EDITORIAL DE EL UNIVERSAL
26 de abril de 2006
El debate de ayer
Ayer pudo ser un día importante para la democracia mexicana. Los debates de ideas y de altura política son siempre saludables para un país que persigue el cambio. Lamentablemente la expectativa fue mayor a los resultados. Se esperaba más de los participantes. Se esperaban concreción de ideas, lucimiento de propuestas de país y un ánimo de contradicción propositiva. Alguno de los participantes confundió agresión con debate.
Los integrantes del foro de ayer aprovecharon el espacio para exponer lo que, a su juicio, hace falta por hacer en el país. En un tono que parecía repetir lo mil veces dicho en sus spots propagandísticos, el eje rector del debate fue la política económica, que siempre será un pendiente a resolver, frente a las enormes desigualdades de México a pesar de su estabilidad macroeconómica.
Destacaron algunas coincidencias entre los candidatos, sobre todo en materia de política fiscal, simplificación administrativa, rechazo a la privatización de la industria energética, respeto a la libertad sindical, necesidad de empleos bien remunerados y respeto al medio ambiente, entre otros temas. Acaso fueron insuficientes los minutos que tuvieron, para profundizar en los caminos que proponen para alcanzar metas tan ambiciosas como las que presentaron ayer.
Tras los planteamientos de anoche, la ciudadanía habrá de decidir cuál de las propuestas le convence más. Habrá que esperar a que se realice el segundo debate, el de los temas políticos, el próximo 2 de junio, para redondear el mensaje y la impresión que dejen los candidatos entre los mexicanos.
Por lo pronto urge que las campañas políticas eleven su nivel y veamos a partir de ahora estadistas luchando por la Presidencia del país y no políticos beligerantes pretendiendo ganancias vía el desprestigio de los oponentes.
La mayoría de los expositores de anoche dejaron ver que, si se alejan de las agresiones, pueden llegar a plantear ideas claras sobre los temas y que pueden aprovechar cada uno de sus actos de campaña, presentaciones públicas y de medios para fortalecer su oferta, pero, sobre todo, para explicar los "cómos" de sus promesas.
Viene la recta final de la contienda y los partidos deben fortalecer las campañas federales con las de sus respectivos candidatos a diputados y senadores -más los de jefe de Gobierno en el Distrito Federal-, para hacer que la democracia no se descarrile ni sea factor de división entre los mexicanos, el diálogo sirve más que cualquier cantidad de spots con injurias.
El resultado final, después del 2 de julio ha de ser el de un país unido dentro de su diversidad ideológica, donde todos asumamos que nuestras diferencias políticas no significan el inicio de una revuelta social, sino el inicio de la vida social dentro de marcos de tolerancia y respeto.
El mensaje de los ciudadanos a los partidos políticos y a los candidatos es claro: es tiempo de ideas y de ser convincentes.
Las luchas políticas de altura sólo podrán darse con base en propuestas viables y convincentes, independientemente del partido que las proponga. Esto es lo que esperaba el ciudadano mexicano ayer. Esto es lo que seguimos esperando.
miércoles, abril 26, 2006
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