viernes 21 de abril de 2006
El error de Pilar Manjón
Ignacio San Miguel
L A máxima de Lenin: “difama, que algo queda”, ha sido seguida por los marxistas con evidente convicción y eficacia a través de los años. Encuentra, además, su fundamento en la teoría de que la verdad y la mentira son intercambiables, tienen un valor puramente funcional, y que deben usarse indistintamente en favor de los objetivos a conseguir. Es lo que pensaba Lenin, así como que una mentira repetida múltiples veces acaba convirtiéndose en una verdad. A esto hay que añadir que el “no mentirás” pertenece al Decálogo, el cual, como todo el mundo debe saber, fue una invención burguesa para oprimir al proletariado. Todas estas teorías han pesado y pesan en las izquierdas de todo el mundo, y el resultado es que son mucho más mentirosas que las derechas, y lo son sin el menor escrúpulo moral, puesto que no saben siquiera lo que es esto, o piensan que son residuos de una educación burguesa malsana. Debieron pesar también en Pilar Manjón estas teorías cuando, entrevistada en la televisión con motivo del fin de la instrucción del juez Del Olmo sobre el 11-M, manifestó que oía decir a la gentes del Partido Popular que “por cuatro muertos de mierda hemos perdido las elecciones.” No era la primera vez que lo decía. Yo, por lo menos, se lo he oído una o dos veces más. Terminó con un gesto de agobio: “Y ya está bien. Ya está bien.” La mentira resultaba tan gorda y desfachatada que ya ni resultaba mentira. Era una monumental necedad. Porque no existe nadie en su sano juicio que pueda decir semejante cosa del atentado más grave que ha tenido España en toda su historia. Es radicalmente imposible. Y que Pilar Manjón lo haya calculado como posible y haya mentido al respecto dice muy poco a favor de su nivel intelectual y bastante acerca de la amoralidad de su imaginación. Esta amoralidad es consustancial a su condición de marxista, pero la estupidez no lo es. Porque mentir tiene su arte, y naturalmente Lenin no aconsejaba las mentiras estúpidas. Ese ha sido el error de Manjón, pensar que la gente comulga con facilidad con ruedas de molino; mostrando, al mismo tiempo, un odio demencial hacia la derecha. Sus declaraciones la descalifican para siempre. Este odio de determinadas víctimas hacia Aznar y su Partido como presumibles causantes de la matanza del 11-M por haber enviado tropas a Irak debiera sufrir un fuerte quebranto y su consiguiente disminución con las conclusiones del sumario del juez Del Olmo; y, por supuesto, Pilar Manjón no se refiere a esta circunstancia tan adversa a su propio odio cultivado con tanto mimo. Recordemos que esta señora estaba en el grupo que esperaba a Aznar en la entrada al Parlamento para vociferar: ¡asesino! Recordemos también a aquel señor que en los funerales por las víctimas celebrado en la Catedral de La Almudena, espetó a Aznar públicamente: ¡asesino! Pues bien, si las conclusiones del juez Del Olmo corresponden a la verdad, el motivo de la masacre del 11-M fue provocar un cambio de gobierno. ¿Por qué motivo? Porque Rodríguez Zapatero había prometido retirar las tropas de Irak si accedía al Poder. Por tanto, lo que provocó la decisión asesina de los islamistas fue esta promesa de Rodríguez. Si éste no hubiese prometido nada, los islamistas radicales no habrían visto ninguna ventaja en un cambio de gobierno y no habrían actuado. Los absurdos gritos de ¡asesino! no deben recaer, por tanto, sobre las desgraciadas espaldas de Aznar, sino sobre las espaldas de su sucesor (ya que dejar libres las espaldas de los verdaderos asesinos parece ser el deseo de las víctimas gritonas). Es de esperar que estas víctimas, entre las que se encuentra Manjón, reflexionen ahora sobre esta realidad. No hacía falta, ni mucho menos, para esta reflexión esperar a la conclusión del sumario de Del Olmo, pero hay que comprender que las víctimas en general estaban ofuscadas por el dolor. Ahora, deben reflexionar. Es probable que Pilar Manjón ya lo haya hecho, pero se ha guardado bien de manifestarlo. En su lugar, nos arroja su monumental mentira, demostrando que en su persona el sectarismo predomina ampliamente sobre cualquier otra consideración. Es cierto que hay que respetar el dolor de las víctimas, pero, por mor de la higiene intelectual, en modo alguno hay por qué pasar por alto las irracionalidades e insensateces de alguna de ellas. Sobre todo, si tiene personalidad pública y utiliza los medios públicos de comunicación.
jueves, abril 20, 2006
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