viernes 3 de septiembre de 2010
América Latina invertebrada
Por Armando Ribas
Recuerdo que cuando tenía menos de veinte años leí la obra de Ortega y Gasset: “España Invertebrada”. En la misma encontré una observación que me sorprendió y quedó en mi mente hasta la fecha. “España no podía dar a sus colonias lo que ella no tenía ¿? civilización progresiva”.
Me resisto a aceptar que la historia de la cultura determina nuestro presente y nuestro futuro. Si hubiese sido así jamás el hombre hubiese salido de la edad Media. Soy un convencido de Protágoras, es decir que “el hombre es la medida de todas las cosas, de las cosas que son, que son y de las que no son, que no son”. Este pensamiento trascendente que en gran medida explica la evolución de la sociedad, pretendió ser descalificado con el argumento de que del mismo surgía un absolutismo, y caso contrario un relativismo. Tal presupuesto a mi juicio parte de una interpelación platónica falsa, que es la suposición que la medida significa el bien en si mismo. Protágoras contestó racionalmente a este argumento falaz, según Platón que “algunos juicios producen mejores resultados que otros”
Esta es la esencia del presupuesto anterior, que significa no otra cosa que el mundo no está predeterminado, sino que es el resultado de las ideas y de las acciones de los hombres. Y esas ideas y acciones han sido determinantes de la evolución histórica. El otro presupuesto que a nuestro juicio, cambió el curso de la historia fue la concepción ética de David Hume como presupuesto del sistema político. Así dijo Hume: “si los hombres fueran generosos y la naturaleza pródiga la justicia no tendría razón de ser… La naturaleza humana es inmodificable, si queremos cambiar los comportamientos debemos cambiar las circunstancias” Esa circunstancia no es otra cosa que el sistema político que se deriva de la concepción ética del hombre como es y no del falso presupuesto del hombre como debe ser.
Fue en esta concepción que se basó el sistema político americano que derivara del pensamiento de las Founding Fathers, y que hoy lamentablemente pareciera ignorarse en la Casa Blanca. Si bien fue en Inglaterra, donde a partir de la Revolución Gloriosa (1688) bajo la égida del pensamiento de Locke respecto a la limitación del poder político y el respeto por los derechos individuales, se iniciase el proceso de libertad humana, fue en Estados Unidos donde se llevó a sus últimas consecuencias.
Fue en Estados Unidos donde se estableció la Constitución de 1787, que establecía los límites al poder político y por tanto el Departamento de Justicia fuera como dijera el Juez Marshall el encargado de decir que es la ley, pues toda ley contraria a la Constitución era nula. En ese mismo sentido se estableció el principio de que las mayorías no tienen el derecho de violar los derechos de las minorías. Es decir el respeto por los derechos individuales, a la vida, a la libertad, a la propiedad privada y la búsqueda de la propia felicidad.
Fue la Argentina el segundo país en el mundo, que iniciara un proceso político republicano de esa naturaleza, a partir de la Constitución de 1853 – 60. Así bajo el influjo de Alberdi, y la conducción de Urquiza, Mitre y Sarmiento seguidos por la conocida generación del 80, que Argentina se adelantó a Europa, que vivía bajo las férulas dictatoriales del “pequeño Napoleón y del Canciller de Hierro”. La noción sobre la tendencia dictatorial de la ideología socialista que había de sobrevenir a Europa de la que Alberdi se percatara y así en carta a Sarmiento le escribió: “Tenga cuidado Sr. Sarmiento, en vista de los ejemplos célebres que acaban de probar ante el mundo aterrorizado, que se puede ser bárbaro sin dejar de ser instruido; y que hay una barbarie letrada mil veces más desastrosa para la civilización verdadera, que la de rodos los salvajes de la América desierta. Los que han quemado París, eran más instruidos que el Sr. Sarmiento”. ...
He hecho todo este recuento histórico – filosófico, pues es indudable que la idea de democracia mayoritaria tiene comprado al mundo y prácticamente sumergido a nuestro continente. A partir de la idea de la mayoría se pretende modificar la Constitución a fin de ampliar el poder político y convertir la democracia en lo que Jefferson denominara un “despotismo electivo”. Y consecuentemente en virtud de la noción de los derechos humanos, se determina la violación de los derechos individuales.
Creo que el principio fundamental de los derechos individuales es el derecho del hombre a la búsqueda de su propia felicidad. Ese es el reconocimiento ético de los intereses particulares, en función del hombre tal cual es y no como debe de ser. Pues discrepo con Kierkergard que sostiene que hay una opción en la vida entre la ética y la estética. Mi criterio es que ética y estética no son antitéticas, sino sintéticas. Por tal razón cuando por el contrario se considera éticamente que los intereses privados son contrarios al interés general, lo que prevalece es el interés privado de los gobernantes que forman los gobiernos.
No hay dudas que en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, se reconocen una serie de derechos que conforman los principios de los derechos individuales, pero no es el caso del art. 25 que dice: “toda persona tiene el derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure así como a su familia, la salud, la vivienda, la asistencia médica…” Pues bien en el concepto anterior tenemos, el principio antitético al derecho del hombre a la búsqueda de la propia felicidad. Es supuestamente el derecho del hombre a que la sociedad le provea la “felicidad” que el no es capaz de proveerse por si mismo. En ese presupuesto encontramos la razón de ser ética para la violación de los derechos individuales, y fundamentalmente del derecho de propiedad. De ese principio pues resulta el socialismo, que es la denominación dada por el Iluminismo a la demagogia, tal como la describiera Aristóteles, hace 2500 años. La consecuencia es la pobreza colectiva, ante la inseguridad jurídica, y la riqueza de los gobernantes, en función del llanto por los pobres. En nuestra América, las diferencias de riquezas no surgen en función de la producción sino del reparto.
Fue la aceptación de los derechos individuales y no los humanos, incluidos los supuestos derechos sociales, lo que le permitió a la Argentina pasar de la pobreza a la riqueza en menos del cuarenta años en la segunda mitad del siglo XIX. Asimismo hoy el cambio producido por Allan García en Perú ha constituido a ese país en uno de los principales centros de América Latina para la inversión extranjera. Por el contrario Venezuela supuestamente nadando en oro a partir del petróleo, permanece en la pobreza.
Es hora de que aprendamos que el sistema ético–político es determinante de la evolución de los países. Si por el contrario aceptásemos que las diferencias de riqueza son la consecuencia de la raza, la cultura o la religión, estaríamos condenados de antemano. Vale recordar las palabras de Tocqueville al respecto cuando dijo: “Hasta tal punto son más fuertes los vicios del sistema que la virtud de los que lo practican”. Y ese sistema que los americanos denominan el Rule of Law, solo es posible de implementarse si las clases dirigentes lo aceptan, y no que se escudan en las masas para violarlo
http://www.neoliberalismo.com/AL-invertebrada.htm
viernes, septiembre 03, 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario