miércoles, noviembre 16, 2011

Eduardo Arroyo, ¿Podemos acabar con el gobienro de los iditoras

miercoles 16 de noviembre de 2011

¿Podemos acabar con el gobierno de los idiotas?

Eduardo Arroyo (Elsemanaldigital.com)

U NA entrada de hace unos meses en la web de "Psychology Today" llevaba por título "Idiocracy: ¿can we reverse it?". Una traducción diría: "¿Podemos acabar con el gobierno de los idiotas?

La entrada alude a una película de 2006, Idiocracy –mal traducida al español como "idiocracia", que no existe- un tanto popular en los EEUU, que narra la historia de un americano medio, Joe Bauers, así mismo con "cociente intelectual medio", hibernado por el Pentágono junto con una prostituta hasta el año 2505. Cuando despierta, descubre que es la persona más inteligente del mundo y que se le considera un genio. No es de extrañar: Bauers llega a un mundo en el que la gente se llama "Frito" o "Mountain Dew" –equivalentes anglosajones a los "yesaidu" o "usneivi" del mundo hispano-, en el que se riegan las plantas con una bebida deportiva y en el que la forma más popular de entretenimiento es un "reality" llamado Ow, My Balls, que consiste en tomas diversas de un tipo que recibe porrazos en la entrepierna.

Algunos "clips" de la película, un tanto darwinistas, muestran cómo gente con un bajo cociente intelectual no dejan de tener descendencia mientras que otros dotados de altas capacidades se niegan por sistema a tener hijos, alegando cuestiones profesionales y de oportunidad.

Sobre todo esto, Meghan Daum escribió un artículo un tanto superficial y vano el pasado 11 de agosto en Los Angeles Times. Daum se preguntaba si esperar hasta 2505 no era ser muy optimista y ponía algunos ejemplos de los políticos norteamericanos en campaña electoral o de auténticos realities de la televisión norteamericana. Aunque consciente de lo precario de su argumentación Daum parecía vislumbrar algo positivo en todo esto: "aunque la etiqueta de idiota es deprimente, un análisis superficial podría sugerir un destello de esperanza en su uso: finalmente, hay algo que puede trascender el partidismo. En palabras sencillas, el temor al gobierno de los idiotas no es cuestión de ser de izquierdas o de derechas. Es una cuestión de no ser idiota".

Nos tememos que todo esto es una vana esperanza o, como dirían en inglés, puro wishful thinking; es decir, tomar los deseos por realidades. Se puede coincidir con Daum en que no hace falta esperar al año 2505 para ver a los idiotas en calidad de élite dominante. En España no faltan ejemplos. Para los que no tenemos televisión, el visionado ocasional del mencionado artefacto nos teletransporta a una situación perpetua de asombro: los majaderos, la chabacanería, la anti-excelencia, la manera displicente y engreída con que hablan de personajes notables gente que de por sí carece del más mínimo atractivo moral, intelectual o personal, nos llevan a reafirmarnos en que decididamente, hay vida más allá de la televisión. Y qué decir de la interacción con adolescentes o "gente joven" –hoy día un concepto algo difuso- en general: es fácil percatarse de que apenas saben donde están de pié. Empezando por su manera de escribir en esa especie de "neolengua" primaria, que les salva según nuestro Ministerio de Educación de ser etiquetados como "analfabetos", hasta la manera de divertirse en medio de música subnormal y estimulantes varios, todo hace evidente que las jóvenes generaciones –y varias no tan jóvenes- son incapaces de hacerse cargo de las riendas de su vida si no es por la fuerza de los hechos: se les abandona en el mundo en espera de que se apañen ellos solitos.

En este contexto aquella estupidez, de Felipe González, creo recordar, de que ésta era "la generación más cualificada de nuestra historia" demuestra hasta donde está asentado en nuestra sociedad el gobierno de los idiotas. El caso es que entre la "escuela" de nuestros padres; es decir, la generación nacida en la pre- o pos-guerra civil y la de hoy, por mucho que se empeñen los autores de El Florido Pensil y otras obras de los servicios de propaganda, existe un abismo en cuanto a conocimientos esenciales para moverse por el mundo y, lo que es más importante, para entender no solo el mundo sino la vida misma.

Pero esto no significa que se pueda "trascender el partidismo" como cree Daum. La cosa es mucho más compleja: el gobierno de los idiotas es la consecuencia de todo un sistema en el que han participado por igual unos y otros, por acción u omisión. Solo en este sentido se puede "trascender el partidismo".

Y es que nada de esto, naturalmente, es casual y causa vergüenza ajena escuchar a Alfredo Pérez Rubalcaba, con las manos hediondas aún de olor a LOGSE, hablar de "educación": es evidente que no tiene ni idea de qué habla. Nuestro jóvenes, y aquí me refiero a todos los del mundo occidental, han sido víctimas de una campaña deliberada a fin de inducir en ellos lo peor del ser humano: hedonismo, materialismo, superficialidad, burricie colectiva, arrogancia, etc. No es de extrañar que hace ya 7 años la National Endowment for the Arts (NEA) publicara una encuesta según la cual la lectura había caído en los EEUU de manera dramática, siendo el mayor descenso entre los más jóvenes (28%). Si a esto se añade el factor de corrección correspondiente a lo que se lee, y no simplemente leer –no es lo mismo leer algo de interés que una vaciedad, no es lo mismo leer a Rilke que a Almudena Grandes o Vargas Llosa-, los resultados son desesperanzadores. Dana Gioia, presidente de NEA declaraba al hilo de aquella encuesta, que "esto es una crisis nacional" y añadía "la lectura desarrolla la capacidad de centrar la atención y hace crecer la imaginación, lo cual enriquece la vida pública y privada… Perder esta capacidad humana –y todos los beneficios que proporciona- empobrece tanto la vida cultural como la vida cívica".

Dentro de estos niveles es donde se mueve la clase política actual: de otro modo sería incapaz de interaccionar con un pueblo embrutecido. La clave de este gobierno de idiotas sobre un pueblo al mismo nivel, maleable para la propaganda y vulnerable a los eslóganes, nos la proporciona Jean-Claude Michéa, en su breve pero intenso trabajo, La escuela de la ignorancia (Acuarela, 2002). Para Michéa, resulta sorprendente que en Europa se haya implantado el fracasado sistema educativo norteamericano. La razón es que, en una época en la que la máquina de producción económica funciona con unos pocos directivos supercualificados, es necesario ajustar producción y educación. La mercantilización de la vida, en la que todo se rige por parámetros económicos, y los valores burgueses y materialistas, comunes a la izquierda y al "centro derecha liberal", hacen el resto. Es preferible un sistema educativo mediocre, sin competencia, en la que unos pocos individuos excelentes emerjan casi por casualidad para hacerse cargo de los resortes sociales de poder. Este sistema, que invalida la educación integral de la persona como objetivo político, es el que está detrás de fenómenos como la desaparición de las humanidades en la enseñanza primaria o la "educación para la ciudadanía", en la que se aporta un simulacro de formación personal, hecho a la medida del capitalismo global.

Sin embargo, es necesario precisar que, a diferencia de Michéa, nosotros no creemos que todo sea una cuestión de funcionamiento económico, sino también de contenidos: una sociedad de zombies embrutecidos es más maleable a la dictadura de las modas y los mercados, al tiempo que causa menos problemas a la élite del poder, un poder no nacido para servir a otros, sino para servirse de otros.

Naturalmente, el gobierno de los idiotas llega a todas partes con lo que resulta que finalmente la sociedad misma es idiota. Basta ver las campañas electorales de estos días en acción, con sus invectivas y simplismos desatados, el éxito de la propaganda fácil e infundada sobre amplios colectivos, la violencia en nombre de supuestos ideales, o el predicamento del que gozan bípedos implumes varios, sin el menor bagaje intelectual ni personal, desde Bildu a los diversos "antifascismos" o "antisistema", capaces de condicionar la marcha de la sociedad entera.

Por todo ello, decididamente, hay que ser pesimista sobre éste, ya no gobierno, sino dictadura de los idiotas.


http://www.vistazoalaprensa.com/contraportada.asp

No hay comentarios: