie I Love Lucy [Quiero a Lucy] el hecho se convirtió en un suceso controvertido. Sin embargo, la palabra "embarazada" nunca fue pronunciada. Tal vocablo era tabú. Recuerdo que cuando tenía 11 años, la inocente película Conversaciones de almohada fue atacada porque Rock Hudson y Doris Day discutían "asuntos de cama". Los críticos dijeron que "se acerca demasiado a la frontera prohibida".
Hoy en día los padres se sentirían aliviados si descubriesen a sus hijos viendo Conversaciones de almohada. En la película Hairspray, clasificada para todos los públicos, hay un exhibicionista y bromas acerca del embarazo adolescente. El sexo es un argumento habitual en las series de televisión "familiares". Peter Sprigg, de la organización Family Research Council, opina que estas cosas son terribles para los chicos: "Están siendo expuestos al sexo y a conversaciones sobre sexo antes de ser lo suficientemente mayores como para pensar en ello", me decía en el reciente especial Sexo en América de mi programa de televisión 20/20.
Los jóvenes que ven un montón de contenidos sexuales en televisión tienen opiniones distorsionadas sobre la sexualidad. Como que toda la gente que no está casada va por ahí teniendo relaciones sexuales todo el tiempo y practicando perversiones en situaciones extrañas.
Las denuncias de colectivos como el de Sprigg invitan a los políticos a realizar protestas a fin de "proteger" América prohibiendo estas relaciones en la esfera pública, incluso si eso significa privarnos de alguna de nuestras libertades mediante la legislación. El Senador Joe Lieberman ha prometido medidas para detener "la creciente marea de sexo, violencia y vulgaridad," que dice "ha desensibilizado nuestra cultura". Nuestra cultura se ha vuelto menos sensible. Los jóvenes usan un lenguaje blasfemo en voz alta y en público, llevan tatuajes vulgares y visten vaqueros que cada vez tienen el tiro más bajo. La publicidad nos mete el sexo hasta en la sopa. De hecho, el sexo está hoy más presente de lo que mis padres nunca imaginaron. Sprigg dice que el sexo es la causa de problemas como "el incremento de las enfermedades de transmisión sexual [y] el aumento de los embarazos y los nacimientos de niños fuera del matrimonio".
Pero ¿dónde se produce ese incremento de los nacimientos de hijos ilegítimos, etc.? Nos soprendió descubrir que aunque las enfermedades de trasmisión sexual son cada vez más comunes y la revolución sexual de los años 60 trajo un incremento en los embarazos adolescentes, en los últimos 10-15 años las tasas de violaciones y divorcios y el porcentaje de adolescentes que mantiene relaciones sexuales premaritales ha estado descendiendo de forma constante. Le di a Sprigg la buena noticia, aunque respondió que "No estoy seguro de aceptar la premisa de que los efectos negativos no están teniendo lugar".
Algunas veces el colectivo de Sprigg llega demasiado lejos para defender sus argumentos. Una vez difundió una nota de prensa lamentando las malas noticias procedentes del Centro de Control de Enfermedades acerca de un incremento en los embarazos adolescentes de hijos ilegítimos.
Pero ese incremento fue una aberración en un año determinado dentro de una tendencia descendente de toda una década. Le dije a Sprigg que su circular era engañosa. Su respuesta fue reveladora: "Ha venido bajando. Los índices de nacimientos extramaritales y de embarazos adolescentes han descendido. Pero hasta que se reduzcan a cero, tenemos que seguir intentando inculcar estos valores positivos a nuestra cultura".
Imagino que muchos de los lectores de este artículo estarán de acuerdo con Sprigg. Tras mi especial televisivo, recibí un correo insultante: "Stossel, eres asqueroso...", "[Su programa de televisión] echa leña a la hoguera del derrumbe de nuestra sociedad." Pero seamos realistas, dice el terapeuta familiar Doctor Marty Klein, autor de La guerra de América contra el sexo. El sexo no va a desaparecer, y tampoco está envenenando nuestra cultura:
La verdad es que los hijos piensan en el sexo nos guste o no. Existen grupos de personas ahí fuera dedicadas a asustar hasta la médula a los americanos... Creo que ello hace que algunas personas se sientan mejor porque dicen, vale, ahí está el enemigo, y todo sería mejor si pudiéramos hacer algo al respecto.
La verdad es que "hacer algo" significa más Estado. Y más Estado no hace la vida mejor. Seguro que si el Gobierno nos deja en paz, seremos capaces de sobrevivir al sexo explícito en público.
http://agosto.libertaddigital.com/apocalipticos-1276235259.html
martes, agosto 12, 2008
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