viernes 18 de noviembre de 2011
Nuevas apuntaciones electorales
Antonio Castro Villacañas
1 . Voto en blanco.
Una razón para no votar o votar en blanco en las próximas elecciones es que ninguna de las candidaturas presentadas nos ofrecen su propósito de hacer cuanto puedan para que tengamos mejores centros de enseñanza -desde la primaria a la universitaria-, mejores centros de salud -desde los que prestan primeros auxilios a los que atienden las más complicadas y largas enfermedades- y mejores centros de internamiento y reforma de los delincuentes -desde las indispensables celdas en comisarías y cuartelillos hasta los diversos albergues penales adecuados para los distintos reos de los diferentes delitos-, todos ellos igualados por el mismo denominador común de incitar al trabajo y conseguir que con él los penados retribuyan a la sociedad y a sus directamente perjudicados la mayor parte posible del daño que con su delito hayan causado.
2. Alianza de civilizaciones.
El sentido común de los ciudadanos a pie les hace distinguir entre quienes viven personalmente una determinada fe religiosa, los que no profesan ninguna y los que de palabra o de obra atacan en cuanto pueden a quienes se manifiestan mas o menos religiosos. Ya sabemos todos que España está poblada en su gran mayoría por personas que se consideran católicas aunque muchas de ellas no vaya a misa. Este hecho, esta manera de vivir la religión católica y de vivir España, es un producto de la historia y hace acto de presencia en cuanto de esta o aquella manera se rasca la corteza social de nuestro pueblo. Esa conjunción de comportamientos -puesta de relieve sobre todo en los días singulares de fiesta tradicional- exige deslindar con sumo cuidado las relaciones entre la Iglesia y el Estado, pero también el que no se igualen, relativicen o confundan la atención y el respeto que desde cualquier ángulo merecen unas u otras iglesias. Pongo un ejemplo: los musulmanes -sean o no españoles- que celebren aquí el Aid, tienen derecho a hacerlo en las mejores condiciones posibles, pero social y públicamente no pueden -al menos por ahora- de igual forma que los cristianos celebramos la Navidad, la Semana Santa o el Día del Santo Patrón o el de Difuntos de cada pueblo...
3. El desastre autonómico.
La actual estructura política y financiera de España es un desastre. La crisis que sufrimos es en gran parte consecuencia del despilfarro autonómico. Resulta necesario revisar a fondo el modelo construído al amparo de la perniciosa Constitución vigente. Es una evidencia que nadie puede negar a la luz de las ruinosas cuentas públicas. No podemos sostener 17 administraciones públicas que hacen las mismas cosas o hacen cosas innecesarias en servicio de intereses minoritarios. Es indispensable un plan de reducción del gasto público, especialmente del autonómico. Hay que eliminar cuanto antes organismos redundantes, suprimir cuanto suponga trabas al libre comercio y librarse de gastos afectadamente pueblerinos o paletos. La deuda acumulada por las comunidades autónomas ha crecido en torno al 10 % como promedio desde 1996 al 2010. La deuda de Castilla-La Mancha ha aumentado en esos 14 años a un ritmo anual por encima del 18 %. La de la Comunidad Valenciana, por encima del 14 %. Cito estos ejemplos porque en esas autonomías han gobernado en ese tiempo, respectivamente, los socialistas y los populares, con lo que parece claro que la causa de tamaños despilfarros está más en el hecho autonómico que en el ideológico. En los años 2008, 2009 y 2010, en plena crisis económica, hubo seis comunidades autónomas que incrementaron su endeudamiento por encima del 30 %: Aragón, Baleares, Castilla y León, Castilla-La Mancha, La Rioja y el País Vasco. En el año 2009 los ingresos en la totalidad de comunidades bajaron en un 2,3 %, mientras que los gastos crecieron un 3,5 %. Un
dato más, por último, porque para muestra basta un botón: según datos facilitados por el gobierno de Artur Mas, Montilla y sus socios dejó a Cataluña en 2010 con una deuda superior a 40.000 millones de euros, el doble prácticamente que la de cuatro años antes.
4. Palabreo.
Una campaña electoral es, por esencia, una larga muestra de palabreo. Se habla mucho, demasiado, y lo peor es que se parlotean palabras que valen algo, mucho incluso, junto a unos palabros que tienen poco valor o no valen nada, consiguiendo así que los palabros se vayan apreciando y las palabras valiosas se deprecien o incluso lleguen a despreciarse. No renuncio a examinar algunos casos, si Dios quiere, pero por ahora me limito a denunciar que en la parlotería electoral no se utiliza -por fortuna- la hermosa y fecunda palabra Patria, pero se usa y abusa de la "democracia", lo "democrático", los "recortes", los "mercados", la "crisis".... Pero ninguno de los candidatos a ocupar un puesto en el Congreso o en el Senado, y con ello y por ello a asegurarse un buen sueldo mensual y anual, mas una rica pensión tras pasar ocho años haciendo lo que le indique el jefe de su partido, pierde el tiempo en aclararnos que la democracia y lo democrático es algo más que decir en voz alta en cualquier parte lo que se nos pase por la cabeza, o en hacer durante cualquier tiempo lo que nos dé la gana, sino fundamentalmente en establecer y desarrollar entre los ciudadanos una comunión en los ideales de convivencia pacífica y posible desarrollo político, social y económico del pueblo -o parte del mismo- que nos integra. De esta democracia, y no de la simple metedura de votos en una urna, puede nacer una dinámica de apertura y perfección del futuro. Es decir, precisamente eso es lo que a mi juicio no se encuentra en la parlotería electoral que unos y otros nos han ofrecido.
http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=6299
viernes, noviembre 18, 2011
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