miércoles, abril 26, 2006

El talante del 13-M, al gobierno

27 de abril de 2006
8-IV-2006
El talante del 13-M, al gobierno
EDITORIAL

El momento político no puede ser más significativo; tras el alto el fuego de ETA, el presidente necesita a hombres de plena confianza para controlar el CNI, la Guardia Civil y la Policía Nacional. Bono no lo era. Alonso y Rubalcaba sí.

Hace meses que la palabra talante dejó de estar de moda. El sectarismo y desprecio por la oposición mostrado por Zapatero era ya excesivo como para seguir manteniendo esa ficción. Así pues, sin necesidad ya de más disfraces, la presencia de Bono en el Gobierno era completamente innecesaria. El Estatuto ya se ha aprobado y el proceso de rendición del Estado de Derecho no precisa de ministros que muestren cierta lealtad, siquiera de boquilla, a la Constitución.
Las fichas de dominó caen, empujando unas a otras, en perfecto orden. Pero no ha sido la intención de renunciar de Bono la que ha llevado a Alonso a su ministerio y a Rubalcaba a cubrir la vacante de éste. José Bono podrá haber concluido que permanecer en semejante gobierno no tenía beneficio alguno para su imagen y su carrera, las únicas preocupaciones que ha mantenido a lo largo de sus años en la política. Pero aunque hubiera decidido irse hace meses, la fecha ha sido escogida por Zapatero. Y el momento político no puede ser más significativo; tras el alto el fuego de ETA, el presidente necesita a hombres de plena confianza para controlar el CNI, la Guardia Civil y la Policía Nacional. Bono no lo era. Alonso y Rubalcaba sí.
La carrera política del nuevo ministro del Interior no puede ser más significativa. Fue el portavoz del gobierno encargado de negar que los de Felipe González hubieran tenido alguna vez algo que ver con los GAL, lo que le convierte en el único miembro del gobierno que ha defendido en dos ocasiones la búsqueda del fin del terrorismo por medio de métodos excepcionales al margen de la ley. Además, tras pactar con los nacionalistas catalanes un texto anticonstitucional con el que liquidar a España, no cabe duda de que tiene la experiencia necesaria para repetir la jugada en el País Vasco.
Tampoco hay que olvidar ese momento memorable en la Comisión del 11-M, cuando preguntado sobre si fue el responsable de filtrar a la SER el bulo de los terroristas suicidas contestó: "No, y en ningún caso malintencionadamente"; frase en la que profirió al menos una mentira, seguramente dos. Y es que el socialista tuvo un papel destacado en aquellos días en que el PSOE utilizó el mayor atentado terrorista de nuestra historia para derribar al gobierno. Un atentado cuya explicación oficial presente cada día más agujeros, que el portavoz del 13-M intentará tapar con su eficacia habitual.
Si la dimisión de Bono hubiera sido el detonante de estos cambios en el gabinete de Zapatero, hubiera bastado con encontrarle un sustituto y no hubiera sido necesario este doble cambio. La ficha que ha hecho caer a las demás piezas de dominó ha sido, pues, la incorporación de Rubalcaba al Ministerio de Interior, donde Zapatero desea tener al mejor –en el trabajo para el mal– de entre los suyos.
La nota humorística de la jornada ha sido la destitución de la nefasta –pero no más que la media de la cuota– ministra de Educación. Parece evidente que su cese se ha debido a un intento de enmascarar el ascenso de Rubalcaba al Ministerio de Interior pretendiendo mostrarlo como una crisis de gobierno tradicional, puesto que era la única que tenía un recambio sencillo que pudiera prepararse en unas horas, manteniendo la paridad. Cabe esperar que, con el genio goebelsiano del socialismo patrio tan cerca, Zapatero no volverá a cometer errores tan burdos.

Gentileza de LD

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