martes, noviembre 22, 2011

Luis Miguez Macho, Algo más que una victoria electoral, un cambio histórico

martes 22 de noviembre de 2011

Algo más que una victoria electoral: un cambio histórico

Luis Míguez Macho (Elsemanaldigital.com)

L OS resultados electorales que acaba de obtener el PP con Mariano Rajoy frente al PSOE de Alfredo Pérez Rubalcaba y de José Luis Rodríguez Zapatero suponen algo más que una victoria electoral. Por la amplitud de la mayoría absoluta obtenida y el retroceso socialista, son equiparables a los que consiguió Felipe González hace casi treinta años. No es casualidad que en ambos casos haya sido el "cambio" la palabra clave a la que han apelado los vencedores para movilizar a los españoles.

Si la victoria socialista de 1982 supuso el fin de la Transición a la Democracia, después de que el intento de golpe de Estado del año anterior liquidase el papel político de las Fuerzas Armadas, esta victoria del centroderecha llega después de dos mandatos sin mayoría absoluta de un PSOE en el que, paradójicamente, el acceso al poder de una generación más joven ha hecho aflorar lo peor de su tradición sectaria y guerracivilista. Aun así, sólo una crisis económica brutal ha podido desbancarlo de un poder que no ha sabido ejercer con ecuanimidad y al servicio de los intereses generales de España.

José María Aznar llegó a la presidencia del Gobierno de 1996 sin mayoría absoluta. Su sucesor Mariano Rajoy lo hace tras un paréntesis de ocho años en la oposición con una mayoría absoluta más amplia que la que Aznar logró en su segundo mandato.

Nadie puede dudar de que la gran mayoría de los españoles que han depositado su confianza en el PP en esta hora lo han hecho con la esperanza de que, como en 1996, será capaz de sacar al país de la desastrosa situación económica en la que se encuentra. Sin embargo, la responsabilidad histórica que recae sobre Mariano Rajoy es todavía mayor: le hemos entregado el poder suficiente para retomar el proyecto democrático de regeneración nacional que se interrumpió trágicamente en 2004.

Rajoy gobernará sin hipotecas. No hay minorías con capacidad de condicionar su mayoría parlamentaria. El mandato recibido de las urnas es claro e inapelable. Por consiguiente, tiene las manos libres para sepultar, punto por punto, las políticas de división emprendidas por el PSOE de Rodríguez Zapatero en estos últimos ocho años y sustituirlas por un proyecto moderado de carácter patriótico e inclusivo.

Lo más urgente es frenar la crisis de confianza en el país y eso no le sería difícil a un Gobierno con un líder creíble y ministros competentes. Pero a partir de ahí hay que reconstruir (o muchas veces construir desde el principio) la vida pública española como un espacio donde el espíritu sectario y disgregador, el clientelismo y la prevalencia de los intereses particulares sobre los generales, se vean sustituidos por la colaboración en un proyecto nacional común.

Esperemos que Mariano Rajoy sea capaz de convocar a participar a ese proyecto a todas las personas de buena voluntad que estén dispuestas a hacerlo y a apartar a quienes, por sectarismo o por falta de patriotismo, lo rechazan. Peor no se lo podía haber dejado José Luis Rodríguez Zapatero; los frentes abiertos son incontables, pero eso también hará mayores sus méritos si logra triunfar en el empeño.

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