Esta derecha nuestra
CÉSAR ALONSO DE LOS RÍOS
Viernes, 29-08-08
Conciencia de perdedores. Todas las gentes conservadoras a las que he tratado durante el verano piensan que la derecha no volverá al poder en mucho tiempo. Es un estado de ánimo. Tienen el derrotismo de quienes piensan que la izquierda tiene un especial sentido para la conquista del poder y un virtuosismo mediático sin límites morales. En estas condiciones, sienten la soledad del PP como una desgracia insuperable. Ni siquiera traicionando los principios podrían conseguir los pactos necesarios. Por lo mismo les parece despreciable el aperturismo de los dirigentes populares. El desfondamiento es tal que ni siquiera conciben ya la victoria en una región donde, como en Galicia, el PP ha conseguido cuatro mayorías absolutas o dan por eterna la derrota en Andalucía o Extremadura, donde no existen partidos nacionalistas. En realidad, la necesidad del pacto con estos ha sido el producto de la propia dirección de la derecha que desde la transición los sobrevaloró tanto desde el punto de vista cuantitativo como desde el punto de vista democrático e incluso llegó a desconocer su naturaleza antiespañola.
A modo de apunte impresionista, el retrato de la derecha española se definiría por una desconfianza radical en sí misma como soporte de una expresión política. Se diría que aún sigue sintiéndose una invitada en las instituciones democráticas. Su defensa de éstas sería la de un nuevo rico, mientras la izquierda puede tener legitimidad para la transgresión en nombre de no se sabe qué estadio superior, «avanzado». Por otra parte, ¿acaso el progresismo no encarna los valores que les resultan más seductores a los conservadores? Sus propios dirigentes son intercambiables con los de la izquierda, con la desventaja de haber llegado al poder con un discurso muy distinto. Desde el punto de vista nacional no se atreven a defender que el franquismo, del que proceden sociológicamente, fue un hecho inevitable en 1936. Quieren olvidar las razones que llevaron a Ridruejo, Aranguren y Torrente Ballester a levantarse frente a la República. Mientras la izquierda reivindica la memoria histórica, la derecha oculta su pasado e incluso ha hecho del término derecha algo innombrable.
http://www.abc.es/20080829/opinion-firmas/esta-derecha-nuestra-20080829.html
viernes, agosto 29, 2008
Carrascal, La pelota en el alero
La pelota en el alero
JOSÉ MARÍA CARRASCAL
Viernes, 29-08-08
UNA pregunta nada inocente y muy importante: ¿han convencido Hillary y Bill Clinton a sus seguidores de que voten por Obama el próximo noviembre? Importante porque de ello dependerá que gane o no las elecciones.
Nada inocente porque aunque el endose del anterior matrimonio presidencial al candidato demócrata fue a primera vista claro, rotundo, si nos ponemos a examinarlo con detalle, ya no lo es tanto. «Estoy cien por cien por Obama», dijo Hillary. ¿Qué más puede pedirse? me preguntarán ustedes. Pues puede pedirse algo más. Cuando un norteamericano quiere mostrar no solo apoyo, sino entusiasmo por algo o alguien dice: «Estoy ciento diez por ciento a favor». Que Hillary no dijo. Otro detalle: en ningún momento los Clinton pidieron el voto por Obama por sus cualidades como líder, sino porque si rival significaría «más de lo mismo». Un lujo, siguieron, que los Estados Unidos no pueden permitirse tras la desastrosa gestión de Bush. O sea que se trató de un endose político, no personal, como el de Ted Kenndy. Se me dirá que son sutilezas que no calan en el gran público y que lo importante fue el espaldarazo de los Clinton a Obama, en vez de las reticencias o incluso veladas criticas que algunos temían. Aparte de que es mucho pedir a un derrotado, derrotada en este caso, que muestre entusiasmo por quien acaba de hacerle morder el polvo. En este sentido, tanto Hillary como Bill fueron lo más allá que podía esperarse de ellos.
Pero queda todavía mucho escozor, mucho resentimiento en su campo para que desaparezca por unas palabras de obligada amabilidad hacia el que hasta hace muy poco era su rival. Desde luego, sus seguidores más fieles, ese núcleo de mujeres que habían convertido a Hillary en bandera de sus reivindicaciones feministas, siguen sin perdonar a Obama -al que consideran mucho menos capacitado que ella para dirigir la nación- que les haya arrebatado su sueño de ver una mujer en la presidencia, y contento puede darse éste si el día de la votación se quedan en casa, en vez de votar a McCain, como algunas han amenazado. Estando también por contabilizar aquéllos que no le tragan por su raza, que sigue habiéndolos, sobre todo entre la clase trabajadora blanca, tradicionalmente demócrata. Pero contabilizarlos es imposible, ya que muy pocos se atreven a decirlo en voz alta.
El resto de los demócratas, si, votarán al candidato elegido en Denver, conscientes de sus cortedades, pero conscientes también de que su país necesita un cambio, revulsivo incluso, que le saque del marasmo exterior e interior en que se encuentra, uno de los mayores desde finales de la Segunda Guerra Mundial, si no el mayor. Es también lo que piensan un número indeterminado de republicanos, aunque la mayoría de ellos apuestan a lo seguro, que en este caso es McCain.
Con lo que la pelota sigue en el tejado, cara a la convención republicana, a celebrar en Nueva York próximamente. En Denver, Obama evitó lo peor, pero no consiguió el empujón definitivo cara a la meta, y otro tanto le puede ocurrir a McCain. Ninguno de los candidatos tiene una ventaja decisiva, y de aquí a noviembre puedan pasar todavía muchas cosas dentro y fuera de los Estados Unidos, que influirán en la votación. Desde un empeoramiento de la economía a una ligera mejora de la misma, pasando por el rebrotar de la guerra fría por la crisis del Cáucaso y de cualquier otro lugar al rojo del planeta.
Todo ello va a influir en la votación final, ya que la política exterior e interior norteamericanas son en el fondo la misma, dada la nada cómoda condición de super-superpotencia que ostenta. Mi apuesta sigue siendo que ganará Obama, por lo que viene representando desde el principio: un cambio radical. Con todos los riesgos que alguien completamente nuevo como él lleva consigo. Pero los norteamericanos han gustado siempre de las nuevas fronteras. Aunque, como ellos, no les garantizo nada, ni creo nadie pueda hacerlo.
http://www.abc.es/20080829/opinion-firmas/pelota-alero-20080829.html
JOSÉ MARÍA CARRASCAL
Viernes, 29-08-08
UNA pregunta nada inocente y muy importante: ¿han convencido Hillary y Bill Clinton a sus seguidores de que voten por Obama el próximo noviembre? Importante porque de ello dependerá que gane o no las elecciones.
Nada inocente porque aunque el endose del anterior matrimonio presidencial al candidato demócrata fue a primera vista claro, rotundo, si nos ponemos a examinarlo con detalle, ya no lo es tanto. «Estoy cien por cien por Obama», dijo Hillary. ¿Qué más puede pedirse? me preguntarán ustedes. Pues puede pedirse algo más. Cuando un norteamericano quiere mostrar no solo apoyo, sino entusiasmo por algo o alguien dice: «Estoy ciento diez por ciento a favor». Que Hillary no dijo. Otro detalle: en ningún momento los Clinton pidieron el voto por Obama por sus cualidades como líder, sino porque si rival significaría «más de lo mismo». Un lujo, siguieron, que los Estados Unidos no pueden permitirse tras la desastrosa gestión de Bush. O sea que se trató de un endose político, no personal, como el de Ted Kenndy. Se me dirá que son sutilezas que no calan en el gran público y que lo importante fue el espaldarazo de los Clinton a Obama, en vez de las reticencias o incluso veladas criticas que algunos temían. Aparte de que es mucho pedir a un derrotado, derrotada en este caso, que muestre entusiasmo por quien acaba de hacerle morder el polvo. En este sentido, tanto Hillary como Bill fueron lo más allá que podía esperarse de ellos.
Pero queda todavía mucho escozor, mucho resentimiento en su campo para que desaparezca por unas palabras de obligada amabilidad hacia el que hasta hace muy poco era su rival. Desde luego, sus seguidores más fieles, ese núcleo de mujeres que habían convertido a Hillary en bandera de sus reivindicaciones feministas, siguen sin perdonar a Obama -al que consideran mucho menos capacitado que ella para dirigir la nación- que les haya arrebatado su sueño de ver una mujer en la presidencia, y contento puede darse éste si el día de la votación se quedan en casa, en vez de votar a McCain, como algunas han amenazado. Estando también por contabilizar aquéllos que no le tragan por su raza, que sigue habiéndolos, sobre todo entre la clase trabajadora blanca, tradicionalmente demócrata. Pero contabilizarlos es imposible, ya que muy pocos se atreven a decirlo en voz alta.
El resto de los demócratas, si, votarán al candidato elegido en Denver, conscientes de sus cortedades, pero conscientes también de que su país necesita un cambio, revulsivo incluso, que le saque del marasmo exterior e interior en que se encuentra, uno de los mayores desde finales de la Segunda Guerra Mundial, si no el mayor. Es también lo que piensan un número indeterminado de republicanos, aunque la mayoría de ellos apuestan a lo seguro, que en este caso es McCain.
Con lo que la pelota sigue en el tejado, cara a la convención republicana, a celebrar en Nueva York próximamente. En Denver, Obama evitó lo peor, pero no consiguió el empujón definitivo cara a la meta, y otro tanto le puede ocurrir a McCain. Ninguno de los candidatos tiene una ventaja decisiva, y de aquí a noviembre puedan pasar todavía muchas cosas dentro y fuera de los Estados Unidos, que influirán en la votación. Desde un empeoramiento de la economía a una ligera mejora de la misma, pasando por el rebrotar de la guerra fría por la crisis del Cáucaso y de cualquier otro lugar al rojo del planeta.
Todo ello va a influir en la votación final, ya que la política exterior e interior norteamericanas son en el fondo la misma, dada la nada cómoda condición de super-superpotencia que ostenta. Mi apuesta sigue siendo que ganará Obama, por lo que viene representando desde el principio: un cambio radical. Con todos los riesgos que alguien completamente nuevo como él lleva consigo. Pero los norteamericanos han gustado siempre de las nuevas fronteras. Aunque, como ellos, no les garantizo nada, ni creo nadie pueda hacerlo.
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Europa debe parar los pies a Moscú
Europa debe parar los pies a Moscú
Viernes, 29-08-08
EL reconocimiento de la independencia de Osetia del Sur y Abjasia por parte de Moscú constituyó el punto de inflexión que convierte una crisis en la antesala de un conflicto grave. Como dejaron dicho los ministros de Asuntos Exteriores de la Alianza Atlántica, las relaciones no pueden seguir como si nada hubiera pasado, porque la decisión anunciada por el presidente Dimitri Medvédev constituye un paso cualitativo cuyas consecuencias deben ser anuladas -en la medida de lo posible- antes de cualquier normalización. Afortunadamente, China no ha atendido las peticiones de apoyo incondicional por parte de Moscú y se ha negado a secundar el reconocimiento de la independencia de estas dos regiones georgianas, lo que hubiera sido un elemento extraordinariamente comprometido. Hasta ahora, al margen de que hay países con mayor o menor cercanía política con Rusia. Por ahora, Moscú se ha quedado solo ante esta arriesgada maniobra.
Sin embargo, desde que se produjo ese reconocimiento diplomático, la situación no ha dejado de agravarse, hasta el punto de que hemos regresado a los escenarios de la guerra fría, con demostraciones de fuerza en aguas del Mar Negro entre la flota rusa y una flotilla de la OTAN que oficialmente se encuentra realizando «maniobras rutinarias» en las proximidades de la costa de Georgia. Rusia siempre se ha encontrado con la oposición firme de Estados Unidos y la OTAN, y la Unión Europea tiene la ocasión de pronunciarse el próximo lunes, en la cumbre extraordinaria de presidentes que ha convocado Nicolas Sarkozy. Puesto que la mayor parte de miembros de la UE lo son también de la Alianza, es muy probable que utilicen un lenguaje similar sobre el conflicto a pesar de las diferentes implicaciones de una y otra organización . Las relaciones de la UE con Rusia ya eran bastante complicadas, marcadas por una vecindad conflictiva de algunos países y el significativo comercio de la energía, y ahora es previsible que se volverán aún más complejas. En términos esenciales, si la UE decide aplicar sanciones contra Rusia por su comportamiento en Georgia, es probable que Moscú responda con medidas de reciprocidad utilizando la energía que nos suministra, a pesar de que con este intercambio obtiene también el grueso de sus ingresos, aunque dado que todavía no dispone de infraestructuras para ofrecer el gas de Siberia a otros clientes potenciales, como China, es posible que en el Kremlin sea reticente a utilizarlo como arma en este caso.
En todo lo demás, se diría que si esta situación ha sido planificada desde el Kremlin, el momento no podía ser más prejudicial para Occidente: en medio de una crisis económica causada en parte precisamente por el encarecimiento del petróleo, con la Casa Blanca en periodo de interinidad en plena campaña electoral y además en puertas del invierno. Y pese a ello, es necesario que la UE responda con toda la firmeza posible para hacer saber a Moscú que ha rebasado una línea al romper con la legalidad internacional y abrir la caja de Pandora de la revisión de todas las fronteras enteras en el espacio ex soviético. El cambio de Alemania -principal consumidor del gas ruso- hacia las posiciones más críticas, hace prever que la reacción europea será contundente. No es solamente Georgia, sino que si se aceptase lo que ha pasado en Georgia, se dejaría vía libre para que otros territorios en Moldavia, Ucrania o incluso Kazajistán, siguiesen el mismo camino. No es posible permitir que el mundo vuelva a ser el lugar donde se imponen las fronteras por la fuerza. Desgraciadamente, la debilidad de la posición occidental viene del hecho de que casi todos los países aceptaron en su día la independencia de Kosovo, conflicto con el que existen ciertos paralelismos en cuanto a la falta de respeto al Derecho Internacional. En Kosovo fueron países occidentales, empezando por Estados Unidos, los que dieron un paso cuyas peores consecuencias estamos viendo ahora.
http://www.abc.es/20080829/opinion-editorial/europa-debe-parar-pies-20080829.html
Viernes, 29-08-08
EL reconocimiento de la independencia de Osetia del Sur y Abjasia por parte de Moscú constituyó el punto de inflexión que convierte una crisis en la antesala de un conflicto grave. Como dejaron dicho los ministros de Asuntos Exteriores de la Alianza Atlántica, las relaciones no pueden seguir como si nada hubiera pasado, porque la decisión anunciada por el presidente Dimitri Medvédev constituye un paso cualitativo cuyas consecuencias deben ser anuladas -en la medida de lo posible- antes de cualquier normalización. Afortunadamente, China no ha atendido las peticiones de apoyo incondicional por parte de Moscú y se ha negado a secundar el reconocimiento de la independencia de estas dos regiones georgianas, lo que hubiera sido un elemento extraordinariamente comprometido. Hasta ahora, al margen de que hay países con mayor o menor cercanía política con Rusia. Por ahora, Moscú se ha quedado solo ante esta arriesgada maniobra.
Sin embargo, desde que se produjo ese reconocimiento diplomático, la situación no ha dejado de agravarse, hasta el punto de que hemos regresado a los escenarios de la guerra fría, con demostraciones de fuerza en aguas del Mar Negro entre la flota rusa y una flotilla de la OTAN que oficialmente se encuentra realizando «maniobras rutinarias» en las proximidades de la costa de Georgia. Rusia siempre se ha encontrado con la oposición firme de Estados Unidos y la OTAN, y la Unión Europea tiene la ocasión de pronunciarse el próximo lunes, en la cumbre extraordinaria de presidentes que ha convocado Nicolas Sarkozy. Puesto que la mayor parte de miembros de la UE lo son también de la Alianza, es muy probable que utilicen un lenguaje similar sobre el conflicto a pesar de las diferentes implicaciones de una y otra organización . Las relaciones de la UE con Rusia ya eran bastante complicadas, marcadas por una vecindad conflictiva de algunos países y el significativo comercio de la energía, y ahora es previsible que se volverán aún más complejas. En términos esenciales, si la UE decide aplicar sanciones contra Rusia por su comportamiento en Georgia, es probable que Moscú responda con medidas de reciprocidad utilizando la energía que nos suministra, a pesar de que con este intercambio obtiene también el grueso de sus ingresos, aunque dado que todavía no dispone de infraestructuras para ofrecer el gas de Siberia a otros clientes potenciales, como China, es posible que en el Kremlin sea reticente a utilizarlo como arma en este caso.
En todo lo demás, se diría que si esta situación ha sido planificada desde el Kremlin, el momento no podía ser más prejudicial para Occidente: en medio de una crisis económica causada en parte precisamente por el encarecimiento del petróleo, con la Casa Blanca en periodo de interinidad en plena campaña electoral y además en puertas del invierno. Y pese a ello, es necesario que la UE responda con toda la firmeza posible para hacer saber a Moscú que ha rebasado una línea al romper con la legalidad internacional y abrir la caja de Pandora de la revisión de todas las fronteras enteras en el espacio ex soviético. El cambio de Alemania -principal consumidor del gas ruso- hacia las posiciones más críticas, hace prever que la reacción europea será contundente. No es solamente Georgia, sino que si se aceptase lo que ha pasado en Georgia, se dejaría vía libre para que otros territorios en Moldavia, Ucrania o incluso Kazajistán, siguiesen el mismo camino. No es posible permitir que el mundo vuelva a ser el lugar donde se imponen las fronteras por la fuerza. Desgraciadamente, la debilidad de la posición occidental viene del hecho de que casi todos los países aceptaron en su día la independencia de Kosovo, conflicto con el que existen ciertos paralelismos en cuanto a la falta de respeto al Derecho Internacional. En Kosovo fueron países occidentales, empezando por Estados Unidos, los que dieron un paso cuyas peores consecuencias estamos viendo ahora.
http://www.abc.es/20080829/opinion-editorial/europa-debe-parar-pies-20080829.html
Alvaro Delgado Gal, ¡Es la politica, estupido!
¡Es la política, estúpido!
ÁLVARO DELGADO-GAL
Viernes, 29-08-08
A la crisis se le está poniendo muy mala cara. Ya son más de dos, y también de tres, los que temen que la legislatura se tuerza y acabe por naufragar a medio camino. De ahí que los cabalistas de la política crucen apuestas sobre si habrá o no elecciones anticipadas, y si las hay, cuándo y en provecho de quién. Los socialistas darían un ojo y la mitad del otro porque Zapatero aguantara cuatro años, lapso quizá suficiente para que la economía, luego de tocar fondo, repunte de nuevo y absorba parcial o totalmente las altas tasas de desempleo que se prevén a partir de otoño. Los populares cultivan otros escenarios, menos risueños para sus rivales. El caso es que, ya de un lado, ya del otro, tiende a percibirse la crisis como un contratiempo técnico cuyo efecto más interesante sería el de determinar por dónde asomará el sol en la siguiente cita a urnas. Por supuesto, no soy augur, ni aun aprendiz de adivino, y desconozco por completo lo que nos reserva el futuro. Malicio, no obstante, que los observadores subestiman la gravedad de la situación. Quizá se me entienda mejor si digo que la crisis española, todavía económica, corre el riesgo de transformarse en una gran crisis política. Precisando: de ser interpretada como una gran crisis política. Ocurrirá lo último, si por ventura se aprecia que es la política lo que impide combatir con eficacia el deterioro económico. Tan pronto se haya establecido en la opinión el vínculo causal, cada nuevo dato adverso se alargará crepuscularmente, como una sombra, sobre el conjunto de la vida pública. Y entraremos en una sazón muy delicada.
Me baso, para este diagnóstico, no en la inoperancia del presidente, la cual podría subsanarse colocando en su lugar un presidente mejor, sino en los obstáculos que nuestro desarreglo territorial está poniendo a la adopción de medidas paliativas elementales. Verbigracia, la contención del gasto público. Son las autonomías el vehículo principal a través del cual se efectúa el gasto. En consecuencia, no se logrará contener el gasto sin consenso autonómico. Pero el consenso no parece posible. La conclusión... es que el gasto podría seguir adelante. El equilibrio autonómico se ha sostenido, hasta hace poco, sobre dos patas. En primer lugar, el peso del Estado central era aún decisivo. En segundo lugar, se toleraban las excepciones del País Vasco y Navarra, cuyo régimen fiscal no es homologable al del resto de España. La tolerancia derivaba de una enorme, sostenida, circunspección oligárquica. Los que sabían lo que vale un peine, preferían no atizar el fuego. De tejas abajo, el ciudadano seguía como siempre, esto es, sumido en una feliz ignorancia. El pacto de no agresión comenzó a presentar fisuras cuando los partidos catalanes trajeron a primer plano el Concierto vasco y el agravio comparativo que aquél encierra. Finalmente, la tormenta ha estallado con el Estatut.
La crujía en la que nos encontramos se presta a ser resumida en una fórmula lacónica: el Estatut no tiene encaje, y tampoco remedio. Que no tiene encaje, queda manifiesto en los patéticos, desesperados, denuedos del ministro de Economía. El vicepresidente segundo oscila entre la resistencia franca, y el gatuperio verbal. Cabe incluir, en el primer registro, la declaración realizada a un diario madrileño el día 3 del mes en curso. Afirmó entonces que la Carta Magna obliga al Gobierno a financiar todas las competencias transferidas a las CCAA. Y añadió, en una ironía dirigida a sus interlocutores catalanes, que también la Constitución está vigente. Que es como decir que también la Constitución es constitucional, aunque en ocasiones resulte difícil creerlo a tenor de lo que se oye por aquí y por allá. Impresiona más, sin embargo, el Solbes errabundo y logomáquico. A últimos de julio, horas antes de presidir el Consejo de Política Fiscal y Financiera, sorprendió a los periodistas con esta declaración estupenda: «Tenemos una diferente interpretación del concepto de bilateralidad. Para los catalanes, consiste en que se haga bilateralmente el acuerdo con ellos y se imponga a los demás Para mí, la bilateralidad tiene que ser compatible con la multilateralidad, que también existe en el Estatuto». Zapatero ha abundado más tarde en el mismo galimatías. Lo que está detrás, naturalmente, es el problema del sudoku, en una doble acepción. Hay sudoku porque las reclamaciones autonómicas, agregadas, suman más del cien por cien. Y lo hay porque los mecanismos de negociación con Cataluña consagrados por el Estatut no son congruentes con los que rigen para las otras autonomías. De ahí la fatal, irreducible, falta de encaje.
Al tiempo, como he apuntado, el Estatut es irremediable. Ha sido celebrado como una carta fundacional por las fuerzas políticas catalanas, con la excepción del PP, y no podrá ser corregido sin que aquéllas se llamen a engaño y aduzcan un delito de lesa patria. El vendaval ha arrastrado al PSC, que carece, virtualmente, de libertad de maniobra. Si cediera en sus reclamaciones, podría exponerse a la ruptura del Tripartito. Aparte de esto, el alma del PSC ha dejado de ser socialista para convertirse antes que nada en catalana. El proceso estaba, por así decirlo, incoado desde antes de Zapatero, pero se ha disparado tras la aprobación del Estatut en las Cortes Generales. Y es que es tan imposible abrir un espacio político sin que sus potenciales beneficiarios intenten ocuparlo, como aumentar el presupuesto de una administración sin que ésta averigüe el modo de gastárselo. Zapatero no calculó, ni remotamente, la avería que le estaba haciendo al país cuando convocó a Mas en secreto y dio curso a la ley que ahora tiene en ascuas a Pedro Solbes.
¿Cómo concluirá el pulso entre el Gobierno y la Generalitat? Hasta hace poco, se estuvo barajando la hipótesis dramática de un veto del PSC a los Presupuestos. Esa hipótesis nunca consiguió persuadirme. El veto supondría la virtual secesión del PSC, y acaso, la caída del Gobierno. Se ha enfilado al cabo el camino más fácil. En un movimiento que sólo cabe calificar de indecoroso, no sólo ha comprado Zapatero tiempo, sino permiso para eludir las explicaciones que de él se esperaban en el Congreso. Protegido por esta facilidad, tirará de los fondos públicos con el fin de que queden satisfechas, a la vez, la Cataluña bilateral y la España multilateral. Las firmezas de Solbes en su aparición congresual de ayer no despejan mis recelos. Asistiremos, después de agitar mucho la coctelera, a un aumento de la deuda. Más importante, no obstante, que la deuda en sí, sería la demostración en vivo, y ante millones de votantes, de que el Gobierno no se halla en disposición, por motivos que nos remiten directamente a la estructura territorial y su reflejo en los partidos, de atarse los machos y hacer buena pedagogía. Una victoria del PP por mayoría absoluta supondría un alivio, aunque no una solución. Ya que continuaría existiendo el Estatut, no amainaría la emulación territorial, y la falta de numerario haría complicado curar las heridas con el bálsamo de la subvención. El hecho de que Alicia Sánchez-Camacho, presidenta catalana del PP, haya entendido que impugnar el Estatut no impide sumarse al coro de los que piden sus efectos económicos, revela hasta qué punto las cosas han adquirido una dinámica que ningún partido puede detener. "¡Es la economía, estúpido!", rezaba un conocido lema electoral de Clinton. Pero nosotros no estamos en los USA sino en España, donde la política aprieta todavía más que la economía. Lo veremos según se vayan estirando los meses y el país, por citar a Shakespeare, vaya recordando cada día más a una historia llena de estruendo y furia, contada por un idiota.
ÁLVARO DELGADO-GAL
http://www.abc.es/20080829/opinion-tercera/politica-estupido-20080829.html
ÁLVARO DELGADO-GAL
Viernes, 29-08-08
A la crisis se le está poniendo muy mala cara. Ya son más de dos, y también de tres, los que temen que la legislatura se tuerza y acabe por naufragar a medio camino. De ahí que los cabalistas de la política crucen apuestas sobre si habrá o no elecciones anticipadas, y si las hay, cuándo y en provecho de quién. Los socialistas darían un ojo y la mitad del otro porque Zapatero aguantara cuatro años, lapso quizá suficiente para que la economía, luego de tocar fondo, repunte de nuevo y absorba parcial o totalmente las altas tasas de desempleo que se prevén a partir de otoño. Los populares cultivan otros escenarios, menos risueños para sus rivales. El caso es que, ya de un lado, ya del otro, tiende a percibirse la crisis como un contratiempo técnico cuyo efecto más interesante sería el de determinar por dónde asomará el sol en la siguiente cita a urnas. Por supuesto, no soy augur, ni aun aprendiz de adivino, y desconozco por completo lo que nos reserva el futuro. Malicio, no obstante, que los observadores subestiman la gravedad de la situación. Quizá se me entienda mejor si digo que la crisis española, todavía económica, corre el riesgo de transformarse en una gran crisis política. Precisando: de ser interpretada como una gran crisis política. Ocurrirá lo último, si por ventura se aprecia que es la política lo que impide combatir con eficacia el deterioro económico. Tan pronto se haya establecido en la opinión el vínculo causal, cada nuevo dato adverso se alargará crepuscularmente, como una sombra, sobre el conjunto de la vida pública. Y entraremos en una sazón muy delicada.
Me baso, para este diagnóstico, no en la inoperancia del presidente, la cual podría subsanarse colocando en su lugar un presidente mejor, sino en los obstáculos que nuestro desarreglo territorial está poniendo a la adopción de medidas paliativas elementales. Verbigracia, la contención del gasto público. Son las autonomías el vehículo principal a través del cual se efectúa el gasto. En consecuencia, no se logrará contener el gasto sin consenso autonómico. Pero el consenso no parece posible. La conclusión... es que el gasto podría seguir adelante. El equilibrio autonómico se ha sostenido, hasta hace poco, sobre dos patas. En primer lugar, el peso del Estado central era aún decisivo. En segundo lugar, se toleraban las excepciones del País Vasco y Navarra, cuyo régimen fiscal no es homologable al del resto de España. La tolerancia derivaba de una enorme, sostenida, circunspección oligárquica. Los que sabían lo que vale un peine, preferían no atizar el fuego. De tejas abajo, el ciudadano seguía como siempre, esto es, sumido en una feliz ignorancia. El pacto de no agresión comenzó a presentar fisuras cuando los partidos catalanes trajeron a primer plano el Concierto vasco y el agravio comparativo que aquél encierra. Finalmente, la tormenta ha estallado con el Estatut.
La crujía en la que nos encontramos se presta a ser resumida en una fórmula lacónica: el Estatut no tiene encaje, y tampoco remedio. Que no tiene encaje, queda manifiesto en los patéticos, desesperados, denuedos del ministro de Economía. El vicepresidente segundo oscila entre la resistencia franca, y el gatuperio verbal. Cabe incluir, en el primer registro, la declaración realizada a un diario madrileño el día 3 del mes en curso. Afirmó entonces que la Carta Magna obliga al Gobierno a financiar todas las competencias transferidas a las CCAA. Y añadió, en una ironía dirigida a sus interlocutores catalanes, que también la Constitución está vigente. Que es como decir que también la Constitución es constitucional, aunque en ocasiones resulte difícil creerlo a tenor de lo que se oye por aquí y por allá. Impresiona más, sin embargo, el Solbes errabundo y logomáquico. A últimos de julio, horas antes de presidir el Consejo de Política Fiscal y Financiera, sorprendió a los periodistas con esta declaración estupenda: «Tenemos una diferente interpretación del concepto de bilateralidad. Para los catalanes, consiste en que se haga bilateralmente el acuerdo con ellos y se imponga a los demás Para mí, la bilateralidad tiene que ser compatible con la multilateralidad, que también existe en el Estatuto». Zapatero ha abundado más tarde en el mismo galimatías. Lo que está detrás, naturalmente, es el problema del sudoku, en una doble acepción. Hay sudoku porque las reclamaciones autonómicas, agregadas, suman más del cien por cien. Y lo hay porque los mecanismos de negociación con Cataluña consagrados por el Estatut no son congruentes con los que rigen para las otras autonomías. De ahí la fatal, irreducible, falta de encaje.
Al tiempo, como he apuntado, el Estatut es irremediable. Ha sido celebrado como una carta fundacional por las fuerzas políticas catalanas, con la excepción del PP, y no podrá ser corregido sin que aquéllas se llamen a engaño y aduzcan un delito de lesa patria. El vendaval ha arrastrado al PSC, que carece, virtualmente, de libertad de maniobra. Si cediera en sus reclamaciones, podría exponerse a la ruptura del Tripartito. Aparte de esto, el alma del PSC ha dejado de ser socialista para convertirse antes que nada en catalana. El proceso estaba, por así decirlo, incoado desde antes de Zapatero, pero se ha disparado tras la aprobación del Estatut en las Cortes Generales. Y es que es tan imposible abrir un espacio político sin que sus potenciales beneficiarios intenten ocuparlo, como aumentar el presupuesto de una administración sin que ésta averigüe el modo de gastárselo. Zapatero no calculó, ni remotamente, la avería que le estaba haciendo al país cuando convocó a Mas en secreto y dio curso a la ley que ahora tiene en ascuas a Pedro Solbes.
¿Cómo concluirá el pulso entre el Gobierno y la Generalitat? Hasta hace poco, se estuvo barajando la hipótesis dramática de un veto del PSC a los Presupuestos. Esa hipótesis nunca consiguió persuadirme. El veto supondría la virtual secesión del PSC, y acaso, la caída del Gobierno. Se ha enfilado al cabo el camino más fácil. En un movimiento que sólo cabe calificar de indecoroso, no sólo ha comprado Zapatero tiempo, sino permiso para eludir las explicaciones que de él se esperaban en el Congreso. Protegido por esta facilidad, tirará de los fondos públicos con el fin de que queden satisfechas, a la vez, la Cataluña bilateral y la España multilateral. Las firmezas de Solbes en su aparición congresual de ayer no despejan mis recelos. Asistiremos, después de agitar mucho la coctelera, a un aumento de la deuda. Más importante, no obstante, que la deuda en sí, sería la demostración en vivo, y ante millones de votantes, de que el Gobierno no se halla en disposición, por motivos que nos remiten directamente a la estructura territorial y su reflejo en los partidos, de atarse los machos y hacer buena pedagogía. Una victoria del PP por mayoría absoluta supondría un alivio, aunque no una solución. Ya que continuaría existiendo el Estatut, no amainaría la emulación territorial, y la falta de numerario haría complicado curar las heridas con el bálsamo de la subvención. El hecho de que Alicia Sánchez-Camacho, presidenta catalana del PP, haya entendido que impugnar el Estatut no impide sumarse al coro de los que piden sus efectos económicos, revela hasta qué punto las cosas han adquirido una dinámica que ningún partido puede detener. "¡Es la economía, estúpido!", rezaba un conocido lema electoral de Clinton. Pero nosotros no estamos en los USA sino en España, donde la política aprieta todavía más que la economía. Lo veremos según se vayan estirando los meses y el país, por citar a Shakespeare, vaya recordando cada día más a una historia llena de estruendo y furia, contada por un idiota.
ÁLVARO DELGADO-GAL
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Ramon Sanchez, Indeseables olimpicos
viernes 29 de agosto de 2008
Indeseables olímpicos
Ramón Sánchez
H UÉRFANO. Así es como me siento desde que el pasado día 24 concluyeron los Juegos Olímpicos. Una orfandad que se traduce en despertarme sobresaltado a las tres de la mañana, volver a hacerlo a eso de las seis y añorar frecuentemente durante la jornada las retransmisiones televisivas de deportes tan poco habituales como la gimnasia, el hockey sobre hierba o el waterpolo. Y es que 16 son muchos días para cambiar así, de repente, las costumbres. Mucho más, incluso, que cuando, por deberes profesionales, he vivido este acontecimiento en directo. Quiere ello decir que he disfrutado y saboreado todo lo acontecido, deportivamente hablando, en Pekín.
Sin embargo, no quiero dejar pasar la ocasión de expresar mi opinión sobre un par de personajes, más bien personajillos, que durante esa quincena larga pusieron a prueba mi sistema nervioso. Y voy a hacerlo dejando al margen ese corporativismo tan en boga hoy día que permite a la mayoría de los jueces apoyar a colegas corruptos y a una gran parte de los médicos ponerse del lado de compañeros cuya evidente mala praxis, con perjuicio mortal para terceros, ha quedado en evidencia. Porque el primero de mis objetivos es un periodista (?)
Recordarán que, cuando los Juegos apenas rebasaban su ecuador, un individuo llamado Sid Lowe encendió la llama de la polémica en el diario británico ‘The Guardian’ a propósito de una foto publicitaria de la selección española de baloncesto en la que sus componentes posaban ‘achinándose’ los ojos. Este caballerete lo consideró una ofensa para todos los orientales, aunque el hecho no tenía mayor malicia. Su envenenado testigo fue recogido por otro ‘juntaletras’, en este caso estadounidense, Pete Thamel, del ‘New York Times’ que intentó desesperadamente en la propia capital china seguir escarbando en la mierda, con perdón, que venía de sus ‘primos’ del otro lado del Atlántico, sin obtener fruto alguno. Es más, la embajada china en España, y uno de los ídolos deportivos del país organizador, Li Ning, campeón olímpico de suelo, caballo con arcos y anillas en Los Ángeles-84, que fue el hombre que corrió por el aire para encender el pebetero, restaron importancia al asunto. Hay que añadir que Ning es el fundador de una firma de ropa que lleva su nombre, la cuarta más vendida del mundo tras Adidas, Nike y Puma, y que, entre otras, vistió a la delegación española.
La maniobra estaba clara. Se trataba de torpedear la opción olímpica española de Madrid-2016, a favor de la de Chicago. Y en esta ocasión parece que el tiro les salió por la culata.
Sin embargo, no hay que dejar de lado el origen de esta polémica que, afortunadamente, no llegó a nada. Resulta que el cantamañanas que quiso encender el fuego, el tal Sid Lowe, vive en Madrid desde hace varios años, y lo que creo que apenas se ha dicho es que es colaborador de una cadena de televisión, La Sexta, que bien haría en ponerle de patitas en la calle. Y no ya sólo por ese intento desestabilizador de la candidatura madrileña, sino porque es tan memo, tan memo, que justificó la dichosa fotografía por el hecho de que “el deporte español vive un momento delicado”. Y es lo que yo me pregunto: ¿delicado después de los éxitos de Nadal en Roland Garros y Wimbledon (el título olímpico llegó después), de la selección nacional en la Eurocopa y de Contador y Sastre en el Giro y el Tour, respectivamente? ¡Pues que baje Dios y lo vea! Lo dicho, además de malintencionado, inepto.
El otro impresentable olímpico responde al nombre de Ángel Valodia Matos, y es el taekwondista cubano que, disconforme con el desenlace de su combate por la medalla de bronce, lanzó una patada al árbitro sueco y agredió a otro oficial, lo que le ha valido, con toda justicia, la descalificación ‘sine die’, aunque el comandante Castro le ha apoyado y justificado su comportamiento. Era de esperar porque son tal para cual. Lo que tampoco he oído es que llovía sobre mojado, puesto que el entrenador cubano de judo insultó gravemente a los jueces chinos sin que se tomaran medidas al respecto. Son ejemplos de la deportividad socialista.
Unos borrones en una cita deportiva que, en líneas generales, ha resultado inolvidable.
http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=4800
Indeseables olímpicos
Ramón Sánchez
H UÉRFANO. Así es como me siento desde que el pasado día 24 concluyeron los Juegos Olímpicos. Una orfandad que se traduce en despertarme sobresaltado a las tres de la mañana, volver a hacerlo a eso de las seis y añorar frecuentemente durante la jornada las retransmisiones televisivas de deportes tan poco habituales como la gimnasia, el hockey sobre hierba o el waterpolo. Y es que 16 son muchos días para cambiar así, de repente, las costumbres. Mucho más, incluso, que cuando, por deberes profesionales, he vivido este acontecimiento en directo. Quiere ello decir que he disfrutado y saboreado todo lo acontecido, deportivamente hablando, en Pekín.
Sin embargo, no quiero dejar pasar la ocasión de expresar mi opinión sobre un par de personajes, más bien personajillos, que durante esa quincena larga pusieron a prueba mi sistema nervioso. Y voy a hacerlo dejando al margen ese corporativismo tan en boga hoy día que permite a la mayoría de los jueces apoyar a colegas corruptos y a una gran parte de los médicos ponerse del lado de compañeros cuya evidente mala praxis, con perjuicio mortal para terceros, ha quedado en evidencia. Porque el primero de mis objetivos es un periodista (?)
Recordarán que, cuando los Juegos apenas rebasaban su ecuador, un individuo llamado Sid Lowe encendió la llama de la polémica en el diario británico ‘The Guardian’ a propósito de una foto publicitaria de la selección española de baloncesto en la que sus componentes posaban ‘achinándose’ los ojos. Este caballerete lo consideró una ofensa para todos los orientales, aunque el hecho no tenía mayor malicia. Su envenenado testigo fue recogido por otro ‘juntaletras’, en este caso estadounidense, Pete Thamel, del ‘New York Times’ que intentó desesperadamente en la propia capital china seguir escarbando en la mierda, con perdón, que venía de sus ‘primos’ del otro lado del Atlántico, sin obtener fruto alguno. Es más, la embajada china en España, y uno de los ídolos deportivos del país organizador, Li Ning, campeón olímpico de suelo, caballo con arcos y anillas en Los Ángeles-84, que fue el hombre que corrió por el aire para encender el pebetero, restaron importancia al asunto. Hay que añadir que Ning es el fundador de una firma de ropa que lleva su nombre, la cuarta más vendida del mundo tras Adidas, Nike y Puma, y que, entre otras, vistió a la delegación española.
La maniobra estaba clara. Se trataba de torpedear la opción olímpica española de Madrid-2016, a favor de la de Chicago. Y en esta ocasión parece que el tiro les salió por la culata.
Sin embargo, no hay que dejar de lado el origen de esta polémica que, afortunadamente, no llegó a nada. Resulta que el cantamañanas que quiso encender el fuego, el tal Sid Lowe, vive en Madrid desde hace varios años, y lo que creo que apenas se ha dicho es que es colaborador de una cadena de televisión, La Sexta, que bien haría en ponerle de patitas en la calle. Y no ya sólo por ese intento desestabilizador de la candidatura madrileña, sino porque es tan memo, tan memo, que justificó la dichosa fotografía por el hecho de que “el deporte español vive un momento delicado”. Y es lo que yo me pregunto: ¿delicado después de los éxitos de Nadal en Roland Garros y Wimbledon (el título olímpico llegó después), de la selección nacional en la Eurocopa y de Contador y Sastre en el Giro y el Tour, respectivamente? ¡Pues que baje Dios y lo vea! Lo dicho, además de malintencionado, inepto.
El otro impresentable olímpico responde al nombre de Ángel Valodia Matos, y es el taekwondista cubano que, disconforme con el desenlace de su combate por la medalla de bronce, lanzó una patada al árbitro sueco y agredió a otro oficial, lo que le ha valido, con toda justicia, la descalificación ‘sine die’, aunque el comandante Castro le ha apoyado y justificado su comportamiento. Era de esperar porque son tal para cual. Lo que tampoco he oído es que llovía sobre mojado, puesto que el entrenador cubano de judo insultó gravemente a los jueces chinos sin que se tomaran medidas al respecto. Son ejemplos de la deportividad socialista.
Unos borrones en una cita deportiva que, en líneas generales, ha resultado inolvidable.
http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=4800
Ismael Medina, ¿Ex Slavia lux?
viernes 29 de agosto de 2008
¿Ex Slavia lux?
Ismael Medina
S I yo fuera ruso apoyaría a Putin. Sé que algunos me echarán los perros por esta afirmación contraria a lo políticamente correcto en relación con el conflicto de Osetia del Sur entre Georgia y Rusia. Pero como no soy ruso, norteamericano o europeo tal y como lo son Alemania, Francia y Gran Bretaña, sino español no apegado a patrones de izquierda o de derecha, debo explicar que para un correcto y objetivo entendimiento de lo que sucede hay que ahondar en la historia de Rusia, en sus relaciones desde el siglo XIX con la Europa occidental e incluso con los Estados Unidos de Norteamérica. Pero sobre todo, en lo que algunos han llamado el “alma eslava”, una mentalidad propia y singular, muy alejada de la tópica homogeneidad democrática nacida del relativismo liberalista. Y es indudable que Putin la encarna hoy de la misma manera que Stalin se la apropió, aun siendo georgiano, tras orillar los cuerpos extraños a Rusia que eran Lenín y Trotsky, para encaramarse sobre la estela histórica de Iván el Terrible y Pedro el Grande: el sueño de la Gran Rusia.
Nadie parece haberse preguntado por la causa profunda de que Putin acuda a orar en las iglesias ortodoxa de cada ciudad o villa a la que viaja en su inmenso país. Tampoco por lo que esconde la persecución, expropiación y procesamiento, si están a su alcance, de determinados y multimillonarios sujetos que, a la sombra no sólo de Yeltsin, se apropiaron de las empresas estatales más valiosas tras la caída del régimen comunista soviético. Ni por las consecuencias para Rusia del desplazamiento del eje geopolítico mundial desde el Atlántico al Pacífico, con el añadido de que hoy es Rusia, y no el conjunto de la Unión Europea, el corazón geopolítico del gran continente euroasiático. Y junto a todo ellos, que Rusia es una de los grandes productores mundiales de petróleo y gas. Una potencia energética, frente a las angustiosas carencias de la UE.
ESLAVOS FRENTE A KHAZARES YA SUS DESCENDIENTES ASHKENAZIS
LOS pueblos se ahorman en función sus raíces históricas y culturales. Los pueblos, al igual que las criaturas, son el resultado en gran medida de su herencia genética, a la que se une la coyuntural de cada circunstancia histórica. De ahí que cada uno de ellos reaccione de manera singular a situaciones en apariencia análogas, hayan fracasado con frecuencia los proyectos uniformadores, como ahora el de la democracia liberalista y racionalista, y los intentos de implantarlos provocaran una y otra vez reacciones más o menos virulentas.
Existe en el mundo eslavo, por ejemplo, un trasfondo histórico que explica las reiteradas explosiones contra los judíos que se han registrado bajo diferentes regímenes políticos. Hasta aproximadamente el siglo XI existió el imperio de los khazares que dominó gran parte de lo que hoy son las estepas rusas y las áreas de fricción en torno al Mar Negro y al Mar Caspio. Se nutrió el imperio khazar de judíos procedentes de Bizancio, Persia, Mesopotamia y otras regiones y aunque se mezclaron asiduamente con las poblaciones indígenas se impuso a todos la religión mosaica. El imperio khazar fue finalmente aplastado por el expansionismo de los pueblos eslavos. Aquel lejano imperio sigue considerado aún hoy por el sionismo y el judaísmo como el primer Estado independiente de Israel.
Descendientes de aquellos khazares son los ashkenazis, o asquenazíes, que hoy configuran en torno al 85% de la población judía mundial, en pugna dentro del actual Estado de Israel con sefardíes y sefarditas (los ashkenazis identifican a los sefardíes auténticos, cada vez menos, con los judíos procedentes de espacios mediorientales y africanos a los que desprecian) e integran mayoritariamente en Israel el partido laborista. Y en el resto del mundo se escoran hacia la izquierda y el progresismo intelectual y mediático. No pocos autores sostienen que marchan al compás que marca la Orden de los Illuminati. Su credo, más o menos acomodado a los cambios de los tiempos (ahora la socialdemocracia) lo definieron los ideólogos del Movimiento Revolucionario Sionista, seguidores en su mayoría de Hegel. Se desplazaron en masa hacia el centro y este europeos, luego hacia los Estados Unidos e Iberoamérica, y fueron los verdaderos artífices de la revolución bolchevique bajo el patrocinio y la ayuda del iluminismo mundialista. Cultivan la fidelidad a la tradición talmúdica pese a ser ateos o agnósticos la mayoría de ellos pues la fidelidad a la raíces mosaicas es el empaste insustituible del pueblo judío disperso por el mundo.
Los eslavos en expansión precisaban oponer un sentimiento religioso que los aunara frente al teocratismo mosaico de los khazares. Y así creció y se consolidó en el alma eslava la Iglesia ortodoxa rusa, prolongación autónoma de la de Bizancio. Resulta altamente significativo que ese sentimiento religioso se haya reactivado de manera explosiva tras la descomposición de la Unión Soviética pese a la terrible persecución de que fue objeto bajo el régimen comunista. Formaba parte inseparable del alma eslava. Y me atrevería a sostener que en alguna medida se la apropió Stalin al componer la figura de “padrecito” de los eslavos y de los otros pueblos, como el georgiano, del que provenía. No en vano había sido seminarista de la Iglesia ortodoxa en la que, por decirlo metafóricamente, suplantó a Dios. Algo muy parecido a lo que hizo Mao en China al encarnar la figura de Buda rojo.
¿Es Putin tan fiel ortodoxo como aparenta? Es consciente, en todo caso, de que necesita vivificar y reconducir el componente religioso del alma eslava para consolidar la unidad del Estado y reactivar el ansia imperial eslava, por ahora más defensiva que ofensiva.
BOLCHEVISMO ASHKENAZI Y COMUNISMO ESLAVO
LA gran pregunta que proponen los progrom de Stalin, con superior número de víctimas que a manos del II Reich, es la de si realmente era antijudío. La suya fue, a mi parecer, un acción más antileninista y antitrotsquista que racista. Lenín y Trotky eran ashkenazis, al igual que en torno al 82% de los cuadros dirigentes de la revolución bolchevique, uno de cuyos respaldo financieros más importantes provino de la banca alemana. A sabiendas de ello pudo plantearse Stalin que si eliminaba el componente judío de la sociedad rusa tendría el camino expedito para consolidar su poder. También comprendió cuando el III Reich rompió sus compromisos con Moscú e invadió la URSS que necesitaba reavivar el patriotismo eslavo, incluso aligerando coyunturalmente la persecución sobre la Iglesia ortodoxa. Putin, hombre políticamente crecido en el KGB, es conocedor de éstos y otros entresijos de la historia política de la URRS, continuación en sus fundamentos estalinianos de los soportes del imperio zarista.
Considero necesario, asimismo, añadir algunos datos sobre la historia más reciente de la URSS. Jacques Mitterrand (un francojudío que adoptó este nombre durante la resistencia a la invasión germana) y por largo tiempo Gran Maestre del Gran Oriente de Francia, confesaba en sus memorias, rápidamente desparecidas de la circulación, que tras la muerte de Stalin viajó a la URSS con un grupo de hermanos para restablecer las logias aniquiladas por el zar rojo y que seis meses más tarde dejaron en franquía un cierto número de ellas. Parece obvio que echaron las redes con preferencia entre ashkenazis supervivientes de los progroom y que consiguieron insertarse en las estructuras del PCUS. Dos de ellos, procedentes del KGB como Putin, asumirían un papel decisorio en el hundimiento interno de la URSS: Andropov y Gorbachov, éste auxiliado por su mujer, también askhenazi.
LA MARCHA HACIA LA SUSTITUCIÓN DEL MARXISMO POR EL LIBERALISMO
UNO de los grandes problemas geopolíticos a que se enfrentaba la URSS era el gran vacío demográfico de la extensa estepa siberiana en la vecindad fronteriza con la superpoblada China a lo largo de miles de kilómetros. Desde hacía años se intentaba su repoblación con la creación de ciudades y el traslado a ellas de multitud de rusos. Pero al igual que sucedió con el fronterismo español de la Edad Media había que ofrecerles ventajas sustanciales. Dos fueron las principales: muy superiores sueldos y mayores márgenes de autonomía y libertad. Entre estas ciudades adquirió relevancia Novosibirsk, con una pujante universidad y complejos de investigación.
Andropov perseguía promover una reforma neoliberalista de la economía soviética (tanto él como luego Gorbachov se valieron de su embajador en Canadá, viajero impenitente a los Estados Uniditos para contactar con el lobby judío) y pidió un informe en esa dirección a los profesores de la ciudad universitaria y científica siberiana. Se le conoce como los “Papeles de Novosibirsk”. Fueron rechazados por la Academia de las Ciencias soviética, todavía dominada por comunistas ortodoxos. Pero la semilla comenzaba a fructificar.
Fue sin duda importante la rebeldía de Polonia y el papel que jugaron Juan Pablo II y Ronald Regan. Pero el súbito desplome de la URSS no se podrá entender en sus verdaderos términos sin la conspiración interior que inició Andropov y consumó Gorbachov, hoy multimillonario y a la cabeza de una influyente fundación norteamericana que lleva su nombre, la cual difunde ideas análogas a las de David Rockefeller.
Yelstin no surgió de la nada. Borrachín y paranoico fue catapultado al poder para que consumara la desarticulación política y territorial de la URSS e incluso de la Federación Rusa. La privatización de las grandes empresas estatales se convirtió en un desquiciado y gratuito reparto de todas ellas entre miembros del PCUS, unos eslavos y otros ashkenazis. Así emergieron dos poderosísimas mafias financieras y empresariales que muy pronto entraron en colisión. Es necesario anotarlo para un mejor entendimiento de la lucha de Putin contra determinados y poderosos personajes de la mafia askhenazi. Y en particular, la de sector petrolífero, estrechamente ligada al cártel norteamericano. Es consecuente que Putin persiga unificar bajo control eslavo esta poderosa fuente de energía. Y no sólo como arma de presión sobre la Europa occidental. También para alimentar la mejora de la economía rusa y el sostenimiento de su avanzada tecnología científica, sobre todo en la militar.
ILUMINISMO Y DESTRUCCIÓN DE LOS ESTADOS-NACIÓN
UN estudio objetivo de la ideología mundialista de la Orden de los Iluminados descubre que el viejo “divide y vencerás” es parte sustancial de su estrategia de fomento de los nacionalismos locales y de aniquilación de los tradicionales Estados-Nación, amén de estimular las tensiones fronterizas entre unos y otros.
La existencia del Imperio Austrohúngaro configuró el factor de estabilidad en el bajo vientre sudoriental de Europa. El magnicidio de Sarajevo fue la calculada espoleta que provocó la primera guerra mundial, la cual signó el comienzo de la agonía política de Europa. El renacimiento del poder central europeo bajo Hitler no pasó de un espejismo histórico. Lo percibió Franco cuando, a raíz de la entrada en guerra de los Estados Unidos de Norteamérica, comentó: “Alemania ha perdido la guerra. No podrá resistir al enorme potencial norteamericano”. Y no lo resistió. Pero la consecuencia fue que la Europa Occidental se convertiría en adelante en una provincia política y militar de los USA.
Habría que volver sobre la teoría geopolítica de McKinder que hicieron suya Hausshofer para Hitler y Semianov para Stalin. Sostenía Mckinder que el corazón de Europa, Alemania, era el centro de gravitación geopolítica del mundo y esencial para su dominio. Fue la causa de que en Yalta se lo repartieran por mitad los USA y la URSS, cuyos excesos totalitarios, superiores a los hitlerianos, se silenciaron al convertirse en aliado triunfador y aún hoy se pasan por alto, especialmente desde la progresía internacional.
También Europa sería víctima de la estrategia de descolonización, la cual le sustrajo las reservas de materia primas estratégicas de sus antiguas colonias que en gran parte pasaron a manos de empresas multinacionales. Parejo mecanismo se aplicaría luego en los Balcanes y en las repúblicas periféricas de la desaparecida Unión Soviética, perturbadora sobre todo en su flanco euroasiático. Los USA y su provincia europea, hoy la bamboleante Unión Europea, ha estado y siguen detrás del descuartizamiento balcánico y de las atrocidades que lo han jalonado. Y no sólo de los serbios, objeto único de una parcial persecución político-judicial.
NO TODO ES LUCHA POR EL PETRÓLEO
ES cierto que la pugna por el control de los ricos yacimientos petrolíferos de la meseta mesopotámica y del recorrido de los oleoductos forma parte inseparable de las contiendas en aquella zona. Hay que releer “La guerra secreta del petróleo”, de Jacques Bergier y Bernard Thomas, para un apurado conocimiento de sus antecedentes y de la pugna ruso-norteamericana desde el siglo XIX. Pero una cosa son las planificaciones a medio y largo plazo y otra sus variantes imprevistas. Me refiero en concreto a Afganistán. Los USA, con el respaldo de su provincia europea, alimentaron la guerra afgana contra la ocupación de una Rusia en declive. Ahora han cambiado las tornas y deben enfrentarse en una guerra irregular contra aquellos a los que armaron y a su internacionalizado componente del fundamentalismo islámico. Parece que existe mayor preocupación occidental hacia el fortalecimiento de la Federación rusa de Putin que hacia la explosiva expansión de la guerra irregular del islamismo.
El conflicto suscitado en Georgia es tan artificioso como forzado. La historia de Georgia ha conocido invasiones de todo tipo. Ha soportado múltiples asentamientos ajenos a su componente étnica primitiva y mezclas de población. No es casual, ni mucho menos, que un georgiano, Stalin, se convirtiera en cabeza del nuevo empuje imperial ruso. Y sí paradójico que su enorme estatua perdure y sea objeto de devoción nacionalista en la Georgia sólo presuntamente democrática.
La “descolonización” de la URSS convirtió a Georgia en una república independiente con fronteras artificiales que englobaba poblaciones eslavas mayoritarias, como son Osetia del Sur y Abjasia. Con independencia del vital oleoducto que la atraviesa, el conflicto estaba larvado en su propia configuración. La presunción de grandes beneficios económicos derivados de su incorporación a la Unión Europea favorecieron el triunfo electoral de Saakasnvili, su actual presidente occidentalista y pronorteramericano , aunque por apretado margen. Fue tentado a un arriesgado reto frente a Rusia.
Saakkasnvili se sintió respaldado por unas demasiado oportunas maniobras navales de la OTAN y actuó en consecuencia. Pero no contó con la inmediata reacción de Putin y el tiro le salió por la culata. El parlamento ruso ha hecho suyas las demandas de independencia de las repúblicas Osetia del Sur y Abjasia, de mayoría eslava. Y por muchas que sean las enfáticas amenazas políticas norteamericanas y de su provincia europea no habrá vuelta de hoja, salvo que Putin obtenga otras concesiones a cambio de dar marcha atrás. Dialécticamente le respaldan los antecedes de Kosovo y de Afganistán.
RUSIA ES FUNDAMENTAL PARA LA DENFESA DE EUROPA FRENTE EL FUTURO EXPANSIONISMO CHINO
EL problema es, sin embargo, de muy superior fondo. El eje geopolítico mundial se desplazó hace ya tiempo al Pacífico y carece de vigencia la tesis de McKinder. China e India son potencias emergentes, a lo que se une el revival islámico. Amenazas para Europa y los USA a medio o largo plazo. Rusia se convierte así para Europa en guardián indispensable frente a nuevas arremetidas que cabalguen desde el este y el sudeste islámico. También lo deberían meditar en Washington y en Nueva Yoork, el centro indiscutible del poder real norteamericano.
La creciente penetración china en África e Iberoamérica constituyen serios timbrazos de alerta. Difícilmente China se sustraerá al sueño imperial si persiste en su espectacular crecimiento y no se derrumba interiormente. En tanto persista la presión de los USA y de su provincia europea sobre Rusia, Putin y la actual clase dirigente eslava buscarán la aproximación coyuntural a China, aún a riesgo de pagar en el futuro un alto precio.
Si en la Unión Europea prevaleciera un serio realismo le sería racionalmente exigible un acuerdo de buena vecindad con Rusia. Pero la UE no pasa de ser hoy por hoy un endeble armazón burocrático y económico cuya defensa militar depende de las Fuerzas Armadas norteamericanas.
“Ex Slavia Lux”, concluía el lúcido ensayo “La vuelta de los budas”, del profesor Jesús Fueyo Álvarez, tras analizar la tuberculosis que aquejaba ya entonces al alma europea. ¿Exageraba? Deberíamos meditarlo.
http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=4801
¿Ex Slavia lux?
Ismael Medina
S I yo fuera ruso apoyaría a Putin. Sé que algunos me echarán los perros por esta afirmación contraria a lo políticamente correcto en relación con el conflicto de Osetia del Sur entre Georgia y Rusia. Pero como no soy ruso, norteamericano o europeo tal y como lo son Alemania, Francia y Gran Bretaña, sino español no apegado a patrones de izquierda o de derecha, debo explicar que para un correcto y objetivo entendimiento de lo que sucede hay que ahondar en la historia de Rusia, en sus relaciones desde el siglo XIX con la Europa occidental e incluso con los Estados Unidos de Norteamérica. Pero sobre todo, en lo que algunos han llamado el “alma eslava”, una mentalidad propia y singular, muy alejada de la tópica homogeneidad democrática nacida del relativismo liberalista. Y es indudable que Putin la encarna hoy de la misma manera que Stalin se la apropió, aun siendo georgiano, tras orillar los cuerpos extraños a Rusia que eran Lenín y Trotsky, para encaramarse sobre la estela histórica de Iván el Terrible y Pedro el Grande: el sueño de la Gran Rusia.
Nadie parece haberse preguntado por la causa profunda de que Putin acuda a orar en las iglesias ortodoxa de cada ciudad o villa a la que viaja en su inmenso país. Tampoco por lo que esconde la persecución, expropiación y procesamiento, si están a su alcance, de determinados y multimillonarios sujetos que, a la sombra no sólo de Yeltsin, se apropiaron de las empresas estatales más valiosas tras la caída del régimen comunista soviético. Ni por las consecuencias para Rusia del desplazamiento del eje geopolítico mundial desde el Atlántico al Pacífico, con el añadido de que hoy es Rusia, y no el conjunto de la Unión Europea, el corazón geopolítico del gran continente euroasiático. Y junto a todo ellos, que Rusia es una de los grandes productores mundiales de petróleo y gas. Una potencia energética, frente a las angustiosas carencias de la UE.
ESLAVOS FRENTE A KHAZARES YA SUS DESCENDIENTES ASHKENAZIS
LOS pueblos se ahorman en función sus raíces históricas y culturales. Los pueblos, al igual que las criaturas, son el resultado en gran medida de su herencia genética, a la que se une la coyuntural de cada circunstancia histórica. De ahí que cada uno de ellos reaccione de manera singular a situaciones en apariencia análogas, hayan fracasado con frecuencia los proyectos uniformadores, como ahora el de la democracia liberalista y racionalista, y los intentos de implantarlos provocaran una y otra vez reacciones más o menos virulentas.
Existe en el mundo eslavo, por ejemplo, un trasfondo histórico que explica las reiteradas explosiones contra los judíos que se han registrado bajo diferentes regímenes políticos. Hasta aproximadamente el siglo XI existió el imperio de los khazares que dominó gran parte de lo que hoy son las estepas rusas y las áreas de fricción en torno al Mar Negro y al Mar Caspio. Se nutrió el imperio khazar de judíos procedentes de Bizancio, Persia, Mesopotamia y otras regiones y aunque se mezclaron asiduamente con las poblaciones indígenas se impuso a todos la religión mosaica. El imperio khazar fue finalmente aplastado por el expansionismo de los pueblos eslavos. Aquel lejano imperio sigue considerado aún hoy por el sionismo y el judaísmo como el primer Estado independiente de Israel.
Descendientes de aquellos khazares son los ashkenazis, o asquenazíes, que hoy configuran en torno al 85% de la población judía mundial, en pugna dentro del actual Estado de Israel con sefardíes y sefarditas (los ashkenazis identifican a los sefardíes auténticos, cada vez menos, con los judíos procedentes de espacios mediorientales y africanos a los que desprecian) e integran mayoritariamente en Israel el partido laborista. Y en el resto del mundo se escoran hacia la izquierda y el progresismo intelectual y mediático. No pocos autores sostienen que marchan al compás que marca la Orden de los Illuminati. Su credo, más o menos acomodado a los cambios de los tiempos (ahora la socialdemocracia) lo definieron los ideólogos del Movimiento Revolucionario Sionista, seguidores en su mayoría de Hegel. Se desplazaron en masa hacia el centro y este europeos, luego hacia los Estados Unidos e Iberoamérica, y fueron los verdaderos artífices de la revolución bolchevique bajo el patrocinio y la ayuda del iluminismo mundialista. Cultivan la fidelidad a la tradición talmúdica pese a ser ateos o agnósticos la mayoría de ellos pues la fidelidad a la raíces mosaicas es el empaste insustituible del pueblo judío disperso por el mundo.
Los eslavos en expansión precisaban oponer un sentimiento religioso que los aunara frente al teocratismo mosaico de los khazares. Y así creció y se consolidó en el alma eslava la Iglesia ortodoxa rusa, prolongación autónoma de la de Bizancio. Resulta altamente significativo que ese sentimiento religioso se haya reactivado de manera explosiva tras la descomposición de la Unión Soviética pese a la terrible persecución de que fue objeto bajo el régimen comunista. Formaba parte inseparable del alma eslava. Y me atrevería a sostener que en alguna medida se la apropió Stalin al componer la figura de “padrecito” de los eslavos y de los otros pueblos, como el georgiano, del que provenía. No en vano había sido seminarista de la Iglesia ortodoxa en la que, por decirlo metafóricamente, suplantó a Dios. Algo muy parecido a lo que hizo Mao en China al encarnar la figura de Buda rojo.
¿Es Putin tan fiel ortodoxo como aparenta? Es consciente, en todo caso, de que necesita vivificar y reconducir el componente religioso del alma eslava para consolidar la unidad del Estado y reactivar el ansia imperial eslava, por ahora más defensiva que ofensiva.
BOLCHEVISMO ASHKENAZI Y COMUNISMO ESLAVO
LA gran pregunta que proponen los progrom de Stalin, con superior número de víctimas que a manos del II Reich, es la de si realmente era antijudío. La suya fue, a mi parecer, un acción más antileninista y antitrotsquista que racista. Lenín y Trotky eran ashkenazis, al igual que en torno al 82% de los cuadros dirigentes de la revolución bolchevique, uno de cuyos respaldo financieros más importantes provino de la banca alemana. A sabiendas de ello pudo plantearse Stalin que si eliminaba el componente judío de la sociedad rusa tendría el camino expedito para consolidar su poder. También comprendió cuando el III Reich rompió sus compromisos con Moscú e invadió la URSS que necesitaba reavivar el patriotismo eslavo, incluso aligerando coyunturalmente la persecución sobre la Iglesia ortodoxa. Putin, hombre políticamente crecido en el KGB, es conocedor de éstos y otros entresijos de la historia política de la URRS, continuación en sus fundamentos estalinianos de los soportes del imperio zarista.
Considero necesario, asimismo, añadir algunos datos sobre la historia más reciente de la URSS. Jacques Mitterrand (un francojudío que adoptó este nombre durante la resistencia a la invasión germana) y por largo tiempo Gran Maestre del Gran Oriente de Francia, confesaba en sus memorias, rápidamente desparecidas de la circulación, que tras la muerte de Stalin viajó a la URSS con un grupo de hermanos para restablecer las logias aniquiladas por el zar rojo y que seis meses más tarde dejaron en franquía un cierto número de ellas. Parece obvio que echaron las redes con preferencia entre ashkenazis supervivientes de los progroom y que consiguieron insertarse en las estructuras del PCUS. Dos de ellos, procedentes del KGB como Putin, asumirían un papel decisorio en el hundimiento interno de la URSS: Andropov y Gorbachov, éste auxiliado por su mujer, también askhenazi.
LA MARCHA HACIA LA SUSTITUCIÓN DEL MARXISMO POR EL LIBERALISMO
UNO de los grandes problemas geopolíticos a que se enfrentaba la URSS era el gran vacío demográfico de la extensa estepa siberiana en la vecindad fronteriza con la superpoblada China a lo largo de miles de kilómetros. Desde hacía años se intentaba su repoblación con la creación de ciudades y el traslado a ellas de multitud de rusos. Pero al igual que sucedió con el fronterismo español de la Edad Media había que ofrecerles ventajas sustanciales. Dos fueron las principales: muy superiores sueldos y mayores márgenes de autonomía y libertad. Entre estas ciudades adquirió relevancia Novosibirsk, con una pujante universidad y complejos de investigación.
Andropov perseguía promover una reforma neoliberalista de la economía soviética (tanto él como luego Gorbachov se valieron de su embajador en Canadá, viajero impenitente a los Estados Uniditos para contactar con el lobby judío) y pidió un informe en esa dirección a los profesores de la ciudad universitaria y científica siberiana. Se le conoce como los “Papeles de Novosibirsk”. Fueron rechazados por la Academia de las Ciencias soviética, todavía dominada por comunistas ortodoxos. Pero la semilla comenzaba a fructificar.
Fue sin duda importante la rebeldía de Polonia y el papel que jugaron Juan Pablo II y Ronald Regan. Pero el súbito desplome de la URSS no se podrá entender en sus verdaderos términos sin la conspiración interior que inició Andropov y consumó Gorbachov, hoy multimillonario y a la cabeza de una influyente fundación norteamericana que lleva su nombre, la cual difunde ideas análogas a las de David Rockefeller.
Yelstin no surgió de la nada. Borrachín y paranoico fue catapultado al poder para que consumara la desarticulación política y territorial de la URSS e incluso de la Federación Rusa. La privatización de las grandes empresas estatales se convirtió en un desquiciado y gratuito reparto de todas ellas entre miembros del PCUS, unos eslavos y otros ashkenazis. Así emergieron dos poderosísimas mafias financieras y empresariales que muy pronto entraron en colisión. Es necesario anotarlo para un mejor entendimiento de la lucha de Putin contra determinados y poderosos personajes de la mafia askhenazi. Y en particular, la de sector petrolífero, estrechamente ligada al cártel norteamericano. Es consecuente que Putin persiga unificar bajo control eslavo esta poderosa fuente de energía. Y no sólo como arma de presión sobre la Europa occidental. También para alimentar la mejora de la economía rusa y el sostenimiento de su avanzada tecnología científica, sobre todo en la militar.
ILUMINISMO Y DESTRUCCIÓN DE LOS ESTADOS-NACIÓN
UN estudio objetivo de la ideología mundialista de la Orden de los Iluminados descubre que el viejo “divide y vencerás” es parte sustancial de su estrategia de fomento de los nacionalismos locales y de aniquilación de los tradicionales Estados-Nación, amén de estimular las tensiones fronterizas entre unos y otros.
La existencia del Imperio Austrohúngaro configuró el factor de estabilidad en el bajo vientre sudoriental de Europa. El magnicidio de Sarajevo fue la calculada espoleta que provocó la primera guerra mundial, la cual signó el comienzo de la agonía política de Europa. El renacimiento del poder central europeo bajo Hitler no pasó de un espejismo histórico. Lo percibió Franco cuando, a raíz de la entrada en guerra de los Estados Unidos de Norteamérica, comentó: “Alemania ha perdido la guerra. No podrá resistir al enorme potencial norteamericano”. Y no lo resistió. Pero la consecuencia fue que la Europa Occidental se convertiría en adelante en una provincia política y militar de los USA.
Habría que volver sobre la teoría geopolítica de McKinder que hicieron suya Hausshofer para Hitler y Semianov para Stalin. Sostenía Mckinder que el corazón de Europa, Alemania, era el centro de gravitación geopolítica del mundo y esencial para su dominio. Fue la causa de que en Yalta se lo repartieran por mitad los USA y la URSS, cuyos excesos totalitarios, superiores a los hitlerianos, se silenciaron al convertirse en aliado triunfador y aún hoy se pasan por alto, especialmente desde la progresía internacional.
También Europa sería víctima de la estrategia de descolonización, la cual le sustrajo las reservas de materia primas estratégicas de sus antiguas colonias que en gran parte pasaron a manos de empresas multinacionales. Parejo mecanismo se aplicaría luego en los Balcanes y en las repúblicas periféricas de la desaparecida Unión Soviética, perturbadora sobre todo en su flanco euroasiático. Los USA y su provincia europea, hoy la bamboleante Unión Europea, ha estado y siguen detrás del descuartizamiento balcánico y de las atrocidades que lo han jalonado. Y no sólo de los serbios, objeto único de una parcial persecución político-judicial.
NO TODO ES LUCHA POR EL PETRÓLEO
ES cierto que la pugna por el control de los ricos yacimientos petrolíferos de la meseta mesopotámica y del recorrido de los oleoductos forma parte inseparable de las contiendas en aquella zona. Hay que releer “La guerra secreta del petróleo”, de Jacques Bergier y Bernard Thomas, para un apurado conocimiento de sus antecedentes y de la pugna ruso-norteamericana desde el siglo XIX. Pero una cosa son las planificaciones a medio y largo plazo y otra sus variantes imprevistas. Me refiero en concreto a Afganistán. Los USA, con el respaldo de su provincia europea, alimentaron la guerra afgana contra la ocupación de una Rusia en declive. Ahora han cambiado las tornas y deben enfrentarse en una guerra irregular contra aquellos a los que armaron y a su internacionalizado componente del fundamentalismo islámico. Parece que existe mayor preocupación occidental hacia el fortalecimiento de la Federación rusa de Putin que hacia la explosiva expansión de la guerra irregular del islamismo.
El conflicto suscitado en Georgia es tan artificioso como forzado. La historia de Georgia ha conocido invasiones de todo tipo. Ha soportado múltiples asentamientos ajenos a su componente étnica primitiva y mezclas de población. No es casual, ni mucho menos, que un georgiano, Stalin, se convirtiera en cabeza del nuevo empuje imperial ruso. Y sí paradójico que su enorme estatua perdure y sea objeto de devoción nacionalista en la Georgia sólo presuntamente democrática.
La “descolonización” de la URSS convirtió a Georgia en una república independiente con fronteras artificiales que englobaba poblaciones eslavas mayoritarias, como son Osetia del Sur y Abjasia. Con independencia del vital oleoducto que la atraviesa, el conflicto estaba larvado en su propia configuración. La presunción de grandes beneficios económicos derivados de su incorporación a la Unión Europea favorecieron el triunfo electoral de Saakasnvili, su actual presidente occidentalista y pronorteramericano , aunque por apretado margen. Fue tentado a un arriesgado reto frente a Rusia.
Saakkasnvili se sintió respaldado por unas demasiado oportunas maniobras navales de la OTAN y actuó en consecuencia. Pero no contó con la inmediata reacción de Putin y el tiro le salió por la culata. El parlamento ruso ha hecho suyas las demandas de independencia de las repúblicas Osetia del Sur y Abjasia, de mayoría eslava. Y por muchas que sean las enfáticas amenazas políticas norteamericanas y de su provincia europea no habrá vuelta de hoja, salvo que Putin obtenga otras concesiones a cambio de dar marcha atrás. Dialécticamente le respaldan los antecedes de Kosovo y de Afganistán.
RUSIA ES FUNDAMENTAL PARA LA DENFESA DE EUROPA FRENTE EL FUTURO EXPANSIONISMO CHINO
EL problema es, sin embargo, de muy superior fondo. El eje geopolítico mundial se desplazó hace ya tiempo al Pacífico y carece de vigencia la tesis de McKinder. China e India son potencias emergentes, a lo que se une el revival islámico. Amenazas para Europa y los USA a medio o largo plazo. Rusia se convierte así para Europa en guardián indispensable frente a nuevas arremetidas que cabalguen desde el este y el sudeste islámico. También lo deberían meditar en Washington y en Nueva Yoork, el centro indiscutible del poder real norteamericano.
La creciente penetración china en África e Iberoamérica constituyen serios timbrazos de alerta. Difícilmente China se sustraerá al sueño imperial si persiste en su espectacular crecimiento y no se derrumba interiormente. En tanto persista la presión de los USA y de su provincia europea sobre Rusia, Putin y la actual clase dirigente eslava buscarán la aproximación coyuntural a China, aún a riesgo de pagar en el futuro un alto precio.
Si en la Unión Europea prevaleciera un serio realismo le sería racionalmente exigible un acuerdo de buena vecindad con Rusia. Pero la UE no pasa de ser hoy por hoy un endeble armazón burocrático y económico cuya defensa militar depende de las Fuerzas Armadas norteamericanas.
“Ex Slavia Lux”, concluía el lúcido ensayo “La vuelta de los budas”, del profesor Jesús Fueyo Álvarez, tras analizar la tuberculosis que aquejaba ya entonces al alma europea. ¿Exageraba? Deberíamos meditarlo.
http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=4801
Pio Moa, Un error, creo de Javier Marias
viernes 29 de agosto de 2008
Hispanorromanos y visigodos
Un error, creo, de Javier Marías
Habían adoptado una ley romana que prohibía los matrimonios entre godos y romanos, y entonces renunciaron a ella: esa ley, nunca muy cumplida, permitía a la población goda mantenerse como tal.
Pío Moa
En mi Imagen de la India dije hace muchos años que los ingleses habían sido los visigodos de la India moderna. Fueron ellos los que superpusieron a una pluralidad casi ilimitada una unidad –ciertamente desde fuera–, gracias a la cual ha sido posible la India actual (…); una administración, un sistema jurídico, una organización de la enseñanza, de los servicios públicos. Sobre todo, aunque fuese "impuesta", una unidad de poder.
La comparación, inspirada por una ocurrencia disparatada de Ortega (no siempre acertaba en sus pensamientos) me parece profundamente errónea en todos sus puntos. La cultura inglesa en el siglo XIX era claramente superior en la mayoría de los aspectos a la de los indios, mientras que en España ocurría exactamente al revés: la cultura hispanorromana estaba muy por encima de la visigoda. Tampoco puede compararse, ni remotamente, la diversidad cultural y étnica de la India con la de Hispania, a la que siete siglos de presencia romana había homogeneizado de forma profunda, si exceptuamos pequeños núcleos de las montañas próximas al litoral cantábrico: ya no quedaban íberos, celtas, etc., y en su casi totalidad los hispanos hablaban latín, se regían por el derecho romano y por costumbres latinas, y eran católicos, entre otras cosas.
Además, al haber caído el poder político de Roma, disponían de su propia organización civil basada en el episcopado, una organización permitida por los godos, cuyas primarias instituciones no les permitían administrar el país por sí solos. Los godos no tuvieron que imponer una administración, ni un sistema jurídico (la mayor parte del tiempo aplicaron el suyo, aunque cada vez más romanizado, al pueblo godo, y dejaron el romano a la población indígena). Tanto la enseñanza como los servicios públicos, en la medida en que subsistieron y se desarrollaron, fueron mucho más asunto de la población latinizada que de la germánica.
Tampoco hay similitud alguna entre la posición de los godos y la de los ingleses. Estos permanecieron siempre como un poder ajeno y externo a la India, basado en una potencia a miles de kilómetros; los godos llegaron a España como un pueblo invasor sin base territorial estable, habiendo migrado desde Suecia y pasado por las actuales Polonia, Ucrania y todo el sur de Europa, y que en cualquier momento podían haberse marchado de España sin dejar una huella marcada de su presencia. Y así continuaron durante largo tiempo hasta que, con Leovigildo, pasaron a identificaron plenamente con el país, renunciaron a la mayor parte de su tradición político-cultural germana y acabaron de identificarse con la población local al adoptar, con Recaredo, el catolicismo. Antes habían adoptado una ley romana que prohibía los matrimonios entre godos y romanos, y entonces renunciaron a ella: esa ley, nunca muy cumplida, permitía a la población goda mantenerse como tal. Una vez abolida, el proceso de disolución de su etnia en la población hispanorromana –culturalmente superior, insistamos– tuvo que ser bastante rápido, aunque entre la nobleza perdurase más el orgullo de los orígenes.
La labor de Leovigildo y de Recaredo no se entiende sin la presión permanente hispanorromana, presión inconsciente a través de la masa popular y el continuo intercambio de todo tipo, y consciente, política, a través del episcopado. No menos, sino más importantes en la formación de la nación, fueron esas presiones e iniciativas que las de los propio visigodos. En realidad están claras las tendencias unificadoras y nacionalizadoras de los hispanorromanos, apoyadas por la mayoría de los reyes y siempre perturbadas por una oligarquía nobiliaria en extremo violenta y banderiza, que nunca llegó a abandonar del todo los hábitos y tradiciones bárbaros hasta ocasionar "la pérdida de España".
Ninguna semejanza, pues, entre los visigodos y los ingleses: el impulso que creó en la península la primera nación europea procedió en su mayor parte de la población, la cultura y la organización hispanorromanas. Desde luego no menospreciaremos el papel de los visigodos (a partir de Leovigildo), pues ellos dispusieron del poder militar y la mayor parte del político; pero el proceso de nacionalización fue mucho más complejo que las decisiones de esos poderes.
http://www.libertaddigital.com/opinion/pio-moa/un-error-creo-de-javier-marias-45066/
Hispanorromanos y visigodos
Un error, creo, de Javier Marías
Habían adoptado una ley romana que prohibía los matrimonios entre godos y romanos, y entonces renunciaron a ella: esa ley, nunca muy cumplida, permitía a la población goda mantenerse como tal.
Pío Moa
En mi Imagen de la India dije hace muchos años que los ingleses habían sido los visigodos de la India moderna. Fueron ellos los que superpusieron a una pluralidad casi ilimitada una unidad –ciertamente desde fuera–, gracias a la cual ha sido posible la India actual (…); una administración, un sistema jurídico, una organización de la enseñanza, de los servicios públicos. Sobre todo, aunque fuese "impuesta", una unidad de poder.
La comparación, inspirada por una ocurrencia disparatada de Ortega (no siempre acertaba en sus pensamientos) me parece profundamente errónea en todos sus puntos. La cultura inglesa en el siglo XIX era claramente superior en la mayoría de los aspectos a la de los indios, mientras que en España ocurría exactamente al revés: la cultura hispanorromana estaba muy por encima de la visigoda. Tampoco puede compararse, ni remotamente, la diversidad cultural y étnica de la India con la de Hispania, a la que siete siglos de presencia romana había homogeneizado de forma profunda, si exceptuamos pequeños núcleos de las montañas próximas al litoral cantábrico: ya no quedaban íberos, celtas, etc., y en su casi totalidad los hispanos hablaban latín, se regían por el derecho romano y por costumbres latinas, y eran católicos, entre otras cosas.
Además, al haber caído el poder político de Roma, disponían de su propia organización civil basada en el episcopado, una organización permitida por los godos, cuyas primarias instituciones no les permitían administrar el país por sí solos. Los godos no tuvieron que imponer una administración, ni un sistema jurídico (la mayor parte del tiempo aplicaron el suyo, aunque cada vez más romanizado, al pueblo godo, y dejaron el romano a la población indígena). Tanto la enseñanza como los servicios públicos, en la medida en que subsistieron y se desarrollaron, fueron mucho más asunto de la población latinizada que de la germánica.
Tampoco hay similitud alguna entre la posición de los godos y la de los ingleses. Estos permanecieron siempre como un poder ajeno y externo a la India, basado en una potencia a miles de kilómetros; los godos llegaron a España como un pueblo invasor sin base territorial estable, habiendo migrado desde Suecia y pasado por las actuales Polonia, Ucrania y todo el sur de Europa, y que en cualquier momento podían haberse marchado de España sin dejar una huella marcada de su presencia. Y así continuaron durante largo tiempo hasta que, con Leovigildo, pasaron a identificaron plenamente con el país, renunciaron a la mayor parte de su tradición político-cultural germana y acabaron de identificarse con la población local al adoptar, con Recaredo, el catolicismo. Antes habían adoptado una ley romana que prohibía los matrimonios entre godos y romanos, y entonces renunciaron a ella: esa ley, nunca muy cumplida, permitía a la población goda mantenerse como tal. Una vez abolida, el proceso de disolución de su etnia en la población hispanorromana –culturalmente superior, insistamos– tuvo que ser bastante rápido, aunque entre la nobleza perdurase más el orgullo de los orígenes.
La labor de Leovigildo y de Recaredo no se entiende sin la presión permanente hispanorromana, presión inconsciente a través de la masa popular y el continuo intercambio de todo tipo, y consciente, política, a través del episcopado. No menos, sino más importantes en la formación de la nación, fueron esas presiones e iniciativas que las de los propio visigodos. En realidad están claras las tendencias unificadoras y nacionalizadoras de los hispanorromanos, apoyadas por la mayoría de los reyes y siempre perturbadas por una oligarquía nobiliaria en extremo violenta y banderiza, que nunca llegó a abandonar del todo los hábitos y tradiciones bárbaros hasta ocasionar "la pérdida de España".
Ninguna semejanza, pues, entre los visigodos y los ingleses: el impulso que creó en la península la primera nación europea procedió en su mayor parte de la población, la cultura y la organización hispanorromanas. Desde luego no menospreciaremos el papel de los visigodos (a partir de Leovigildo), pues ellos dispusieron del poder militar y la mayor parte del político; pero el proceso de nacionalización fue mucho más complejo que las decisiones de esos poderes.
http://www.libertaddigital.com/opinion/pio-moa/un-error-creo-de-javier-marias-45066/
jueves, agosto 28, 2008
Pio Moa, Tesis sobre el terror en la guerra civil (I)
Tesis sobre el terror en la guerra civil (I)
28 de Agosto de 2008 - 17:49:19 - Pío Moa
La izquierda ha entendido muy bien el papel emocional y el valor político actual de las acusaciones de represión aplicadas a la derecha durante la guerra, y no ceja por ello en su fraudulenta propaganda a todos los niveles (la última, la del juzgador solitario). Lo hace con el silencio cómplice de los políticos rajoyanos, tan propensos a escupir sobre la tumba de sus padres y abuelos, por creer que así ganan votos. Por ello conviene insistir cuanto haga falta en unas cuantas verdades.
1.- El terror se plantea de dos formas: como un modo de paralizar la reacción del contrario (véanse las instrucciones del PSOE para la guerra civil, o las de Mola para el golpe militar) o como una “limpieza” a fondo de enemigos (véase a Araquistáin: “no va a quedar un fascista ni para un remedio”). En el primer caso, se busca abreviar la lucha y por tanto las víctimas, aunque en la práctica tienda a convertirse en un fin en sí mismo.
2.- Según los estudios más fiables, los de Ramón Salas Larrazábal corregidos por A. D. Martín Rubio, el número de víctimas del terror entre 1936 y 1939 fue ligeramente superior por parte de los nacionales, aunque proporcionalmente algo menor, al haberse aplicado sobre una población más amplia (el Frente Popular solo pudo hacerlo sobre algo más de la mitad del país). Los estudios de Salas y de Martín son a priori mucho más fiables que los descaradamente politizados y subvencionados por el poder socialista, tan abundantes estos años.
3.- La práctica igualdad cuantitativa entre los dos terrores no significa igualdad cualitativa. Por el contrario, existen profundas diferencias a considerar: ante todo, fueron las izquierdas, y no los nacionales, quienes empezaron a aplicar ese método ya en 1933-34, con el asesinato de numerosos derechistas, asaltos a locales de la CEDA, etc. Durante la insurrección de octubre del 34, el terror fue aplicado ampliamente allí donde la revuelta triunfó por algún tiempo, Asturias sobre todo (en torno a un centenar de asesinatos). Luego, tras las elecciones de febrero de 1936, las izquierdas volvieron a aplicar un terror sistemático, con más de 200 asesinatos en solo cinco meses, amparados por el gobierno. Este terror previo elevó más y más la exasperación de la derecha y constituyó uno de los factores de su réplica posterior, a menudo feroz.
4.- Una derivación política de la actitud izquierdista fue la gran campaña internacional sobre la represión derechista de Asturias, fundada en falsedades y exageraciones, pero aceptada por numerosos historiadores hasta hace poco. Baste decir que, una vez ganadas –anormalmente—las elecciones de 1936, entre otras cosas con la promesa de investigar dicha represión, el Frente Popular olvidó sus promesas y rechazó dichas investigaciones, demandadas por la CEDA. Sin embargo la campaña creó en la izquierda un clima de revancha muy proclive a aplicar el terror contra una derecha tan "criminal"; y en la derecha una indignación impotente, muy peligrosa en caso de explotar. Este factor -- la incidencia social de esta campaña--, nunca había sido debidamente analizada ni tomada en cuenta por los historiadores.
--------------
Historia contra memoria
Cartas al director:
Campo de concentración de Castuera N
***Angel David Martín Rubio
***
Durante el mes de julio pasado, historiógrafos y políticos han fantaseado en Castuera (Badajoz) sobre el campo de concentración que existió en esa localidad durante los primeros meses de la posguerra y al que paradójicamente se calificaba de "un campo en la retaguardia", calificativo que pierde su sentido cuando no existían los frentes y que oculta lo que en realidad fue: un centro provisional para la clasificación de los miles de prisioneros de guerra que provocó el final de la guerra, habilitado por poco tiempo con el régimen jurídico de una Prisión Central.
En las reseñas de prensa se alude a prisioneros y muertos, todo con la misma vaguedad que favorece la creación y difusión del mito pero... Hay otros muchos muertos y presos de los que nadie habla y también eran de Castuera o murieron allí. Me refiero a los asesinados por las milicias frentepopulistas en El Arenal, los quemados vivos en el apeadero de El Quintillo, los fusilados en el Cementerio, los presos en el Depósito municipal, los presos en la Ermita de los Mártires, los presos en los Campos de Trabajo establecidos por el Gobierno de la República mucho antes de la creación del Campo de Castuera, como ocurrió en Monterrubio, los centenares de soldados y voluntarios caídos en el frente de La Serena.
Por favor, que nos dejen a los historiadores estudiar nuestro pasado, que los políticos se dediquen a las gestiones que les corresponden y, por si puede servirnos la lección, que los españoles no olvidemos lo que ocurrió en 1936 cuando las izquierdas, con el Partido Socialista a la cabeza, dinamitaron el Estado de Derecho.
http://www.elperiodicoextremadura.com/noticias/noticia.asp?pkid=392787
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MEMORIA HISTORICA
Las fosas de Mérida
Angel David Martín Rubio
Mérida
La unilateral recuperación de la memoria histórica que se está llevando a cabo por la izquierda española ha vuelto a poner de actualidad unos enterramientos en el entorno del cementerio de Mérida que no eran ningún secreto para la historiografía que se ha ocupado de la Guerra Civil en Extremadura. Un informe del Ayuntamiento de Mérida fechado en la década de los cuarenta y publicado en mi libro Paz, piedad, perdón... y verdad afirma con toda claridad que "al ser liberada la ciudad por el Glorioso Ejército y con posterioridad a esto fueron sancionados por la autoridad aquellos que hicieron fuego contra las armas nacionales y cuyos cadáveres según noticias adquiridas por esta alcaldía fueron dados sepultura en las inmediaciones del cementerio". Si a ellos añadimos las ejecuciones de las sentencias dictadas por Consejos de Guerra, el total de muertes registradas en Mérida se sitúa algo por encima de las quinientas personas como se documentó en una memoria de licenciatura presentada por María del Mar Alvarez Román en la Uex (1989). Todo ello hace inexplicable el baile de cifras, a cual más disparatado, que se ha visto y leído en los medios regionales en los últimos días: unas veces eran mil, otras dos mil, otras cuatro mil...
Pero no son estas las únicas tumbas existentes en el cementerio de Mérida. Cuando las tropas nacionales entraron en la ciudad emeritense pusieron fin a los asesinatos que, por orden del comité frentepopulista habían comenzado el 7 de agosto y continuaron en los días siguientes.
Personalmente preferiría que se dejara reposar a todos los muertos de la Guerra Civil bajo una cruz que fuera símbolo de reconciliación, unidad y verdad pero si otros prefieren seguir manipulando la historia y emplearla como arma al servicio de su demoledor proyecto político, habrá que recordarles que fueron los ahora llamados --republicanos-- quiénes comenzaron a derramar la sangre de sus enemigos sobre Extremadura.
http://www.elperiodicoextremadura.com/noticias/noticia.asp?pkid=392203
*** "que nos dejen a los historiadores estudiar nuestro pasado", exhorta Martín Rubio. Pero a la mayoría de los historiadores no hay por dónde cogerlos, tanto se ha degradado la profesión en estos años. Son peores que los políticos.
http://blogs.libertaddigital.com/presente-y-pasado/tesis-sobre-el-terror-en-la-guerra-civil-i-3703/
28 de Agosto de 2008 - 17:49:19 - Pío Moa
La izquierda ha entendido muy bien el papel emocional y el valor político actual de las acusaciones de represión aplicadas a la derecha durante la guerra, y no ceja por ello en su fraudulenta propaganda a todos los niveles (la última, la del juzgador solitario). Lo hace con el silencio cómplice de los políticos rajoyanos, tan propensos a escupir sobre la tumba de sus padres y abuelos, por creer que así ganan votos. Por ello conviene insistir cuanto haga falta en unas cuantas verdades.
1.- El terror se plantea de dos formas: como un modo de paralizar la reacción del contrario (véanse las instrucciones del PSOE para la guerra civil, o las de Mola para el golpe militar) o como una “limpieza” a fondo de enemigos (véase a Araquistáin: “no va a quedar un fascista ni para un remedio”). En el primer caso, se busca abreviar la lucha y por tanto las víctimas, aunque en la práctica tienda a convertirse en un fin en sí mismo.
2.- Según los estudios más fiables, los de Ramón Salas Larrazábal corregidos por A. D. Martín Rubio, el número de víctimas del terror entre 1936 y 1939 fue ligeramente superior por parte de los nacionales, aunque proporcionalmente algo menor, al haberse aplicado sobre una población más amplia (el Frente Popular solo pudo hacerlo sobre algo más de la mitad del país). Los estudios de Salas y de Martín son a priori mucho más fiables que los descaradamente politizados y subvencionados por el poder socialista, tan abundantes estos años.
3.- La práctica igualdad cuantitativa entre los dos terrores no significa igualdad cualitativa. Por el contrario, existen profundas diferencias a considerar: ante todo, fueron las izquierdas, y no los nacionales, quienes empezaron a aplicar ese método ya en 1933-34, con el asesinato de numerosos derechistas, asaltos a locales de la CEDA, etc. Durante la insurrección de octubre del 34, el terror fue aplicado ampliamente allí donde la revuelta triunfó por algún tiempo, Asturias sobre todo (en torno a un centenar de asesinatos). Luego, tras las elecciones de febrero de 1936, las izquierdas volvieron a aplicar un terror sistemático, con más de 200 asesinatos en solo cinco meses, amparados por el gobierno. Este terror previo elevó más y más la exasperación de la derecha y constituyó uno de los factores de su réplica posterior, a menudo feroz.
4.- Una derivación política de la actitud izquierdista fue la gran campaña internacional sobre la represión derechista de Asturias, fundada en falsedades y exageraciones, pero aceptada por numerosos historiadores hasta hace poco. Baste decir que, una vez ganadas –anormalmente—las elecciones de 1936, entre otras cosas con la promesa de investigar dicha represión, el Frente Popular olvidó sus promesas y rechazó dichas investigaciones, demandadas por la CEDA. Sin embargo la campaña creó en la izquierda un clima de revancha muy proclive a aplicar el terror contra una derecha tan "criminal"; y en la derecha una indignación impotente, muy peligrosa en caso de explotar. Este factor -- la incidencia social de esta campaña--, nunca había sido debidamente analizada ni tomada en cuenta por los historiadores.
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Historia contra memoria
Cartas al director:
Campo de concentración de Castuera N
***Angel David Martín Rubio
***
Durante el mes de julio pasado, historiógrafos y políticos han fantaseado en Castuera (Badajoz) sobre el campo de concentración que existió en esa localidad durante los primeros meses de la posguerra y al que paradójicamente se calificaba de "un campo en la retaguardia", calificativo que pierde su sentido cuando no existían los frentes y que oculta lo que en realidad fue: un centro provisional para la clasificación de los miles de prisioneros de guerra que provocó el final de la guerra, habilitado por poco tiempo con el régimen jurídico de una Prisión Central.
En las reseñas de prensa se alude a prisioneros y muertos, todo con la misma vaguedad que favorece la creación y difusión del mito pero... Hay otros muchos muertos y presos de los que nadie habla y también eran de Castuera o murieron allí. Me refiero a los asesinados por las milicias frentepopulistas en El Arenal, los quemados vivos en el apeadero de El Quintillo, los fusilados en el Cementerio, los presos en el Depósito municipal, los presos en la Ermita de los Mártires, los presos en los Campos de Trabajo establecidos por el Gobierno de la República mucho antes de la creación del Campo de Castuera, como ocurrió en Monterrubio, los centenares de soldados y voluntarios caídos en el frente de La Serena.
Por favor, que nos dejen a los historiadores estudiar nuestro pasado, que los políticos se dediquen a las gestiones que les corresponden y, por si puede servirnos la lección, que los españoles no olvidemos lo que ocurrió en 1936 cuando las izquierdas, con el Partido Socialista a la cabeza, dinamitaron el Estado de Derecho.
http://www.elperiodicoextremadura.com/noticias/noticia.asp?pkid=392787
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MEMORIA HISTORICA
Las fosas de Mérida
Angel David Martín Rubio
Mérida
La unilateral recuperación de la memoria histórica que se está llevando a cabo por la izquierda española ha vuelto a poner de actualidad unos enterramientos en el entorno del cementerio de Mérida que no eran ningún secreto para la historiografía que se ha ocupado de la Guerra Civil en Extremadura. Un informe del Ayuntamiento de Mérida fechado en la década de los cuarenta y publicado en mi libro Paz, piedad, perdón... y verdad afirma con toda claridad que "al ser liberada la ciudad por el Glorioso Ejército y con posterioridad a esto fueron sancionados por la autoridad aquellos que hicieron fuego contra las armas nacionales y cuyos cadáveres según noticias adquiridas por esta alcaldía fueron dados sepultura en las inmediaciones del cementerio". Si a ellos añadimos las ejecuciones de las sentencias dictadas por Consejos de Guerra, el total de muertes registradas en Mérida se sitúa algo por encima de las quinientas personas como se documentó en una memoria de licenciatura presentada por María del Mar Alvarez Román en la Uex (1989). Todo ello hace inexplicable el baile de cifras, a cual más disparatado, que se ha visto y leído en los medios regionales en los últimos días: unas veces eran mil, otras dos mil, otras cuatro mil...
Pero no son estas las únicas tumbas existentes en el cementerio de Mérida. Cuando las tropas nacionales entraron en la ciudad emeritense pusieron fin a los asesinatos que, por orden del comité frentepopulista habían comenzado el 7 de agosto y continuaron en los días siguientes.
Personalmente preferiría que se dejara reposar a todos los muertos de la Guerra Civil bajo una cruz que fuera símbolo de reconciliación, unidad y verdad pero si otros prefieren seguir manipulando la historia y emplearla como arma al servicio de su demoledor proyecto político, habrá que recordarles que fueron los ahora llamados --republicanos-- quiénes comenzaron a derramar la sangre de sus enemigos sobre Extremadura.
http://www.elperiodicoextremadura.com/noticias/noticia.asp?pkid=392203
*** "que nos dejen a los historiadores estudiar nuestro pasado", exhorta Martín Rubio. Pero a la mayoría de los historiadores no hay por dónde cogerlos, tanto se ha degradado la profesión en estos años. Son peores que los políticos.
http://blogs.libertaddigital.com/presente-y-pasado/tesis-sobre-el-terror-en-la-guerra-civil-i-3703/
ZP huye del Congreso y Solbes de la realidad
29-VIII-2008
ZP huye del Congreso y Solbes de la realidad
Después de la huida de Zapatero del Congreso y de la de Solbes de la realidad, sólo cabe esperar un nuevo salto hacia delante.
La comparecencia del vicepresidente económico en el Congreso para dar cuenta del nuevo modelo de financiación autonómica se ha convertido en una autentica y aburrida tomadura de pelo. Tras el vergonzoso apaño llevado a cabo entre la vicepresidenta de la Vega y el líder de ICV Joan Herrera para evitar la necesaria declaración de Zapatero (una espantada parlamentaria que nos recuerda las protagonizadas por su antecesor socialista, Felipe González) algunos podrían pensar que en su intervención Solbes introduciría alguna novedad, cambio o concreción respecto a unas negociaciones que han desatado una guerra abierta entre socialistas de diferentes comunidades autónomas, y en las que la propia Generalidad, gobernada en coalición por el PSC, ha amenazado al Gobierno con no apoyar los Presupuestos Generales del Estado.
Sin embargo, nada ni nadie ha cambiado, y Solbes se ha enrocado en su vaga propuesta presentada por primera vez en el Consejo de Política Fiscal y Económica del pasado 22 de julio y que el jueves bautizó como "la única alternativa viable". Así las cosas, la imagen de bloqueo legislativo que se ha dado en el Congreso no es precisamente el mejor aval para un Zapatero comprometido de forma irresponsable a llegar a un acuerdo en menos de tres meses.
En cualquier caso, si escandaloso es que Zapatero no dé personalmente explicaciones en un asunto tan importante como la financiación autonómica, no menos lamentable resulta que Solbes huya de la realidad ignorando en sus propuestas la crítica crisis económica que padecemos y la frontal oposición que suscitan, también entre sus aliados nacionalistas. Huir de la realidad es no querer afrontar el hecho de que no se puede cumplir con el Estatuto soberanista catalán y con la Constitución al mismo tiempo.
Huir de la realidad es ignorar que el compromiso de Zapatero para no tener que dar la cara en el Congreso, consistente en una negociación bilateral con la Generalidad catalana mientras con el resto se negocia de forma multilateral, es radicalmente contrario a la igualdad que proclama nuestra Carta Magna. Tampoco ha sido capaz Solbes de concretar nada en este punto, limitándose a hablar de negociaciones bilaterales y multilaterales. Con ello alimenta los recelos tanto de los nacionalistas catalanes como de los gobernantes socialistas de otras comunidades autónomas. Solbes ha asegurado que su nuevo modelo mejorará la financiación de todas las regiones, pero eso será imposible a menos que se acometa una nueva subida de impuestos, lo cual, a su vez, sería tanto como desdeñar la realidad de la grave crisis económica que padecemos.
Es cierto que Solbes tiene que hacerse cargo ahora de las letras que alegremente libró Zapatero a los nacionalistas con tal de que lo sostuvieran en el poder. Pero la solución a eso no debe ser intentar que creamos que es posible la cuadratura del círculo. Más le valdría al ministro de Economía reconocer lo que en su día él mismo advirtió cuando se estaba cerrando el acuerdo sobre el Estatuto catalán, esto es, su incompatibilidad con la elaboración de unos Presupuestos Generales del Estado dignos de ese nombre. Ahora lo es por partida doble. No ya porque el Estatuto soberanista desvertebra España también desde un punto de vista económico, sino porque los nacionalistas, incluidos los que han evitado la comparecencia de Zapatero, se mantienen firmes en su disposición de no apoyar los Presupuestos de 2009 si el Gobierno no cumple con los plazos y contenidos del Estatuto aprobado.
Finalmente, la manifestada disposición de Solbes a sacar adelante su "sudoku" si el resto de las partes no acaban cediendo, aparenta una firmeza que pasa por alto la realidad de un presidente del Gobierno caracterizado por ceder en lo que sea con tal de seguir en el poder. Después de la huida de Zapatero del Congreso y de la de Solbes de la realidad, sólo cabe esperar un nuevo salto hacia delante.
http://www.libertaddigital.com/opinion/editorial/zp-huye-del-congreso-y-solbes-de-la-realidad-45070/
ZP huye del Congreso y Solbes de la realidad
Después de la huida de Zapatero del Congreso y de la de Solbes de la realidad, sólo cabe esperar un nuevo salto hacia delante.
La comparecencia del vicepresidente económico en el Congreso para dar cuenta del nuevo modelo de financiación autonómica se ha convertido en una autentica y aburrida tomadura de pelo. Tras el vergonzoso apaño llevado a cabo entre la vicepresidenta de la Vega y el líder de ICV Joan Herrera para evitar la necesaria declaración de Zapatero (una espantada parlamentaria que nos recuerda las protagonizadas por su antecesor socialista, Felipe González) algunos podrían pensar que en su intervención Solbes introduciría alguna novedad, cambio o concreción respecto a unas negociaciones que han desatado una guerra abierta entre socialistas de diferentes comunidades autónomas, y en las que la propia Generalidad, gobernada en coalición por el PSC, ha amenazado al Gobierno con no apoyar los Presupuestos Generales del Estado.
Sin embargo, nada ni nadie ha cambiado, y Solbes se ha enrocado en su vaga propuesta presentada por primera vez en el Consejo de Política Fiscal y Económica del pasado 22 de julio y que el jueves bautizó como "la única alternativa viable". Así las cosas, la imagen de bloqueo legislativo que se ha dado en el Congreso no es precisamente el mejor aval para un Zapatero comprometido de forma irresponsable a llegar a un acuerdo en menos de tres meses.
En cualquier caso, si escandaloso es que Zapatero no dé personalmente explicaciones en un asunto tan importante como la financiación autonómica, no menos lamentable resulta que Solbes huya de la realidad ignorando en sus propuestas la crítica crisis económica que padecemos y la frontal oposición que suscitan, también entre sus aliados nacionalistas. Huir de la realidad es no querer afrontar el hecho de que no se puede cumplir con el Estatuto soberanista catalán y con la Constitución al mismo tiempo.
Huir de la realidad es ignorar que el compromiso de Zapatero para no tener que dar la cara en el Congreso, consistente en una negociación bilateral con la Generalidad catalana mientras con el resto se negocia de forma multilateral, es radicalmente contrario a la igualdad que proclama nuestra Carta Magna. Tampoco ha sido capaz Solbes de concretar nada en este punto, limitándose a hablar de negociaciones bilaterales y multilaterales. Con ello alimenta los recelos tanto de los nacionalistas catalanes como de los gobernantes socialistas de otras comunidades autónomas. Solbes ha asegurado que su nuevo modelo mejorará la financiación de todas las regiones, pero eso será imposible a menos que se acometa una nueva subida de impuestos, lo cual, a su vez, sería tanto como desdeñar la realidad de la grave crisis económica que padecemos.
Es cierto que Solbes tiene que hacerse cargo ahora de las letras que alegremente libró Zapatero a los nacionalistas con tal de que lo sostuvieran en el poder. Pero la solución a eso no debe ser intentar que creamos que es posible la cuadratura del círculo. Más le valdría al ministro de Economía reconocer lo que en su día él mismo advirtió cuando se estaba cerrando el acuerdo sobre el Estatuto catalán, esto es, su incompatibilidad con la elaboración de unos Presupuestos Generales del Estado dignos de ese nombre. Ahora lo es por partida doble. No ya porque el Estatuto soberanista desvertebra España también desde un punto de vista económico, sino porque los nacionalistas, incluidos los que han evitado la comparecencia de Zapatero, se mantienen firmes en su disposición de no apoyar los Presupuestos de 2009 si el Gobierno no cumple con los plazos y contenidos del Estatuto aprobado.
Finalmente, la manifestada disposición de Solbes a sacar adelante su "sudoku" si el resto de las partes no acaban cediendo, aparenta una firmeza que pasa por alto la realidad de un presidente del Gobierno caracterizado por ceder en lo que sea con tal de seguir en el poder. Después de la huida de Zapatero del Congreso y de la de Solbes de la realidad, sólo cabe esperar un nuevo salto hacia delante.
http://www.libertaddigital.com/opinion/editorial/zp-huye-del-congreso-y-solbes-de-la-realidad-45070/
Hermann Tertsch, Fulton para la Europa posmoderna
Fulton para la Europa posmoderna
HERMANN TERTSCH
Jueves, 28-08-08
DIMITRI Medvedev, presidente de Rusia por la gracia del Zar Vladimir Putin, nos ha hecho saber que su vecina Georgia se ha quedado definitivamente sin parte de su territorio. Y sus embajadores en Moldavia y en Ucrania han advertido a los gobiernos de los respectivos países que debieran tener en cuenta estos acontecimientos a la hora de tomar decisiones. También nos anunciaba ayer el Ministerio de Asuntos Exteriores de Moscú que considera innecesaria y una provocación la integración en la OTAN de unos estados que lo han solicitado repetidas veces por medio de sus parlamentos y gobiernos democráticamente elegidos. Presidencia y Gobierno de Rusia han decidido cambiar las fronteras de un vecino y se muestran dispuestos a hacerlo con las de otros. Se han inventado dos países donde han repartido pasaportes rusos en los últimos años y meses y ya están amenazando a otros estados vecinos -en Bielorrusia la amenaza es oficial- para que reconozcan a sus títeres o se atengan a las consecuencias. No cuentan con un cardenal como Tiso que Hitler puso a la cabeza del estado títere eslovaco cuando invadió los Sudetes y destruyó Checoslovaquia, pero sí con unas franquicias en Osetia, Abjasia o Transniester, -aun no reconocido-, donde la mafia local comparte con el ejército ruso y el KGB el presupuesto que les dedica el Kremlin a cambio de desestabilizar primero e imponer sumisión después a los estados vecinos.
De momento, Moscú triunfa. Gozar de esta gloria militar del momento y, desde luego, del placer de haber impuesto un veto de hecho sobre las decisiones de la OTAN sobre su ampliación y sobre la voluntad de los vecinos democráticos de pertenecer a una alianza que les proteja precisamente de este matonismo imperialista que muchos venían anunciando y que en las capitales occidentales se tachaba de «alarmismo». ¿Cómo iban a preocuparse nuestras democracias posmodernas de los augoreros de la guerra fría? De ahí que, de momento y aunque cunda la alarma, los países afectados están abandonados a su suerte. Estamos protestando. Interesante será ver si, ante estos éxitos que tan buen humor generan en Rusia, el Kremlin se decide a organizar una «provocación» en algún país vecino miembro de la OTAN como son los estados bálticos. No sería difícil crear ambiente de «Heim ins Reich» (Retorno al imperio) entre la población rusa letona y generar incidentes para hacer «imprescindible» la intervención del ejército ruso. El proyecto piloto ha sido un éxito. ¿Seguirá la OTAN limitándose a «protestar»? Si entra en Ucrania por supuesto. Pero ¿y si entra en Letonia? ¿Creen capaz a la OTAN de acordar medidas militares en reacción a un ataque a sus fronteras orientales? Muchos en Occidente no. Y desde luego que muchos en el Kremlin tampoco.
«Desde Stettin en el Báltico a Trieste en el Adriático se ha bajado un telón de acero a través del continente». Ésta es la frase más célebre de la histórica conferencia pronunciada el 5 de marzo de 1946, con motivo de la aceptación del doctorado «honoris causa» de la Universidad de Fulton en Missouri, por el entonces ya ex primer ministro británico, Winston Churchill. Entonces advertía el estadista británico que las democracias no podían cometer ante el nuevo totalitarismo los mismos errores que permitieron a Hitler crecer, conquistar y devastar el continente. No se evitó la esclavitud de medio continente durante otro medio siglo. Pero surgió una alianza de sociedades libres, la OTAN, con el poder necesario para hacerse respetar por quienes solo respetan el poder. Y con la determinación creíble de utilizarlo. Sin esta credibilidad la sumisión de los georgianos será solo un terrible principio de una larga tragedia.
http://www.abc.es/20080828/opinion-firmas/fulton-para-europa-posmoderna-20080828.html
HERMANN TERTSCH
Jueves, 28-08-08
DIMITRI Medvedev, presidente de Rusia por la gracia del Zar Vladimir Putin, nos ha hecho saber que su vecina Georgia se ha quedado definitivamente sin parte de su territorio. Y sus embajadores en Moldavia y en Ucrania han advertido a los gobiernos de los respectivos países que debieran tener en cuenta estos acontecimientos a la hora de tomar decisiones. También nos anunciaba ayer el Ministerio de Asuntos Exteriores de Moscú que considera innecesaria y una provocación la integración en la OTAN de unos estados que lo han solicitado repetidas veces por medio de sus parlamentos y gobiernos democráticamente elegidos. Presidencia y Gobierno de Rusia han decidido cambiar las fronteras de un vecino y se muestran dispuestos a hacerlo con las de otros. Se han inventado dos países donde han repartido pasaportes rusos en los últimos años y meses y ya están amenazando a otros estados vecinos -en Bielorrusia la amenaza es oficial- para que reconozcan a sus títeres o se atengan a las consecuencias. No cuentan con un cardenal como Tiso que Hitler puso a la cabeza del estado títere eslovaco cuando invadió los Sudetes y destruyó Checoslovaquia, pero sí con unas franquicias en Osetia, Abjasia o Transniester, -aun no reconocido-, donde la mafia local comparte con el ejército ruso y el KGB el presupuesto que les dedica el Kremlin a cambio de desestabilizar primero e imponer sumisión después a los estados vecinos.
De momento, Moscú triunfa. Gozar de esta gloria militar del momento y, desde luego, del placer de haber impuesto un veto de hecho sobre las decisiones de la OTAN sobre su ampliación y sobre la voluntad de los vecinos democráticos de pertenecer a una alianza que les proteja precisamente de este matonismo imperialista que muchos venían anunciando y que en las capitales occidentales se tachaba de «alarmismo». ¿Cómo iban a preocuparse nuestras democracias posmodernas de los augoreros de la guerra fría? De ahí que, de momento y aunque cunda la alarma, los países afectados están abandonados a su suerte. Estamos protestando. Interesante será ver si, ante estos éxitos que tan buen humor generan en Rusia, el Kremlin se decide a organizar una «provocación» en algún país vecino miembro de la OTAN como son los estados bálticos. No sería difícil crear ambiente de «Heim ins Reich» (Retorno al imperio) entre la población rusa letona y generar incidentes para hacer «imprescindible» la intervención del ejército ruso. El proyecto piloto ha sido un éxito. ¿Seguirá la OTAN limitándose a «protestar»? Si entra en Ucrania por supuesto. Pero ¿y si entra en Letonia? ¿Creen capaz a la OTAN de acordar medidas militares en reacción a un ataque a sus fronteras orientales? Muchos en Occidente no. Y desde luego que muchos en el Kremlin tampoco.
«Desde Stettin en el Báltico a Trieste en el Adriático se ha bajado un telón de acero a través del continente». Ésta es la frase más célebre de la histórica conferencia pronunciada el 5 de marzo de 1946, con motivo de la aceptación del doctorado «honoris causa» de la Universidad de Fulton en Missouri, por el entonces ya ex primer ministro británico, Winston Churchill. Entonces advertía el estadista británico que las democracias no podían cometer ante el nuevo totalitarismo los mismos errores que permitieron a Hitler crecer, conquistar y devastar el continente. No se evitó la esclavitud de medio continente durante otro medio siglo. Pero surgió una alianza de sociedades libres, la OTAN, con el poder necesario para hacerse respetar por quienes solo respetan el poder. Y con la determinación creíble de utilizarlo. Sin esta credibilidad la sumisión de los georgianos será solo un terrible principio de una larga tragedia.
http://www.abc.es/20080828/opinion-firmas/fulton-para-europa-posmoderna-20080828.html
España, en una crisis sin fondo
España, en una crisis sin fondo
Jueves, 28-08-08
EL INE ha confirmado su primera estimación sobre la evolución del PIB español durante el segundo trimestre: exiguo crecimiento trimestral de una décima, dos menos que el trimestre anterior y siete menos que en el mismo trimestre del año anterior. El único consuelo, si es que a alguien le sirve de algo, es que también las economías europeas han registrado caídas de varias décimas. Lo relevante es que el comportamiento del PIB español ya no refleja ninguna ventaja con respecto a la media europea, está decididamente a la baja y es muy probable que siga así, al menos en lo que queda de año. Las ventajas comparativas de la economía española, que propiciaron a lo largo de la última década un crecimiento doble del comunitario, se han esfumado e incluso juegan ahora como desventajas. El pujante sector inmobiliario se derrumbó y ahora resta empleo y actividad; y las crisis inmobiliarias llevan tiempo, la última casi cuatro años, hasta que purgó los excesos y empezó a recuperar un ritmo razonable de crecimiento. La actual no llevará menos tiempo, entre otras razones porque es más profunda e intensa. Tampoco juega a favor de la estadística el marcado descenso registrado en el consumo de las familias.
El presidente del Gobierno insiste en su «optimismo antropológico» y pretende que en cuanto se clarifique la coyuntura internacional (altos precios energéticos y turbulencias financieras) la economía española recuperará una tasa de crecimiento potencial del orden del 3 por ciento. No es probable que así ocurra: el potencial de crecimiento de la economía española del año 2008 anda muy lejos de ese porcentaje y mucho más cerca del estancamiento. Habrá que tomar muchas más medidas de las adoptadas hasta ahora y asumir ajustes hasta recuperar el crecimiento del 3 por ciento. La previsión del Gobierno de un crecimiento del 1,6 por ciento para el conjunto de este año se instala también en ese optimismo tan voluntarista como ficticio y en mantener la vista en el espejo retrovisor, mirar atrás y no adelante. Lo que indica el primer semestre del 2008 es que la economía española se estanca y los datos anticipados del tercer trimestre apuntan que cuando el INE avance la evolución del PIB para este período la cifra será en negativo. Y si durante el segundo semestre no hay crecimiento, el conjunto del año se quedará en negativo. El enfriamiento de la actividad económica ha sido intenso y rápido, ayudado por una coyuntura internacional adversa que nadie puede negar, pero empujado también por una coyuntura nacional de agotamiento. Y el Gobierno no reconoce, o no quiere reconocer, esa segunda parte del problema; mientras no lo haga, no estará en condiciones de asumir la situación e intentar remediarla. Las medidas anunciadas durante la campaña electoral y puestas parcialmente en práctica en fechas recientes no han funcionado, no se notan resultados prácticos, no han modificado las expectativas de los agentes económicos y cada mes resulta más desfavorable que el anterior aun arrasando el equilibrio de las cuentas públicas. Los datos económicos objetivos de la economía española actual son los peores de la década y hay que retroceder al período 1992-94 para localizar tasas semejantes.
Es una crisis seria y severa cuyo fondo no se vislumbra. Y a esa crisis la economía española se enfrenta con pocas ventajas comparativas. Esas ventajas habría que construirlas y nada indica que se esté en ello. Ni el Gobierno propone medidas serias de austeridad, ni los agentes sociales asumen la crisis porque echan balones fuera. Los unos prometen políticas sociales y los otros advierten de que la factura la deben pagar otros. España tiene más paro que los demás competidores, sus precios crecen más deprisa, la actividad se ha estancado, la salud de las cuentas públicas se ha deteriorado y la obtención de financiación se hace más difícil. Las agencias de calificación de riesgos mantienen la «triple A» para España, pero el diferencial del bono respecto al alemán se amplía -ya se acerca a los 40 puntos básicos- y apunta hacia una revisión de la calificación antes de fin de año. La economía española es débil, pero lo peor es que no acierta a ponerse en tratamiento.
http://www.abc.es/20080828/opinion-editorial/espana-crisis-fondo-20080828.html
Jueves, 28-08-08
EL INE ha confirmado su primera estimación sobre la evolución del PIB español durante el segundo trimestre: exiguo crecimiento trimestral de una décima, dos menos que el trimestre anterior y siete menos que en el mismo trimestre del año anterior. El único consuelo, si es que a alguien le sirve de algo, es que también las economías europeas han registrado caídas de varias décimas. Lo relevante es que el comportamiento del PIB español ya no refleja ninguna ventaja con respecto a la media europea, está decididamente a la baja y es muy probable que siga así, al menos en lo que queda de año. Las ventajas comparativas de la economía española, que propiciaron a lo largo de la última década un crecimiento doble del comunitario, se han esfumado e incluso juegan ahora como desventajas. El pujante sector inmobiliario se derrumbó y ahora resta empleo y actividad; y las crisis inmobiliarias llevan tiempo, la última casi cuatro años, hasta que purgó los excesos y empezó a recuperar un ritmo razonable de crecimiento. La actual no llevará menos tiempo, entre otras razones porque es más profunda e intensa. Tampoco juega a favor de la estadística el marcado descenso registrado en el consumo de las familias.
El presidente del Gobierno insiste en su «optimismo antropológico» y pretende que en cuanto se clarifique la coyuntura internacional (altos precios energéticos y turbulencias financieras) la economía española recuperará una tasa de crecimiento potencial del orden del 3 por ciento. No es probable que así ocurra: el potencial de crecimiento de la economía española del año 2008 anda muy lejos de ese porcentaje y mucho más cerca del estancamiento. Habrá que tomar muchas más medidas de las adoptadas hasta ahora y asumir ajustes hasta recuperar el crecimiento del 3 por ciento. La previsión del Gobierno de un crecimiento del 1,6 por ciento para el conjunto de este año se instala también en ese optimismo tan voluntarista como ficticio y en mantener la vista en el espejo retrovisor, mirar atrás y no adelante. Lo que indica el primer semestre del 2008 es que la economía española se estanca y los datos anticipados del tercer trimestre apuntan que cuando el INE avance la evolución del PIB para este período la cifra será en negativo. Y si durante el segundo semestre no hay crecimiento, el conjunto del año se quedará en negativo. El enfriamiento de la actividad económica ha sido intenso y rápido, ayudado por una coyuntura internacional adversa que nadie puede negar, pero empujado también por una coyuntura nacional de agotamiento. Y el Gobierno no reconoce, o no quiere reconocer, esa segunda parte del problema; mientras no lo haga, no estará en condiciones de asumir la situación e intentar remediarla. Las medidas anunciadas durante la campaña electoral y puestas parcialmente en práctica en fechas recientes no han funcionado, no se notan resultados prácticos, no han modificado las expectativas de los agentes económicos y cada mes resulta más desfavorable que el anterior aun arrasando el equilibrio de las cuentas públicas. Los datos económicos objetivos de la economía española actual son los peores de la década y hay que retroceder al período 1992-94 para localizar tasas semejantes.
Es una crisis seria y severa cuyo fondo no se vislumbra. Y a esa crisis la economía española se enfrenta con pocas ventajas comparativas. Esas ventajas habría que construirlas y nada indica que se esté en ello. Ni el Gobierno propone medidas serias de austeridad, ni los agentes sociales asumen la crisis porque echan balones fuera. Los unos prometen políticas sociales y los otros advierten de que la factura la deben pagar otros. España tiene más paro que los demás competidores, sus precios crecen más deprisa, la actividad se ha estancado, la salud de las cuentas públicas se ha deteriorado y la obtención de financiación se hace más difícil. Las agencias de calificación de riesgos mantienen la «triple A» para España, pero el diferencial del bono respecto al alemán se amplía -ya se acerca a los 40 puntos básicos- y apunta hacia una revisión de la calificación antes de fin de año. La economía española es débil, pero lo peor es que no acierta a ponerse en tratamiento.
http://www.abc.es/20080828/opinion-editorial/espana-crisis-fondo-20080828.html
El arte de jugarse la vida
El arte de jugarse la vida
FRANCIS WOLF, CATEDRÁTICO DE FILOSOFÍA DE LA UNIVERSIDAD DE PARÍS
Jueves, 28-08-08
SE escucha de vez en cuando a escritores, universitarios y pensadores españoles evocar su infancia vagamente acunada de recuerdos taurinos y expresar su rechazo, a veces violento, de la fiesta de los toros. No comprenden cómo puede hoy (aún y siempre) emocionar, conmover, exaltar las muchedumbres, en las que seguro no ve nada más que una masa de reaccionarios incultos alentada por intelectuales esnobs. En esta revuelta antitaurina, a veces íntima, a veces sonoramente militante, se encuentran a menudo, en amalgama con la memoria de sus propias historias familiares, algunos tópicos datados en los sesenta (toros = turismo, exotismo de españolada, tremendismo del torero descamisado) o más antiguos aún (toros = España negra, vergonzante cara del pasado). Sí, ya sé: sé que para muchos españoles los toros despiertan espontáneamente ese mismo sentimiento confuso, un poco nostálgico, vagamente vergonzoso, de tener que vérselas con algo que sobrevive de manera inconveniente pero a punto de caducar definitivamente gracias a la ascensión social, la educación del pueblo, la evolución de las costumbres, el sano desarrollo de las sensibilidades, Europa, la democracia, etc. Sí, ya sé: sé que para muchos jóvenes españoles la palabra «tauromaquia» evoca carteles de otra época, un rito anticuado, una especie de juego arcaico o incluso un espectáculo cruel del que deben defenderse cuando, gracias a un programa Erasmus, se dan cuenta que, para el resto del mundo, se mantiene asociado al nombre de España, es decir, a una de las naciones más avanzadas de Europa de la que por lo demás uno puede sentirse orgulloso. A todos esos españoles, jóvenes o menos jóvenes, les quiero decir lo que sigue: los toros no son ya sólo la Fiesta Nacional de España. Con eso han perdido un poco y ganado mucho. Se han convertido en parte integrante de la cultura de la Europa meridional e incluso del patrimonio mundial.
¿Se imaginan ustedes que hace apenas algunas semana (el 2 de junio exactamente), en un teatro del centro de París atestado, cientos de personas de las que la mayoría no habían puesto nunca sus pies en España, e ignoraban absolutamente todo de la «fama negra» de los toros, habían pagado cara su entrada por el único placer de homenajear la heroica carrera de un torero... colombiano (César Rincón)? Claro que para todos esos turistas que visitan España a toque de pito, entre la torre de Pisa y el Big Ben, y que creen que Francia es Pigalle, los toros son el «exotismo» español barato, y el torero es algo así como «Manolete-ElCordobés-del brazo de su bailaora con castañuelas», o (para los más cultivados ¡ay!) es la imagen odiosa y desgastada del maletilla hambriento que, para salir de su miserable condición, no tiene otro remedio que tentar al diablo y arrojarse entre sus cuernos. Ignoran evidentemente, como quizás muchos españoles, que uno de los más grandes toreros de la historia está vivo y toreando y en modo alguno debe su valor extraordinario a esa deprimente leyenda, o que uno de los mejores toreros de la primera década del siglo XXI es francés, o que fue prácticamente imposible conseguir entradas (siendo tan caras como las de la ópera) para las diez corridas que conformaron la reciente feria de Nîmes (95.980 espectadores).
Un poco de pudor y muchos escrúpulos me impiden evocar mi infancia que está en las antípodas de las de los intelectuales españoles antitaurinos. Bastará decir que esa infancia en el cinturón de París, con mis padres judíos alemanes que escaparon por milagro de los campos de la muerte, en modo alguno me preparaba para recibir el choque que fue el descubrimiento accidental de los toros, a la edad de 18 años, al azar de una escapada estudiantil en la región de Provence. Para muchos españoles de mi generación, los toros son familiares, formaron parte de la vida cotidiana de su infancia, se los vivía con indiferencia, aceptación o rechazo de una «cultura» vagamente patrimonial que es como una segunda naturaleza de la que hay a veces que desprenderse para poder existir por sí mismo. Para mí la corrida de toros es una amiga que he elegido tan próxima como la música y sin la cual podría difícilmente vivir. Digo que la he elegido pero tengo más bien la impresión que ella me ha elegido a mí; el encuentro fue fortuito pero, como dice Flaubert de la primera cita amorosa: «Fue como una revelación». No, los toros ya no son sólo la Fiesta Nacional. Han perdido un poco de sus particularidades (algunas fiestas votivas, capeas salvajes, un público cautivo, un pueblo entero movilizado tras un torero muerto), han ganado mucho en universalidad -geográfica y sobre todo cultural-. Ahora, en el presente, los que torean y los que van a los toros lo han elegido, y si no saben del todo, ni unos ni otros, lo que van a buscar «allí» (¿sabemos bien lo que es el amor?), saben que hoy se va a la plaza en lugar de ir al estadio, al concierto o al teatro.
Sin duda, la corrida de toros no es moderna, pero no porque no sea de nuestro tiempo, es -al contrario- porque nuestro tiempo no está ya en la «modernidad». La modernidad en el sentido estricto se acabó hacia el final de los años ochenta del siglo pasado, con el derrumbamiento de las ideologías, el fin del sueño en el progreso y el agotamiento de los discursos dogmáticos de las vanguardias artísticas (formalmente revolucionarias, políticamente redentoras). Lo que algunos han dado en llamar la «posmodernidad» o lo contemporáneo se opone punto por punto a la modernidad. Puede ser que la corrida de toros no sea ni haya sido nunca «moderna», pero es seguro que se acuerda perfectamente a lo «contemporáneo». Lo moderno está ligado al progreso, a la «velocidad», a la industrialización sistemática (comprendida la de la ganadería de carne); lo contemporáneo y la corrida están ligados a la biodiversidad, a la ganadería extensiva de bravo, a los equilibrios de los ecosistemas. La modernidad sólo veía la salvación a través de la comunidad y la sociedad, en el «todo es política», lo contemporáneo y la corrida renuevan con los valores del héroe solitario (pensemos en el culto contemporáneo hacia los éxitos singulares y aventureros de cualquier tipo), con una ética de las virtudes individuales, el valor, la lealtad, el don de sí mismo. La modernidad quería esconder la muerte (simple «no vida» igual que se dice invidencia en vez de ceguera), reducirla al silencio del frío vacío de las salas mortuorias o a la mecánica funcional de los mataderos; lo contemporáneo y la corrida de toros reconocen que la ceremonia de la muerte puede contribuir a dar sentido a la vida mostrándola conquistada a cada instante sobre la posibilidad misma de su negación. Era -se decía- el fin de los ritos en los que lo único que se veía eran prejuicios arbitrarios e irracionales, pero lo contemporáneo y la corrida de toros redescubren las virtudes de los ritos, no necesariamente vinculados a capillas y estampitas. Lo moderno declaraba el final de la figuración en pintura, del relato en literatura, del drama en el cine; lo contemporáneo inventa una nueva figuración, el cine de Almodóvar, genio de la posmodernidad, reinventa la linealidad del relato y las estructuras complejas del melodrama, como la corrida de toros que mezcla lo festivo y lo trágico, los colores chillones y la emoción más pura. El arte moderno glorificaba la vanguardia social y declaraba el final de la «representación», el posmoderno mezcla lo popular y lo erudito -como la corrida de toros, la más sabia de las artes populares- mezcla la transfiguración de lo real y su presentación en bruto (el happening, el body-art, el ready-made, la instalación, la intervención, el artista mismo) como la corrida de toros, alianza de representación clásica de la belleza y de presentación en bruto del cuerpo, de la herida, de la muerte, como el torero, artista contemporáneo, que hace de su gesto una obra estilizando su existencia. La posmodernidad, lejos de oponer el hombre al animal como en los tiempos modernos, presiente que no hay humanidad sin una parte de animalidad, sin un otro al que -a quien- medirse, como si el hombre -hoy más aún que ayer- sólo pudiera probar su humanidad a condición de saber vencer, en él y fuera de él, la animalidad en su forma más alta, más bella, más poderosa, por ejemplo la del toro salvaje: vencerla, es decir, repelerla o domarla, pero sobre todo oponer la fuerza de la astucia, la gratuidad del juego, la ligereza de la diversión, la gravedad de la entrega de sí mismo, la fuerza de la voluntad, el poder del arte, la conciencia de la muerte -en definitiva todo lo que hace la humanidad del hombre-.
Quizá se podrá afirmar: ¿pero el espectáculo del sufrimiento animal, dada la evolución de las costumbres, no es ya tolerable, hoy menos que ayer? A esto hay que responder que no es una cuestión de historia (moderna o no) ni de geografía (España negra o no). Yo no he sufrido nunca, personalmente, con el espectáculo del pez atrapado en el anzuelo del inocente pescador de río -es una cuestión de sensibilidad-. Ésta permite a algunos ver al toro como víctima, la mía sólo ve en él un animal combatiente. Autoriza a algunos a pensar que el torero martiriza una bestia, yo veo en él un héroe contemporáneo que tiene la audacia de desafiar y enfrentarse a una fiera jugándose la vida -sin más, por la belleza del gesto, por pura libertad, para afirmar su propio desapego en relación con las vicisitudes de la existencia y su victoria sobre lo imprevisible-. ¡Es cierto que el toro no quiere combatir, pero no por porque sea contrario a su naturaleza el combatir sino porque es contrario a su naturaleza el querer! Esto es al menos lo que mi sensibilidad me dicta, comparable en eso a la de cientos de miles de otros hombres en todo el mundo, y no la creo menos movilizada ni sublevada que ninguna otra ante el sufrimiento de los hombres -o incluso de los animales- ni menos consciente de lo que hace falta de poder creador para volver a dar hoy un sentido, en arte, a esa palabra mancillada que es la belleza.
FRANCIS WOLFF
Catedrático de Filosofía de la Universidad de París
http://www.abc.es/20080828/opinion-tercera/arte-jugarse-vida-20080828.html
FRANCIS WOLF, CATEDRÁTICO DE FILOSOFÍA DE LA UNIVERSIDAD DE PARÍS
Jueves, 28-08-08
SE escucha de vez en cuando a escritores, universitarios y pensadores españoles evocar su infancia vagamente acunada de recuerdos taurinos y expresar su rechazo, a veces violento, de la fiesta de los toros. No comprenden cómo puede hoy (aún y siempre) emocionar, conmover, exaltar las muchedumbres, en las que seguro no ve nada más que una masa de reaccionarios incultos alentada por intelectuales esnobs. En esta revuelta antitaurina, a veces íntima, a veces sonoramente militante, se encuentran a menudo, en amalgama con la memoria de sus propias historias familiares, algunos tópicos datados en los sesenta (toros = turismo, exotismo de españolada, tremendismo del torero descamisado) o más antiguos aún (toros = España negra, vergonzante cara del pasado). Sí, ya sé: sé que para muchos españoles los toros despiertan espontáneamente ese mismo sentimiento confuso, un poco nostálgico, vagamente vergonzoso, de tener que vérselas con algo que sobrevive de manera inconveniente pero a punto de caducar definitivamente gracias a la ascensión social, la educación del pueblo, la evolución de las costumbres, el sano desarrollo de las sensibilidades, Europa, la democracia, etc. Sí, ya sé: sé que para muchos jóvenes españoles la palabra «tauromaquia» evoca carteles de otra época, un rito anticuado, una especie de juego arcaico o incluso un espectáculo cruel del que deben defenderse cuando, gracias a un programa Erasmus, se dan cuenta que, para el resto del mundo, se mantiene asociado al nombre de España, es decir, a una de las naciones más avanzadas de Europa de la que por lo demás uno puede sentirse orgulloso. A todos esos españoles, jóvenes o menos jóvenes, les quiero decir lo que sigue: los toros no son ya sólo la Fiesta Nacional de España. Con eso han perdido un poco y ganado mucho. Se han convertido en parte integrante de la cultura de la Europa meridional e incluso del patrimonio mundial.
¿Se imaginan ustedes que hace apenas algunas semana (el 2 de junio exactamente), en un teatro del centro de París atestado, cientos de personas de las que la mayoría no habían puesto nunca sus pies en España, e ignoraban absolutamente todo de la «fama negra» de los toros, habían pagado cara su entrada por el único placer de homenajear la heroica carrera de un torero... colombiano (César Rincón)? Claro que para todos esos turistas que visitan España a toque de pito, entre la torre de Pisa y el Big Ben, y que creen que Francia es Pigalle, los toros son el «exotismo» español barato, y el torero es algo así como «Manolete-ElCordobés-del brazo de su bailaora con castañuelas», o (para los más cultivados ¡ay!) es la imagen odiosa y desgastada del maletilla hambriento que, para salir de su miserable condición, no tiene otro remedio que tentar al diablo y arrojarse entre sus cuernos. Ignoran evidentemente, como quizás muchos españoles, que uno de los más grandes toreros de la historia está vivo y toreando y en modo alguno debe su valor extraordinario a esa deprimente leyenda, o que uno de los mejores toreros de la primera década del siglo XXI es francés, o que fue prácticamente imposible conseguir entradas (siendo tan caras como las de la ópera) para las diez corridas que conformaron la reciente feria de Nîmes (95.980 espectadores).
Un poco de pudor y muchos escrúpulos me impiden evocar mi infancia que está en las antípodas de las de los intelectuales españoles antitaurinos. Bastará decir que esa infancia en el cinturón de París, con mis padres judíos alemanes que escaparon por milagro de los campos de la muerte, en modo alguno me preparaba para recibir el choque que fue el descubrimiento accidental de los toros, a la edad de 18 años, al azar de una escapada estudiantil en la región de Provence. Para muchos españoles de mi generación, los toros son familiares, formaron parte de la vida cotidiana de su infancia, se los vivía con indiferencia, aceptación o rechazo de una «cultura» vagamente patrimonial que es como una segunda naturaleza de la que hay a veces que desprenderse para poder existir por sí mismo. Para mí la corrida de toros es una amiga que he elegido tan próxima como la música y sin la cual podría difícilmente vivir. Digo que la he elegido pero tengo más bien la impresión que ella me ha elegido a mí; el encuentro fue fortuito pero, como dice Flaubert de la primera cita amorosa: «Fue como una revelación». No, los toros ya no son sólo la Fiesta Nacional. Han perdido un poco de sus particularidades (algunas fiestas votivas, capeas salvajes, un público cautivo, un pueblo entero movilizado tras un torero muerto), han ganado mucho en universalidad -geográfica y sobre todo cultural-. Ahora, en el presente, los que torean y los que van a los toros lo han elegido, y si no saben del todo, ni unos ni otros, lo que van a buscar «allí» (¿sabemos bien lo que es el amor?), saben que hoy se va a la plaza en lugar de ir al estadio, al concierto o al teatro.
Sin duda, la corrida de toros no es moderna, pero no porque no sea de nuestro tiempo, es -al contrario- porque nuestro tiempo no está ya en la «modernidad». La modernidad en el sentido estricto se acabó hacia el final de los años ochenta del siglo pasado, con el derrumbamiento de las ideologías, el fin del sueño en el progreso y el agotamiento de los discursos dogmáticos de las vanguardias artísticas (formalmente revolucionarias, políticamente redentoras). Lo que algunos han dado en llamar la «posmodernidad» o lo contemporáneo se opone punto por punto a la modernidad. Puede ser que la corrida de toros no sea ni haya sido nunca «moderna», pero es seguro que se acuerda perfectamente a lo «contemporáneo». Lo moderno está ligado al progreso, a la «velocidad», a la industrialización sistemática (comprendida la de la ganadería de carne); lo contemporáneo y la corrida están ligados a la biodiversidad, a la ganadería extensiva de bravo, a los equilibrios de los ecosistemas. La modernidad sólo veía la salvación a través de la comunidad y la sociedad, en el «todo es política», lo contemporáneo y la corrida renuevan con los valores del héroe solitario (pensemos en el culto contemporáneo hacia los éxitos singulares y aventureros de cualquier tipo), con una ética de las virtudes individuales, el valor, la lealtad, el don de sí mismo. La modernidad quería esconder la muerte (simple «no vida» igual que se dice invidencia en vez de ceguera), reducirla al silencio del frío vacío de las salas mortuorias o a la mecánica funcional de los mataderos; lo contemporáneo y la corrida de toros reconocen que la ceremonia de la muerte puede contribuir a dar sentido a la vida mostrándola conquistada a cada instante sobre la posibilidad misma de su negación. Era -se decía- el fin de los ritos en los que lo único que se veía eran prejuicios arbitrarios e irracionales, pero lo contemporáneo y la corrida de toros redescubren las virtudes de los ritos, no necesariamente vinculados a capillas y estampitas. Lo moderno declaraba el final de la figuración en pintura, del relato en literatura, del drama en el cine; lo contemporáneo inventa una nueva figuración, el cine de Almodóvar, genio de la posmodernidad, reinventa la linealidad del relato y las estructuras complejas del melodrama, como la corrida de toros que mezcla lo festivo y lo trágico, los colores chillones y la emoción más pura. El arte moderno glorificaba la vanguardia social y declaraba el final de la «representación», el posmoderno mezcla lo popular y lo erudito -como la corrida de toros, la más sabia de las artes populares- mezcla la transfiguración de lo real y su presentación en bruto (el happening, el body-art, el ready-made, la instalación, la intervención, el artista mismo) como la corrida de toros, alianza de representación clásica de la belleza y de presentación en bruto del cuerpo, de la herida, de la muerte, como el torero, artista contemporáneo, que hace de su gesto una obra estilizando su existencia. La posmodernidad, lejos de oponer el hombre al animal como en los tiempos modernos, presiente que no hay humanidad sin una parte de animalidad, sin un otro al que -a quien- medirse, como si el hombre -hoy más aún que ayer- sólo pudiera probar su humanidad a condición de saber vencer, en él y fuera de él, la animalidad en su forma más alta, más bella, más poderosa, por ejemplo la del toro salvaje: vencerla, es decir, repelerla o domarla, pero sobre todo oponer la fuerza de la astucia, la gratuidad del juego, la ligereza de la diversión, la gravedad de la entrega de sí mismo, la fuerza de la voluntad, el poder del arte, la conciencia de la muerte -en definitiva todo lo que hace la humanidad del hombre-.
Quizá se podrá afirmar: ¿pero el espectáculo del sufrimiento animal, dada la evolución de las costumbres, no es ya tolerable, hoy menos que ayer? A esto hay que responder que no es una cuestión de historia (moderna o no) ni de geografía (España negra o no). Yo no he sufrido nunca, personalmente, con el espectáculo del pez atrapado en el anzuelo del inocente pescador de río -es una cuestión de sensibilidad-. Ésta permite a algunos ver al toro como víctima, la mía sólo ve en él un animal combatiente. Autoriza a algunos a pensar que el torero martiriza una bestia, yo veo en él un héroe contemporáneo que tiene la audacia de desafiar y enfrentarse a una fiera jugándose la vida -sin más, por la belleza del gesto, por pura libertad, para afirmar su propio desapego en relación con las vicisitudes de la existencia y su victoria sobre lo imprevisible-. ¡Es cierto que el toro no quiere combatir, pero no por porque sea contrario a su naturaleza el combatir sino porque es contrario a su naturaleza el querer! Esto es al menos lo que mi sensibilidad me dicta, comparable en eso a la de cientos de miles de otros hombres en todo el mundo, y no la creo menos movilizada ni sublevada que ninguna otra ante el sufrimiento de los hombres -o incluso de los animales- ni menos consciente de lo que hace falta de poder creador para volver a dar hoy un sentido, en arte, a esa palabra mancillada que es la belleza.
FRANCIS WOLFF
Catedrático de Filosofía de la Universidad de París
http://www.abc.es/20080828/opinion-tercera/arte-jugarse-vida-20080828.html
Felix Arbolí, ¿Donde estaba Dios?
jueves 28 de agosto de 2008
¿Dónde estaba Dios?
Félix Arbolí
M UCHOS se preguntan un tanto soliviantados, dónde estaba Dios en los instantes de esa tremenda tragedia, como haciéndole responsable de esos terribles momentos y no se detienen a considerar su presencia cuando el éxito, la alegría y los buenos momentos invaden nuestras vidas. Implantamos una especie de ley del embudo reservándonos el extremo ancho, cuando tenemos la suerte de cara y no queremos aceptar intervenciones extrañas o milagrosas y acusamos como responsables a esas mismas intervenciones, cuando nos toca el extremo estrecho y la suerte se nos vuelve de espaldas. Cuando nos sentimos solos, atribulados y doloridos, Él tiene la culpa, si por el contrario, nos sonríe la suerte, nos sale todo bien y nos encontramos felices, es gracias a nuestros méritos personales exclusivamente. Es decir que acoplamos nuestra fe a las veleidades de la fortuna.
Lo que más me ha sorprendido es que uno de los lectores me haya hecho esa pregunta de dónde estaba Dios a mí. Como si yo tuviera los conocimientos suficientes para descifrar los misterios de este mundo y los que descubriremos cuando sobrepasemos los límites vitales. Esa pregunta me la llevo haciendo yo desde que tuve uso de razón y me di cuenta de la existencia del bien y del mal en una alternancia desequilibrada en favor del segundo. Pero lo más curioso y sorprendente es que nadie ha podido contestármela hasta la fecha de una manera razonada aunque lo intentaron en muchas ocasiones y de muy distintas formas. Hay cuestiones y temas que escapan a los límites de nuestra razón y solo podemos sustentarlas con la ayuda de la fe, los que la tenemos. Gracias a ella podemos compensar y aceptar tan dolorosos momentos y circunstancias, sin mirar hacia arriba con ira, porque nos inculcaron de pequeños y aceptamos de mayores la creencia de que no somos simplemente materia, sino que bajo esta envoltura corpórea se oculta y ocupa lugar preeminente un alma que nos habla de Dios y nos lleva hacia Él cuando desaparecemos de este mundo. .
Nacer y morir, reír y llorar, gozar y sufrir, son circunstancias inherentes a nuestra condición humana que debemos aceptar y superar porque son las únicas alforjas que nos dan para tan largo e incierto recorrido. Hoy te ha tocado a ti y mañana me ha de tocar a mí. Es ley de vida y nada ni nadie puede cambiarlo. Solo nos queda mirar al cielo y pedir la suficiente fortaleza y resignación para superar tan dura prueba, basándonos en ese sentimiento tan íntimo e indestructible al paso del tiempo, que gracias a nuestros padres hemos podido percibir a lo largo de nuestra vida y que hemos intentado inculcar a nuestros hijos, aunque en algunos casos creamos que hemos podido fallar y nuestros esfuerzos han quedado en tentativa.
Dios, está en todo momento con nosotros, porque forma parte consustancial de nuestras vidas. Somos templos vivientes de Dios. Está con el que ama, con el que perdona, con el que sufre y con el que goza. Está conmigo desde aquel lejano l3 de julio en que llegué al mundo, porque mis padres no fueron unos carniceros abortistas, hasta el día que disponga debo retornar a mis orígenes. En el día espléndido y feliz de mi boda, que me brindó amor y compañera para los más importantes años de mi vida, en una aventura maravillosa que aún continúa. En el nacimiento venturoso de mis tres hijos, mi desmedido orgullo, gracias a Su generosidad al premiar con soplos de vida esos maravillosos instantes de amor y placer conyugal. Y estuvo conmigo en el amargo trance de acompañar al cementerio a esa hija que nació muerta en un parto normal y a la que no quise conocer para no vivir con su imagen interminables recuerdos dolorosos. Gracias a que estaba conmigo no me volví loco de tanto sufrir. Sin mi fe, no hubiera podido soportar ese golpe tan duro y ese final tan decepcionante y horrible a mis ilusionadas esperanzas. También experimenté su presencia e influencia cuando sentí el golpe seco de la tierra cayendo sobre los ataúdes de mi madre, suegro y hermano mayor y padrino, que tuvo que hacer las veces de padre, (mis pérdidas más irreparables), y mis otros dos hermanos y cuñados tan recientemente desaparecidos y que continúan ocupando su lugar en la memoria de mis infortunios. Cada uno de ellos se llevó una parte muy importante de mi vida y un enorme pedazo de mi corazón, pero lo pude superar y continuar ilusionado mi existencia con los que me habían quedado, gracias a la fortaleza, resignación, conformidad y creencia de que los que se habían ido gozaban ya de una paz y una felicidad inacabable, porque nunca he dejado de confiar en la misericordia divina, en mayor medida que en su severidad. .
Ahí estaba Dios querido lector. Yo lo he sentido, lo he advertido y gracias a Él he superado tan graves momentos, como me figuro podrán hacerlo los que se encuentren en idénticas y horribles circunstancias y no hayan perdido la fe. El está más con los que sufren, que con los que gozan, aunque tampoco abandone a éstos, ya que todo ser tiene necesidad de ser feliz y sentirse realizado en algunos momentos de su lento y difícil peregrinar por estos mundos. Pero los niños, los oprimidos y los que sufren, son sus preferidos porque sabe que son los que más le necesitan. Él conoce el dolor, el sufrimiento, la angustia y la muerte y lo aceptó con amor, resignación y valentía para redimir y salvar a los mismos que se la infligían. Sabía, como ahora sabemos nosotros, que tras ese final inhumano y cruel se hallaba una eternidad maravillosa donde todos tienen cabida menos el dolor y el mal.
No puedo profundizar en un tema que siento profundamente, aunque no lo comprenda de manera racional. Este cometido es propio de un teólogo, y yo solo soy un humilde lego en estas cuestiones. Posiblemente, y así lo deseo ardientemente, estas personas que se encuentran tan terriblemente atribuladas por la reciente desgracia, estén advirtiendo la presencia e influencia de ese Ser en detalles, pensamientos y sensaciones que intentan aliviar tanto dolor acumulado en tan escaso tiempo. Y aunque a veces parezca que se aleja, la realidad es que somos nosotros los que le hemos abandonado e ignorado en una absurda búsqueda de encontrarle un sustituto. Pero Él continúa esperando nuestro regreso, lleno de amor y cargado de paciencia, como nos quiso dar a entender en la parábola del “hijo pródigo” y “El buen pastor”.
La existencia y presencia de Dios nace con el hombre y le acompaña a lo largo de toda su existencia hasta el instante mismo que cumplido su ciclo vital regresa a sus orígenes, aunque le llamen final. La muerte del hombre no es un acto cruel de Dios, sino el proceso natural de nuestra existencia. Hemos nacido sabiendo que tenemos que morir y solo cambia el momento, lugar y las causas que originen nuestra muerte. ¿Qué sería de la Humanidad si hubiéramos nacidos para vivir eternamente?. Sería más horrible que el hecho de tener que morir. Nadie puede tachar a Dios de cruel, injusto y falto de amor porque en un desgraciado e inesperado accidente mueran cierto número de personas, como yo no lo hice cuando se me murió esa hija sin darme tiempo a besarla y oírle sus primeros llantos, y era el ser más inocente del mundo porque ni siquiera se había podido contagiar de su aire. Comprendo que para los familiares afectados sea muy duro aceptar este razonamiento, como lo fue para mi cuando me tocó sufrirlos y como será para tantos padres, hijos y hermanos que a lo largo del mundo están perdiendo en estos momentos a sus seres queridos. Al cabo del día, desde que el mundo es mundo, son millones los que nos abandonan y emprenden el camino a la eternidad y nadie busca culpables a tan numerosas y continuas muertes, si no hay por medio una guerra o un asesinato. Sabemos que es el tributo que hemos de pagar por haber nacido, aunque algunos lo hagan con más premura y menos culpa. Son cosas que hemos de tolerar y aceptar desde que tenemos uso de razón y nos hablan de la brevedad vital del ser humano y la eternidad que le está esperando desde el mismo instante de su nacimiento. La muerte no tiene preferencias, ni distingos, y esto es lo que la hace más incomprensible y difícil de asimilar para aquellos que están acostumbrados a satisfacer todos sus caprichos y más aceptable a los que pasan su existencia sin recargadas mochilas. Es una de las pocas cosas que no se puede comprar, alterar o postergar. Cuando ha llegado la hora y suena el fatídico reloj de tu tiempo no hay nada capaz de liberarte de esa ausencia definitiva.
¿Dónde estaba Dios, me preguntan? Estaba allí y está contigo en este momento, estuvo en los anteriores y estará en los posteriores, aunque creas que vas por la vida sólo. Está ayudándome y dándome ánimos para que mis torpes letras sirvan para paliar tanta angustia y dolor acumulados. Está hasta en los pucheros como decía la Santa de Ávila, pero no formando parte de los guisos que preparaban las monjas de su convento, sino acompañándolas en sus faenas al igual que hace con tantas personas sencillas de humildes cometidos, pero grandes en su dignidad personal y riqueza espiritual, aunque no hayan alcanzado el grado de beatones y meapilas. Estaba, como no, con los que han sufrido esa horrible tragedia para impedir que la desesperación y el dolor no les conduzcan a la locura y puedan compensar tan tremenda desgracia con el convencimiento y la fe de que gozan ya de una paz que nadie podrá encontrar jamás en esta tierra. No tengo la menor duda Tengan la creencia que tengan porque Dios, aunque con distintos nombres y representaciones, es sólo Uno.
http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=4796
¿Dónde estaba Dios?
Félix Arbolí
M UCHOS se preguntan un tanto soliviantados, dónde estaba Dios en los instantes de esa tremenda tragedia, como haciéndole responsable de esos terribles momentos y no se detienen a considerar su presencia cuando el éxito, la alegría y los buenos momentos invaden nuestras vidas. Implantamos una especie de ley del embudo reservándonos el extremo ancho, cuando tenemos la suerte de cara y no queremos aceptar intervenciones extrañas o milagrosas y acusamos como responsables a esas mismas intervenciones, cuando nos toca el extremo estrecho y la suerte se nos vuelve de espaldas. Cuando nos sentimos solos, atribulados y doloridos, Él tiene la culpa, si por el contrario, nos sonríe la suerte, nos sale todo bien y nos encontramos felices, es gracias a nuestros méritos personales exclusivamente. Es decir que acoplamos nuestra fe a las veleidades de la fortuna.
Lo que más me ha sorprendido es que uno de los lectores me haya hecho esa pregunta de dónde estaba Dios a mí. Como si yo tuviera los conocimientos suficientes para descifrar los misterios de este mundo y los que descubriremos cuando sobrepasemos los límites vitales. Esa pregunta me la llevo haciendo yo desde que tuve uso de razón y me di cuenta de la existencia del bien y del mal en una alternancia desequilibrada en favor del segundo. Pero lo más curioso y sorprendente es que nadie ha podido contestármela hasta la fecha de una manera razonada aunque lo intentaron en muchas ocasiones y de muy distintas formas. Hay cuestiones y temas que escapan a los límites de nuestra razón y solo podemos sustentarlas con la ayuda de la fe, los que la tenemos. Gracias a ella podemos compensar y aceptar tan dolorosos momentos y circunstancias, sin mirar hacia arriba con ira, porque nos inculcaron de pequeños y aceptamos de mayores la creencia de que no somos simplemente materia, sino que bajo esta envoltura corpórea se oculta y ocupa lugar preeminente un alma que nos habla de Dios y nos lleva hacia Él cuando desaparecemos de este mundo. .
Nacer y morir, reír y llorar, gozar y sufrir, son circunstancias inherentes a nuestra condición humana que debemos aceptar y superar porque son las únicas alforjas que nos dan para tan largo e incierto recorrido. Hoy te ha tocado a ti y mañana me ha de tocar a mí. Es ley de vida y nada ni nadie puede cambiarlo. Solo nos queda mirar al cielo y pedir la suficiente fortaleza y resignación para superar tan dura prueba, basándonos en ese sentimiento tan íntimo e indestructible al paso del tiempo, que gracias a nuestros padres hemos podido percibir a lo largo de nuestra vida y que hemos intentado inculcar a nuestros hijos, aunque en algunos casos creamos que hemos podido fallar y nuestros esfuerzos han quedado en tentativa.
Dios, está en todo momento con nosotros, porque forma parte consustancial de nuestras vidas. Somos templos vivientes de Dios. Está con el que ama, con el que perdona, con el que sufre y con el que goza. Está conmigo desde aquel lejano l3 de julio en que llegué al mundo, porque mis padres no fueron unos carniceros abortistas, hasta el día que disponga debo retornar a mis orígenes. En el día espléndido y feliz de mi boda, que me brindó amor y compañera para los más importantes años de mi vida, en una aventura maravillosa que aún continúa. En el nacimiento venturoso de mis tres hijos, mi desmedido orgullo, gracias a Su generosidad al premiar con soplos de vida esos maravillosos instantes de amor y placer conyugal. Y estuvo conmigo en el amargo trance de acompañar al cementerio a esa hija que nació muerta en un parto normal y a la que no quise conocer para no vivir con su imagen interminables recuerdos dolorosos. Gracias a que estaba conmigo no me volví loco de tanto sufrir. Sin mi fe, no hubiera podido soportar ese golpe tan duro y ese final tan decepcionante y horrible a mis ilusionadas esperanzas. También experimenté su presencia e influencia cuando sentí el golpe seco de la tierra cayendo sobre los ataúdes de mi madre, suegro y hermano mayor y padrino, que tuvo que hacer las veces de padre, (mis pérdidas más irreparables), y mis otros dos hermanos y cuñados tan recientemente desaparecidos y que continúan ocupando su lugar en la memoria de mis infortunios. Cada uno de ellos se llevó una parte muy importante de mi vida y un enorme pedazo de mi corazón, pero lo pude superar y continuar ilusionado mi existencia con los que me habían quedado, gracias a la fortaleza, resignación, conformidad y creencia de que los que se habían ido gozaban ya de una paz y una felicidad inacabable, porque nunca he dejado de confiar en la misericordia divina, en mayor medida que en su severidad. .
Ahí estaba Dios querido lector. Yo lo he sentido, lo he advertido y gracias a Él he superado tan graves momentos, como me figuro podrán hacerlo los que se encuentren en idénticas y horribles circunstancias y no hayan perdido la fe. El está más con los que sufren, que con los que gozan, aunque tampoco abandone a éstos, ya que todo ser tiene necesidad de ser feliz y sentirse realizado en algunos momentos de su lento y difícil peregrinar por estos mundos. Pero los niños, los oprimidos y los que sufren, son sus preferidos porque sabe que son los que más le necesitan. Él conoce el dolor, el sufrimiento, la angustia y la muerte y lo aceptó con amor, resignación y valentía para redimir y salvar a los mismos que se la infligían. Sabía, como ahora sabemos nosotros, que tras ese final inhumano y cruel se hallaba una eternidad maravillosa donde todos tienen cabida menos el dolor y el mal.
No puedo profundizar en un tema que siento profundamente, aunque no lo comprenda de manera racional. Este cometido es propio de un teólogo, y yo solo soy un humilde lego en estas cuestiones. Posiblemente, y así lo deseo ardientemente, estas personas que se encuentran tan terriblemente atribuladas por la reciente desgracia, estén advirtiendo la presencia e influencia de ese Ser en detalles, pensamientos y sensaciones que intentan aliviar tanto dolor acumulado en tan escaso tiempo. Y aunque a veces parezca que se aleja, la realidad es que somos nosotros los que le hemos abandonado e ignorado en una absurda búsqueda de encontrarle un sustituto. Pero Él continúa esperando nuestro regreso, lleno de amor y cargado de paciencia, como nos quiso dar a entender en la parábola del “hijo pródigo” y “El buen pastor”.
La existencia y presencia de Dios nace con el hombre y le acompaña a lo largo de toda su existencia hasta el instante mismo que cumplido su ciclo vital regresa a sus orígenes, aunque le llamen final. La muerte del hombre no es un acto cruel de Dios, sino el proceso natural de nuestra existencia. Hemos nacido sabiendo que tenemos que morir y solo cambia el momento, lugar y las causas que originen nuestra muerte. ¿Qué sería de la Humanidad si hubiéramos nacidos para vivir eternamente?. Sería más horrible que el hecho de tener que morir. Nadie puede tachar a Dios de cruel, injusto y falto de amor porque en un desgraciado e inesperado accidente mueran cierto número de personas, como yo no lo hice cuando se me murió esa hija sin darme tiempo a besarla y oírle sus primeros llantos, y era el ser más inocente del mundo porque ni siquiera se había podido contagiar de su aire. Comprendo que para los familiares afectados sea muy duro aceptar este razonamiento, como lo fue para mi cuando me tocó sufrirlos y como será para tantos padres, hijos y hermanos que a lo largo del mundo están perdiendo en estos momentos a sus seres queridos. Al cabo del día, desde que el mundo es mundo, son millones los que nos abandonan y emprenden el camino a la eternidad y nadie busca culpables a tan numerosas y continuas muertes, si no hay por medio una guerra o un asesinato. Sabemos que es el tributo que hemos de pagar por haber nacido, aunque algunos lo hagan con más premura y menos culpa. Son cosas que hemos de tolerar y aceptar desde que tenemos uso de razón y nos hablan de la brevedad vital del ser humano y la eternidad que le está esperando desde el mismo instante de su nacimiento. La muerte no tiene preferencias, ni distingos, y esto es lo que la hace más incomprensible y difícil de asimilar para aquellos que están acostumbrados a satisfacer todos sus caprichos y más aceptable a los que pasan su existencia sin recargadas mochilas. Es una de las pocas cosas que no se puede comprar, alterar o postergar. Cuando ha llegado la hora y suena el fatídico reloj de tu tiempo no hay nada capaz de liberarte de esa ausencia definitiva.
¿Dónde estaba Dios, me preguntan? Estaba allí y está contigo en este momento, estuvo en los anteriores y estará en los posteriores, aunque creas que vas por la vida sólo. Está ayudándome y dándome ánimos para que mis torpes letras sirvan para paliar tanta angustia y dolor acumulados. Está hasta en los pucheros como decía la Santa de Ávila, pero no formando parte de los guisos que preparaban las monjas de su convento, sino acompañándolas en sus faenas al igual que hace con tantas personas sencillas de humildes cometidos, pero grandes en su dignidad personal y riqueza espiritual, aunque no hayan alcanzado el grado de beatones y meapilas. Estaba, como no, con los que han sufrido esa horrible tragedia para impedir que la desesperación y el dolor no les conduzcan a la locura y puedan compensar tan tremenda desgracia con el convencimiento y la fe de que gozan ya de una paz que nadie podrá encontrar jamás en esta tierra. No tengo la menor duda Tengan la creencia que tengan porque Dios, aunque con distintos nombres y representaciones, es sólo Uno.
http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=4796
Villacañas, Apuntaciones sobre el septuagesimo aniversario de la victoria nacional
jueves 28 de agosto de 2008
Apuntaciones sobre el septuagésimo aniversario de la victoria nacional
Antonio Castro Villacañas
C OMO el que no quiere la cosa, dentro de unos meses conmemoraremos el septuagésimo aniversario del final de la última Guerra Civil española. De ello se encargarán, me atrevo a profetizarlo, quienes entonces la perdieron y sus herederos, pues siempre les parece buena cualquier ocasión para cargar sobre Franco y los que le apoyaron toda clase de tachas. En tamaña labor de gran "memoria histérica" acompañará a los perdedores buena parte de quienes heredaron aquella victoria, se beneficiaron de ella en alguno o en muchos de los momentos de su vida, y la convirtieron en derrota después de que Franco muriera y ellos se encontraran firmemente asentados en los puestos que como claros franquistas habían conseguido tener antes de 1977... A su lado estarán también cuantos en los últimos treinta años -desde 1978 para acá- han hecho todo lo posible para que no se les tenga por vencedores o beneficiarios de aquella victoria. No hace falta dar aquí sus nombres, pues están en la memoria de todos nosotros.
Lo menos malo que durante el año 2009 se dirá de la victoria de Franco es que fue el comienzo de una Dictadura absolutamente anómala en el contexto europeo de aquel tiempo, con lo cual se faltará una vez más a la verdad, porque tanto antes de 1939 como después de ese año y de 1945 existieron en Europa varias dictaduras de diverso tipo. Y es que a consecuencia de una inteligente y continua labor de propaganda, para gran parte de los humanos la dictadura es la peor de todas las posibles formas de gobierno, el conjunto de todos los males y la ausencia de cualquier bien, mientras lo contrario caracteriza y define a la democracia...
Dejo para otro día el comentar que, como saben los que gustan de conocer las realidades históricas y políticas, todas ellas dependen -a la hora de ser juzgadas- de cuáles fueron las circunstancias que provocaron su nacimiento y acompañaron su vida, así de cuáles fueron sus obras y realizaciones. Sólo a los imbéciles y a los malvados se les ocurre juzgar a cualquier persona física o jurídica por la fecha o el lugar de su nacimiento, su peso, el color de sus cabellos o el número de sus accionistas o sus empleados. Tanto los juicios políticos como los jurídicos han de tener en cuenta los antecedentes de cada caso, los propósitos e intenciones que en él se dieron, y los logros conseguidos durante su existencia.
Ahora resulta bastante frecuente que quienes no participaron en esa guerra ni como combatientes ni como sufrientes la califiquen de cruel y siniestra.
Ambos adjetivos pueden aplicarse en justicia a cualquier guerra, y no seré yo quien niegue que la nuestra tiene acreditados, en determinados momentos de su largo desarrollo, hechos y episodios más que suficientes para merecerlos. Pero también digo, como sufriente directo y en propia carne de dicho conflicto, de sus antecedentes y de sus consecuencias, que la guerra española de 1936-1939 tiene -junto a muestras de crueldad y malahombría- suficientes ejemplos de heroísmo y superhumanidad como para poder exigir a quienes presuman de haberla estudiado que no limiten sus comentarios a los aspectos negativos de una contienda que -como todas- sin duda los tiene, sino que los complemente y contraste con los mucho más numerosos y positivos que en ella también existen. Sirva éste de ejemplo: la tremenda ilusión con que participó en ella, sobre todo en los primeros meses del conflicto, la casi totalidad de la juventud española. O este otro: la imborrable huella de ilusión y esperanza que dejó en quienes en ella tomaron parte activa, arma en mano o mente y corazón en juego...
Buena prueba de ello es el halo romántico que año tras año orla su memoria y el indiscutible hecho de que es, junto a la Guerra de Secesión usaca, la que más literatura ha generado: los últimos datos hechos públicos incluyen más de 40.000 títulos de libros escritos por autores españoles y de muy diversas nacionalidades, y cada año nos encontramos en las librerías, en las revistas y en los diarios relatos en los que nuestra guerra sigue siendo telón de fondo o simple acompañamiento de cualquier clase de intrigas o apasionamientos.
2009. Septuagésimo aniversario del final de la Guerra de Liberación Nacional. Cuantos combatieron en ella y cuantos la sufrimos creíamos que nuestra lucha y nuestro sufrimiento estaban liberando a España de muchos y dañinos males, creados y crecidos a lo largo del siglo y medio que va desde 1808 a 1936. Por eso nos duele tanto que quienes lo hicieron retrotrajeran la España de 1978 a la de 1876.
http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=4794
Apuntaciones sobre el septuagésimo aniversario de la victoria nacional
Antonio Castro Villacañas
C OMO el que no quiere la cosa, dentro de unos meses conmemoraremos el septuagésimo aniversario del final de la última Guerra Civil española. De ello se encargarán, me atrevo a profetizarlo, quienes entonces la perdieron y sus herederos, pues siempre les parece buena cualquier ocasión para cargar sobre Franco y los que le apoyaron toda clase de tachas. En tamaña labor de gran "memoria histérica" acompañará a los perdedores buena parte de quienes heredaron aquella victoria, se beneficiaron de ella en alguno o en muchos de los momentos de su vida, y la convirtieron en derrota después de que Franco muriera y ellos se encontraran firmemente asentados en los puestos que como claros franquistas habían conseguido tener antes de 1977... A su lado estarán también cuantos en los últimos treinta años -desde 1978 para acá- han hecho todo lo posible para que no se les tenga por vencedores o beneficiarios de aquella victoria. No hace falta dar aquí sus nombres, pues están en la memoria de todos nosotros.
Lo menos malo que durante el año 2009 se dirá de la victoria de Franco es que fue el comienzo de una Dictadura absolutamente anómala en el contexto europeo de aquel tiempo, con lo cual se faltará una vez más a la verdad, porque tanto antes de 1939 como después de ese año y de 1945 existieron en Europa varias dictaduras de diverso tipo. Y es que a consecuencia de una inteligente y continua labor de propaganda, para gran parte de los humanos la dictadura es la peor de todas las posibles formas de gobierno, el conjunto de todos los males y la ausencia de cualquier bien, mientras lo contrario caracteriza y define a la democracia...
Dejo para otro día el comentar que, como saben los que gustan de conocer las realidades históricas y políticas, todas ellas dependen -a la hora de ser juzgadas- de cuáles fueron las circunstancias que provocaron su nacimiento y acompañaron su vida, así de cuáles fueron sus obras y realizaciones. Sólo a los imbéciles y a los malvados se les ocurre juzgar a cualquier persona física o jurídica por la fecha o el lugar de su nacimiento, su peso, el color de sus cabellos o el número de sus accionistas o sus empleados. Tanto los juicios políticos como los jurídicos han de tener en cuenta los antecedentes de cada caso, los propósitos e intenciones que en él se dieron, y los logros conseguidos durante su existencia.
Ahora resulta bastante frecuente que quienes no participaron en esa guerra ni como combatientes ni como sufrientes la califiquen de cruel y siniestra.
Ambos adjetivos pueden aplicarse en justicia a cualquier guerra, y no seré yo quien niegue que la nuestra tiene acreditados, en determinados momentos de su largo desarrollo, hechos y episodios más que suficientes para merecerlos. Pero también digo, como sufriente directo y en propia carne de dicho conflicto, de sus antecedentes y de sus consecuencias, que la guerra española de 1936-1939 tiene -junto a muestras de crueldad y malahombría- suficientes ejemplos de heroísmo y superhumanidad como para poder exigir a quienes presuman de haberla estudiado que no limiten sus comentarios a los aspectos negativos de una contienda que -como todas- sin duda los tiene, sino que los complemente y contraste con los mucho más numerosos y positivos que en ella también existen. Sirva éste de ejemplo: la tremenda ilusión con que participó en ella, sobre todo en los primeros meses del conflicto, la casi totalidad de la juventud española. O este otro: la imborrable huella de ilusión y esperanza que dejó en quienes en ella tomaron parte activa, arma en mano o mente y corazón en juego...
Buena prueba de ello es el halo romántico que año tras año orla su memoria y el indiscutible hecho de que es, junto a la Guerra de Secesión usaca, la que más literatura ha generado: los últimos datos hechos públicos incluyen más de 40.000 títulos de libros escritos por autores españoles y de muy diversas nacionalidades, y cada año nos encontramos en las librerías, en las revistas y en los diarios relatos en los que nuestra guerra sigue siendo telón de fondo o simple acompañamiento de cualquier clase de intrigas o apasionamientos.
2009. Septuagésimo aniversario del final de la Guerra de Liberación Nacional. Cuantos combatieron en ella y cuantos la sufrimos creíamos que nuestra lucha y nuestro sufrimiento estaban liberando a España de muchos y dañinos males, creados y crecidos a lo largo del siglo y medio que va desde 1808 a 1936. Por eso nos duele tanto que quienes lo hicieron retrotrajeran la España de 1978 a la de 1876.
http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=4794
Miguel Martinez, Hacer -o no hacer- lo que toca
jueves 28 de agosto de 2008
Hacer –o no hacer- lo que toca
Miguel Martínez
A NDABA quien les escribe paseando a su perrita, cuando reparó en la presencia de un chaval, de unos diecisiete o dieciocho años, con los auriculares de su mp3 a volumen solidario –para que lo escuchara todo el barrio-, también paseando a un chucho. Me llamó la atención una especie de bolsito con forma de hueso que llevaba colgado del asa de la correa con el que el perro iba sujeto, y de la que sobresalía una bolsita de plástico para recoger las deposiciones del animal. Un servidor consideró muy práctico el ingenio portabolsas, habida cuenta de las ocasiones en las que, en ausencia de kleenex o de la socorrida bolsa de Mercadona doblada en el bolsillo por si se diera el caso de deyección imprevista, este columnista ha tenido que improvisar algo con lo que recoger las cacas de su perrita, ora con hojas de árboles, ora con el papel resultante de destrozar el paquete de tabaco –con el consiguiente desbarajuste de cigarrillos sueltos por los bolsillos de la camisa-, ora con el concurso de varias tarjetas de visita, hábilmente dobladas y dispuestas para formar un recogedor de emergencia, y todo tipo de cachivaches artesanales que los humanos fabricamos de forma espontánea cuando nos vemos en semejante apuro.
Pasó por la cabeza de un servidor preguntarle al chaval –por mor de esa complicidad que se genera entre los paseantes de perros- dónde había adquirido tal artilugio, pero frené en seco la idea al ver que el animal aproximaba al suelo sus cuartos traseros y procedía a evacuar lo que en otro tiempo fuera pienso perruno, por lo que cejé en mi intención de preguntar por aquello de no cortarle el rollo fisiológico al chucho. Tras siete u ocho segundos de apretón canino, ambos prosiguieron su camino sin detenerse a recoger la caca.
- Perdona, chaval –le indiqué-. Te olvidas de recoger la caca.
Me miró de arriba abajo y, sin mediar palabra, escupió al suelo, giró sobre sus talones y, acto seguido, los dos animales -el perro y el cerdo- deshicieron lo andado y traspusieron rumbo a la esquina, camino de su cochinera.
Les mentiría si les dijera que encajé el desaire y el desafío con resignación, pues lo que le pedía el cuerpo a un servidor era agarrar por la oreja al niñato y tironeársela hasta restregarle los hocicos sobre la deposición de su perro, sin otra intención –Dios me libre- que la pedagógica de recordarle su obligación cívica y legal de retirar de la vía pública lo que su perro evacuaba, pero tras contar hasta diez y repetirme compulsivamente lo de “ataraxia, Miguel, ataraxia”, conseguí aparentar cierta imperturbabilidad, le solté un “felicidades, chaval: tus padres estarán orgullosísimos de ti”, y logré circunscribir para mis adentros los gruesos calificativos dedicados al más alto de los dos animales, a su padre, a su madre, e incluso a toda su ascendencia difunta. En cualquier caso, gorrino y chucho siguieron su ruta sin girarse y sin mostrarse aludidos por mi irónica felicitación.
De vuelta a casa, pasé todo el camino recriminándome no haber hecho lo suficiente, diseñando la actuación perfecta encaminada a que al niñato le hubiera quedado claro que no cumplir con sus obligaciones le ocasiona consecuencias. Podría haberle amenazado con llamar a la policía si no recogía lo que debía, pero él podría haberse ido antes de que llegaran los guardias, en cuyo caso me hubiese obligado a retenerlo –no tenía media bofetada- y en esa situación haber llegado a un enfrentamiento físico a todas luces desproporcionado en relación a la falta cometida; o podría haber facilitado la descripción de chucho y amo a la policía por teléfono; o podría haberlo seguido hasta su casa, lo que pudiera haber ocasionado un enfrentamiento con él, o quién sabe si con sus padres; o podría haber hecho un discreto seguimiento a cierta distancia para, una vez verificado el domicilio, volver al lugar de la deyección, recogerla con la bolsa de Mercadona –ésta vez sí la llevaba- y dejársela en el buzón con una notita: “Esto es de su perro. Hoy lo he recogido yo. Otro día, por favor, hágalo usted”, a ver si de esta manera el chaval se llevaba, al menos, una regañina; pues se supone que si lleva colgado de la cadena el chisme dispensador de bolsas, es porque alguien en su unidad familiar sí las recoge.
Y es entonces cuando a uno le viene a la cabeza el pobre Jesús Neira, que se debate entre la vida y la muerte por ayudar a una mujer que estaba siendo maltratada por su pareja, o José Luis Pérez Barroso, el señor de Esparraguera que murió tras ser golpeado por tres menores a los que, según parece, recriminó alguna gamberrada.
Y no es que fuera el miedo lo que impidió que un servidor no fuese más allá con el cochino del perro, que ya les digo que aquel criajo era un alfeñique que no tenía ni media guantada, fue la comodidad de no implicarse en las responsabilidades de otros, la pereza de sacar el móvil y llamar a la policía, la fatiga de pensar en tener que relatar por teléfono lo que había ocurrido, el imaginar que suficiente trabajo tendría la poli con cosas realmente importantes como para darles más faena con minucias y la desgana de entrar en un previsible enfrentamiento… Excusas, en definitiva.
Total, que el que no recogió la caca se fue a su casa tan pancho mientras que un servidor se llevó toda la mañana dándole a la cabeza por lo que hizo el chaval y por lo que no hizo quien les escribe.
Desde luego que si servidor de ustedes vuelve a ver por el barrio a ese niñato paseando al perro, pienso seguirlo, esperar a que el animal haga sus cosas y ocuparme de que su amo las recoja, aunque me cueste perder media mañana y alguna que otra complicación, porque, si no, como me está ocurriendo ahora, me lo voy a estar reprochando durante todo el día. Además, se lo debo –se lo debemos todos- a Jesús Neira y a José Luís Barroso. Suerte al primero y mis condolencias a los seres queridos del segundo. Ellos sí hicieron lo que tocaba.
http://www.miguelmartinezp.blogspot.com/
Hacer –o no hacer- lo que toca
Miguel Martínez
A NDABA quien les escribe paseando a su perrita, cuando reparó en la presencia de un chaval, de unos diecisiete o dieciocho años, con los auriculares de su mp3 a volumen solidario –para que lo escuchara todo el barrio-, también paseando a un chucho. Me llamó la atención una especie de bolsito con forma de hueso que llevaba colgado del asa de la correa con el que el perro iba sujeto, y de la que sobresalía una bolsita de plástico para recoger las deposiciones del animal. Un servidor consideró muy práctico el ingenio portabolsas, habida cuenta de las ocasiones en las que, en ausencia de kleenex o de la socorrida bolsa de Mercadona doblada en el bolsillo por si se diera el caso de deyección imprevista, este columnista ha tenido que improvisar algo con lo que recoger las cacas de su perrita, ora con hojas de árboles, ora con el papel resultante de destrozar el paquete de tabaco –con el consiguiente desbarajuste de cigarrillos sueltos por los bolsillos de la camisa-, ora con el concurso de varias tarjetas de visita, hábilmente dobladas y dispuestas para formar un recogedor de emergencia, y todo tipo de cachivaches artesanales que los humanos fabricamos de forma espontánea cuando nos vemos en semejante apuro.
Pasó por la cabeza de un servidor preguntarle al chaval –por mor de esa complicidad que se genera entre los paseantes de perros- dónde había adquirido tal artilugio, pero frené en seco la idea al ver que el animal aproximaba al suelo sus cuartos traseros y procedía a evacuar lo que en otro tiempo fuera pienso perruno, por lo que cejé en mi intención de preguntar por aquello de no cortarle el rollo fisiológico al chucho. Tras siete u ocho segundos de apretón canino, ambos prosiguieron su camino sin detenerse a recoger la caca.
- Perdona, chaval –le indiqué-. Te olvidas de recoger la caca.
Me miró de arriba abajo y, sin mediar palabra, escupió al suelo, giró sobre sus talones y, acto seguido, los dos animales -el perro y el cerdo- deshicieron lo andado y traspusieron rumbo a la esquina, camino de su cochinera.
Les mentiría si les dijera que encajé el desaire y el desafío con resignación, pues lo que le pedía el cuerpo a un servidor era agarrar por la oreja al niñato y tironeársela hasta restregarle los hocicos sobre la deposición de su perro, sin otra intención –Dios me libre- que la pedagógica de recordarle su obligación cívica y legal de retirar de la vía pública lo que su perro evacuaba, pero tras contar hasta diez y repetirme compulsivamente lo de “ataraxia, Miguel, ataraxia”, conseguí aparentar cierta imperturbabilidad, le solté un “felicidades, chaval: tus padres estarán orgullosísimos de ti”, y logré circunscribir para mis adentros los gruesos calificativos dedicados al más alto de los dos animales, a su padre, a su madre, e incluso a toda su ascendencia difunta. En cualquier caso, gorrino y chucho siguieron su ruta sin girarse y sin mostrarse aludidos por mi irónica felicitación.
De vuelta a casa, pasé todo el camino recriminándome no haber hecho lo suficiente, diseñando la actuación perfecta encaminada a que al niñato le hubiera quedado claro que no cumplir con sus obligaciones le ocasiona consecuencias. Podría haberle amenazado con llamar a la policía si no recogía lo que debía, pero él podría haberse ido antes de que llegaran los guardias, en cuyo caso me hubiese obligado a retenerlo –no tenía media bofetada- y en esa situación haber llegado a un enfrentamiento físico a todas luces desproporcionado en relación a la falta cometida; o podría haber facilitado la descripción de chucho y amo a la policía por teléfono; o podría haberlo seguido hasta su casa, lo que pudiera haber ocasionado un enfrentamiento con él, o quién sabe si con sus padres; o podría haber hecho un discreto seguimiento a cierta distancia para, una vez verificado el domicilio, volver al lugar de la deyección, recogerla con la bolsa de Mercadona –ésta vez sí la llevaba- y dejársela en el buzón con una notita: “Esto es de su perro. Hoy lo he recogido yo. Otro día, por favor, hágalo usted”, a ver si de esta manera el chaval se llevaba, al menos, una regañina; pues se supone que si lleva colgado de la cadena el chisme dispensador de bolsas, es porque alguien en su unidad familiar sí las recoge.
Y es entonces cuando a uno le viene a la cabeza el pobre Jesús Neira, que se debate entre la vida y la muerte por ayudar a una mujer que estaba siendo maltratada por su pareja, o José Luis Pérez Barroso, el señor de Esparraguera que murió tras ser golpeado por tres menores a los que, según parece, recriminó alguna gamberrada.
Y no es que fuera el miedo lo que impidió que un servidor no fuese más allá con el cochino del perro, que ya les digo que aquel criajo era un alfeñique que no tenía ni media guantada, fue la comodidad de no implicarse en las responsabilidades de otros, la pereza de sacar el móvil y llamar a la policía, la fatiga de pensar en tener que relatar por teléfono lo que había ocurrido, el imaginar que suficiente trabajo tendría la poli con cosas realmente importantes como para darles más faena con minucias y la desgana de entrar en un previsible enfrentamiento… Excusas, en definitiva.
Total, que el que no recogió la caca se fue a su casa tan pancho mientras que un servidor se llevó toda la mañana dándole a la cabeza por lo que hizo el chaval y por lo que no hizo quien les escribe.
Desde luego que si servidor de ustedes vuelve a ver por el barrio a ese niñato paseando al perro, pienso seguirlo, esperar a que el animal haga sus cosas y ocuparme de que su amo las recoja, aunque me cueste perder media mañana y alguna que otra complicación, porque, si no, como me está ocurriendo ahora, me lo voy a estar reprochando durante todo el día. Además, se lo debo –se lo debemos todos- a Jesús Neira y a José Luís Barroso. Suerte al primero y mis condolencias a los seres queridos del segundo. Ellos sí hicieron lo que tocaba.
http://www.miguelmartinezp.blogspot.com/
Carmen Planchuelo, Rojos con pintas blancas
jueves 28 de agosto de 2008
Rojos con pintitas blancas
Carmen Planchuelo
A veces pensaba en los miles de pasos que en los últimos tres años había dado por aquel lugar. No siempre era el mismo, no, de vez en cuando le tocaba otro hotel, pero casi siempre en la misma zona: el sur de la isla. Le gustaba el sur porque era cálido, casi no llovía y eso en su trabajo era importante. Deambular por los jardines dejándose embriagar por el aroma de las flores, perderse entre las sombras de los árboles, escudriñar rincones y, desde las terrazas más altas, ver la inmensidad del mar y del cielo. En algunos momentos le costaba percibir donde nacía uno, donde moría otro, sólo las estrellas y la bella e inquietante Luna marcaban la diferencia. Sí, le gustaba el sur, perderse entre las dunas antes de empezar el turno o después, cuando lo terminaba, antes de irse al norte, a su casa. Bajaba a la playa y aunque fueran sólo unos minutos, se acercaba a la orilla a respirar. El aire salino le espabilaba para emprender el camino rumbo al hogar; y si lo que le tocaba eran horas de trabajo, ese aire con olor a sal le insuflaba energía para las horas sucesivas. El sur tenía el encanto de la luz que se reflejaba en todas las superficies, se colaba por todas las grietas, difuminaba la distancia, engañaba al ojo y era como vivir entre la realidad y la apariencia, era algo mágico, que se te escapaba de las manos pero se te quedaba pegado en el corazón, en los ojos, en el alma. Igual que la humedad de la playa. La luz del sur le daba tanta vida como la lluvia del norte le producía una melancolía que no se sabía explicar a sí mismo.
Ese trabajo le gustaba, y más, infinitamente más cuando los servicios le tocaban en aquellos hoteles de lujo en los que todo era nuevo, reluciente; aún de las cosas más insignificantes y sin importancia emanaba sensación de comodidad. Todo estaba hecho no sólo para proporcionar descanso, también para sugerirlo. Además aquellos hoteles nada tenían que ver con los la otra zona, la llamada familiar, en la que el griterío era constante, las atracciones una especie de pesadilla vulgar para descerebrados, y luego aguantar a los “guiris” que nada más llegar se amarraban a la botella y no la soltaban hasta que de nuevo regresaban a sus fríos países. Pero esta otra zona era lo que se denomina de alto standing, gente adinerada en busca de descanso y paz, que se divertía sin escandalizar y se pasaba la mayor parte del tiempo en la playa, en las piscinas y terrazas o en el spa: todos vestidos de blanco, como capullos de flor o como palomas quietecitas al sol. Por las noches se retiraban pronto y hasta el pianista desaparecía con la media noche.
A la mayor parte de sus compañeros no les gustaba pasarse las noches vigilando el sueño de los demás o subiendo y bajando pisos: centenares de escalones, escaleras de servicio que poco tenían que ver con las suntuosas de las zonas nobles. Pero él se sentía el príncipe de la noche, dueño y señor del descanso ajeno: su guardián; y cómo su imaginación era poderosa, casi tanto como sus brazos, se decía “soy el protector de los sueños”, y se lo decía sólo a sí mismo pues si lo hubiera comentado en voz alta le hubieran tachado de raro, cosa que por otro lado ya hacían, pero mejor no dar más motivos, y en casa también mejor callado.
En verano pasaba más tiempo recorriendo los jardines, las zonas recreativas, los mil y un rincones escondidos en los que cualquiera podía ocultarse. El servicio de vigilancia era muy completo en medios técnicos, pero nada podía sustituir a un buen par de ojos escrutadores ni a ese olfato que uno va desarrollando con el tiempo y la experiencia. Un sexto sentido nacido de tantas horas de trabajo, le había hecho percibir dónde había algo o alguien que no estaba donde debía. Afortunadamente los escasos problemas nunca habían ido más allá de alguien ajeno al hotel que quería darse un chapuzón en la piscina, pasear por los jardines, hasta la fecha nada preocupante.
Cuando el invierno hacía presencia en ese privilegiado rincón del mundo, el trabajo era más de puertas adentro; se le hacía algo pesado pero su fantasía le ayudaba a que aquellas largas jornadas nocturnas pasaran de la mejor manera posible sin por ello descuidar sus responsabilidades. Por eso le encargaban servicio tras servicio, turno tras turno, era un hombre muy consciente de todo lo que le rodeaba, del que uno se podía fiar; y además que la vida estaba muy achuchada y no era como para hacerle remilgos al trabajo. Pasaba un poco de sueño eso sí, pero siempre pensaba que para eso era joven y que peor se está en la cola del paro.
De las cocinas a los salones, de los sótanos a los áticos, y siempre pasillos, largos pasillos flanqueados de puertas cerradas. Las noches son largas y en soledad lo son mucho más aún y uno se pone a pensar “¿quién habrá aquí detrás?”, “¿qué les habrá traído hasta este lugar?”, “¿y los zapatos?”, ¿qué cuentan ?”. Los zapatos, que delante de cada puerta esperaban su turno de limpieza, se convirtieron en fuente de historias interminables. Mocasines italianos de piel fina, elegante zapatos ingleses de agujeritos, botas de montar a caballo, deportivas de todos los estilos y marcas posibles, bicolores de golf. Pero los que más le llamaban la atención eran los de señora, nunca, en toda su vida había visto tantos modelos de calzado femenino, la cosa no quedaba en altos o bajos, cerrados o sandalias, no, quita por Dios. Los había de puntas finas, redondas, cuadradas, a su vez de tacones como lápices o gordos como carretes; con pulseras y hebillas en los tobillos o medio descubiertos como chinelas; podían ser de piel de todos los colores del arco íris, de tela con lazos, y con adornos hasta de conchas marinas. Los de fiesta parecían joyas, no, la verdad es que jamás había conocido ninguna mujer que usara zapatos semejantes y no le hubiera importado nada tratar a alguna de aquellas desconocidas que cada noche dejaban sus zapatos en el umbral de la habitación en espera de recuperarlos al día siguiente, limpios, para gozar de otro baile, otro paseo. Pensaba que una mujer que se calzaba de terciopelo color vino, que encaramaba su cuerpo en esos pedestales, no podía ser corriente, no desde luego no como las conocidas. Pero sin embargo, seguro que Ella, sí vestiría sus pies con semejantes primores.
Aquella noche empezó la ronda como otras muchas: primero la zona balnearia: las cabinas de masajes, las saunas y baños turcos; luego el palmeral y el invernadero. Cuando el frío empezó a arreciar (para él menos de 20 grados era ya “frío”) puesto que todo estaba en calma, pensó que ya era hora de recorrer el interior: la zona central y las torres. Se encontraba en el hotel que más le gustaba, no era el más grande y estrellado, ni el más moderno pero sí el que tenía más sabor a sitio bien, el que a su juicio respiraba más clase, el que él hubiera elegido sin lugar a dudas para vivir lo que con Ella quería vivir: una noche de pasión sin límite y así dar rienda suelta a todo lo que su corazón sentía, deleitándose con lo que imaginaba podría ocurrir si un día se encontraban. Cuantas veces se había imaginado lo que sería estar juntos allí explorando los resortes que hacían conmoverse almas y cuerpos. No había noche desde que Ella irrumpió en su vida en la que él no pensara que ese lugar blanco, confortable, que se reflejaba en el lago y tan pegado al mar que se oía su murmullo constante, era el perfecto para encontrarse con la que se había convertido en su sueño más querido y secreto. No se le iba de la cabeza, nada más llegar la noche las imágenes deseadas le brotaban una tras otra, cada vez más nítidas, más completas, como si fuera una cadena a la que iba añadiendo un eslabón más. Lo que al principio empezó como una distracción para llenar tanta noche solitaria, se había convertido en algo más poderoso, era un deseo casi palpable que de noche y en aquel lugar tomaba cuerpo. A falta de algo más sustancioso, y sonreía al oír esta palabra sonar en su interior, sacaba una foto en la que Ella le sonreía entre coqueta y modosa mostrándole su piel tostada y el pelo alborotado por el aire isleño. Estaba tomada en una isla vecina y en ella se veía el mar y la arena blanca de una larga playa en la que los tonos de azul iban del más claro al más intenso. Esa pequeña foto era el desencadenante de todas sus fantasías. La llevaba escondida entre el forro y la tela de la chaqueta, donde nadie la pudiera descubrir y cuando se atrevía a sacarla, en sus noches de trabajo y soledad, sentía que al mirarla estaba menos solo. Le gustaba contemplarla cuando vigilaba los jardines pues allí, tan cerca del mar, parecía que la mujer de la foto respiraba. En su imaginación el murmullo del mar, la superficie del agua agitada por la brisa y la tela azul, formaban un todo mágico que de alguna manera insuflaban vida a ese trozo de papel coloreado. Cuando se sentía más solo, sacaba la fotografía y muy despacio iba pasando un dedo por su superficie. El pelo, los ojos que le miraban, los labios que le sonreían, la piel morena del escote, de los brazos... se imaginaba que podía tirar de una esquinita de la tela añil que la cubría y así ver su cuerpo. Deseaba con toda la fuerza del suyo joven y de su alma ansiosa, descubrir la desnudez oculta bajo el tejido azul. Muchas veces besaba la fotografía y sentía que sobre sus labios hambrientos se abrían los de Ella, y aunque la razón le decía que aquello no era más que un trozo de papel con una imagen inanimada, su alma era de otra opinión y él se dejaba llevar por la pasión ya olvidada en la vida real.
Después de recorrer pacientemente las llamadas zonas sociales y comprobar que no había nadie ni nada sospechoso, se encaminó hacia la escalera que llevaba a la torre norte. En las torres había muchas menos habitaciones, sabía que eran las más solicitadas por las vistas al mar, por su decoración aún más cuidada y por un aire de recogimiento y mimo del que carecían otras. No había más que cuatro por piso, todas tenían una pared de cristal de forma que desde la cama, al correr las cortinas se podía ver amanecer, salir el sol y ponerse sobre el mar, ver como la noche pausadamente se cernía sobre la isla... Algunas tenían una pequeña chimenea de mármol para los días fríos, y sí que se usaban, pues no hacía mucho se había producido un conato de incendio en una de ellas. Los cuartos de baño eran un canto a los placeres del agua, esas bañeras con escaloncitos para bajar eran cómo de película, y luego los chorros... para morirse de gusto. Y qué decir de todas esas botellitas y jaboncillos de colores que exhalaban un olor dulce, limpio y penetrante. Desde los cuartos de baño también se veía el mar. Conocía cada rincón y cada detalle de estos lugares, posiblemente mejor que los clientes que los disfrutaban, él los inspeccionaba periódicamente para que nada fallara, todo funcionara a la perfección y pudiera ejercer su cometido: que las puertas encajaran, las ventanas fueran seguras, los accesos siempre iluminados. Las torres blancas eran como las de los castillos de los cuentos que leía de pequeño. Pero él ya no era niño, ni las torres del hotel lo eran de castillos de cartón piedra o de papel de recortables. Era un adulto solitario, romántico que se sentía un poco extraño en el mundo que le había tocado vivir.
Quizás una de las cosas que más le agradaban de su trabajo (sobre todo en los turnos de noche), era que no tenía que convivir mucho con los demás compañeros, sólo lo que la buena crianza y las obligaciones laborales exigían . Tenía muy claro que al trabajo se iba a eso: a trabajar y que mezclar las cosas daba malos resultados. Con todo rigor informaba al compañero del cambio de turno sobre las incidencias ocurridas y siempre que podía resolvía los problemas por sí mismo de forma que nadie podía decir que se escaqueaba o que era insolidario o interesado, nada más lejos de su forma de ser pero hacía las cosas en silencio, discretamente, siempre estaba preparado para lo que se le pidiese y le daba lo mismo la hora ó el día. Huía de corrillos y camarillas. Su timidez era superior a todo lo demás, le daba una vergüenza espantosa destacar aunque fuera para bien.
Sus pensamientos le acompañaban en la andadura de los kilómetros y kilómetros de pasillos; y las docenas y docenas de horas en silencio, le ayudaban a reflexionar y concentrarse en sus cosas. ¿Y cuales eran esas? Pues los recuerdos de infancia: sus alegrías y sus terrores; las ilusiones juveniles ya desvaídas; las cosas que se imaginaba en su cabeza y que luego al llegar a casa, trasladaba a la pantalla de su ordenador. Escribía a escondidas y nunca en papel, le espantaba que alguien pudiera descubrir sus versos, sus pensamientos más íntimos y que jamás había compartido. ¡Con quién los iba a compartir si nadie cercano lo iba a entender! Seguro que le mirarían con cara rara como diciendo “este está pirao”. Tenía muchas cosas dentro y notaba que querían salir, que querían vivir, que no se resignaban a ser sólo pensamiento, deseo, que si no les daba aire, se le iban a pudrir en la cabeza, en el corazón o donde diablos estuvieran todas esas cosas que casi eran lo más propio que tenía, sin casi, eran lo más Él. Durante mucho tiempo las escribió sólo para sí mismo, le salían con la misma facilidad que la respiración: escribía, leía, las volvía a leer cuando notaba que su ánimo necesitaba un “suplemento” para seguir adelante. Hasta que la conoció a Ella y desde entonces sus escritos no fueron un monólogo: los compartió y otros nuevos nacieron engendrados por una nueva y quimérica ilusión.
En la torre norte todo estaba en calma así que se dirigió a la del sur, la que mejor se reflejaba en el agua. Daba gusto verla espejear las noches de luna. Parecía una bailarina oriental cimbreándose sobre la superficie del agua siguiendo el ritmo del aire. Para llegar a la torre sur, había que regresar al gran vestíbulo de donde partían las alas laterales y donde se encontraban las escaleras y los ascensores. En el hall a esa hora ya no había nadie, tan sólo un par de empleados en la recepción que como siempre le preguntaron que tal iba todo y le ofrecieron un café “para que no te duermas y nos cuides”, le dijeron sonrientes. Un cafecito rápido mientras miraba la espectacular lámpara de cristal que a esas horas lucía en todo su esplendor inundando el vestíbulo de danzarinas chispitas de luz; un par de comentarios y rumbo a la torre sur. Antes de llegar, inspeccionó con atención la zona en la que las enormes plantas ofrecían fácil escondite al que quisiera colarse en las dependencias del hotel, tantas puertas, tantos ventanales y tantas terrazas cara al estanque y a los jardines eran motivo, si no de preocupación, puesto que no recordaba ningún incidente digno de mención, sí al menos de ocupación. De tanto observar las inmensas plantas, terminó aprendiéndose los nombres, el ciclo vital, si se reproducían por esqueje o por semillas. Unas daban flores, otras sólo hojas. Las más curiosas eran las llamadas carnívoras, más de una vez había observado como algún incauto mosquito caía en las fauces de la engañosa planta. Eran cómo esa gente que parece muy maja: todo sonrisas y buenas palabras, y luego cuando estas confiado te apuñala por detrás. Otra de las ventajas de trabajar lo más solo posible.
A la torre, se ascendía por una escalera de caracol de peldaños de mármol, barandilla de hierro forjado y pasamanos de madera que daba gusto tocar. Por una puerta en forma de arco, se accedía a cada planta. No eran difíciles de controlar, de un vistazo se abarcaban en toda su extensión. La primera planta estaba cerrada hasta la próxima primavera, así que pasó de largo y tras una meticulosa pero rápida inspección llegó al último piso, el más bonito de todos y desde el que se divisaba mejor el faro. Impresionaba verlo allí plantado derramando sus dedos de luz en la distancia. Seguro que ser farero, de los de antes claro, no estaba nada mal: guiar a los barcos en la oscuridad, cuidar de las vidas de los marineros. Bueno, pensó, pues para la otra encarnación. Se acercó hasta la gran cristalera y sintió lo que todas las noches: que desde ahí se podía volar sobre el jardín, las terrazas, sobre el mar, que si extendía la mano iba a tocar las estrellas y todo lo demás quedaba detrás de él. Hubiera sido tan fácil abrir los cristales y dejarse llevar, ser uno más con las palmeras que se agitaban suavemente allá abajo, con las dunas que imperceptiblemente se movían, con las olas que las besaban. Bajo la luz de la luna veía todo eso y cuando la oscuridad no se lo permitía, era igual, no había más que evocar lo que su imaginación guardaba con mimo y detalle.
Se detuvo delante de una de las puertas para observar minuciosamente los zapatos que allí se encontraban. Eran de mujer, rojos y con pintitas blancas. Le hicieron gracia pues le recordaban a los que tuvo su hermana cuando de pequeña se vestía de gitana, claro que estos no eran de ese estilo, sólo coincidían en el color rojo y los lunarcitos blancos. Sin poder evitarlo, se agachó para verlos más de cerca, tenían flecos como los mocasines pero sin embargo eran de tacón alto y tenían la punta larga y afilada, por dentro eran negros y tan suaves como por fuera. ¿Cómo serían los pies que calzaban esos zapatos?. Desde luego no muy grandes, y no la cabía le menor duda que su propietaria se pintaría las uñas de rojo y que en verano llevaría cadenitas en los tobillos. Las clientas del hotel las solían llevar muy finitas, el oro destacaba sobre las piernas morenas, a él le gustaban mucho esos adornos ¡uf qué subidón! Tan ensimismado estaba acariciando uno de ellos, que no advirtió que la puerta se abría.
-¿Te gustan mis zapatos?
En el marco de la puerta recién abierta, destacaba la figura de una mujer que le sonreía. Al principio no vio más que eso: una sonrisa en medio de la noche. Si hubiera tenido el don de los santos, ese de estar en dos sitios a la vez, se hubiera visto a sí mismo agachado, con un zapato femenino en la mano y mirando embobado a la mujer como si fuera una aparición. Y por un momento eso es lo que fue para él: un espectro sonriente, tentador que le cogió de la mano y le dijo:
-No te quedes, ahí, entra ¿no es lo que estabas esperando desde hace tiempo?
Y sin decir nada, simplemente se dejo llevar y casi ni oyó el suave golpe de la puerta al cerrarse. En la penumbra de la única habitación ocupada de la torre sur, pudo ver cómo una nube azul se acercaba a él y le iba desnudando mientras le susurraba al oído que a ella los sueños casi siempre se le hacían realidad. Cerró la boca reidora de la mujer con sus besos y lo mismo hizo con sus brillantes ojos; a pasos torpes pero llenos de pasión, él también la fue desnudando despacio gozando de cada centímetro de piel que iba descubriendo y sin saber por qué pensó en los campos de algodón, en los que en tiempo de cosecha había ido despojando a las flores de su leve fruto. Llenó su cuerpo de caricias y con sus labios fue recorriendo cara rincón del cuerpo soñado que ahora tenía entre sus brazos, mordiendo con fruición los senos tan sólo presentidos bajo la tela añil. Sus manos dibujaron todas las formas posibles e imposibles sobre la piel tostada. Y sintió que ella hacía lo mismo. Se perdieron en un sin fin de juegos compartidos. Por primera vez en su vida, sintió que el placer que daba y el que recibía, eran lo mismo, que no sabía dónde estaba la frontera entre uno y otro, ni su imaginación puso límites a sus deseos ni a los de su amante. En sus oídos se mezclaba el rumor del mar y las palabras de la mujer que cómo lluvia fresca de abril penetraban por su piel morena.
El sueño de tantas y tantas noches de soledad, se había hecho realidad. Allí, en lo más alto de la torre sur, estaba viviendo su más íntimo deseo, entregando cuerpo y alma y recibiendo a su vez el cuerpo y el alma de alguien que sin saber cómo se le había enredado en el corazón. Deseó que la noche fuera eterna, que no llegara el alba, que al sol se le olvidara iluminar la tierra.
Despertó con el cuerpo encendido y la cabeza algo desconcertada. La mujer sonriéndole le acogió entre sus brazos haciéndole comprender que había ingresado en el país de irás y no volverás... Aceptó que quizás todo lo que se sueña y se quiere está al otro lado de la razón y que no queda más remedio que admitir que lo irracional también existe.
Y colorín colorado ...
http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=4799
Rojos con pintitas blancas
Carmen Planchuelo
A veces pensaba en los miles de pasos que en los últimos tres años había dado por aquel lugar. No siempre era el mismo, no, de vez en cuando le tocaba otro hotel, pero casi siempre en la misma zona: el sur de la isla. Le gustaba el sur porque era cálido, casi no llovía y eso en su trabajo era importante. Deambular por los jardines dejándose embriagar por el aroma de las flores, perderse entre las sombras de los árboles, escudriñar rincones y, desde las terrazas más altas, ver la inmensidad del mar y del cielo. En algunos momentos le costaba percibir donde nacía uno, donde moría otro, sólo las estrellas y la bella e inquietante Luna marcaban la diferencia. Sí, le gustaba el sur, perderse entre las dunas antes de empezar el turno o después, cuando lo terminaba, antes de irse al norte, a su casa. Bajaba a la playa y aunque fueran sólo unos minutos, se acercaba a la orilla a respirar. El aire salino le espabilaba para emprender el camino rumbo al hogar; y si lo que le tocaba eran horas de trabajo, ese aire con olor a sal le insuflaba energía para las horas sucesivas. El sur tenía el encanto de la luz que se reflejaba en todas las superficies, se colaba por todas las grietas, difuminaba la distancia, engañaba al ojo y era como vivir entre la realidad y la apariencia, era algo mágico, que se te escapaba de las manos pero se te quedaba pegado en el corazón, en los ojos, en el alma. Igual que la humedad de la playa. La luz del sur le daba tanta vida como la lluvia del norte le producía una melancolía que no se sabía explicar a sí mismo.
Ese trabajo le gustaba, y más, infinitamente más cuando los servicios le tocaban en aquellos hoteles de lujo en los que todo era nuevo, reluciente; aún de las cosas más insignificantes y sin importancia emanaba sensación de comodidad. Todo estaba hecho no sólo para proporcionar descanso, también para sugerirlo. Además aquellos hoteles nada tenían que ver con los la otra zona, la llamada familiar, en la que el griterío era constante, las atracciones una especie de pesadilla vulgar para descerebrados, y luego aguantar a los “guiris” que nada más llegar se amarraban a la botella y no la soltaban hasta que de nuevo regresaban a sus fríos países. Pero esta otra zona era lo que se denomina de alto standing, gente adinerada en busca de descanso y paz, que se divertía sin escandalizar y se pasaba la mayor parte del tiempo en la playa, en las piscinas y terrazas o en el spa: todos vestidos de blanco, como capullos de flor o como palomas quietecitas al sol. Por las noches se retiraban pronto y hasta el pianista desaparecía con la media noche.
A la mayor parte de sus compañeros no les gustaba pasarse las noches vigilando el sueño de los demás o subiendo y bajando pisos: centenares de escalones, escaleras de servicio que poco tenían que ver con las suntuosas de las zonas nobles. Pero él se sentía el príncipe de la noche, dueño y señor del descanso ajeno: su guardián; y cómo su imaginación era poderosa, casi tanto como sus brazos, se decía “soy el protector de los sueños”, y se lo decía sólo a sí mismo pues si lo hubiera comentado en voz alta le hubieran tachado de raro, cosa que por otro lado ya hacían, pero mejor no dar más motivos, y en casa también mejor callado.
En verano pasaba más tiempo recorriendo los jardines, las zonas recreativas, los mil y un rincones escondidos en los que cualquiera podía ocultarse. El servicio de vigilancia era muy completo en medios técnicos, pero nada podía sustituir a un buen par de ojos escrutadores ni a ese olfato que uno va desarrollando con el tiempo y la experiencia. Un sexto sentido nacido de tantas horas de trabajo, le había hecho percibir dónde había algo o alguien que no estaba donde debía. Afortunadamente los escasos problemas nunca habían ido más allá de alguien ajeno al hotel que quería darse un chapuzón en la piscina, pasear por los jardines, hasta la fecha nada preocupante.
Cuando el invierno hacía presencia en ese privilegiado rincón del mundo, el trabajo era más de puertas adentro; se le hacía algo pesado pero su fantasía le ayudaba a que aquellas largas jornadas nocturnas pasaran de la mejor manera posible sin por ello descuidar sus responsabilidades. Por eso le encargaban servicio tras servicio, turno tras turno, era un hombre muy consciente de todo lo que le rodeaba, del que uno se podía fiar; y además que la vida estaba muy achuchada y no era como para hacerle remilgos al trabajo. Pasaba un poco de sueño eso sí, pero siempre pensaba que para eso era joven y que peor se está en la cola del paro.
De las cocinas a los salones, de los sótanos a los áticos, y siempre pasillos, largos pasillos flanqueados de puertas cerradas. Las noches son largas y en soledad lo son mucho más aún y uno se pone a pensar “¿quién habrá aquí detrás?”, “¿qué les habrá traído hasta este lugar?”, “¿y los zapatos?”, ¿qué cuentan ?”. Los zapatos, que delante de cada puerta esperaban su turno de limpieza, se convirtieron en fuente de historias interminables. Mocasines italianos de piel fina, elegante zapatos ingleses de agujeritos, botas de montar a caballo, deportivas de todos los estilos y marcas posibles, bicolores de golf. Pero los que más le llamaban la atención eran los de señora, nunca, en toda su vida había visto tantos modelos de calzado femenino, la cosa no quedaba en altos o bajos, cerrados o sandalias, no, quita por Dios. Los había de puntas finas, redondas, cuadradas, a su vez de tacones como lápices o gordos como carretes; con pulseras y hebillas en los tobillos o medio descubiertos como chinelas; podían ser de piel de todos los colores del arco íris, de tela con lazos, y con adornos hasta de conchas marinas. Los de fiesta parecían joyas, no, la verdad es que jamás había conocido ninguna mujer que usara zapatos semejantes y no le hubiera importado nada tratar a alguna de aquellas desconocidas que cada noche dejaban sus zapatos en el umbral de la habitación en espera de recuperarlos al día siguiente, limpios, para gozar de otro baile, otro paseo. Pensaba que una mujer que se calzaba de terciopelo color vino, que encaramaba su cuerpo en esos pedestales, no podía ser corriente, no desde luego no como las conocidas. Pero sin embargo, seguro que Ella, sí vestiría sus pies con semejantes primores.
Aquella noche empezó la ronda como otras muchas: primero la zona balnearia: las cabinas de masajes, las saunas y baños turcos; luego el palmeral y el invernadero. Cuando el frío empezó a arreciar (para él menos de 20 grados era ya “frío”) puesto que todo estaba en calma, pensó que ya era hora de recorrer el interior: la zona central y las torres. Se encontraba en el hotel que más le gustaba, no era el más grande y estrellado, ni el más moderno pero sí el que tenía más sabor a sitio bien, el que a su juicio respiraba más clase, el que él hubiera elegido sin lugar a dudas para vivir lo que con Ella quería vivir: una noche de pasión sin límite y así dar rienda suelta a todo lo que su corazón sentía, deleitándose con lo que imaginaba podría ocurrir si un día se encontraban. Cuantas veces se había imaginado lo que sería estar juntos allí explorando los resortes que hacían conmoverse almas y cuerpos. No había noche desde que Ella irrumpió en su vida en la que él no pensara que ese lugar blanco, confortable, que se reflejaba en el lago y tan pegado al mar que se oía su murmullo constante, era el perfecto para encontrarse con la que se había convertido en su sueño más querido y secreto. No se le iba de la cabeza, nada más llegar la noche las imágenes deseadas le brotaban una tras otra, cada vez más nítidas, más completas, como si fuera una cadena a la que iba añadiendo un eslabón más. Lo que al principio empezó como una distracción para llenar tanta noche solitaria, se había convertido en algo más poderoso, era un deseo casi palpable que de noche y en aquel lugar tomaba cuerpo. A falta de algo más sustancioso, y sonreía al oír esta palabra sonar en su interior, sacaba una foto en la que Ella le sonreía entre coqueta y modosa mostrándole su piel tostada y el pelo alborotado por el aire isleño. Estaba tomada en una isla vecina y en ella se veía el mar y la arena blanca de una larga playa en la que los tonos de azul iban del más claro al más intenso. Esa pequeña foto era el desencadenante de todas sus fantasías. La llevaba escondida entre el forro y la tela de la chaqueta, donde nadie la pudiera descubrir y cuando se atrevía a sacarla, en sus noches de trabajo y soledad, sentía que al mirarla estaba menos solo. Le gustaba contemplarla cuando vigilaba los jardines pues allí, tan cerca del mar, parecía que la mujer de la foto respiraba. En su imaginación el murmullo del mar, la superficie del agua agitada por la brisa y la tela azul, formaban un todo mágico que de alguna manera insuflaban vida a ese trozo de papel coloreado. Cuando se sentía más solo, sacaba la fotografía y muy despacio iba pasando un dedo por su superficie. El pelo, los ojos que le miraban, los labios que le sonreían, la piel morena del escote, de los brazos... se imaginaba que podía tirar de una esquinita de la tela añil que la cubría y así ver su cuerpo. Deseaba con toda la fuerza del suyo joven y de su alma ansiosa, descubrir la desnudez oculta bajo el tejido azul. Muchas veces besaba la fotografía y sentía que sobre sus labios hambrientos se abrían los de Ella, y aunque la razón le decía que aquello no era más que un trozo de papel con una imagen inanimada, su alma era de otra opinión y él se dejaba llevar por la pasión ya olvidada en la vida real.
Después de recorrer pacientemente las llamadas zonas sociales y comprobar que no había nadie ni nada sospechoso, se encaminó hacia la escalera que llevaba a la torre norte. En las torres había muchas menos habitaciones, sabía que eran las más solicitadas por las vistas al mar, por su decoración aún más cuidada y por un aire de recogimiento y mimo del que carecían otras. No había más que cuatro por piso, todas tenían una pared de cristal de forma que desde la cama, al correr las cortinas se podía ver amanecer, salir el sol y ponerse sobre el mar, ver como la noche pausadamente se cernía sobre la isla... Algunas tenían una pequeña chimenea de mármol para los días fríos, y sí que se usaban, pues no hacía mucho se había producido un conato de incendio en una de ellas. Los cuartos de baño eran un canto a los placeres del agua, esas bañeras con escaloncitos para bajar eran cómo de película, y luego los chorros... para morirse de gusto. Y qué decir de todas esas botellitas y jaboncillos de colores que exhalaban un olor dulce, limpio y penetrante. Desde los cuartos de baño también se veía el mar. Conocía cada rincón y cada detalle de estos lugares, posiblemente mejor que los clientes que los disfrutaban, él los inspeccionaba periódicamente para que nada fallara, todo funcionara a la perfección y pudiera ejercer su cometido: que las puertas encajaran, las ventanas fueran seguras, los accesos siempre iluminados. Las torres blancas eran como las de los castillos de los cuentos que leía de pequeño. Pero él ya no era niño, ni las torres del hotel lo eran de castillos de cartón piedra o de papel de recortables. Era un adulto solitario, romántico que se sentía un poco extraño en el mundo que le había tocado vivir.
Quizás una de las cosas que más le agradaban de su trabajo (sobre todo en los turnos de noche), era que no tenía que convivir mucho con los demás compañeros, sólo lo que la buena crianza y las obligaciones laborales exigían . Tenía muy claro que al trabajo se iba a eso: a trabajar y que mezclar las cosas daba malos resultados. Con todo rigor informaba al compañero del cambio de turno sobre las incidencias ocurridas y siempre que podía resolvía los problemas por sí mismo de forma que nadie podía decir que se escaqueaba o que era insolidario o interesado, nada más lejos de su forma de ser pero hacía las cosas en silencio, discretamente, siempre estaba preparado para lo que se le pidiese y le daba lo mismo la hora ó el día. Huía de corrillos y camarillas. Su timidez era superior a todo lo demás, le daba una vergüenza espantosa destacar aunque fuera para bien.
Sus pensamientos le acompañaban en la andadura de los kilómetros y kilómetros de pasillos; y las docenas y docenas de horas en silencio, le ayudaban a reflexionar y concentrarse en sus cosas. ¿Y cuales eran esas? Pues los recuerdos de infancia: sus alegrías y sus terrores; las ilusiones juveniles ya desvaídas; las cosas que se imaginaba en su cabeza y que luego al llegar a casa, trasladaba a la pantalla de su ordenador. Escribía a escondidas y nunca en papel, le espantaba que alguien pudiera descubrir sus versos, sus pensamientos más íntimos y que jamás había compartido. ¡Con quién los iba a compartir si nadie cercano lo iba a entender! Seguro que le mirarían con cara rara como diciendo “este está pirao”. Tenía muchas cosas dentro y notaba que querían salir, que querían vivir, que no se resignaban a ser sólo pensamiento, deseo, que si no les daba aire, se le iban a pudrir en la cabeza, en el corazón o donde diablos estuvieran todas esas cosas que casi eran lo más propio que tenía, sin casi, eran lo más Él. Durante mucho tiempo las escribió sólo para sí mismo, le salían con la misma facilidad que la respiración: escribía, leía, las volvía a leer cuando notaba que su ánimo necesitaba un “suplemento” para seguir adelante. Hasta que la conoció a Ella y desde entonces sus escritos no fueron un monólogo: los compartió y otros nuevos nacieron engendrados por una nueva y quimérica ilusión.
En la torre norte todo estaba en calma así que se dirigió a la del sur, la que mejor se reflejaba en el agua. Daba gusto verla espejear las noches de luna. Parecía una bailarina oriental cimbreándose sobre la superficie del agua siguiendo el ritmo del aire. Para llegar a la torre sur, había que regresar al gran vestíbulo de donde partían las alas laterales y donde se encontraban las escaleras y los ascensores. En el hall a esa hora ya no había nadie, tan sólo un par de empleados en la recepción que como siempre le preguntaron que tal iba todo y le ofrecieron un café “para que no te duermas y nos cuides”, le dijeron sonrientes. Un cafecito rápido mientras miraba la espectacular lámpara de cristal que a esas horas lucía en todo su esplendor inundando el vestíbulo de danzarinas chispitas de luz; un par de comentarios y rumbo a la torre sur. Antes de llegar, inspeccionó con atención la zona en la que las enormes plantas ofrecían fácil escondite al que quisiera colarse en las dependencias del hotel, tantas puertas, tantos ventanales y tantas terrazas cara al estanque y a los jardines eran motivo, si no de preocupación, puesto que no recordaba ningún incidente digno de mención, sí al menos de ocupación. De tanto observar las inmensas plantas, terminó aprendiéndose los nombres, el ciclo vital, si se reproducían por esqueje o por semillas. Unas daban flores, otras sólo hojas. Las más curiosas eran las llamadas carnívoras, más de una vez había observado como algún incauto mosquito caía en las fauces de la engañosa planta. Eran cómo esa gente que parece muy maja: todo sonrisas y buenas palabras, y luego cuando estas confiado te apuñala por detrás. Otra de las ventajas de trabajar lo más solo posible.
A la torre, se ascendía por una escalera de caracol de peldaños de mármol, barandilla de hierro forjado y pasamanos de madera que daba gusto tocar. Por una puerta en forma de arco, se accedía a cada planta. No eran difíciles de controlar, de un vistazo se abarcaban en toda su extensión. La primera planta estaba cerrada hasta la próxima primavera, así que pasó de largo y tras una meticulosa pero rápida inspección llegó al último piso, el más bonito de todos y desde el que se divisaba mejor el faro. Impresionaba verlo allí plantado derramando sus dedos de luz en la distancia. Seguro que ser farero, de los de antes claro, no estaba nada mal: guiar a los barcos en la oscuridad, cuidar de las vidas de los marineros. Bueno, pensó, pues para la otra encarnación. Se acercó hasta la gran cristalera y sintió lo que todas las noches: que desde ahí se podía volar sobre el jardín, las terrazas, sobre el mar, que si extendía la mano iba a tocar las estrellas y todo lo demás quedaba detrás de él. Hubiera sido tan fácil abrir los cristales y dejarse llevar, ser uno más con las palmeras que se agitaban suavemente allá abajo, con las dunas que imperceptiblemente se movían, con las olas que las besaban. Bajo la luz de la luna veía todo eso y cuando la oscuridad no se lo permitía, era igual, no había más que evocar lo que su imaginación guardaba con mimo y detalle.
Se detuvo delante de una de las puertas para observar minuciosamente los zapatos que allí se encontraban. Eran de mujer, rojos y con pintitas blancas. Le hicieron gracia pues le recordaban a los que tuvo su hermana cuando de pequeña se vestía de gitana, claro que estos no eran de ese estilo, sólo coincidían en el color rojo y los lunarcitos blancos. Sin poder evitarlo, se agachó para verlos más de cerca, tenían flecos como los mocasines pero sin embargo eran de tacón alto y tenían la punta larga y afilada, por dentro eran negros y tan suaves como por fuera. ¿Cómo serían los pies que calzaban esos zapatos?. Desde luego no muy grandes, y no la cabía le menor duda que su propietaria se pintaría las uñas de rojo y que en verano llevaría cadenitas en los tobillos. Las clientas del hotel las solían llevar muy finitas, el oro destacaba sobre las piernas morenas, a él le gustaban mucho esos adornos ¡uf qué subidón! Tan ensimismado estaba acariciando uno de ellos, que no advirtió que la puerta se abría.
-¿Te gustan mis zapatos?
En el marco de la puerta recién abierta, destacaba la figura de una mujer que le sonreía. Al principio no vio más que eso: una sonrisa en medio de la noche. Si hubiera tenido el don de los santos, ese de estar en dos sitios a la vez, se hubiera visto a sí mismo agachado, con un zapato femenino en la mano y mirando embobado a la mujer como si fuera una aparición. Y por un momento eso es lo que fue para él: un espectro sonriente, tentador que le cogió de la mano y le dijo:
-No te quedes, ahí, entra ¿no es lo que estabas esperando desde hace tiempo?
Y sin decir nada, simplemente se dejo llevar y casi ni oyó el suave golpe de la puerta al cerrarse. En la penumbra de la única habitación ocupada de la torre sur, pudo ver cómo una nube azul se acercaba a él y le iba desnudando mientras le susurraba al oído que a ella los sueños casi siempre se le hacían realidad. Cerró la boca reidora de la mujer con sus besos y lo mismo hizo con sus brillantes ojos; a pasos torpes pero llenos de pasión, él también la fue desnudando despacio gozando de cada centímetro de piel que iba descubriendo y sin saber por qué pensó en los campos de algodón, en los que en tiempo de cosecha había ido despojando a las flores de su leve fruto. Llenó su cuerpo de caricias y con sus labios fue recorriendo cara rincón del cuerpo soñado que ahora tenía entre sus brazos, mordiendo con fruición los senos tan sólo presentidos bajo la tela añil. Sus manos dibujaron todas las formas posibles e imposibles sobre la piel tostada. Y sintió que ella hacía lo mismo. Se perdieron en un sin fin de juegos compartidos. Por primera vez en su vida, sintió que el placer que daba y el que recibía, eran lo mismo, que no sabía dónde estaba la frontera entre uno y otro, ni su imaginación puso límites a sus deseos ni a los de su amante. En sus oídos se mezclaba el rumor del mar y las palabras de la mujer que cómo lluvia fresca de abril penetraban por su piel morena.
El sueño de tantas y tantas noches de soledad, se había hecho realidad. Allí, en lo más alto de la torre sur, estaba viviendo su más íntimo deseo, entregando cuerpo y alma y recibiendo a su vez el cuerpo y el alma de alguien que sin saber cómo se le había enredado en el corazón. Deseó que la noche fuera eterna, que no llegara el alba, que al sol se le olvidara iluminar la tierra.
Despertó con el cuerpo encendido y la cabeza algo desconcertada. La mujer sonriéndole le acogió entre sus brazos haciéndole comprender que había ingresado en el país de irás y no volverás... Aceptó que quizás todo lo que se sueña y se quiere está al otro lado de la razón y que no queda más remedio que admitir que lo irracional también existe.
Y colorín colorado ...
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