Reformas, no promesas
16 NOV 2011
En ocasiones los analistas y los medios intentan interpretar en clave política los movimientos de las primas de riesgo. Así, hace apenas unos días se nos decía que el objetivo de “los mercados” era el de derrocar a Berlusconi para imponer a un político más sensible hacia sus reivindicaciones. Sin embargo, a los ahorradores nacionales y extranjeros sólo les interesa en verdad una cosa: tener la certeza de que aquellos Gobiernos a los que les están prestando dinero vayan a estar dispuestos y a ser capaces de devolvérselo. En realidad, pues, el cese del Cavaliere y su sustitución por un tecnócrata como Mario Monti fue un movimiento desesperado de la Administración italiana para conseguir restaurar su mermada credibilidad en los mercados de capitales.
Mas no les ha salido bien la jugada: como ya dijera el presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, “Italia necesita reformas, no elecciones”. Y las reformas siguen sin llegar a Italia. Tal vez Monti pretenda sacarlas adelante en el futuro cercano, pero desde luego lo que hemos visto hasta el momento no ha sido más que una declaración de buenas intenciones; máxime si tenemos en cuenta que gran parte del arco parlamentario italiano se opone frontalmente a las medidas de austeridad y de reformas que el país necesita. Por consiguiente, resulta razonable que prosigan las dudas acerca de la solvencia de Italia; a saber, que la prima de riesgo continúe por los aires.
Algo parecido sucede en el caso de España. A menos de una semana de unas elecciones generales en las que, por fin, se enterrará la negra era del zapaterismo, todavía no queda claro si el PP de Mariano Rajoy se atreverá a aprobar todos los duros ajustes que resultan indispensables para enderezar nuestra situación. Es cierto que su programa se encuentra bien orientado –recortes de gasto, reducciones de impuestos, flexibilización de los mercados…–, pero falta comprobar si osará aplicarlo hasta sus últimas consecuencias, enfrentándose si hace falta contra el populismo de la izquierda parlamentaria y extraparlamentaria.
El problema es que, si no tomamos decisiones rápidas, la espiral de desconfianza en la solvencia de nuestra economía bien podría acelerarse de manera vertiginosa, tal como ha sucedido con Grecia, Irlanda, Portugal y más recientemente con Italia. A estas alturas no deberíamos estar esperando a que nos vinieran a rescatar de fuera –ya sea por parte del Banco Central Europeo o del Fondo de Rescate–, sino que deberíamos estar haciendo los deberes desde dentro para demostrar que somos un país confiable que hará tantas reformas como se necesiten para que nuestra economía vuelva a crecer y para que el sector público deje de endeudarse sin límites.
Claro que para ello necesitaríamos un Gobierno responsable y preocupado por España: todo lo contrario a lo que ha demostrado Zapatero en sus dos legislaturas. Incluso a la hora de irse, el líder socialista se irá de mala manera: permitiendo que en las horas más críticas de toda la crisis, la situación siga pudriéndose hasta la llegada de Rajoy al poder. Por desgracia, al ritmo que van las cosas podría ser que cuando el popular tomara las riendas del Ejecutivo ya fuera demasiado tarde y no nos quedara otro remedio que solicitar formalmente un rescate. Y todo por la persistente felonía de Zapatero hacia los españoles.
http://www.intereconomia.com/noticias-gaceta/opinion/reformas-no-promesas-20111115
miércoles, noviembre 16, 2011
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