Ventana indiscreta
¿Nucleares seguras?
José Luis Barceló
Muchas carreteras llevaban a la ciudad fantasma de Chernobyl, pero ya no son transitadas por nadie.
26 de abril de 2006.
Se ha abierto nuevamente el debate nuclear sobre la base de la recuperación del viejo dilema energético al que se ve sometido el mundo avanzado. Es un dilema perverso, por cuanto el mundo avanzado en que nos ha tocado vivir, por suerte para algunos, es de forma directamente proporcional más avanzado en la medida en que consume más energía. ¿Es posible invertir este algoritmo? Científicamente y teniendo en cuenta las tecnologías actuales, no. Solamente se avanza y se progresa cuanta más energía se consume. Algunos expertos en tecnología, científicos e industriales de I+D+i muestran un acuerdo generalizado en que para que esto se pueda invertir hay que variar dos conceptos: uno, diversificar la producción de la energía o buscar una energía limpia e inagotable, y dos, indagar en tecnologías que consuman menos energía. El primer concepto es el más polémico. Cuando la crisis de los euromisiles, en plena Guerra Fría, la energía atómica era el caballo de batalla, porque sólo era mala la energía que se producía en el bloque occidental, hasta que ocurrió Chernobyl, símbolo del final de la "antigua era atómica", que apostaba por la misma por encima de las tecnologías "posibles y seguras". Patrick Moore, uno de los fundadores de Greenpeace, ha dado una vuelta de tuerca a la controversia, apuntándose a los criterios que antiguamente denostaba: se ha pasado a los "nucleares", publicando un artículo en The Washington Post en el que defiende contra viento y marea que la única manera de parar el efecto invernadero y todo lo malo de nuestra civilización, es apostando por la energía nuclear. Dice que si toda la producción de energía eléctrica fuera de origen atómico, se habría acabo el problema del calentamiento global. Para muestra da un botón: 600 plantas térmicas de carbón de los USA producen el 10% de todas las emisiones del mundo de CO2, principal causa del cambio climático.Patrick Moore sólo plantea una cuestión que merece una reflexión profunda, y es que ésta es la energía por la que deberían apostar los países en vías de desarrollo. Ésa es precisamente la apuesta que ha propuesto Irán para su desarrollo económico de gran potencia, y que ha sido vetado por Estados Unidos y sus aliados europeos. ¿Es posible un control de la energía atómica sin que tenga forzosamente una lectura bélica? Estableciendo unos protocolos sobre los usos pacíficos y sobre las tecnologías sí, porque además existen tecnologías de la energía nuclear que llevan 50 años de retraso sobre la de fisión nuclear, que es la imperante. Me estoy refiriendo a la energía de fusión, que emplea átomos de hidrógeno del agua marina sin crear residuos y sin generar ningún problema de radiactividad. La energía de fusión lleva justo el medio siglo de retraso que propició la II Guerra Mundial en la indagación de la "bomba llave" para el final de la guerra: la fisión tiene un origen ineludiblemente bélico. Yo me reservo mi opinión acerca de aquellas versiones hipócritas sobre la energía nuclear, mientras estemos comprando excedentes a Francia, cuya producción nuclear supera ya el 60% y nos vende todo lo que le sobra. Quizás sería mejor hacer apuestas inteligentes que aseguren nuestro desarrollo, sin descartar nada de nada: tanto la sostenibilidad, como la diversificación, como quizás el desmantelamiento paulatino de las térmicas sobre la base de unas pocas centrales nucleares seguras. Estamos en el momento de medir los riesgos, pero también de adoptar decisiones frente a la implacable seguridad de dejar para el futuro un planeta tan seco como Marte.
martes, abril 25, 2006
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