martes, agosto 12, 2008

El "sudoku" socialista

martes 12 de agosto de 2008
El «sudoku» socialista
Disminuir tamaño del textoAumentar tamaño del texto Martes, 12-08-08
LA progresión de la discordia entre el Gobierno y los barones socialistas, por un lado, y el tripartito catalán, por otro, demuestra que la inserción del sistema de financiación previsto en el Estatuto de Cataluña y pactado por Zapatero con los nacionalistas de CiU no tiene encaje en el Estado autonómico diseñado por la Constitución. Quien lo advirtió recientemente fue el vicepresidente segundo del Gobierno y ministro de Economía y Hacienda, Pedro Solbes, cuando respondió a las pretensiones de Montilla de aplicar el Estatuto al pie de la letra con el argumento de que también hay que aplicar la Constitución. Es, sin duda, el reconocimiento político más palmario de la confrontación entre la Carta Magna y el texto estatutario, al margen de lo que diga el Tribunal Constitucional, cuya dilación en resolver los recursos de inconstitucionalidad contra el Estatuto está actuando de fermento en esta polémica entre territorios. La disyuntiva entre ambas normas viene así proclamada por la primera autoridad económica del Ejecutivo y acredita el temor de que la reforma territorial emprendida por Rodríguez Zapatero pudiera no romper España -caricatura del verdadero problema de fondo- pero sí haría difícilmente viable el Estado.
La relación bilateral entre la Generalitat y el Estado y la singularidad del sistema estatutario de financiación son piedras de discordia que amenazan la estabilidad del Estado autonómico y están afiladas por la crisis económica y las necesidades electorales de cada barón socialista. Cuando Rodríguez Zapatero pactó con CiU el Estatuto catalán, la economía mantenía la inercia de la era Aznar y el PP luchaba por sobreponerse al bloqueo antidemocrático impuesto por el PSOE con las minorías. Ahora, la solidaridad es la respuesta que demanda la crisis, y no tratamientos privilegiados para algunos. Además, Zapatero ha pasado a ser un incipiente problema electoral para presidentes socialistas autonómicos que tienen que vérselas próximamente en las urnas. El «sudoku» de la financiación no tiene solución y se ha convertido en un «sudoku» político para los socialistas, cuyo origen no es la actitud reivindicativa de Montilla, sino las decisiones de Rodríguez Zapatero de alterar con el nuevo Estatuto el Estado autonómico, para crear una relación confederal con Cataluña. Montilla tiene razón cuando reclama a Zapatero que cumpla su palabra, aunque hacerlo sea un perjuicio para los intereses nacionales.
Algunas comunidades gobernadas por los socialistas han puesto el grito en el cielo contra el tripartito y es ahora cuando reclaman solidaridad e igualdad. Mientras se debatió el Estatuto catalán, callaron y consintieron, denostando las advertencias del PP sobre lo que iba a ocurrir. Las críticas del presidente gallego, Emilio Pérez Touriño, y del andaluz, Manuel Chaves, a las pretensiones de Montilla reflejan la incongruencia socialista de haber puesto en marcha un modelo falsamente autonómico y materialmente confederal y lamentarse de que su aplicación se haga en contra de los principios constitucionales para los que ahora reclaman respeto. La preocupación de Touriño es comprensible ante el riesgo de perder la precaria mayoría que forman los socialistas con el BNG, cuyo apego a la Constitución se mide por su empeño en aplicar la limpieza lingüística en Galicia. La imagen del Gobierno socialista es la de un ausente que causa problemas y no resuelve ninguno. En tiempo de crisis, nada puede ser peor interpretado por los ciudadanos que una discordia por dinero entre territorios si, además, el resultado de las tensiones consiste en mermar la capacidad del Estado para financiar políticas de cohesión a escala nacional. Las próximas semanas resolverán el dilema de los socialistas, cualquiera que sea su bando: mantener la confrontación o ceder para no debilitar más a Zapatero. En todo caso, la flojera del Gabinete socialista es patente y el riesgo de que no tenga respaldo suficiente para los Presupuestos de 2009 es algo más que una amenaza difusa que, si se consuma, pondría al Ejecutivo ante un escenario con pocas opciones distintas a una crisis de gobierno, el deterioro imparable de su crédito o la convocatoria anticipada de elecciones.

http://www.abc.es/20080812/opinion-editorial/sudoku-socialista-20080812.html

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