miércoles, abril 26, 2006

El desafio de ZpM y la respuesta que exige

Ultreya
El desafío de Zapatero y la respuesta que exige
Luis Miguez Macho


27 de abril de 2006. Son tantos los desafíos planteados por Rodríguez a todo lo que es bueno y santo que es difícil que el lector se imagine a cuál me refiero ahora. Gracias a su última maniobra de distracción, el reconocimiento de derechos humanos a los monos, un sinsentido de la misma especie que el "matrimonio" homosexual y la "alianza de civilizaciones" y que demuestra la existencia de un maquiavélico plan para hundir a España en el ridículo y el descrédito mundiales, ha pasado desapercibido el reto que el defensor de los simios ha lanzado recientemente: que el PP no se atreverá a derogar sus grandes fazañas, el nuevo Estatuto catalán y el "matrimonio" homosexual, ni a devolver la estatua de Franco a su pedestal.De devolver a Franco a su pedestal no diré nada, porque creo que el PP debería tener la valentía de retirar otras estatuas. En cambio, he de reiterar que la única oposición efectiva que el PP puede hacer al nuevo Estatuto catalán anticonstitucional no es presentar millones de firmas ni tampoco recurrirlo ante el Tribunal Constitucional, sino comprometerse solemnemente a que cuando vuelva al poder no lo aplicará.Pero tampoco basta con esto. Es preciso formular una alternativa al régimen que quiere instaurar Rodríguez con los nacionalistas, ETA incluida, y que tiene su momento fundacional en el 11 de marzo de 2004.Esa respuesta se tiene que basar en la atribución al Estado de un nuevo papel liberador de los individuos y los grupos intermedios en los que éstos se integran frente a la opresión del neocaciquismo autonómico y a la pretensión de fragmentar España en sociedades cerradas controladas por las oligarquías locales. Como en los tiempos de Antonio Maura, un centroderecha moderno debe reivindicar la democracia, el Estado y el municipalismo como palancas para "descuajeringar el caciquismo".Aquí encaja la modificación constitucional propuesta por el Consejo de Estado y asumida por Mariano Rajoy para cerrar las competencias del Estado desde la Constitución y privar a los Estatutos de Autonomía de la función de determinar las competencias autonómicas. Sin embargo, de poco valdrá esto si no se acompaña de una reforma electoral que limite a los nacionalistas desleales las posibilidades de condicionar la política nacional.Ese papel liberador del Estado exige el desarrollo de políticas activas, apoyadas por la movilización ciudadana, que garanticen el derecho de todos los españoles a acceder en condiciones de igualdad a las funciones y cargos públicos, al ejercicio de las actividades económicas, a la educación y a la cultura, y a las prestaciones sociales, sin barreras territoriales ni lingüísticas. He aquí el programa de una derecha social que haga realidad los principios tradicionales del liberalismo político, inspirada por un concepto solidario de la nación.

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