viernes 28 de abril de 2006
Un referéndum dirigido
Wifredo Espina
A DEMÁS de triste y lamentable es escandaloso. Se pretende imponer un referéndum dirigido, a fin de que gane el “sí” al polémico Estatut de Cataluña. Y nada menos que desde un organismo creado, principalmente, para velar por la libertad y pluralismo de los medios de comunicación. Un organismo que, pese a contar con miembros de gran solvencia personal y académica, ahora parece convertirse –consciente o inconscientemente, erróneamente o por consigna- , en comisario político contra la libertad de expresión. Esto no es de recibo. Y no me importa decirlo pese a que vi con esperanza su oración y le aporté mi colaboración; o quizás precisamente por esto, porque siento que se desvirtúen su función y objetivo. Como me hice eco y compartí en buena parte las razones de fondo de la denuncia pública hecha por el veterano y prestigioso periodista Ramón Pedrós, director del diario El Debat, creo obligado recoger su respuesta al gesto que tuvo el actual presidente del Consell de l’Audiovisual de Catalunya, Josep Maria Carbonell, de mandarle el texto íntegro de las directrices del CAC “para que pudiera evaluar mejor su contenido, ya que consideraba “muy dura” y “exagerada” aquella crítica. Dice Pedrós en su respuesta que “leido y releído el texto del CAC, mi alarma y mi sentimiento de rechazo han aumentado, porque no hay duda que continúa constituyendo un atentado contra la libertad de expresión”. Y sigue denunciando “la grave intromisión que comete el CAC contra la libertad de de los medios públicos audiovisuales a la hora de programar su información sobre el referéndum, y dirigirla incluso en los mínimos detalles de la programación empleando argumentos propios de sociedades poco familiarizadas con la democracia participativa”. He aquí la argumentación de Pedrós, profesional de larga trayectoria y diversa experiencia como corresponsal en el extranjero. Puede resumirse así y el lector sacará luego sus conclusiones: “El CAC no quiere debate sobre sobre el referéndum, y prohíbe que los partidos políticos, plataformas, asociaciones, entidades o individuos argumenten su posición o expliquen sus dudas. El CAC tiene claro que ha de ganar el “sí”, para no provocar demasiadas dudas en la política española y la catalana, y quiere además que, si no puede ser por goleada, por lo menos la participación sea aceptable y la victoria sea suficiente, y a partir de aquí se pone a dictar sus “recomendaciones” a los medios”. Como es sabido, hasta ahora la normativa establecía “bloques electorales” que atribuía a cada partido un riguroso espacio pero garantizaba a cada formación política la oportunidad de dar a conocer su programa y su posición. Ahora, en contra de lo que reclamaban los profesionales del periodismo, se impone una nueva , más restringida, con la obligación de informar solamente sobre el “contenido” del Estatut, y compararlo con el vigente de 1979, mediante entrevistas con “expertos” para demostrar que es mejor y que supone un avance. De esta forma de elimina la voz de los partidos que no aceptan o discuten el texto del nuevo Estatut. Para ellos, el silencio de los corderos. Y si esta normativa del CAC la completamos con el anuncio del portavoz del Govern, Joaquim Nadal, de la masiva campaña oficial, con participación personal del President de la Generalitat, Pasqual Maragall, que se hará desde las instancias gubernamentales a favor de la participación y de la bondad del nuevo Estatut, es decir, a favor del “sí”, queda bastante claro que estaremos ante un referéndum dirigido, no libre. Una situación que nos recuerda, en este aspecto, las que organizaba, en su etapa franquista, el ministro de Información, Manuel Fraga, en sus famosos referéndums. ¡Qué triste, señores Maragall, Nadal y Carbonell, para los que tanto nos esforzamos hace años, arriesgando no poco y a algunos costándoles la cárcel, para recuperar la libertad de expresión!
jueves, abril 27, 2006
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